Fuera timidez

Una pareja que contempla un excitante juego erotico en una playa nudista.

FUERA TIMIDEZ

Llevaba tiempo intentando convencer a Yolanda, mi mujer, para acudir a una playa nudista, tanto por el placer que experimentaría viendo otros cuerpos desnudos como por saber qué se siente al ser también observado por las personas de mi alrededor.

Mi mujer, sin embargo, siempre fue muy tímida para estas cosas y se negaba en rotundo a mostrar su cuerpo desnudo ante desconocidos.

Una noche que salimos a tomar unas copas y ya habíamos perdido la cuenta de las que llevábamos encima, comenzamos a bailar en la pista de una céntrica discoteca, y cuando quise darme cuenta, ambos estábamos separados por varios metros de distancia.

De repente, veo como mi esposa está bailando muy pegada a un desconocido, un joven mulato que parecía haber sido creado artificialmente para anunciar cuerpos de gimnasio, vamos, todo musculitos.

Mi primera reacción fue meterme entre ambos y dejarle las cosas claras a aquel joven, pero la veía disfrutando tanto de su baile que quise permitir que continuara. Claro que lo que no podía imaginar es que el chico se tomaría tantas confianzas: sus brazos la tomaban de la cintura, haciendo que ella girara sobre sí misma como si de una bailarina profesional se tratara. Después la unió a su cuerpo, y no había que fijarse mucho para notar como el chico se encontraba muy excitado, sobre todo cuando ambos se quedaban muy muy juntos bailando. Me quedé pálido al ver como una de sus piernas entraba entre las piernas de mi mujer y frotaba su sexo con todo descaro. Ella parecía haber olvidado que hubiese entrado acompañada a la discoteca, pero bueno, ya puestos, quise comprobar hasta dónde llegaría.

La canción terminó en ese momento, y él, como si de un trofeo se tratara, besó en los labios a Yolanda. Pensé que retiraría su boca, pero no fue así, más al contrario, quedaron pegados durante al menos 10 segundos, y por que les interrumpí sin el más mínimo miramiento, pues de lo contrario creo que me habría ido solo aquella noche.

Nos marchamos a casa callados, ella no sabía darme una explicación de lo sucedido y yo no quería hablar del tema.

Una vez en el hotel, aprovechando la cercanía que da dormir juntos, Yolanda comenzó a acariciarme suavemente la espalda.

  • Perdí la cabeza, perdona, creo que el alcohol hizo que me volviera loca – me comentó en voz baja-
  • Me has dejado desconcertado, no sé que decir – la respondí sin poder mirarla a los ojos-

Sus caricias fueron dejando paso a sus besos, primero en el cuello y después por el resto de mi cuerpo, ella no lo sabía, pero me encontraba excitado por toda la situación vivida, así que puse poca resistencia y en unos minutos nos encontrábamos abrazados, besándonos y haciendo el amor como dos amantes que no se hubiesen visto en el último año.

A la mañana siguiente, aproveché la situación de la noche anterior para intentar convencerla para ir a la playa nudista, Yolanda, ante lo sucedido, no podía agarrarse a su natural timidez para negarse, pues sabía que con lo sucedido, aquella timidez provocaría cuanto menos unas carcajadas.

  • De acuerdo – me dijo – Pero vamos a una playa lejana del hotel donde nadie nos pueda conocer.
  • Bien, preguntaré en la Oficina de Información y Turismo – la respondí nervioso por ver que se iba a hacer realidad una de mis fantasías.

En un par de horas ya tenía todos los datos.

  • He preguntado en Información y Turismo y me han dicho que hay una cala nudista muy discreta a una media hora de aquí en coche. – la comenté mientras se arreglaba para ir a comer -
  • Bien, pues si quieres, tras la siesta podemos ir allí.

No sé ella, pero yo, aunque permanecía con los ojos cerrados no pude llegar a dormir ni un minuto.

A eso de las 6 de la tarde cogimos el coche y partimos hacia aquella cala. Las indicaciones fueron muy precisas y no tardamos en llegar.

Tras aparcar casi en la propia arena del mar, cogimos unas toallas y nos adentramos en la playa. Era paradisiaca, pequeña, rodeada de montes y palmeras por todos lados. Aun con nuestros bañadores puestos nos pusimos junto a una de las palmeras, cerca de nosotros había otra pareja de unos 35 años, ambos tumbados en sus toallas, totalmente desnudos y tumbados boca abajo. ¿Cómo conseguir desviar nuestras miradas de aquellos dos culos?, por cierto, muy bien formados.

