Fuera de planes: Por la fuerza...

Parecía una salida de "trabajo" mas pero realmente se complicó...

Como todas las noches terminó de editar su agenda para el día siguiente:

8:15 rendir las operaciones de traspaso de datos con el insoportable de González que lo único que piensa es en explorar su escote.

9:00 Desayuno informal con Jimena que, como siempre va a relatar con lujo de detalles la revolcada que se pega con Javier cuando se juntan a estudiar. Pobre, ella piensa que es ella sola la que coje.

9:30 Clasificar los memorandos que deben enviarse sin falta ...

Suena el teléfono. Pero no es el fijo sino su celular que ella siempre lleva consigo.

  • Que hay? No entré en servicio todavía. Ni siquiera comí!

  • Mirá Steff, Mariela no contesta, Any todavía no regresó de la última y sos la próxima. Y yo sé como son ustedes con este tema del escalafón. No me jodan. Querés o no querés?

  • A ver?

-Calle 18 al 210, cerca del río. Si no querés el taxi, te tomas el bondi y te deja a media cuadra. Te asentás el viático y lo invertís un compact si queres.

  • Como viene?

-Clásico. No pidió nada raro. Uno y a las 12 y media estás de vuelta.

  • Bueno, que se le va a hacer.

Con un suspiro apagó el celular, y cerró la agenda. La terminaría cuando vuelva. Una última pitada, se refregó los ojos y se encaminó despacio hacia el vestidor.

Todavía estaba envuelta en la toalla que, húmeda, empezaba a enfriarse y provocarle escalofríos.

Encendió la luz. El vestidor contenía varios aromas: humo, pues ni dentro de él olvidaba el vicio, alguna vez se derramó un Llerenois de 25 cc. entero sin que la fragancia haya tocado su piel; solía amontonar ropa interior, zapatos, medias y alguna que otra remera de algodón que tanto gustaba ponerse para dormir, cuando lo hacía sola.

Como era una salida supuestamente corta optó por no producirse demasiado.

Lo haría más tarde cuando, después de las 3 le tocaran algunas mas importantes y productivas.

Dejó caer la toalla y quedó completamente desnuda frente al espejo. Se miró y sonrió.

La luminaria reflejaba desde atrás y le daba cierto atractivo a su figura. Ensayó algunas posiciones sensuales meneándose y trazando círculos con sus brazos terminando en un abrazo sobre su pecho dejando caer sus manos hacia sus caderas muy despacio. -Lo haces bien, se alentó.

-Deberías mejorar cada día, valdría la pena un cambio. Con una risita despejó su mente de vagas esperanzas y se abocó a cubrir su piel que de a poco se erizaba por el frío.

Negro? Blanco? Solo bragas? Sin medias? -Dejemos que el azar decida! Abrió el cajón de lencerías, metió dos dedos; cuando sintió que había tomado algo, lo sacó de un solo movimiento ágil y decidido: Azul Francia, bien eléctrico

de seda italiana, calce perfecto. Iría sin sostén.

De pié, llevó la prenda hasta sus pies. Primero uno, luego el otro. Tobillos, pantorrillas que varios en la oficina desean, rodillas fuertes y firmes, y un leve roce con sus muslos terminó por cercar su sexo y separar su cola en 2 mitades exactas. Con sus pulgares enganchados en ambos lados terminó de acomodarla y verdaderamente... no la sentía sobre sus caderas. De verdad que no molestarían sus débiles cintas.

Un jean es mas práctico, eligió uno de tiro bajo, bien sencillo. Su espalda la cubrió con una camisa liviana, dejando sueltos los tres broches superiores. No. Mejor cuatro. El resto lo juntó con un nudo dejando descubierto su vientre, sexy, divertido.

Todavía descalza, a los saltitos llegó al dormitorio donde, sobre un pequeño estante coleccionaba extractos franceses. El Demí es ácido, fresco, muy suave. Dos gotas debajo del mentón, y una que deja caer en el centro de su pecho se desliza unos centímetros, su brillo se opaca y se convierte en irresistible fragancia.

