Fuga de la torre del placer
Fuga de la torre del placer, de Kosuke. Un hombre lucha para liberarse del yugo de unos alienígenas de crueles costumbres reproductivas.
Un hombre lucha en solitario para escapar del yugo alienígeno...
Andrew 257 sabía algunas cosas que lo diferenciaban del resto de los esclavos humanos; cosas de las que si alguno de los Dominadores de Kalos IV se enterasen, podrían acabar con su vida y con la última esperanza de la humanidad. Lo más importante que Andrew 257 sabía es que era clon de un hombre llamado Andrés Costa, que vivió hacía aproximadamente 7700 años (circa 3089 D. C.), cuando la última batalla entre los Dominadores y la alianza Terrestre fue librada... y perdida, dejando a los 320 mundos humanos en ruinas y a la vieja Tierra convertida en una nube de isótopos que aún continuaba expandiéndose por el espacio
Asimismo, Andrew poseía el conocimiento de cada uno de los Andrew que lo habían precedido, a merced de un efecto secundario de la modificación de bioingeniería efectuada en Andrés Costa por un grupo de científicos de Nuevo Newton, que en su tiempo (circa 3070 D. C.) fue el principal mundo de investigación y desarrollo de la alianza, pero fue tan solo la elusiva Dama Fortuna la encargada de hacer que Andrés Costa fuera uno de los poco mas de 2000 humanos sobrevivientes del genocidio de la especie.
De este heterogéneo grupo de sobrevivientes, aproximadamente el 68% eran mujeres; sin embargo, esto no significaba ninguna ventaja para los nuevos esclavos de los Dominadores, ya que inmediatamente los hombres fueron enviados a las minas de whralis (conocido en la vieja Tierra como mercurio), un mineral esencial para la producción energética de los Dominadores. Por supuesto, la extracción de whralis por si misma no resulta peligrosa, sin embargo los humanos son especialmente susceptibles a envenenarse por el contacto con este mineral, lo que hizo necesario clonarlos cada cierto tiempo con diversos grados de éxito y con el paso del tiempo fueron utilizados para múltiples tareas (inclusive como mascotas) a lo largo y ancho del imperio.
El destino de las mujeres fue mucho peor; el sistema de reproducción de los Dominadores no sólo requiere de la participación de un miembro de cada uno de los tres sexos de su especie, sino que la etapa final necesita de la incubación de la cría en el interior de un organismo anfitrión, función para la cual las hembras humanas resultan estar particularmente bien equipadas, debido a la rareza de madurar a sus propias crías en el interior de la madre, una singularidad poco común entre las especies racionales. Por desgracia, la maduración de una cría de Dominador resulta invariablemente en la muerte de su organismo anfitrión de un modo bastante espantoso, por lo que fue requerido que las mujeres también fuesen clonadas, aunque éstas con una mayor frecuencia que los hombres.
Durante 256 generaciones, todos los Andrew habían planeado cómo liberar a los escasos humanos del férreo puño de los Dominadores, sin embargo habían fracasado en diversos intentos (como podrían verificarlo revisando sus archivos históricos, al menos cinco de las muertes de los Andrew fueron ejecuciones sumarias), pero un terrible inconveniente impedía la liberación: los implantadores (el tercer sexo de los Dominadores, los otros dos son los cogenitores y los oviscaptos) producían de manera natural una feromona que excitaba incontrolablemente a los humanos, por lo que aparte de tener la misión de introducir las crías de su especie en sus anfitrionas humanas, también eran ellos quienes acudían a sofocar el menor intento de rebelión de los varones.
La totalidad de las mujeres se encontraba confinada en lo que los esclavos llamaban irónicamente "La Torre del Placer" por los continuos gemidos que se escuchaban cuando las crías eran implantadas.
El plan de Andrew 257 era introducirse en la Torre del Placer y hacerse con las muestras de ADN de las mujeres cautivas en ella, para unirlas a las muestras de ADN de hombre de las cuales hacía unos 100 años que Andrew 254 había obtenido una copia, escapar con ellas fuera de los límites del espacio ocupado por los Dominadores y poblar algún mundo adecuado con éstas. Un solo inconveniente se interponía en sus planes: la Torre del Placer era considerada inexpugnable, y el único hombre que tenía acceso a ella era Clovis 219, un miserable traidor que con cada clonación parecía volverse mas detestable (el original Clovis Taggart había vendido a los Dominadores las frecuencias de escudo de la red espacial que protegía el espacio humano de sus intentos de invasión), al contrario de Andrew 257, Clovis 219 no guardaba memoria directa de sus antecesores, pero tenía acceso a las memorias grabadas por éstos y a recibir una educación (a nivel básico, por supuesto), gracias a lo cual gozaba de un grado de libertad que se encontraba a años luz del trato que recibían el resto de los humanos.
