Fuera de Juego (13)
Pillados: Daniel y el entrenador son pillados en plena acción, pero no son los únicos: Luis y Marcos tendrán una aventura al aire libre con final inesperado.
Fuera de Juego
Capitulo 13: Pillados
Borja estiró los brazos y se tocó las puntas de los pies. Mantuvo la posición unos segundos hasta que algo lo distrajo. Una mano curiosa empezó a sobarle el cuello con dulzura, eran unos dedos cálidos y juguetones que le masajeaban el cuello de arriba a abajo dejando tras de sí una placentera sensación. Sintió un soplido detrás de la oreja que movió ligeramente su pelo, el aliento fresco de aquel individuo viajó en el aire hasta colarse en sus fosas nasales. Alex, pensó. Soltó su pierna y, con una sonrisa en la cara, se giró para ver a su novio.
- Bonito cuello -le respondió Daniel.
Borja abrió los ojos de par en par y se sintió ruborizado, giró la cara para no ver al rubiales del equipo. Daniel lo rodeó y se agachó enfrente suyo dejandole una vista exquisita de su abultado paquete. Llevaba un pantalón corto blanco, unas botas de fútbol y una camiseta sin mangas. Estaba increíblemente guapo. Los rayos del sol le daban un tono aún más rubio a su delicada melena.
- Hola -dijo Borja.
Daniel sonrió.
¿Qué tal va todo? -preguntó el capitán.
Bien, estoy entrenando para dar lo mejor de mí en el partido.
Me imagino -Daniel se sentó en el césped, la preciosa vista de su paquete desapareció, aún así Borja podía intuir por encima del pantalón el miembro que se ocultaba entre sus piernas- Me alegro de que te sobre tiempo para follar en los vestuarios.
¿Qué? -contestó Borja.
No te hagas el imbécil, te vi pajeando a Alex en las duchas el otro día.
Borja se puso nervioso.
- No tienes nada que ocultar -prosiguió Daniel- Alex no es el primero con el que te das vida en los vestuarios. ¿O me equivoco? En eso no podrás mentirme.
Daniel tenía razón. Él y Borja habían tenido algo parecido a sexo en los vestuarios a su llegada al equipo. Había olvidado como Daniel restregaba su polla contra su culo y como se corría en su espalda mientras él le suplicaba más. Se preguntó que opinaría Alex de todo esto y sobre todo si Daniel sería capaz de contárselo. Finalmente, Borja prefirió contraatacar.
- Tú no eres quien para hablar -dijo- ¿A caso no te estabas masturbando mientras nos veías?
Muy perspicaz, pensó Daniel. El rubiales le guiñó el ojo y se levantó del suelo. Borja por su parte siguió entrenando en silencio. Poco después llegó Alex, esta vez sí era él, y se situó a su lado para darle instrucciones. El joven capitán lo observaba de cerca mientras entrenaba e intentaba corregir sus errores con dureza. Era muy duro con él y eso, por alguna extraña razón, a Borja le gustaba.
Tienes que ser más rápido -le gritó Alex- Flexiona un poco más las rodillas cuando intentes regatearme.
Lo entiendo.
Borja era obediente a su novio, sobre todo porque reconocía sus habilidades con el balón. Alex era prodigioso, movía los pies de un lado al otro a una velocidad vertiginosa. Borja intentaba ignorar la belleza que desprendía el cuerpo de su novio en movimiento para concentrase en el balón. Alex tenía el balón en sus pies y amenazaba con lanzar a puerta, Borja atacó con fuerza, tanta que derribó a su novio. Cayó encima de Alex de manera abrupta. El capitán lo miró a los ojos, era precioso. Estaba enamorado con locura. Borja se mordió los labios y Alex sintió ganas de hacer lo mismo.
Te puedes levantar cuando quieras -dijo el capitán.
¿Y si no quiero levantarme?
Borja pudo sentir la erección de Alex, quería quedarse sobre su novio para siempre. El aire estaba cargado de la electricidad que desbordaban los adolescentes. Entonces, el silbato de Julio los devolvió a la tierra. Los muchachos se sacudieron el polvo y acudieron a escuchar la charla del entrenador.
