Fuera de Juego (9)

La verdad detrás de los amores prohibidos: Luis y Daniel dan rienda suelta a su pasión, pero algo sucede que cambiará la relación de los dos amigos. Alex tendrá que ordenar sus sentimientos hacia Borja. ¿Es amor lo que siente? Adolescentes, fútbol y mucho sexo.

Fuera de Juego

Capitulo 9: La verdad detrás de los amores prohibidos (Parte 1)

  • ¡Shhh! -susurró Luis- ¡Deja de reírte así o nos escucharán!

Daniel soltó una carcajada aun mayor que la anterior y sacó la cabeza de debajo de la manta.

  • Perdón, pero sabes que los besos en el cuello me hacen reír.

Los chicos juntaron sus labios una vez más. Había sido una noche fantástica: Daniel se había quedado a dormir en casa de Luis como solía hacer desde que eran pequeños, aunque ya no era precisamente la consola con lo que jugaban hasta altas horas de la madrugada. Ambos muchachos habían dado rienda suelta a su pasión debajo de aquellas mantas tantas veces que ya ni recordaban como había empezado todo, quizá con un "a que no te atreves" como todo en la vida.

Luis no era Alex, pero tampoco estaba tan mal. Además era una de las pocas salidas que tenía Daniel para desfogarse cuando sentía que la polla le iba a explotar. Ese día había tenido una charla en el vestuario con Alex, charla que lo había dejado con ganas de probar los labios del capitán por lo que acudió a su buen amigo Luis. Efectivamente, Luis era simplemente un pasatiempo, tan solo eso.

El chico rubio volvió a introducirse bajo las mantas, una vez dentro fue directo a los puntiagudos pezones de Luis. Bastó con que su lengua a penas los rozase para que se produjera un escalofrío en todo el cuerpo de Luis. Siguió chupando los pezones del muchacho largo rato. Los devoraba con ahínco, como si no hubiese un mañana. Luis intentaba reprimir sus gemidos para que sus padres no se despertasen pero de vez en cuando los continuos mordiscos de Daniel sobre sus pectorales hacían que un insonoro "ay" se escapase de sus labios.

Los labios de Daniel besaron todos y cada uno de los pequeños abdominales que decoraban el estomago de su compañero de equipo camino a su entrepierna. De repente sus labios se toparon con un falo erecto que suplicaba a gritos lubricación bucal, Daniel no dudó en darle al nabo de su amigo lo que necesitaba. Con una de sus manos levantó la polla de Luis y acercó sus labios hasta el capuchón que recubría tal manubrio. Aún con la boca cerrada hizo un recorrido lento por la polla del muchacho simplemente para aumentar la expectación que provocaba en su amigo la inminente mamada. No era la primera vez que tenía aquel falo a la puerta de su boca, ni tampoco la primera vez que imaginaba que tal miembro no pertenecía a Luis sino a Alex.

Daniel desenfundó el miembro de su amigo y poco a poco se lo tragó. Empezó a chupar a conciencia sin dejarse ni un centímetro fuera de su experimentada boca. Sentía el tacto rugoso del nabo de Luis colarse hasta su garganta provocandole ligeras arcadas que no eran anda comparadas con el placer que le provocaba sentir una polla dentro de sí. La ensalivaba con la lengua para poder tragársela mejor y le daba ligeros mordiscos al tallo que hacían que su compañero se sacudiera de placer. Luis por su parte estaba en el séptimo cielo, pero no le parecía suficiente:

  • Cambiemos de posición -dijo en voz baja.

Daniel se sacó la polla de la boca para obedecer las indicaciones de su amigo. Escaló desde la parte baja de la cama hasta poner su culo a la altura de la cara de Luis, una vez allí estiró su cuerpo para que sus labios volvieran a saborear su jugoso nabo. Ahora Daniel chupaba la polla de su amigo mientras la lengua de Luis se daba vida entre sus nalgas. Una marea de placer empezó a recorrer el cuerpo de Daniel que seguía chupando el pollón de su amigo.