Nosotros nos sentamos también en nuestras toallas, mirándonos para ver quien se decidía a quitarse primero la poca ropa que nos cubría.

  • Tú primero, que eres el del capricho – me dijo Yolanda

Tenía razón, dada mi insistencia, que menos que empezara yo.

Así que, como si tal cosa, me desaté el nudo del bañador y me lo bajé hasta los tobillos, me lo quité y lo guardé en el bolso de playa que llevábamos. La situación fue muy divertida, Yolanda me miraba mientras sonreía y yo no perdía ni un segundo en tumbarme boca abajo en la toalla.

  • Te toca – le dije

Se puso de pié, se echó las manos a la espalda y se desató el nudo de la parte superior del bikini, sus preciosos pechos, ni muy grandes ni pequeños tampoco quedaron al aire, coronados por unos puntiagudos pezones que en ese mismo instante me habría llevado a la boca.

  • ¿Te vale así? – me preguntó
  • Sabes que no, aquí hay que quitárselo todo – le respondí impaciente

Ella ya conocía mi respuesta, sólo deseaba que se lo tuviera que pedir para que quedase claro que lo hacía a solicitud mía.

Sin dejar de mirarme, cogió con ambas manos los dos lados de la braguita del bikini y poco a poco lo fue bajando hasta quedar totalmente desnuda.

Aunque la había visto mil veces sin ropa, aquella situación me excitó muchísimo, no sabía que hacer, si continuaba tumbado hacia abajo notaba como si mi pene se fuera a romper, pero si me daba la vuelta... la situación me parecía muy comprometida. Pues ale, ni para arriba ni para abajo, me puse medio de lado, así podría disimular un poco mi erección.

Al cambiar de posición advertí que la otra pareja que estaba cerca nuestro observaban a Yolanda, y cual fue mi sorpresa al comprobar que lo que a mí me daba tanta vergüenza, a mi vecino de playa no le importaba en absoluto. Su pene no se encontraba del todo erecto pero se le veía que llevaba ese camino.

Yolanda también lo advirtió y no obstante, de pié como estaba, comenzó a darse crema bronceadora por todo su cuerpo. Cuando se masajeaba las tetas y el culo era irresistible, me daban ganas de no esperar al hotel y lanzarme sobre ella para poderla follar sin importar quien estuviera delante.

El hombre de al lado se había sentado sobre su toalla y mientras la miraba no se cortaba lo más mínimo de acariciarse de vez en cuando su polla.

Yolanda se sentó a mi lado y me dijo que tampoco estaba tan mal esto del nudismo.

  • ¿Has visto a nuestro vecino como se tocaba mientras te miraba? – le dije
  • Sí, no sé qué pensaría su pareja si le descubría – me comentó Yolanda sin demostrar que a ella le importara mucho la situación

De pronto se escuchó a nuestra espalda unas risas y varias personas que se empujaban y corrían jugando por la playa. Eran cuatro jóvenes: dos chicos y dos chicas de unos 25 años.

Tanto ellas como ellos nos miraron sin ningún pudor, tanto a nosotros como a la otra pareja, y decidieron poner sus toallas a unos diez metros nuestros.

Me sorprendió que no se quitaran sus ropas de baño, ellos unos bañadores largos de dibujos abstractos y muy llamativos, ellas dos con bikinis azul y rosa.

Se sentaron en las cuatro toallas que dispusieron en la arena a modo de cuadrado. Una vez sentados sacaron una baraja de cartas y varias botellas de bebidas alcohólicas que se las fueron pasando según echaban sus manos de cartas. A los 15 minutos de estar jugando. Uno de los chicos, al que se le veía más lanzado, dijo que ya iba siendo hora de poner el toque picante al juego, que se había acabado el licor y ahora tocaría jugarse las prendas de vestir. Ninguno se opuso a la idea, después de todo estaban en una playa nudista y eran ellos los que desentonaban.

La primera mano la perdió la chica del bañador rosa, llamada Sonia, se levantó y se quitó la parte superior del bikini, sus tetas no eran tan grandes como las de su compañera pero se las veía estupendas con sus pezones rosados.