La oportunidad habría de presentarse cuando un Dominador Oviscapto recordó (en base a sutiles insinuaciones) que Andrew 257 había recibido en su niñez entrenamiento como ayuda de cámara y se encaprichó tanto con su compañía que no quiso desprenderse de él cuando llegó la época de celo de su cogenitor y al implantador no le quedó mas remedio que aceptar su compañía durante los trece días que permanecerían en la Torre del Placer.
El viaje desde la región sur de Kalos IV hasta el apartado archipiélago de la región oeste donde se ubicaba la Torre del Placer fue todo menos aburrido para Andrew 257, pues fingiendo total ignorancia tuvo buen cuidado en aprender cómo se conducía el veloz deslizador de su amo. También tuvo la oportunidad de observar de primera mano (Y probablemente fue la única ocasión en que un humano tuvo tal oportunidad) de presenciar el ritual de apareamiento de los Dominadores.
Cuando los poco racionales cogenitores entraban en celo, era deber de su oviscapto informarle al implantador, pues éstos invariablemente se mantenían alejados de la pareja, pues las feromonas que continuamente emitían enloquecían a los cogenitores hasta el grado de volverse violentos si no estaban en celo. Después de un cauteloso acercamiento, los delicados órganos sexuales del oviscapto y el cogenitor de entrelazaban y producían una ovocámara, donde eran depositados el semen y los óvulos para su fertilización, esta unión debía permanecer durante tres o cuatro días, después de este tiempo, el fuerte tentáculo recolector del implantador (un órgano hueco, de 6 a 7 centímetros de ancho y 22 centímetros de largo que continuamente exuda un fluido lubricante) se abría paso en la ovocámara y succionaba el contenido, para inmediatamente depositarlo en el interior del organismo anfitrión, la cual generalmente recibía con gusto la implantación, pues sus sentidos se encontraban totalmente nublados por las feromonas del implantador, por el simple método de insertar suavemente su tentáculo recolector a través de los órganos sexuales de la hembra humana, moviéndose y pulsando continuamente hasta encontrar el útero de la víctima, y depositando su delicada carga mientras ésta se retorcía en un orgasmo artificial; ahí se gestaría el embrión durante aproximadamente cuatro meses, después de los cuales la cría se abría paso al mundo ayudada por su afilado pico y sus potentes tentáculos prensiles (que dan a los Dominadores su muy conocido aspecto similar al de un calamar). Hasta ahora, es un misterio de qué tipo de anfitriones se servían antes de entrar en contacto con la raza humana.
Cuando Andrew 257 vio por primera vez la Torre del Placer, un estremecimiento de emoción corrió por su columna, pues era la primera vez en casi ocho mil años que se encontraba cerca del objetivo de salvar a su gente; la torre era una construcción impresionante, casi un kilómetro de altura y dos de diámetro, fortificado por los mas sofisticados sensores de calor, movimiento, sonido y diversos tipos de radiaciones, varios perímetros de defensa superpuestos con respuestas programadas para casi cualquier tipo de ataque, escudos multiespectrales de frecuencia rotativa y cuádruple redundancia y una cobertura aérea continua, pues de su existencia dependía la vida misma de los Dominadores, era el talón de Aquiles de un imperio que se extendía por mas de mil parsecs, aplastando y asfixiando a especies enteras.
Andrew 257 dudó en su resolución, se preguntó cómo es que podría alguien tan insignificante como él eludir tan sofisticados sistemas, aún con la experiencia acumulada de todas sus vidas anteriores; pero en ese momento el carácter boricua del Andrés Costa original invadió su corazón y sintió como si apenas el día anterior hubiese hecho su promesa de liberar a su gente del yugo alienígena. Y por sobre todas las cosas, la recordó a ella, no la había visto en mas de siete mil años, pero recordaba su rostro y la última noche a su lado como si estuvieran grabados a fuego en su alma, murmuró su nombre, apretó la mandíbula y la resolución volvió a su mirada; mientras su atlético cuerpo se tensaba en un gesto de clara rebeldía aprendido en una cinta histórica miles de años atrás, renovó su promesa: lo lograría y ni el mismo emperador de Kalos IV lo impediría.
