Fuera de clase (16)
... este si es el final...
Me mandaron a Zaragoza capital, donde entre a trabajar en un instituto muy tranquilo, llevo un par de años trabajando aquí, y no hay un momento en el que olvide de donde he venido y por qué, no hay un segundo en el que maldijera el nombre de aquel hombre.
El director cumplió su palabra, me solía llamar los sábados y hablarme de la semana de Irene, por lo visto no había vuelto a tener pareja, cosa que ella me confirmó una y otra vez.
En la carta que le di aquel triste día le puse mi número de teléfono, para que me llamase, tanto cuando se sintiera sola, como cuando necesitara algún tipo de ayuda, me llamaba casi todos los días y nos tirábamos las horas y las horas hablando.
No dejaba de repetirme que no me había olvidado, que me seguía amando, aunque nos despidiéramos simplemente por teléfono me sentía fatal, de no tenerla, de no poder abrazarla como antes.
Yo tampoco la pude olvidar, no volví a tener pareja, probé mucha gente, pero solo con mirarles me daba cuenta de que no iba a ser nada comparado con lo demás, así que si tuve algo con alguien solo duró horas.
Cada vez que me encontraba sola los recuerdos invadían mi cabeza, su mirada, su cara, su sonrisa, su cuerpo, su manera de amar, de tocar, todo, lo recordaba todo, y en esos momentos creo que era cuando nuestra conexión se hacía más fuerte, la sentía junto a mí.
Helena se casó hace un par de meses, después de confesarle a su marido todo lo que hizo, y conociendo a Helena me di cuenta de que no lo volvería a hacer jamás. Ingrid se montó su buffet, ha tenido bastantes parejas, aunque en cierta ocasión me dijo que quería probar nuevas experiencias.
Kike, probablemente fue el destino o la venganza de Irene, pero se tuvo que marchar del instituto a los dos días, siendo odiado por todos los alumnos y alumnas, me dijeron que en cuanto todo el centro se enteró de que posiblemente me tuve que ir por su culpa se le echaron encima, y que todos lo pasaron muy mal cuando se enteraron de que no iba volver, no se si es exageración del director, pero hicieron algo así como una huelga.
Irene me llamó hace tres días, era miércoles, diciéndome que se iba a venir a estudiar a Zaragoza capital, ella me dijo que podríamos vivir juntas, retomar el tiempo perdido, que además de estudiar trabajaría para que pagáramos el piso entre las dos.
Por lo visto en cuanto se enteró de que había pasado la selectividad decidió venir aquí, me echaba de menos tanto como yo a ella, la noticia me alegró el día. Me dijo que debíamos quedar para hablar, solucionar problemas, y reforzar la confianza, lo nuestro ya no era imposible.
Quedamos el jueves, y con la cosa de que estamos en verano, ni ella ni yo teníamos clases, buscamos un bar donde quedar. Entré en aquel local, totalmente nerviosa, recordando la primera vez que nos encontramos, para darle aquel cuaderno, la diferencia era que hacía mejor tiempo.
Estaba sentada en una mesa, se veía más mayor, sin duda esos dos años les habían sentado de maravilla, estaba sola, mirando hacia la nada, estaba contando los segundos que llevaba de retraso. Por fin decidí acercarme a ella, me miró, era la misma, su mirada se llenó de felicidad, su boca se abrió enseñando esos preciosos dientes, ya era una mujer, yo no supe reaccionar, ¿y si al hablar ya no era la misma?:
llegas tarde y no saludas, ni te disculpas - sin duda quería hacerme ver que era la misma.
Irene, lo siento, pero creo que todavía no es tarde para nada ¿verdad?
Pues tienes razón Carmen, siéntate y comemos.- seguía cazando las indirectas, era sin duda la misma Irene, pero era más responsable por lo visto.
Ante aquella frase sonreí, no lo pude evitar, pero es que era exactamente todo igual, lo que más me dolía de irme, era perderla, y no solo físicamente, si no su manera de ser, su forma de hablar, pero al estar toda la comida hablando, tranquilamente como antes, me di cuenta de que todo seguía igual.