Chicos, tengo algunos cambios que comentaros antes del partido. Marc, tú jugaras en la defensa. Luis, el lateral izquierdo es tuyo. Daniel, apoyarás a Luis -ambos se miraron con desprecio- Y sobre los novatos, Borja, desde ahora estarás en el equipo de Daniel.
¡¿Qué?! -dejó escapar Alex ante la noticia.
¿Pasa algo? -dijo Julio.
¿Por qué has cambiado a Borja al equipo de Daniel?
Cuestiones técnicas -explicó Julio- ¿Te molesta?
Pues sí -Alex lo miraba desafiante.
No estoy apara aguantar tus niñerías.
Alex pasó al chantaje, lo único que podía salvarlo en esa situación.
- ¿Quieres que cuente todo lo que sé?
Julio lo miró desafiante.
- ¿Quieres que cuente porqué tienes tanto interés en Borja?
Se escucharon risitas y murmullos entre los demás chicos presentes. Alex por su parte seguía impasible, sosteniendole la mirada a Julio con furia.
- Borja se queda con Daniel -sentenció.
La rabia se apoderó de Alex. El capitán cerró el puño con fuerza para después dejarlo caer sobre el rostro de Julio. Se escuchó un ruido sordo que dejó al resto de adolescentes sin habla. El cuerpo de Julio cayó al suelo debido al impacto. Borja se apresuró a sujetar a Alex y Luis ayudó a poner en pie al entrenador.
- ¡Estás fuera del equipo! -le gritó Julio.
Alex pareció ignorar las palabras del entrenador, se dio la vuelta y salió del campo.
--Después--
Julio se puso una bolsa de hielo en la mejilla a la vez que intentaba detener la hemorragia de su labio inferior. El golpe de Alex lo había dejado sin aliento y sin por lo menos dos litros de sangre, exageró. Se escuchó un toc toc en la puerta, esperaba que fuera Alex para disculpasrse pero la visita fue mucho más promtetedora.
- ¿Se puede? -preguntó Daniel.
El entrenador intentó tartamudear un sí, pero desistió, prefirió asentir con la cabeza. Daniel entró como un rayo, cerró la puerta y se acercó hacia el apuesto y ensangrentado coach. Llevaba ropa de calle, una sudadera negra y unos pitillos azules muy ajustados. Su pelo aún estaba húmedo y alborotado, desprendía un exquisito olor a champú de frutas que el entrenador fue capaz de percibir. Daniel estaba buenísimo.
- Déjame ver -dijo el rubiales.
Julio se negó, pero Daniel le quitó la bolsa de hielo con la que cubría su cara y examinó con sumo cuidado el golpe. Se dirigió al botiquín que había colgado en la pared, sacó unas vendas y un bote de alcohol. Julio aprovechó para mirarle el culo, pero el dolor lo hizo desistir. Daniel volvió al escritorio, tomó un poco de algodón, lo mojó con alcohol y limpió la herida del entrenador.
¡Ah! Con más cuidado -se quejó- Soy de carne y hueso.
No seas maricón y déjame desinfectar la herida. Alex te pegó una buena hostia.
Sin motivos -balbuceó el guapo treintañero.
¿Te parece poco meterte con su novio?
Julio se quedó en silencio. Daniel prosiguió limpiando y contándole la historia.
- Sí, Borja y él... ya me entiendes. Un poco extraño, lo sé.
El rubiales acabó la operación y tiró las gasas ensangrentadas a la basura. Julio se recorrió el labio con la lengua, ya no había sangre. Daniel podría llegar a ser un excelente medico, aunque por el momento como amante estaba muy bien. Intentó procesar la información que Daniel le había contado. Quizás por eso Mario le había pedido que lo cambiara de equipo, pero... ¿Por qué al de Daniel?
¿Por eso querías que estuviera en tu equipo? -preguntó Julio.
¿Yo? Para nada -mintió- De hecho no sé por qué lo hiciste.
No te hagas el tonto. Mario me pidió que cambiara a Borja de equipo y no sé porque pero sospecho que todo esto es cosa tuya. ¿Que pretendes conseguir con todo esto? ¿Que eche a Alex del equipo? Bien, ya lo has conseguido. ¿Ser tú el capitán? Ya lo eres. ¿Ahora qué?
