Fuera de Juego (5)

Borja acude a una fiesta con Mario, sin saber lo que este planea hacerle. Su primera vez con un chico será inolvidable, aunque no en el buen sentido de la palabra... Adolescentes, fútbol y mucho sexo.

Fuera de Juego

Capitulo 5: La fiesta

Habían pasado tan sólo dos días desde el furtivo encuentro (con fatal desenlace) entre Alex y Borja. Los recuerdos aún estaban frescos y retumbaban una y otra vez en la atormentada mente del muchacho. Tras confesarle a Alex que sabía que el entrenador del equipo se tiraba a uno de sus alumnos, este se enfadó y se marchó diciéndole que le daba asco. El por qué de aquel acto seguía siendo una incógnita.

  • ¡Venga Borja! Espero llegar hoy -gritó Mario.

Borja estaba tan inmerso en sus pensamientos que se había olvidado por completo de su amigo Mario. Se dirigían a la disco más famosa de la ciudad, sitio de reunión entre los adolescentes. En realidad era un garito de mala muerte donde los jóvenes se reunían para beber libremente y sentirse mayores de lo que en realidad eran. A Borja no le gustaba nada la idea, pero no podía dejar pasar la oportunidad de desconectar de su ajetreada vida y de los últimos acontecimientos. Además Mario era su único amigo y no podía perderlo así como así.

Mario no es de los que se pasan horas frente al espejo intentando buscar el look que mejor le queda, pero esa noches estaba especialmente guapo. Había elegido una pantalón pitillo de color azul, combinado con una camiseta blanca poco pretenciosa y unos Converse negros que extrañamente hacían juego con sus gafas, que por cierto no llevaban cristales. Mario había pasado de ser un chico sobrio y desinhibido a un modernillo/Gafapasta de mierda, pero estaba realmente sexy.

  • ¿Qué tal te va en el equipo? -preguntó Mario para romper el silencio que sobrevolaba a ambos chicos.

Borja contestó con un escueto bien a la vez que se rascaba la cabeza pensando en si Mario debía saber todo lo que le estaba pasando. Temía que lo juzgará mal si le contaba sus escarceos con Alex, Luis y Daniel, y sobre todo tenía miedo de contarle sobre el amante del entrenador.

  • A ver -prosiguió Mario- lo digo porque conozco a los capullos del equipo de fútbol, yo era uno de ellos.

  • ¿Por qué te echaron? -preguntó Borja armado de valor.

  • En ese equipo sólo puedes estar con Alex o en contra suya. Yo me negué a seguirle el juego y acabé como acabé. Pero me la pela, la verdad. Lo que me molesta es que de un día para otro los gilipollas del equipo hayan pasado de mí como de la mierda.

  • Por algo será... -dejó caer Borja.

  • ¿Qué? ¿crees que hice algo para que me echaran?

  • A ver, no me malinterpretes, pero he tenido la oportunidad de conocer a Alex un poco más en profundidad y creo que no es tan mal chico como parece a primera vista. Sí, es un capullo, pero de vez en cuando deja ver un poco más allá de esa coraza de chico malo.

Mario se detuvo, se giró hacia Borja y, poniendo una de sus manos sobre su hombro, le dijo:

  • Sé de lo que me hablas, Alex es un manipulador nato. Seguro que ya te habrá comido la cabeza con ideas estupidas o algo así...

  • ...pues no -lo interrumpió Borja- Yo de verdad creo que él es buena persona. Intenta darle una oportunidad, no te cuesta nada.

Borja se quedó en silencio mientras Mario seguía acariciando suavemente su hombro. Con un tono de voz dulce y casi fraternal Mario le dijo:

  • Alex es un cerdo tramposo. Yo soy el único en quien puedes confiar. Nunca te traicionaré.

La mirada de Mario inspiraba confianza, ternura y una intensa sensación de calidez inundaba el cuerpo de Borja al ver aquellos ojos despistados. Aquel chico delgaducho y con mucho que callar, se había convertido en su mayor apoyo. Borja se dejó llevar por aquella enigmática mirada y le soltó todo lo que había pasado.