Había elegido bien al Dominador oviscapto para infiltrarse, pues su influencia ayudó a que las protestas por su inesperada presencia fueran mínimas, después de todo, no todos los días el gobernador del sector de sirio acudía a engendrar al primero de sus tres herederos. Muy pronto estaba ayudando al grupo reproductor a instalarse en el nido preparado para ellos y a recibir a la mujer que sería la anfitriona de la cría, fue entonces que sus planes sufrieron la primera modificación inesperada ¡Era ella! no cabía duda alguna, a pesar de los harapos de esclava, aún podía recordar esa figura perfecta, de formas voluptuosas y rostro angelical, con el cabello rubio cayendo en suaves ondas sobre los hombros y sus ojos tan azules como el océano visto desde el mirador del viejo San Juan, recordó sus dulces gemidos cuando hacían el amor en gravedad cero mientras se dirigían al encuentro con su destino en el frente de batalla mas allá de Plutón, durante el último combate de una guerra que solo él recordaba ya; cerró sus ojos y pudo recordar perfectamente la suavidad de su piel mientras la despojaba de su uniforme lentamente, acariciando con avidez cada curva de su cuerpo, dibujando en ella un camino invisible que luego siguieron sus labios hasta llegar a la húmeda flor de su sexo anhelante, donde se deleitaron con la dulce miel de su creciente excitación mientras los ágiles dedos de ella lo despojaban de sus prendas y correspondían ansiosamente a cada caricia que recibían.
Girando despacio en el ambiente sin gravedad de la habitación enlazaron sus brazos uno alrededor de la otra; él la atrajo penetrándola lentamente, lo que provocó que sus cuerpos girasen mas rápidamente al encontrarse sus masas mas cerca de su mutuo centro de gravedad, incrementando si cabe las vertiginosas sensaciones que inundaban sus cuerpos; sólo el campo de contención de la cama impedía que se estrellasen con las paredes de la habitación, perdidos como estaban uno en el otro. El ritmo lento que se impusieron al principio fue cediendo el paso a una desenfrenada serie de movimientos conforme su excitación crecía por instantes, las piernas de ella enlazadas con fuerza a su cintura, las manos de él aferrándose a sus caderas mientras todo su universo parecía concentrarse en la búsqueda del supremo placer del orgasmo, mientras sus cuerpos se retorcían en posturas imposibles de repetir en un ambiente sometido a la ley de la gravedad; el clímax los sorprendió por su inusitada intensidad, extrayendo totalmente la fuerza de sus cuerpos, de modo tal que se quedaron dormidos flotando uno junto al otro, casi tocándose mientras a su alrededor orbitaban pequeñas gotitas de sudor y semen. Poco sabían que apenas unas cuantas horas después, su nave sería el último refugio de la especie humana.
Saliendo de su momentánea ensoñación, Andrew tomó la mano de ella suavemente y pretendiendo ser el esclavo perfecto la llevó hasta donde se encontraban los Dominadores y leyendo la placa de su cuello la presentó con un leve temblor en su voz "Esta es la anfitriona designada mis amos, les presento a Elisa 3574", después de esto, y sin soltar su tibia mano, la llevó al aposento donde esperaría hasta que el implantador estuviese listo para depositar su cría en ella, mientras se prometía que no sólo se llevaría la base de ADN, sino que la rescataría y destruiría la Torre del Placer. Esa noche se desveló repasando en su memoria los planos de esa torre que su antecesor Andrew 12 había ayudado a construir recordando cada pasadizo secreto y por sobre todo la ubicación de la fuente de energía que tendría que sobrecargar para acabar con sus enemigos.
Para cuando las lunas gemelas de Kalos IV iluminaron el valle de la Torre del Placer, Andrew ya se encontraba arrastrándose por un estrecho pasadizo hacia el laboratorio de clonación, donde esperaba robar las muestras de ADN femenino que su plan requería; una vez allí, observó complacido que no había ninguna vigilancia, tomó su botín y dejando en el laboratorio una de las bombas térmicas que robó del almacén de armas de la torre, se dirigió rápidamente a la central de energía, sabía perfectamente que circuitos destruir para provocar una sobrecarga y las bombas térmicas que aún llevaba con él asegurarían que no quedaría rastro alguno de la existencia de la Torre del Placer.