Luis devoraba con glotonería el ojete del muchacho, sin olvidarse de retozar con sus prominentes nalgas mientras lo hacía. El culo de Daniel era perfecto: debajo de esas dos montañas macizas que tenía por glúteos se escondía un pequeño agujero insaciable capaz de tragarse todo lo que le echen. Luis colaba su lengua dentro del agujero como si nada. Lo recorría una y otra vez sin descanso intentando saciar la lujuria que llenaba su cuerpo adolescente. Mientras chupaba el ojete de su compañero le daba ligeras nalgadas y arañaba las dos nalgas prietas que aprisionaban tan deseado orificio. La lengua de Luis no era bastante, Daniel quería más y más de su "Alex" simbólico. Luis se llevó uno de sus dedos a la boca, lo lubricó bien con saliva para después introducirlo con cuidado en el ano de Daniel.

  • Hmm -dejó escapar Daniel desde debajo de las mantas con la polla de Luis aún en la boca.

Luis siguió abriendo el agujero de Daniel poco a poco a la vez que su amigo le lubricaba la polla con su legua golosa. Pronto el ano de Daniel estuvo tan dilatado que el dedo de Luis se colaba sin problemas entre sus nalgas, era hora de incrementar la potencia. Luis dio un ultimo beso de despedida al ano de Daniel. A continuación él y su amigo, con la luz aun apagada, se pusieron de pie y caminaron a ciegas hasta el escritorio de Luis. Ya conocían la posición. Daniel tanteó el terreno con las manos hasta que encontró donde apoyarse, después se inclinó hacia delante y abrió las piernas todo lo que pudo con tal de que su culo quedase en la mejor posición posible para aguantar las embestidas de Luis. Luis se agachó y empezó a lubricar nuevamente el ano de Daniel con su lengua, no tenían lubricante así que dio lo mejor de sí para dejar la cavidad anal del muchacho completamente empapada.

  • Ahí voy -susurró.

Luis dirigió su verga hacia el agujero de Daniel con delicadeza y lentitud, haciendo que su futuro recipiente deseara cada vez más la colisión entre ambos. Cuando estuvo a las puertas de su destino lo azotó levemente con la polla y soltó una risita insonora llena de ansias y expectación. Finalmente decidió entrar. De repente y sin previo aviso incrustó su falo en el agujero de Daniel, este a su vez se retorció un poco al saber que tenía visita en el patio trasero. Luis recorrió su espalda con una mano para tranquilizarlo, pudo sentir su piel tersa y delicada y decidió darle un beso en la espalda que el muchacho ni siquiera sintió.

El orificio de Daniel se resistió al principio pero poco a poco fue cediendo ante el empuje de la polla de Luis. Entonces comenzó un mete saca que era cada vez más y más veloz. La polla de Luis se colaba casi entera entre los glúteos de su amigo mientras este gemía. Luis tenía agarrados aquellos glúteos prietos con ambas manos y no dudaba en azotarlos cuando le venía en gana. Por su parte Daniel permanecía con los ojos cerrados imaginando que era Alex quién lo estaba montando.

  • Ah! -dejó escapar Daniel.

Luis se apresuró a cerrarle la boca con una de sus manos mientras que la otra seguía sosteniendo una de las nalgas del muchacho. Daniel empezó a masturbarse mientras la polla de Luis amenazaba con explotar dentro de su culo. La excitación era tal que ambos chicos no tardaron en sentir como sus pollas se preparaban para vaciar toda la leche que tenían dentro. Luis fue el primero. Retiró su polla del culo de Daniel y empezó a masturbarse apuntando hacia el torso de su amigo que se había dado la vuelta para recibir los latigazos de esperma.

  • No aguanto más -susurró Luis- Voy explotar.

  • Quiero que me llenes de leche -dijo Daniel mientras se masturbaba- Córrete encima mio Alex.

Mientras Daniel pronunciaba aquellas palabras Luis se corría a la vez que retrocedía varios pasos. La leche salió disparada de su polla en todas direcciones manchando el suelo, el escritorio e incluso el espejo de su armario. Mientras tanto, y desconociendo lo que había pasado, Daniel se corría en el suelo. Luis encendió la luz:

  • ¿Cómo me has llamado? -dijo mirando a Daniel que se encontraba desnudo, mojado y segado por la luz.

  • ¿Qué? -respondió con los ojos entrecerrados.

  • Me llamaste Alex, ¿no es así?

"Mierda" pensó Daniel.

  • ¿Eso fue lo que dijiste? -insistió levantando la voz.