La siguiente mano de cartas se ve que la perdió la otra joven, a quien llamaban Patri, ésta no se atrevió a ponerse en pié y se quitó la misma prenda, unos pechos bastante grandes y con unos pezones anchos y oscuros no dejaron indiferentes a sus compañeros de juego, que se les vio a ambos cambiar de posturas para que no se hiciera tan evidente la erección que parece les estaría comenzando.

Siguiente mano de cartas y esta vez perdió uno de los chicos.

  • Ya era hora que perdieseis uno de vosotros - comentó una de las chicas –
  • Nada de eso, que vosotras tenéis ventaja, lleváis dos prendas y nosotros sólo una –
  • Bueno, bueno, menos charla y a quitarse el bañador – le dijo riéndose la chica del bikini rosa

Se puso de pié y moviendo la cintura, como si estuviera bailando, se bajo despacio el bañador. Las chicas se pusieron a silbarle. Tanto Yolanda como yo no perdíamos detalle del juego de los chicos, mientras que nuestros vecinos, también lo intentaban, aunque les costaba un poco verlo con claridad pues nosotros nos encontrábamos por medio de su ángulo de visión.

Volviendo al juego… el chico se quitó completamente el bañador y se lo tiro a la cara a una de sus compañeras, quien se lo tiró todo lo lejos que pudo para que tuviera que ir a recogerlo. El chico, que se llamaba Fran, se fue caminando hasta donde le habían lanzado el pantalón, que justamente se encontraba en nuestra dirección, así que vimos como su polla se iba tambaleando de un lado a otro mientras daba sus pasos, la tenía bastante grande, como así me comentó Yolanda cuando se volvió para regresar a su sitio en las toallas y el juego.

El siguiente jugador en perder fue el otro chico, el cual dijo que si no podían esperar unos minutos para que se quitara el bañador, pues no estaba muy presentable en esos momentos. Para qué dijo nada, fueron las propias chicas las que se lanzaron a quitárselo y no pararon hasta que lo consiguieron y también se lo lanzaron lo más lejos que pudieron, a unos dos metros de nosotros.

El joven, llamado Luis, se levantó y sin querer mirarnos a la cara vino lo más aprisa que pudo a recoger su pantalón. Aunque ambos chicos tenían cuerpo atlético, éste tenía unas espaldas anchas que parecían de haber hecho mucha natación. Como bien había dicho, su pene se encontraba erecto y se alzaba por encima de sus testículos, de tamaño más pequeño que el anterior, aunque eso sí, más gruesa.

Miré de reojo a Yolanda cuando Luis venía hacia nosotros, y vi como no le miraba justamente a sus ojos, no perdía detalle de aquella polla que parecía a punto de disparar hacia nosotros.

A nuestros vecinos se les veía haciendo esfuerzos con sus cuerpos y cuellos para no perderse detalle tampoco.

Antes de continuar con el juego, una de las chicas planteó que si ahora perdía alguno de los chicos ya no les quedaba ropa que quitarse, así que tendrían que hacer pruebas que ellas les pusieran. Ellos accedieron.

El juego continuó, si bien esta vez perdió una de las chicas, la del bikini azul. Ambos chicos, ya desnudos, se quedaron esperando a que se quitara la braguita, lo cual hizo de pié no sin hacerles sufrir un poco, pues se lo iba bajando poco a poco y volviendo a subirlo. Ellos la dijeron que si seguía así se les iba a hacer de noche, pero no había más que ver sus penes para comprobar que el sube y baja del bikini les estaba poniendo a cien. Al fin se lo quitó completamente. Tenía el sexo completamente rasurado y su figura bien podría ser la de una modelo.

Siguiente mano de cartas y perdió de nuevo Luis. Las chicas comenzaron a hablar bajo entre ellas, mientras él les decía que no fueran muy malas, que tarde o temprano les tocaría a ellas.

  • Queremos… que sigas jugando en la posición que nosotras te digamos.
  • ¿Cuál?
  • Sentado y con tus piernas abiertas.

El chico abrió sus piernas, que mantenía cerradas para disimular lo que podía su estado, y las chicas se sonrieron y le lanzaron algunas exclamaciones al quedarse con su polla totalmente tiesa frente a ellas.