  • Pues... la verdad es que desde que llegué al equipo de fútbol me han pasado cosas muy raras. ¡Para empezar los chicos del equipo parecen estar muy salidos!

  • Veo que conociste a Daniel. Sí, le gusta jugar bastante jaja

Borja no decidió especificar y sólo le contó lo que creía conveniente. Intentó no hablarle de sus pajas a escondidas, ni de como Daniel y él se lo montaron en las duchas.

Los chicos llegaron por fin a la disco pero para su sorpresa estaba cerrada. Al parecer la policía había precintado el local por una pelea el día anterior. Tuvieron que improvisar un plan sobre la marcha.

  • Conozco otro sitio -dijo Mario- Aunque no sé si te va a gustar.

  • ¿Por qué no? Llévame y ya veremos.

Al llegar a su nuevo destino Borja comprendió porque Mario pensaba que aquel probablemente no era su sitio. La discoteca en cuestión se llamaba Rainbow y se presentaba como una disco de ambiente gay, con todo lo que aquello representaba. Borja contuvo su emoción para no desvelar sus preferencias sexuales ante su amigo, aunque su cara hablaba por sí sola.

  • ¿Quieres entrar? -preguntó Mario.

  • Por supuesto -respondió Borja eufórico.

Una vez dentro Borja contempló aquel palacio de la cultura gay. Colores fluorescentes bañaban las paredes del lugar, la música sonaba a todo volumen y los chicos estaban muy pero que muy buenos. Muchos de ellos miraban indiscriminadamente a Mario, como si sus gafas atrajeran sus miradas o como si lo conocieran. Borja se preguntó cuantas veces había estado Mario allí.

Los chicos buscaron una mesa y pidieron unas copas. Mientras Borja se interesaba por lo que pasaba a su alrededor Mario se las arregló para echar unos "polvos de la felicidad" en la copa de Borja, este ni se inmutó. Borja ni se imaginaba lo que estaba tomando, ni los efectos que esto provocaría en su organismo. Él se dejaba llevar por el "Call me" de Blondie que sonaba de fondo.

De inmediato empezaron a llegar chicos invitándoles a bailar, invitaciones que Mario despachaba con un simple: "no estoy interesado". Cansados de que aquellos pesados no parasen de intentar meterles ficha decidieron que si parecían una pareja nadie se acercaría a ellos. Para ello, Mario se lo llevó del brazo hasta la pista de baile y le plantó un beso en los labios. Borja pensó que sería un pico para despistar a los allí presentes pero dicho beso se transformó poco a poco en un morreo. Mario movía la lengua dentro de la boca del muchacho mientras sus manos lo sujetaban por las caderas. Estaban tan cerca que podían sentir como sus paquetes se rozaban el uno con el otro. Borja sin embargo detuvo el beso apartándolo de él.

  • ¿Qué pasa? -dijo Mario- ¿No te gustó?

  • Simplemente no estoy listo -dijo Borja a la vez que abandonaba la pista de baile.

Estaba a punto de llegar a las escaleras que lo conducirían hasta la calle cuando vio dos figuras conocidas descender al local. Eran Daniel y... ¡Alex! ¿Que hacían ellos allí? A ver, era obvio que Daniel era gay y Alex apuntaba maneras, pero nunca se imaginó encontrárselos en un lugar como ese.  Petrificado ante aquella aparición divina, Borja deshizo sus pasos camino hacia Mario, lo tomó por la mano y lo arrastró hasta una zona segura, un pequeño almacén lleno de productos de la limpieza.

--Mientras tanto--

  • ¿Estás seguro de que Mario te dijo que estaría aquí? -preguntó Alex mientras inspeccionaba el lugar. Su voz, aunque mezclada con el ruido ensordecedor de la música, denotaba  preocupación.

  • Sí, recibí hoy su mensaje -contestó Daniel- Al parecer nos esperaría aquí.

  • No creo que haya sido una buena idea venir, aunque tengo ganas de pegarle una paliza a ese hijo de puta.

  • Sigo sin entender por qué te importa tanto ese pavo -exclamó Daniel refiriéndose a Borja- No le veo nada especial.

  • ¡Cállate! -lo cortó Alex.