Daniel no vio motivo para mentir:

  • Sí -dijo incorporándose.

Luis parecía que iba explotar. Estaba muy enfadado aunque no tenía motivos: él y Daniel sólo eran amigos, amigos que de vez en cuando se dejaban llevar por sus instintos primarios y se daban placer. Nada más. El problema es que con el paso de los años aquellos encuentros acabaron significando algo para él y la palabra "amor" hizo acto de presencia. Estaba enamorado de su mejor amigo pero este tenía sus ojos puestos en otro.

  • ¿Y no piensas decir nada más?

  • No tengo nada que explicarte. ¿No me digas que sientes algo por mí? -Daniel no obtuvo ninguna respuesta por parte de Luis- ¡No me lo puedo creer! Creía que tenías claro que esto es sólo un juego.

Los ojos de Luis se llenaron de lagrimas ante las palbars de su compañero de equipo, pero no podía permitirse el lujo de llorar frente a Daniel. Con el poco orgullo que le quedaba intentó mantenerse erguido frente a Daniel y le espetó con la voz entrecortada:

  • Fuera de mi casa.

El muchacho no pidió una segunda oportunidad y empezó a recoger sus cosas del suelo para salir pitando de la casa de su amigo. Daniel recogió su ropa, se puso la camiseta y luego el pantalón para finalizar con su cazadora. Eran las cuatro de la madrugada, fuera debía hacer un frío de muerte. Se dirigió hacia la puerta y encontró su bóxer color rojo tirado en el suelo. Lo recogió y se lo lanzó a Luis.

  • Quedatelo como recuerdo -dijo mientras dibujaba una sonrisa malévola en su cara.

Salió por la puerta en silencio y con su orgullo aparentemente intacto. Luis se quedó de pie por unos minutos mientras las lagrimas corrían por su cara, después se dejó caer de rodillas y recostó su cabeza contra la pared mientras se secaba las lagrimas con el bóxer de Daniel. Del otro lado de la pared alguien sonreía en silencio, era su hermano, Mario. Había escuchado la discusión y algunos de los gemidos que los muchachos soltaron a lo largo de la noche. Él entendía cómo se sentía Luis ya que también estaba con un hombre que jugaba con él, el entrenador Julio. Pero lejos de sentir pena por su hermano se alegraba por su sufrimiento.

Luis olisqueó aquellos gayumbos toda la noche, intentando que el olor de Daniel se quedara con él para siempre.

--Mientras tanto--

Daniel nunca le había tenido miedo a la oscuridad por lo que caminar bajo la luz de la luna no era un problema para él. Lo que sí le asustaba era el hecho de perder a un amigo por su personalidad. Tenía un largo camino hasta casa para reflexionar sobre lo que había pasado. El trayecto duraba quince minutos en bus pero a esa hora el único transporte disponible eran sus pies.

Siguió caminado despreocupado, sabiendo que en casa no lo esperaban hasta el día siguiente. Se había olvidado la correa en casa de Luis por lo que sus pantalones se le caían constantemente. No le importaba enseñar medio culo, total, nadie estaba ahí para verlo. Cansado de caminar, Daniel decidió sentarse en el bordillo de la acera con los pies estirados sobre la carretera. Se desabrochó una  las Converse que llevaba y sintió el tacto frío del asfalto sobre su pie izquierdo.

Poco tiempo después una luz se acercó desde lejos. Era un coche que se detuvo justo en frente de él. Por primera vez desde su incursión nocturna Daniel empezó a sentirse nervioso. Se levantó de la acera y empezó a caminar con un zapato en la mano y el otro puesto. El vehículo lo seguía despacio, avanzando a la misma velocidad que él. Cansado de que el extraño lo siguiese, Daniel se detuvo en seco y golpeó la ventanilla del coche con el zapato.

  • ¿Qué coño quieres? -dijo.

El conductor bajó la ventanilla y miró fijamente a Daniel. Lo reconocía.

  • ¿Entrenador Julio? -dijo- ¿Qué hace usted aquí?

  • Vengo de una fiesta -dijo a la vez que levantaba una botella de Vodka casi vacía- Tranquilo, no estoy borracho. De hecho soy el único que no bebió, tuve que llevarlos a todos a casa y ahora vuelvo a la mía. ¿Quieres que te lleve?