Sabía que contaba con pocas horas para su misión y el mareante efecto de las feromonas de los implantadores llenaba cada centímetro cuadrado de la torre, minando su voluntad y provocándole incontenibles deseos de olvidarse de todo y regresar a buscar a Elisa para hacerle el amor hasta perder el sentido; pero su deseo de libertad era mucho mas poderoso que su creciente excitación y por fin pudo llegar a la inmensa cámara del reactor. Su mente febril le hacía imaginarse a cada paso que su cuerpo era acariciado por suaves manos femeninas, su imaginación le hacía creer que si rompía los minúsculos envases que contenían las muestras de ADN, de ellos saldrían por arte de magia mujeres deseosas de complacer todas sus fantasías. Cuando por fin llegó a la sección que debía sabotear, casi no recordaba porqué se encontraba ahí, y sin embargo logró su objetivo, las alarmas comenzaron a sonar y el corrió hacia la habitación donde Elisa - ajena a todo - dormía.
Logró a duras penas llegar, sabía que el daño causado al reactor era irreparable y que era cuestión de minutos que todo el lugar se transformara en un enorme cráter radiactivo; afortunadamente la brisa nocturna despejó en gran parte su mente, sin embargo la visión del cuerpo desnudo de Elisa durmiendo en la sencilla litera que le habían asignado casi logró que se olvidara de todo. Haciendo acopio de su fuerza de voluntad, levantó a la durmiente en sus brazos y corrió hasta el aerodeslizador de sus amos, los cuales - por encontrarse en plena etapa de fusión no se daban cabal cuenta del peligro que corrían.
Sólo el implantador trató de perseguirlos, pero dominado por sus instintos, no pudo separarse del abrazo del cogenitor y el oviscapto, para cuando los guardias se dieron cuenta del despegue no autorizado, era muy tarde para todos ellos, apenas unos minutos después del despegue, la Torre del Placer desaparecía en una espantosa explosión.
A bordo del aerodeslizador, una vez que fijó el rumbo y activó el piloto automático, Andrew se dirigió a la aterrorizada Elisa y hablándole suavemente la consoló; aún cuando su propósito inicial era tranquilizarla, la cercanía de su cuerpo desnudo y el hecho de que todavía se encontraban bajo el influjo de las feromonas de los Implantadores, derrumbó finalmente su autocontrol y comenzó a besarla apasionadamente, Elisa no tenía ninguna experiencia hasta ese momento, pero su estadio de excitación hizo que reaccionase instintivamente, respondiendo de manera un tanto torpe a los avances del hombre.
Después de despojarse de su sencilla túnica de esclavo, Andrew tomó en sus brazos a Elisa y sabiendo que en esta encarnación ella era virgen todavía, comenzó a acariciarla con delicadeza tomándose el tiempo necesario para lograr un grado de excitación que le permitiera penetrarla con el mínimo de molestias; se deleitó en la infinita suavidad y firmeza de los largamente añorados senos del clon de su amada, arrancándole dulces gemidos de placer al acariciar con su lengua los erguidos pezones al tiempo que los dedos de su mano derecha jugueteaban con su sensible clítoris y con la entrada de su húmeda vagina.
Elisa por su parte, abrumada por ese universo de sensaciones nunca antes experimentadas, sentía su cuerpo recorrido por placenteras descargas eléctricas que le robaban el control de su cuerpo y sus sentidos, sumergiéndola en una vorágine de placer desencadenado. Cuando Andrew consideró que ella estaba lista, se colocó entre sus piernas y muy lentamente hundió su erecto miembro en el húmedo y anhelante sexo de Elisa; en cierto momento, un breve rictus de dolor apareció en el rostro de ella, por lo que Andrew se detuvo un momento, permitiéndole acostumbrarse al intruso que invadía por primera vez su intimidad.
Con suaves movimientos él reinició la penetración, hasta que su vientre tocó el de ella, anunciando el reencuentro de sus cuerpos, tan conocidos e inexplorados a la vez; el ritmo lento y cuidadoso del principio, fue cediendo el paso a profundos y rápidos movimientos, Andrew sentía que los años transcurridos se desvanecían como en un sueño, las sensaciones que inundaban su cuerpo anunciaban la cercanía del clímax y los movimientos de Elisa y el tono de sus gemidos le indicaban que a ella le pasaba lo mismo. Instantes después, ambos culminaban su reencuentro entre gritos de placer.