Daniel no podía soportar ver al chico que (en secreto) le gustaba defendiendo tanto a otra persona. Los celos se apoderaban de él. Simplemente estaba allí para apoyar a Alex en todo lo que necesitase. Se sentía patético, pero no podía dejar a Alex sólo en aquel antro de chicos buenorros, le molestaba el sólo pensar que alguien pudiese fijarse en su ángel de carne y hueso.

Bajaron las escaleras lentamente fijándose en lo que allí pasaba. Casi al final de la escalera había una pareja formada por dos chicos jóvenes que se metían mano descaradamente. Se morreaban de una forma pasional e intensa, uno de ellos tenía la boca abierta mientras el otro le daba lenguetazos y le mordía los labios. Alex se quedó mirándolos con una creciente curiosidad hasta que uno de ellos se giró y le lanzó una mirada asesina que acababa con su fantasía boyeur.

Alex y su furioso acompañante seguían ajenos a lo que sucedía a pocos metros de donde se encontraban. En el almacén Borja intentaba explicarle a Mario lo que sucedía. Mario lo tranquilizó diciendo que allí nadie los encontraría.

  • ¿Estás seguro?

  • Por supuesto que sí. Nadie entra a este lugar y mira -dijo a la vez que cerraba la puerta con el pestillo- Ahora estamos aislados.

Borja sentía como empezaba  a perder fuerzas y Mario no tardó en darse cuenta que los polvos mágicos empezaban a hacer efecto. Borja veía una sombra borrosa que parecía ser Mario, este a su vez lo ayudaba a sentarse en el suelo del almacén. Aún consciente, Borja pudo escuchar lo que Mario le decía:

  • Te dije que está noche sería inolvidable y ahora sabrás por qué -Borja no entendía nada- Al parecer Alex está muy interesado en ti y ya sabrás... bueno, no lo sabes. El caso es que los amigos de Alex pasan a ser automáticamente mis enemigos. Aunque debo reconocer que me caías bien... pero es lo que tiene.

"Verás, te contaré una pequeña historia. El año pasado yo era el capitán del equipo de fútbol, todos me veneraban como a un Dios. Lo tenía todo. Incluso Alex era de los míos, siempre ocupando un segundo plano mientras yo era el protagonista absoluto. Todo cambió cuando descubrió que me enrollaba con el entrenador."

Borja se quedó de piedra. ¿Mario y el entrenador? Eso era imposible. Él había descubierto que Luis era el amante del entrenador, había visto la marca en su nalga derecha, no había ninguna duda. Como pudo Borja balbuceó unas palabras:

  • Yo... yo ví al entrenador enrollándose con un chico, sé que Luis es su amante, no tú. Estás mintiendo...

  • ¿Luis? -dijo Mario entre risas- Luis es mi hermano y la verdad es que dudo que se pueda acercar a Julio.

Todo aquello, aunque pareciera imposible, concordaba. Borja vio a un chico con una mancha en la nalga derecha, pero nunca su cara. Si esa era una marca de nacimiento puede que ambos hermanos la tuviesen. Todo eso dando por cierta la confesión de Mario. De todas formas Borja no tenía tiempo para pensar en aquello, su cabeza estaba ocupada pensando en lo que Mario podría hacerle.

Mientras Borja se retorcía en el suelo, Mario siguió contando su historia:

"Cuando Alex se enteró de que el entrenador y yo estábamos liados intentó que lo echaran del instituto, pero llegamos a un acuerdo. Él sería el nuevo capitán y gozaría de infinitos derechos dentro del equipo a cambio de su silencio, mientras que yo nunca podría volver a participar en una competición deportiva. Por eso lo odio con todas mis fuerzas y por extensión a ti."

- ¡Hijo de puta! -susurró Borja

  • Tengo que empezar ahora si quiero que sigas despierto cuando acabe contigo. Tú relájate y disfruta.

Mario llevó sus labios hasta los de Borja y, sin que este pudiese hacer nada, empezó a morrearlo indiscriminadamente. Borja intentaba resistirse, pero era inútil. Los labios de Mario se apoderaron de su cuello y amenazaban con seguir descendiendo. Los besos eran cortos y lacerantes, estaban llenos de la frialdad de Mario y la impotencia de Borja.