  • ¿Qué le hace pensar que necesito ayuda?

- Mírate: descalzo, despeinado, sólo y muerto de frío. Deberías estar en casa y no ahí tirado.

  • Vale -aceptó al final- Pero... ¿no sé pondrá celoso Mario?

Julio hizo amago de subir la ventanilla ante la borma con segundas intenciones de Daniel.

  • Tranquilo, tranquilo -se apresuró el muchacho- Sólo era una broma, entrenador.

Daniel entró en el coche del entrenador a la velocidad del rayo.

  • ¿Dónde vives? -preguntó Julio.

  • Bufff -dijo Daniel recostándose en el asiento- No me apetece nada ir a casa. ¿Por qué no vamos a por otra botella de Vodka y nos vamos de fiesta por ahí?

  • Se supone que los chicos de tu edad no deben beber.

Daniel sonrió, bebió un trago largo de la botella de Vodka (ignorando las arcadas que el licor le producía) para luego añadir:

  • Ni follar con sus profesores.

Ambos rieron durante un instante, pero Julio no tardó en difuminar aquella sonrisa espontanea de su rostro. Daniel volvió a beber un trago de Vodka.

  • Estoy cansado de ser el que se queda solo por las noches. No pido tanto, sólo un hombro firme sobre el que descansar. Además creo que ya encontré el hombro perfecto, el problema es...

  • ... que está ocupado -finalizó Julio.

  • No exactamente -lo corrigió.

  • Entonces está enamorado de otra persona. Lo que yo llamo un amor imposible.

Daniel bebió una vez más.

  • Lo peor de los amores imposibles es que siempre guardas la esperanza de que se hagan realidad. Ya sé por qué dicen que la esperanza es lo ultimo que se pierde.

  • ¿Porqué? -preguntó Julio con fingido interés.

  • La esperanza no es lo que te ayuda a seguir adelante sino lo que te consume poco a poco. Es una tortura continua hasta que acaba contigo.

Julio pudo sentir el dolor que desprendía Daniel. Un silencio largo inundó el coche mientras el entrenador conducía sin destino aparente. Para cuando intentó preguntarle a Daniel donde vivía este ya estaba dormido, pero aún así seguía aferrado a la botella de Vodka.

--Ese mimo día--

Borja estaba nervioso. Era la primera vez que salía desde que Mario había abusado de él. Había prometido a Alex que asistiría a la cita y no podía fallarle, sobre todo para que no sospechase de lo que le estaba pasando e intentará tomar cartas en el asunto. Borja ponía constantemente en primer lugar la integridad de Alex a la suya y se mentía diciendo que él arreglaría las cosas con Mario sin ayuda de nadie.

Alex parecía ser su único refugio. La única persona en la que podía confiar. Él y sólo él le había demostrado que debajo de esa fachada de chico malo se encontraba un buen samaritano. Pero Borja tenía miedo de ver cosas detrás de las acciones de Alex e intentar encontrar sentimientos que no existían. Él estaba enamorado pero Alex seguramente sólo lo trataba bien por pena o por el odio que sentía hacia Mario. Nada más. Aún así no sé podía quitar de la cabeza lo que había sucedido en las duchas y posteriormente en la habitación de Alex. Se sentía confundido.

El sonido de la puerta hizo desaparecer todos sus pensamientos por un segundo. Alex había llegado para recogerlo. Borja retocó por ultima vez su peinado y salió corriendo escaleras a bajo para encontrarse con el chico perfecto. Alex estaba de pie, con las manos en los bolsillos y mirándose la punta de los zapatos. Parecía nervioso pero esto a la vez lo hacía parecer aun más mono.

  • Hola -dijo Borja.

Alex le respondió tan sólo con una sonrisa.

  • Veo que no te fías de mí -añadió el muchacho- ¿Era necesario que me vinieses a buscar a mi casa?

  • Tenía miedo a que te echaras para atrás en el ultimo momento.

Borja agradeció la infinita compasión del capitán, pero seguía sin entenderla. Alex no era del todo claro con lo que sentía y quizás Borja estuviese malinterpretando las acciones del muchacho: quizás lo único que sentía por él era pena, compasión, lastima. De todas maneras Borja disfrutaba los pocos momentos de felicidad que tenía su vida y casi todos estos momentos los vivía junto a Alex o pensando él. Lo curioso es que cuanto más feliz se sentía, más duro era el golpe que la vida le pegaba en la siguiente ronda.