Algunas horas después, llegaban al puerto estelar y aunque fue relativamente fácil para Andrew abordar y hacer despegar la nave de sus difuntos amos, convencer a la llorosa Elisa que no necesitaban de los Dominadores para vivir, fue mucho más difícil. Durante largas horas tuvo que hablar con ella para que al fin se convenciera de que podían ser libres y pusieron rumbo hacia el espacio infinito.
La vida en la estación de vigilancia del espacio profundo número 439 no podía ser más monótona, sus tres ocupantes pasaban los días observando las fronteras de la reservación de la compañía en turnos de diez horas, casi sin poder verse unos a otros. Cuando la alarma sonó durante el tercer turno, el vigilante casi escupió su bebida sobre el tablero ¡Tenía casi ciento cincuenta años desde que esa alarma había sonado por última vez!
Presionó el botón de alerta y comenzó a tomar datos mientras sus compañeros entraban atropelladamente a la cabina. En las pantallas podía verse un objeto en trayectoria directa hacia la frontera de la reservación, una vez enfocados los sensores de larga distancia hacia el objeto, quedó claro que era una pequeña nave estelar y obedeciendo el protocolo establecido desde hacía cientos de años - cuando el primero de estos incidentes había ocurrido - las poderosas armas de la estación se dirigieron hacia el objeto y una vez que se encontraron a distancia de tiro, la pequeña nave fue destruida.
Sector Sirio, a 25 de Marzo de 10756 D. C.
REPORTE DE: ESTACION V. E. P. 439
PARA: EL CUERPO DE VIGILANCIA DEL ESPACIO PROFUNDO
Y LA GERENCIA DE ALIMENTOS COSTA INC.
El día 23 de Marzo de 10756 D. C. siendo las 26:17 horas tiempo estándar galáctico se detectó una nave tipo III saliendo del espacio de la Reserva Alimenticia número 13, también conocida como "La Granja", siguiendo el procedimiento se llevó a cabo una lectura de sensores, detectándose que a bordo se encontraban dos formas de vida humanas, por lo que de acuerdo a las instrucciones específicas para estos casos se procedió a la destrucción de dicha nave, hago hincapié en que esta es la única Reservación donde estos hechos se han presentado, por lo que anexo la solicitud para la renovación de la planta de clones asignada al control de reproducción de la especie XEG-6758 también conocida como "Dominadores", ya que los problemas provocados por la defectuosa programación mental de dichos clones han mermado la producción de la mencionada especie, provocando un indeseado aumento del costo de las operaciones y por ende el aumento del precio de esta delicatessen tan apreciada en Vieja Tierra.
ATENTAMENTE
CLOVIS TAGGART 219
SUPERVISOR DE PRODUCCION KALOS VI
c.c.p. Sr. Carlos Andrés Costa, Presidente de Alimentos Costa Inc. Para su conocimiento.
Carlos Andrés Costa suspiró después de leer el informe de la V. E. P. 439, y miró hacia el ventanal de su lujosa oficina, que daba una perfecta vista de Vieja Tierra, que desde hacía mucho tiempo se había convertido en una reserva ecológica protegida y un museo interactivo de la historia humana.
Por simple sentimentalismo se había negado a sustituir a los clones de la Reserva alimenticia 13, ya que su propio antepasado, Andrés Costa, fundador de Alimentos Costa, su esposa Elisa Silva y sus colaboradores mas cercanos se habían ofrecido voluntarios - a cambio de un jugoso bono - para ser clonados con el fin de proporcionar anfitriones para el control de reproducción de los recién descubiertos - en aquel entonces Dominadores, quienes se convertirían en uno de los platillos favoritos de la humanidad, por encima del encaje sangriento de Neovenus y los cerdos de las arenas de Bolovak. La única manera de controlar a las criaturas era engañar tanto a los clones como a los dominadores para que creyeran que los segundos eran los amos, pero el primitivo proceso que se había usado para implantar recuerdos falsos en los clones parecía tener algún efecto secundario que provocaba que de modo cíclico alguno de los clones se arrojara a la tonta e innecesaria aventura de "Salvar" a sus semejantes.
Con un suspiro de fastidio, Carlos Andrés firmó la orden para sustituir a los clones, pensando que ya era suficiente de los problemas en que el sentimentalismo de creer que de algún modo su lejano antepasado Andrés Costa seguía vivo a través de su clon le causaba a la compañía; después se volvió hacia el comunicador y le ordenó a su secretaria que llamara a su esposa para invitarla a cenar en Marte. Cinco minutos después, se había olvidado por completo de la Granja y su doliente carga de humanos clonados.