Se reanudó el juego, y ahora le tocó perder a la chica del bañador rosa. Les dio la espalda a los chicos y lentamente se bajó la braguita, sin doblar sus piernas se lo sacó de los pies, el silencio se hizo entre los muchachos al contemplar como el fantástico culo que tenía se les abría para ellos al agacharse.

Yo no voy a negarlo, también me encontraba tan excitado como lo pudieran estar los chicos del juego.

Ya estaban los cuatro desnudos. Ahora todo serían pruebas. Tanto Yolanda como yo estábamos impacientes por conocer cuales se les ocurrirían. Y se ve que a nuestro vecinos les pasó lo mismo, pues el hombre se acercó a mí, se presentó como Juan Carlos, y nos dijo que tanto a su mujer como a él les gustaría seguir el juego de los chicos con más detalle, pero que dada su colocación en la playa les resultaba complicado, así que nos pidieron ponerse junto a nosotros. "Por supuesto" le respondimos, y con un gesto con la mano llamó a su mujer, que se presentó como Rosa.

Ella trajo las dos toallas mientras él la miraba de pié. Estaba colocado junto a Yolanda, a quien su miembro le pillaba muy próximo a la cara, por lo que vi como no le perdía detalle.

Juan Carlos extendió su toalla junto a la de Yolanda, y Rosa al lado de la de él, si bien entre las cuatro toallas hacíamos como un medio círculo o una C. Mi mujer se encontraba sentada justo en medio de dos hombres desnudos, ambos claramente excitados, y yo estaba sentado frente a otra mujer desnuda que además de muy guapa tenía un cuerpo muy bien cuidado, por lo que me resultaba complicado desviar mi mirada de ella.

Los cuatro comentamos lo excitante del juego de aquellos jóvenes, pero quedamos en silencio cuando una de las chicas perdió y ahora eran ellos los que estaban ideando la prueba que debía hacer.

  • Queremos que durante un minuto te acaricies las tetas y mientras lo haces nos mires a nosotros.

Ella continuó sentada y se empezó a dar un estupendo masaje que dejó los penes ya de los dos chicos totalmente duros, incluso Fran, mientras la miraba se la acarició en más de una ocasión.

La siguiente prueba fue para el propio Fran, y le pidieron que se acariciara los huevos durante un minuto. Así lo hizo y tanto sus amigas como Rosa y Yolanda no perdieron detalle.

Luis fue el siguiente en perder, le pidieron que cerrara los ojos y adivinara quien le besaba. Luis los cerró y Patri se levantó lentamente, le dio un morreo bien largo y se volvió a sentar.

Luis abrió los ojos y… se confundió, dijo Sonia.

Un castigo habrá que ponerte, le exigieron las dos amigas. Debes darle bronceador a Fran por todo su cuerpo, sin dejarte nada.

Tanto Fran como Luis dijeron que nada de eso, que las pruebas tenían que ser mixtas, pero ellas les respondieron que esa regla nunca se dijo, así que si querían seguir jugando debería hacerlo.

Se ve que ellos no querían parar el juego, pues lo que podría venir a continuación compensaría la prueba pedida por las chicas.

Fran se tumbó boca abajo en su toalla y Luis le echó crema por su espalda, comenzó a extenderla, cuando terminó esa parte del cuerpo dijo que ya valía, que ya no se quemaría.

  • Ahora las piernas – le exigió Sonia

Volvió a echarle crema y las dos piernas fueron embadurnadas de bronceador.

  • Te has olvidado del culo – le dijo riéndose Patri
  • Venga ya!! – le respondió Luis
  • Vale, pues nos vamos a casa – contestó Patri mientras se levantaba

La reacción en Luis fue inmediata, se llenó las manos de crema y empezó un masaje en el culo de Fran, el cual permanecía tumbado sin decir nada.

  • Ale, ahora media vuelta y por delante – le dijo Patri a Luis
  • Vale, pero… ¿todo el cuerpo no, verdad?
  • El castigo ha sido claro: todo su cuerpo, nada debe quedar sin crema.

Fran se dio media vuelta, se tumbó boca arriba y esperó paciente a que le broncearan.

Luis se ve que ya no iba a poner más resistencia, así que primero el pecho, después las piernas y por último la polla de Fran recibieron un masaje lleno de crema. Fran no sólo no perdió su erección sino que se le vio mucho más evidente cuando una de las manos de su amigo subía y bajaba por su pene.