Daniel se abalanzó sobre él, lo rodeó con los brazos por el cuello y juntó sus caras lo máximo posible.
- Ahora te quiero a ti -dijo.
Julio no aguantó más. Juntó sus labios a los de Daniel y lo besó con fuerza, ignorando la herida que Alex le había provocado. Restregó su cuerpo al del muchacho y llevó sus manos hasta su culo, quería hacerlo suyo de nuevo. Lo tumbó sobre el escritorio y siguió besándolo. Daniel le mordió el labio con fuerza y Julio dejó escapar un grito, el rubiales pudo sentir como la sangre volvía a emanar de la herida y mojada sus labios. Tenía un sabor extraño, casi metálico, que le gustó.
De repente, la puerta se cerró. Julio soltó a Daniel y dio un paso atrás. ¡Los habían pillado! Corrió a ver quien lo había pillado con las manos en el rubio, pero no encontró a nadie. Se había esfumado de allí.
Mierda -dijo- Sabía que esto no era una buena idea.
Tranquilo -dijo Daniel.
¿Cómo quieres que me calme? No es tu trabajo ni tu familia lo que está en juego. Toda mi carrera se puede ir a la mierda.
Daniel se levantó del escritorio, se pasó el dedo pulgar por el labio, lo tenía lleno de sangre. Se lo chupó con descaro y luego se dirigió hacia su profesor.
- No pasa nada, si alguien del equipo nos vio ya me las arreglaré para que no diga nada. Tú relájate.
Julio se quedó en silencio un buen rato mientras Daniel intentaba consolarlo.
- Será mejor que te vayas -dijo al fin.
--El día siguiente--
Luis rastreaba su canción preferida en el iPod, no la encontraba. Buscó nuevamente y por fin la encontró. El sonido pegajoso de Queen empezó a inundar sus oídos Se apretó un poco más las zapatillas y echó a correr. Solía reservar las mañanas de los sábados para hacer ejercicio Siempre seguía la misma ruta, atravesaba la ciudad hasta llegar a las faldas de la montaña, luego se internaba en el bosque para empaparse un poco de naturaleza.
El mundo no tardó mucho en desaparecer para Luis. Recorría el bosque a gran velocidad, esquivando arboles y piedras. Cuando el tramo se hizo un poco más recto y heterogéneo, aumentó la velocidad. Cerró los ojos un momento sin dejar de correr. Entonces sintió el golpe. Abrió los ojos deprisa, pero ya era tarde. Lo ultimo que vieron sus ojso fue el suelo.
- ¿Estás bien? -preguntó una voz masculina.
Luis se quejó desde el suelo. Se llevó las manos al tobillo izquierdo, estaba hinchado. Sus rodillas sangraban debido a la rodadura con el suelo.
- ¿Te he hecho daño? -insistió el joven.
Luis se incorporó como pudo y le lanzó una mirada furtiva a su "agresor". Entonces lo reconoció. Era Marcos, el chico que había conocido hacía unos días en la estación de autobuses. Marcos estaba muy diferente a la ultima vez que se vieron. El paraguas, el abrigo y los cigarrillos de chocolate habían desparecido. Estaba completamente sudado y solo vestido con un pantalón corto y unos playeros. Las gotas de sudor corrían furiosas por su torso desnudo y se perdían al llegar al ombligo. Marcos ganaba mucho desnudo, pensó Luis.
¡Lo siento! -dijo el guapo agresor.
¡Ah! -exageró Luis tocándose la rodilla, por algo era un futbolista.
¡Lo siento! -volvió a repetir el muchacho cada vez más asustado.
Me has jodido la rodilla -le reprochó Luis.
Pero... Pero... Tú venías con los ojos cerrados.
Mirada furtiva.
¡Lo siento! -repitió por tercera vez.
¡Por lo menos ayúdame a levantar!
Marcos rodeó a Luis con sus brazos, éste a su vez sintió somo sus cuerpos sudorosos se unían. Marcos estaba pegajoso debido al sudor, pero no era algo desagradable, todo lo contrario... El sudor hacía su piel más suave, más brillante, más apetecible. Sus dedos se resbalaron por la espalda al intentar sostenerse de Marcos. Era una espalda fuerte y bien formada que Luis apretó con fuerza. Se logró poner de pie, aún apoyado sobre Marcos.