Suaves lenguetazos recorrieron el cuello de Borja de lado a lado, mientras que las manos de su agresor se escurrían por sus pantalones en busca de su falo. Borja intentaba gritar, pero le era imposible. No sólo por la droga que en esos momentos corría por sus venas sino también por la música ensordecedora que taladraba la cabeza de los que disfrutaban de una noche de fiesta.

Mario le arrancó la camisa con algún que otro esfuerzo. El cuerpo de Borja estaba poco tonificado y no le daba ni por los tobillos al torso velludo del entrenador Julio, pero Mario no estaba allí para escrutar la anatomía de Borja. Empezó a chupar las tetillas del muchacho con rabia e hincapié. Las mordía, las arañaba, las escupía y las volvía a morder. Borja dejaba escapar pequeños chillidos que se perdían entre los insultos que Mario le profería y la música del exterior.

Mario siguió lamiendo aquellos pezones un buen rato, hasta que decidió deslizar su lengua por todo el torso del muchacho camino al ombligo. Una vez allí ntrodujo su lengua en el agujero del chico, pero no le pareció conveniente quedarse mucho rato allí así que bajó directamente hasta la entrepierna de su presa. Desabrochó la bragueta, bajó como pudo el pantalón del chaval hasta sus rodillas y después desenfundó el nabo erecto de Borja.

  • ¡Vaya! -dijo- Para no gustarte estás bien cachondo jaja

Mario se mojó los labios antes de meterse el pollón de Borja en la boca. Aquel cipote de envergadura considerable olía a hombre. Era un falo poco venoso, casi liso, largo y acabado en un capullo redondo y  jugoso. En el interior de aquel bultito que copaba el cipote del muchacho se escondía un glande rosa que se moría por un lametazo incluso si su dueño no lo disfrutase, incluso si el que lo chupaba no era Alex. La lengua de Mario hizo un recorrido desde la punta de aquella polla hasta llegar a los dos impresionantes cojones sin depilar del muchacho.

Mario chupaba el falo de su amigo frenéticamente, mientras este estaba cada vez más dormido. Mario se tragaba cada centímetro de la polla del muchacho con esmero, se zampaba aquel cipote como el que comía tras un mes de hambruna. La polla de Borja chocaba con su campanilla una y otra vez, y cuando creía que iba a vomitar la sacaba fuera para tomar una bocanada de aire. Deslizó su lengua hasta los cojones de Borja, les dio un ligero mordisco y a continuación se los llevó a la boca, chupándolos con esmero. Borja no era consciente de la fiesta que había entre sus piernas. Mario decidió empezar una paja a la vez que se zampaba el pepino de su amigo. Frotó aquella polla despiadadamente hasta que expulsó su néctar viscoso, entonces se tragó cada una de las gotas de aquella corrida.

Borja seguía medio consciente cuando sintió como su amigo le daba la vuelta. Sintió como Mario le abría las piernas y después, como ladrón en la noche, la lengua del muchacho se coló entre sus nalgas. Mario empezó a magrear el ano de Borja con su lengua indiscreta, a la vez que introducía poco a poco uno de sus dedos en el agujero de su compañero con tal de dilatarlo. Borja no se imginaba que su primer beso negro sería de esta manera. Una ola de tristeza se difumina en el mar de impotencia que era en esos momentos su alma. Sólo podía pensar en que Alex se encontraba tras esa puerta y podría salvarlo de las garras de Mario.

Una vez estuvo dilatado el agujero del muchacho, Mario dejó caer su cuerpo sobre el de este, intentando buscar la mejor posición para penetrarlo. Tardo varios minutos en encontrar la posición correcta pero, para desgracia de Borja, la encontró.

  • Te diría que esto no te va a doler, pero no soy un mentiroso -le susurró Mario al oído a la vez que se reía.

El cipote, duro y macizo, de Mario se intentaba hacer paso entre los glúteos firmes del chico mientras que Borja pegaba un respingo para soltarse de su acosador.

  • Shhh -dijo Mario- Si te mueves te dolerá más, te lo advierto. Relájate y disfruta... relájate y disfruta.