Volvieron al juego, y esta vez fue Patri la que perdió. Luis le dijo a Fran que le dejara a él elegir la prueba. Fran asintió con una sonrisa.

  • Ahora te va a tocar a ti cerrar los ojos, abrir tus piernas, y adivinar quién te está tocando.

Dicho y hecho, Patri se tumba, cierra sus ojos y abre sus piernas. En ese momento Luis le dice a Sonia que sea ella quien lo haga.

A Sonia no le incomodó la prueba, se arrodillo en silencio junto a Patri y comenzó a acariciarle las piernas, primero por fuera y después por su interior.

  • Es Sonia – dijo con seguridad Patri. Esas manos tan suaves no pueden ser de ninguno de vosotros dos.

A Luis se le vio contrariado, pues lo que buscaba es ponerle algún castigo, como con él habían hecho.

A continuación perdió Sonia, y los chicos la pidieron que se masturbara durante dos minutos mientras les miraba. Así lo hizo y los chicos, de vez en cuando, la acompañaban con sus manos.

Fran fue el siguiente en hacer la prueba: de pie, junto a los rostros de sus compañeras se tendría que masturbar dos minutos.

Se levantó con su polla totalmente erecta y comenzó a masturbarse con su mano derecha, mientras ellas se ponían al lado de él y se acariciaban los pechos para acompañarlo.

La siguiente en la prueba fue Patri, tendría que hacerle una mamada a los dos chicos de un minuto de duración mientras masturba al otro.

Los dos chicos se pusieron de pie junto a Patri, cada uno a un lado de ella, mientras Sonia cronometraba. Primero se metió la polla de Fran en la boca mientras con su mano izquierda masturbaba a Luis, parecía que ambos se fueran a correr allí mismo, pero aguantaron, después desapareció el pene de Luis en la boca de Patri y con la mano derecha masturbó a Fran.

Mientras esto sucedía, veo como Rosa le tiene cogido el pene a Juan Carlos y le está haciendo una paja allí mismo, delante de nosotros. Le doy con mi codo a Yolanda para que se fijase en lo que estaba sucediendo, ella se queda observando como le masturbaba, vuelve su cabeza hacia mí, me sonríe, y me empieza a hacer lo mismo.

Como no me parecía justo que Yolanda hiciese todo el trabajo, me acerqué a ella, comencé a besarla y yo también empecé a masturbarla, su sexo se encontraba muy húmedo, no era para menos dada la situación que estábamos viviendo.

Mientras nuestras manos nos daban placer vimos como Fran se tumbaba sobre Sonia y la empezaba a follar, mientras Luis hacía un 69 con Patri.

Cuando vuelvo a dirigir la mirada hacia quienes estaban a nuestro lado, veo que tanto Rosa como Juan Carlos no dejan de observar como masturbo a mi mujer, y entonces él, muy despacio, atraviesa la barrera de las toallas y comienza a acariciar con una de sus manos una de las tetas de Yolanda. Ella cierra los ojos y se la ve gozar con aquella situación, hasta que decide tomar una posición más activa y coge con la mano que le quedaba libre la polla de Juan Carlos.

Al ver Rosa la situación, no se quedó parada, y se acercó a nosotros, me comenzó a restregar sus tetas por mi cara, hasta que se fue agachando y empezó a dar lengüetazos a mi pene mientras era masturbado por mi mujer.

Yolanda se puso éntrelas piernas de Juan Carlos y se comió su polla hasta los mismos huevos. Al verla a en posición perrito y con el culo en pompa no pude aguantarme y me levanté para penetrarla, pero Rosa me pidió que la dejara a ella situarse debajo para tener un primer plano de la cogida. Así hicimos, y mientras me la iba follando, Rosa lamía mis testículos.

En unos minutos ni Juan Carlos ni yo aguantábamos mucho más, así que se lo dijimos a nuestras respectivas parejas, quienes nos pidieron que nos corriésemos los dos juntos, uno al lado del otro, de pie frente a ellas, que sentadas, esperaban los chorros de nuestro semen en sus bocas. Así hicimos y cuando terminamos, decidimos quedar a la noche siguiente en su hotel, pero esta es otra historia que os contaré en breve.

Me gustaría conocer a otros amantes de relatos eróticos y vuestras opiniones, que podréis enviar a mi email xuxurrox@hotmail.com . También MSN.