Los chicos se encaminaron hacia el pub en cuestión. Caminaban uno al lado del otro sin decir nada, sumidos en sus propios pensamientos. Borja contemplaba a Alex con disimulada admiración; posó su mirada en el macro bulto que se escondía debajo del pantalón azul que llevaba, se fijó en cómo sus piernas esbeltas tiritaban por el frío, se enamoró del vaho que se formaba en el aire cuando respiraba, de cómo se frotaba las manos para calentarse, de la suave brisa otoñal acariciándole el pelo. Más que amor sentía adoración por su compañero.

  • ¡Tengo las manos congeladas! -dijo Alex a la vez que ponía sus manos sobre el rostro de Borja.

Sintió el tacto gélido de las manos de Alex, pero aquel frío encendió una llama en su interior que lo transportó al más caluroso de los veranos. El capitán seguía sosteniendo su cara mientras él sonreía como un idiota. De repente, alguien chocó con él. Alex soltó la cara de Borja mientras este se daba la vuelta para pedir disculpas. Antes de que pudiese abrir la boca, se dio cuenta de que reconocía al chico que había chocado con él. Era Ruben, un antiguo compañero de clase. Borja agachó la cabeza y dijo:

  • Lo siento.

Ruben siguió su camino, no sin antes soltar una risita que llegó hasta lo más profundo de Borja, recordandole los viejos tiempos.

  • Gilipollas -le susurró Alex al oído.

Borja fingió una sonrisa para que Alex no sospechase nada y ambos chicos siguieron su camino. Finalmente llegaron al pub. Era un lugar pequeño que estaba extrañamente lleno de gente, adolescentes en su mayoría, aunque también algunos universitarios. El local se llamaba "El rincón" y era basicamente eso. Contaba con dos pisos; el primero era una entrada poco decorada, se accedía al bajo (llamado "sótano" por los que frecuentaban el pub) por una estrecha escalera. A penas había espacio para moverse y mucho menos para bailar. Tan sólo había un par de mesas en el piso de arriba, donde unos pocos afortunados disfrutaban de una bebida. Entre ellos se encontraba Daniel que bebía lo que parecía ser un Mojito pero más cutre.

  • Hola -dijo Alex a la vez que retiraba una silla- Pareces cansado.

En efecto lo estaba, la noche anterior había sido un completo desastre y tras lo que había pasado con Luis y su posterior charla con el entrenador, Daniel no había dormido nada. Estaba exhausto y su rostro era prueba de ello. Daniel no se percató de Borja hasta que el muchacho se dejó caer sobre una de las sillas.

  • ¿Qué hace él aquí? -preguntó enfadado.

  • Lo invité yo -respondió Alex- No se encuentra muy bien -dijo en un tono más bajo para que Borja no pudiera escucharlo, aunque lo escuchó perfectamente. Daniel no le prestó atención.

Las conversaciones se sucedían una tras otra al ritmo de los tragos. Lo único que tenían en común todas estas conversaciones era que Borja no participaba en ellas y la poca disposición que ponía Daniel en seguirle el hilo a Alex. Borja se sentía incomodo y Alex empezaba a notarlo pero el capitán no sabía cómo actuar: quería que Borja se sintiera a gusto pero sin que Daniel se enfadara ya que sabía lo mal que le caía, aunque desconocía los motivos. Borja no soportó más:

  • Necesito salir un segundo.

  • Como si no vuelves -contestó Daniel con intención.

Borja ignoró las palabras de su compañero y se levantó de la mesa. Alex miró a Daniel evidentemente enfadado pero el chico rubio, no sólo de pelo sino también de corazón, ignoró la mirada del capitán.

  • ¿Eres idiota o qué?

  • ¿Qué quieres que haga? La culpa es tuya, sabes lo mal que me cae y aún así lo trajiste.

  • A veces te comportas como un niño -sentenció el capitán.

  • Y tú cómo si fueras su novio.