Borja le hizo caso y se resignó a sentir como lo penetraban. Al principio el culo del chico se resistía, pero poco a poco la polla de Mario fue ganando terreno. Borja la sentía dentro de él. Sentía su calor hiriente. Era como una serpiente que se escurría en sus entrañas destruyéndolo todo a su paso. Borja decidió cerrar los ojos e imaginarse que era Alex quien estaba allí y no el hijo puta de Mario.

Tras lograr que algunos centímetros de su polla se colaran en el culo de Borja, Mario empezó con las embestidas. Al principio fueron lentas y suaves, pero con el paso del tiempo y con el culo de Borja cada vez más dilatado, Mario empezó a embestirlo con una potencia descomunal a la vez que lo azotaba. Borja no podía soportar el dolor que aquello le producía. Los azotes era constantes e indiscriminados. Mario apretaba las nalgas de Borja mientras lo penetraba.

  • ¿Te gusta? -preguntó sin esperar respuesta- Seguro que yo soy mejor que Alex jaja

Borja chillaba de dolor a la vez que se agarraba con las manos a una de las estanterías. Esto a Mario no pareció importarle, es más, el dolor de Borja le producía placer. Mario siguió envistiendo al muchacho hasta que se corrió en su culo.

  • ¡Ves! No estuvo tan mal -dijo Mario, ignorando que Borja ya estaba dormido.

Mario se levantó y se arregló como pudo. Vistió a Borja y lo dejó allí tirado. Salió de aquel almacén con la cabeza agachada, intentando que nadie lo viera, pero su estrategia no dio resultado. Tras caminar unos pasos se encontró con la fingura de Alex y su inseparable Daniel.

  • ¡Eh! -gritó Alex- ¿Para que nos citaste aquí?

  • Para nada en especial -dijo con tono sonriente- Bueno, os he dejado una sorpresita en el almacén.

Alex sabía que algo malo le había pasado a Borja, lo sentía dentro de él. Decidió dejar marchar a Mario y se introdujo entre la multitud de gays que se dejaban la piel en la pista de baile. Con el corazón acelerado ambos chicos se dirigieron al almacén. Al abrir la puerta se encontraron a un Borja inconsciente en el suelo. Alex se precipitó sobre él e intentó, sin resultados, reanimarlo dandole unas palmadas en la cara.

  • ¿Qué te pasa? -le gritaba el capitán- ¿Estás bien? Respondeme por favor. Es... es... es una orden.

- Déjalo -dijo Daniel- Está borracho.

  • No -le gritó Alex- Borja no tiene pinta de beber hasta desmayarse.

Daniel tomó a Alex del brazo y tiró de él con fuerza. El segundo capitán del equipo lo miró fijamente a los ojos.

  • Te he dicho que lo dejes -le ordenó.

  • Vete a la mierda -dijo Alex soltando a su amigo del brazo- Yo a Borja no lo dejo aquí.

  • ¿Y que vas a hacer?

  • Se viene conmigo.

El capitán del equipo tomó a su subordinado en brazos y salió de aquel oscuro almacén bajo la atenta mirada de Daniel. Los allí presentes no dieron importancia al guaperas que llevaba un chico inconsciente en brazos a través de la pista de baile, parecía ser algo normal en el local. Una vez fuera Alex se dirigió con el chico hasta un lugar seguro, su casa. El capitán estaba muy nervioso y, con lagrimas en los ojos, se preguntaba que le había pasado a Borja.

A medio camino, Borja abrió los ojos y vio como el chico perfecto lo llevaba en brazos. No sabía si era un sueño, pero la verdad no le importaba. Cerró los ojos y se recostó sobre el torso de su amado, deseando permanecer allí para siempre.

Continuará...

¡¡Hola amigos!! Muchas gracias por leer mi relato. Espero que este capitulo haya sido de vuestro agrado. Podéis dejarme vuestras opiniones y conjeturas en los comentarios, me gustaría saber que creéis que va a suceder ahora. Os recuerdo que podéis valorar el relato y comentar lo que queráis.

Gracias por leer :)

--Lollipop16--