¿Puedes caminar? -preguntó Marcos.
Creo que sí.
Luis dio un paso y sintió como su pierna le fallaba, Marcos se apresuró a cogerle, pero los dos acabaron uno encima del otro. Marcos sintió el contacto del suelo con su espalda y luego el de Luis sobre su pecho. El placer que le produjo el sentir al guapo capitán encima suyo hizo que las piedras que se le clavaban en la espalda desaparecieran.
Ambos se quedaron quietos y en silencio, sólo el palpitar de sus acelerados corazones rompía el momento. Luis seguía encima suyo, su aliento le acariciaba la cara y su entrepierna rozaba la suya disimuladamente. Marcos se perdió un buen rato en la sonrisa del capitán. Entonces se quedaron aún más quietos como si esperaran que el otro diese el primer movimiento, que alguno se atreviese a dar el primer paso.
Marcos levantó un poco la cabeza a la ves que cerraba los ojos. Luis se preguntó si debería besarlo, pero tenía miedo de estar malinterpretando las intenciones de su nuevo amigo. Finalmente junto sus labios a los de Marcos, éste se dejó besar. Luis intentó colar su lengua en la boca del muchacho, fue una tarea difícil pero no imposible. Marcos se resistía al principio, pero la lengua de Luis hizo que se fuese soltando poco a poco.
Luis se separó del cuerpo de Marcos y, arrastrándose por el suelo, consiguió sentarse. Marcos se subió encima suyo quedando sentado sobre sus piernas. Luis recorrió su torso sin disimulo, tendiéndose en sus pezones jugositos, los pellizco una poco y luego los acarició. Juntaron sus labios y esta vez fue la lengua de Macos la que se apoderó de la boca del capitán, cosa que a Luis no le desagradó.
Un mordizco en el cuello fue suficiente para que Marcos dejase escapar un aullido de placer que pasó desapercibido para Luis. Pero estaban al aire libre, no había tiempo para tonterías. Luis giró a Marcos, se levantó como pudo e hizo que su inesperado amante se diese la vuelta y se apoyara sobre un árbol Le bajó el pantalón con brusquedad y descubrió que el chico no llevaba gayumbos.
Un culo sudado y totalmente depilado lo saludó con descaro. Luis lo acarició un poco y luego le dejó caer un azote. Paseó su pulgar por la raja del muchacho de arriba a abajo antes de decidirse a entrar. Él Le dijo que abriese las piernas todo lo posible. Su culo quedó totalmente abierto mientras esperaba a que se la metieran. Sintió su lengua fría tocándole las nalgas y luego el ojete, era su primer beso negro. Saboreó los gluteos de Marcos y los devoró.
Marcos gemía y le pedía que se la metiera ya, pero él seguía lubricandole el ano con su saliva. Escupía en su ojete y luego en sus manos para lubricarse la polla. Luis la metió rapidamente consiente de que podía aparecer alguien en cualquier momento. El orificio de Marcos se resistió al principio pero poco a poco fue cediendo ante el empuje de la polla de Luis. Entonces comenzó un mete saca que era cada vez más y más veloz. La polla de Luis se colaba casi entera entre el culo de Marcos mientras este gemía.
Siguió metiendola y sacándola unos minutos, cuando creía que estaba a punto de correrse escuchó unos pasos. Marcos se separó de él como pudo y ambos salieron corriendo.
¡Corre! -gritó Luis entre risas.
¿Y tú pierna? -preguntó Marcos.
Luis sonrió y le dijo entre jadeos:
- ¿Qué pierna?
Continuará...
Hola amigos. Siento haber tardado tanto en publicar este capitulo, ya sabéis: escuela, examenes, trabajos, más exámenes .. Estoy hasta arriba. Lo bueno (o no tanto) es que Fuera de Juego se acerca a su final, solo dos capítulos no separan del final de la historia.
El próximo capitulo será emocionante y seguro os deja con la boca abierta. Todas las tramas están a punto de culminar y os prometo que cada quien tendrá lo que se merece, aunque habrán sorpresas. ¿Estoy hablando demasiado? jajaja
Recuerda que me interesa saber tu opinión y que tienes diferentes formas de hacermela llegar.
Un abrazo.
--Lollipop16--