Alex se puso en guardia. Sabía que las palabras de Daniel tenían algo de razón pero seguía sin querer reconocerlo. Una vez fuera, Borja se alejó unos metros del garito. Recorrió las callejas mal iluminadas de los alrededores, hasta que encontró un banco donde posarse. El joven respiró hondo y se dejó caer sobre el banco. Permaneció allí unos minutos contemplando la oscuridad, hasta que sintió como alguien posaba una mano de manera delicada sobre su cabeza.

  • Hola Borja -dijo una voz conocida.

Borja reconocía aquella voz. Se levantó de un salto y observó como Ruben y el resto de su pandilla lo rodeaban.

  • ¿Dónde dejaste a tu novio? -preguntó Ruben refiriéndose a Alex- A penas me saludaste cuando te vi con él hace un rato.

Borja intentó marcharse del lugar pero un chico de apariencia detestable le impidió el camino mientras otro le sujetaba los brazos.

  • ¡Soltadme por favor! Sólo quiero irme.

Ruben le respondió con un puñetazo directo al estomago que lo hizo caer al suelo. Al primer puñetazo le siguió una patada por la espalda de parte del chico que lo sujetaba. Ruben se acercó a él y sostuvo su rostro con ambas manos.

  • ¿Te gusta? -le preguntó- Así es cómo tu novio te sostenía la cara, ¿no? ¿Se siente igual maricón?

Aquellas situaciones eran tan frecuentes en el pasado que Borja las vivía como normales. Ruben era su matón personales desde haía años, hasta que decidió cambiarse de escuela y dejar atrás todo el dolor que aquel chico le había provocado. Ruben lo agarró por la mandíbula mientras alzaba el puño en dirección a su boca.

  • No vas a poder besar a tu novio durante un tiempo -le advirtió.

Borja cerró los ojos a la espera del inminente choque entre su boca y el puño del matón. Escuchó el golpe pero no lo sintió. Ruben soltó su rostro de forma precipitada. Se escuchó un puñetazo, otro y otro más, pero seguía sin sentirlos en su cuerpo. Borja abrió los ojos y contempló a Alex sobre Ruben mientras sus camaradas huían en todas direcciones. Alex soltó finalmente a Ruben, no sin antes advertirle:

  • Que sea la ultima vez que le pones un dedo encima a Borja. ¿Me escuchas pedazo de mierda?

El capitán escupió el rostro del matón mientras lo sostenía por el cuello para luego dejarlo escapar. Borja seguía tirado en el suelo cuando Alex se acercó hasta él.

  • ¿Estás bien? ¿Quienes eran esos hijos de puta?

  • Unos ex-compañeros de clase.

  • Los voy a matar -dijo Alex intentando levantarse.

Borja lo detuvo agarrándolo por la chaqueta y abrazándolo con fuerza.

  • No, por favor. Quédate aquí conmigo, no quiero quedarme solo otra vez.

Alex no sabía si abrazarlo, se sentía raro entre los brazos de Borja. Podía sentir su calor y su respiración forzada así como el dolor que se escapaba del muchacho. El capitán se dio por vencido y se dejó querer por los brazos de Borja, pero no por mucho tiempo. Separó al muchacho de sus brazos y fue directo a su boca, plantandole un beso lento y torpe, pero que era la confirmación de lo que sentía.

  • No te dejaré solo nunca más.

Alex volvió a besarlo, esta vez con más intensidad y pasión. Borja le siguió el ritmo de forma torpe pero intentando disfrutar de los labios sabor a limón del capitán. Desde el fondo de la calle unos ojos llorosos los observaban con impotencia. Daniel se secó la primera lagrima que se deslizó por su mejilla y juró que sería la ultima que demarraría por Alex. No era él quien lloraría a partir de ese momento.

Continuará...


Hola amigos. Por fin el capitulo 9 de esta historia. Espero que les haya gustado. En el siguiente capitulo conoceremos más sobre el pasado de los personajes y sobre su futuro. Les invito a que comenten este capitulo y me dejen sus opiniones y valoraciones. Pueden escribirme a polaco-89@hotmail.es

Muchisimas gracias a todos los que me comentáis  sois la razón por la que sigo escribiendo. Vuestros comentarios me hacen ver que dentro de mi torpeza puedo crear algo de lo que sentirme orgulloso. Gracias :)

--Lollipop16--