Odiaba las sandalias pero realzaban su figura. Pocas tiras envolvieron sus pies.

Recogió su cabello, todavía húmedo lo volcó sobre sus hombros. Sobre la cama había preparado el reloj, un pequeño bolso que siempre la sacaba de apuros y un abrigo pues no sabía como la trataría la humedad de la noche.

Apurando el paso, tomó las llaves y apagó las luces. Ascensor, la calle, ómnibus, cigarrillo.

Por la ventanilla se percató que apenas lloviznaba. -La reputa, sobre que es temprano, con hambre y encima con agua!

El cartel de Marlboro de la calle 16 la despabiló. Tomándose de los asientos vacíos llegó a la puerta trasera y advirtió la mirada cómplice del chofer. Este se detuvo en la 17 y el retrovisor le devolvió una sonrisa y una bocanada de humo. Cuando se disipó, Steff ya no estaba.

Una fría brisa que veía desde la orilla, cargada de humedad, la obligó a apurar el paso. Cruzó la calle y sus brazos sobre la camisa que ya se había pegado a su cuerpo. El abrigo lo llevaba colgado del brazo.

06… 08… y 210. La casona no invitaba a golpear la puerta. No tenía luces a la vista, persianas bajas, un vidrio de la puerta mostraba un golpe y su poca resistencia. Por supuesto que no intentó buscar el timbre. Solo accionó el martillito metálico dispuesto para tal fin en la derecha del marco de la desgastada puerta. Rápidamente crujió una llave y una silueta imponente la increpó: Dále, rápido que hace frío ahí afuera!.

Un poco iluminado pasillo la condujo hasta un pequeño living también con poca luz. Todavía no había visto muy bien a su cliente de turno. Solo sintió en el aire un profundo olor a transpiración que echó por tierra las 3 gotas de Demí .

-Sentate, enseguida estoy con vos. Todavía queda cerveza y algunas uvas.

Bueno, cerveza era normal, pero... uvas!, nunca le habían ofrecido.

Se detuvo a contemplar el lugar. Desordenado, desprolijo, frío. La radio interrumpía el silencio con una música que no alcanzó a descifrar.

-Seguro que no le importa que fume- pensó y encendió un Gitanes.

-Vos sos Steff?- desde el fondo del pasillo. – Sos de las divertidas o te haces la fruncida?

-Conmigo ninguno se quedó con las ganas!- rápida contestó. – Seguro que vos tampoco, no?- otra pitada.

-Me parece que sos puro ruido!- pasos desde el pasillo.- Ni siquiera te desvestiste?. Que esperás!

  • Lo hacemos acá? Por que no avisás? Una pitada gruesa, al piso, sandalia.

Ahora lo veía bien. El tipo se detuvo en el centro de la sala con las manos en la cintura. Estaba descalzo. La camisa desprendida dejaba adivinar sobrepeso, y una maraña de pelos cubría su torso. También fumaba pero no se quitaba el cigarrillo de los labios para hablar. Mientras se desprendía el pantalón la increpó: - Dale, chupá que tengo unas ganas bárbaras!- Se quedó de pié y la esperó.

Steff suspiró profundo, dejó el bolso sobre el sillón, se arrodilló delante de él colocando su cabeza frente a la cremallera. Miró hacia arriba y advirtió que la miraba y sonreía burlonamente. Con una mano le acariciaba la cabeza y con la otra se tocaba sobre el pantalón justo sobre su sexo que comenzó a tomar forma. Lo adivinó apuntando hacia abajo esforzándose para erguirse mas cómodamente.

Ella con sus manos siguió con las caricias buscando con dedos nerviosos el cierre que sujetaba sus genitales. Lo encontró, tiró hacia abajo e introdujo su mano dentro de la prenda. Para su sorpresa no encontró otra barrera, sino que directamente pudo tomar el miembro y sacarlo a la luz. Con mirada pícara lo examinó: Tibio, acompañaba los pulsos con su erección y levantaba la cabeza con cada latido. Acercó su cara e inspiró para llevárselo a la boca. Un olor desagradable la detuvo un instante. Seguramente el muchacho no recordaba haberse humedecido con otra cosa que no fuese orina y esperma desde hacía días. Si sumaba la transpiración, hacía la tarea de lamerlo un verdadero acto de arrojo.

Se mojó los labios, entrecerró los ojos y se lo metió todo en la boca. Una vez adentro, lo rodeó de saliva y succionó fuerte. Tirando la cabeza hacia atrás lo sacó despacio sin ceder la presión sobre él. Cuando lo sacó, sobre su lengua quedaron restos de saliva y todo lo que se había acumulado en la pija de su cliente. Saboreó. Amargo y ácido a la vez. Tragó y respiró profundo conteniendo la arcada. Ya está. Limpio es mas fácil. Ahora... a chupar! Una y otra vez apretando en el interior de su boca ese miembro que le rozaba la garganta. De verdad era grande. No largo sino grueso. La obligaba a abrir demasiado la boca y las comisuras estaban a punto de separarse.

De pronto sintió que la tomaba del cabello y acompañando el movimiento de su cabeza comenzó a acelerarla. A la vez empujaba su pija dentro de su boca. Más rápido. Más fuerte. Ya chocaba la cabeza contra su vientre. La tomó con ambas manos y la obligaba a metérsela hasta la garganta. Se ahogó. Apagó su tos metiéndole de nuevo el miembro en la boca. Casi no podía respirar. Empezó a llenarse su boca de agua. Él entraba y salía. Abrió sus labios bien grande para tomar un poco de aire pues su nariz se bloqueaba contra el pantalón a medio desprender y su bello púbico que olía pésimo. En ese momento, él se detuvo...con toda su pija dentro de la boca de ella y no dejaba que retrocediese. Se ahogaba!

Con sus manos intentó quitarlo pero un tirón en los pelos, complicó mas aún la tarea. Meneaba su cintura con la pija dentro de su boca como si quisiera meterse mas adentro y refregaba su pubis en la cara de ella. Ésta con un gemido le advirtió que estaba yendo demasiado lejos. Volviendo a la realidad, liberó su cabeza y su boca. Ahora con su miembro golpeteaba su cara. Ella finge una sonrisa y lo mira a los ojos.

Te cagaste eh? No te aguantás una pija como esta en la boca! Cagona de mierda! Y diciendo esto se agachó, la tomo debajo de sus brazos y la arrojó sobre el sillón.

Steff quiso incorporarse. - Esperá un poco ché! Que te c...

Un empujón la devolvió al sofá y la convenció de no abandonarlo. Observó paralizada que el tipo se quitaba los pantalones. Con la camisa puesta, pitando todavía, se abalanzó hacia ella. Con un movimiento brusco de él desaparecieron los cuatro botones y el pequeño nudo, dejando a la vista sus pechos que con el susto se endurecían y latían aceleradamente junto con su corazón.

Apoyó sus toscas manos sobre sus tetas y apretó fuerte, a la vez que con los dedos pellizcaba sus pezones.

Pará boludo que hacés mal!

Calláte la boca, no me hagas calentar mas de lo que estoy! Puta de mierda! Como si nunca te hubieran apretado las tetas! Se las apretaba y trazaba círculos sobre su pecho con una teta en cada mano.

Steff no la estaba pasando bien. Aquel tipo aparentaba querer hacerle cualquier cosa. Debía terminar allí. Con sus manos tomó los antebrazos de él y se safó. Con un empujón se lo quitó de encima y corrió hacia la puerta que daba al pasillo. Alguien le interrumpió el paso

Continuará

Se agradecen comentarios buenos… y de los otros (los tendremos en cuenta!)

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