Vi que me seguía amando como yo a ella, que quería estar conmigo, también pensé que se apagaría el fuego, pero me demostró que no, me juró y me perjuró que seguía sintiendo lo mismo por mí que antes de irme, pero de todos modos decidí enfadarla un poco:
mira, Irene, no creo que me sigas amando igual, han pasado dos años, eres joven, no hace falta que me engañes para conseguir un piso donde estar, podemos compartirlo sin ser pareja - de repente sus ojos se llenaron de rabia, de coraje.
¿tú te crees que yo te he llamado casi todos los días en dos años para conseguirme un piso? ¿crees que he podido olvidarte? ¿Qué no he rechazado miles de oportunidades? Pues si, lo he rechazado todo, porque pensaba que lo nuestro podría persistir, pero por lo visto eres tu la que has cambiado - bajó la mirada, era exactamente igual, estaba muy sorprendida, no podía verla así, mi corazón me lo impedía.
Que tonta eres, sigues siendo una niña,- dije cogiendo su mano- si supieras lo que yo te amo, cuantos viernes me he tenido que ir de mi piso por miedo a la soledad, han estado Ingrid y Helena, pero al final me he ido, porque esté quien esté, si no estas tu estoy sola.- levantó la cabeza, me miró con una gran ternura.
Te amo Carmen, de verdad sin ti no he podido ser la mitad de mi que cuando estabas tu.- acarició mi cuello, sentí de nuevo esas mariposas que con nadie que no fuera ella volví a sentir, sentía arder mi vagina, sentí el amor que solo sentía cuando nos comunicábamos por teléfono.
Como no vengas esta noche a dormir a casa me muero, necesito estar contigo el resto de mi vida, y quien dice a dormir, es a vivir.- en ese instante el tiempo que marcó nuestras distancias se acortó, todo el dolor que habíamos vivido mereció la pena, volvíamos a estar juntas, y entonces fue cuando volví a sentir su boca, los labios que me habían embrujado, su textura, el sabor de su boca, sus manos acariciando mi cuello, acercándome más a ella, profundizando el beso.
Ese momento fue perfecto, había pasado mucho tiempo desde sentí por ultima vez esa felicidad, incluso si me lo hubiera propuesto podría haber flotado, volvimos a estar unidas en una misma persona, creo que jamás dejamos de estarlo.
Acabamos de comer y decidí que fuéramos a algún lugar, ella me dijo que le gustaría ver a Ingrid y a Helena, yo acepté su proposición. Seguimos hablando, contándonos todo lo que nos había sucedido, pero esta vez en persona, no necesitábamos usar ningún móvil.
Sutilmente se acercó a mi, cogió mi mano, algo que no me esperaba, seguía siendo tan tierna, la miré sonriente y ella me devolvió la sonrisa con una mirada llena de amor, no sabía como podía haber estado tanto tiempo sin ella.
Cuando llegamos a casa de Helena ni se lo esperaba, la vio y le dio un gran abrazo, se cambió rápidamente mientras le contaba su vida a voces, algo típico en Helena, y salimos para encontrarnos con Ingrid.
Fuimos a su buffet, Irene ya lo sabía, se lo conté en una ocasión por teléfono, se dio a si misma la tarde libre y nos fuimos de copas las cuatro:
Carmen, Irene, me alegro mucho, de verdad, yo me imaginaba que tarde o temprano os encontraríais de nuevo, pero no me imaginé que siguierais sintiendo lo mismo, creí que con la distancia se apagaría el fuego.- dijo Ingrid.
Anda, no seas tonta, estaba claro que las llamadas diarias que recibía eran de Irene, estando en contacto no se podía apagar el fuego.- dijo Helena.
Ya, pero no se como ambas han aguantado dos años sin tener relaciones.- dijo Ingrid, esta vez dejó bien claro que quería saber si Irene había estado con otras personas.
Perdona que te lo diga Ingrid, me hubiera sido imposible haber estado con otra persona, nadie, he conocido a mucha gente en estos dos años, pero con nadie he tenido la conexión que tengo con Carmen.- dijo mientras comenzó una caricia en mi pierna bajo la mesa.
¿ves? No todo es lógico, mi matrimonio no era lógico, sin embargo estoy felizmente casada.- decía Helena siendo un poco irónica.
De todas formas recuerda que Ingrid es abogada jajaja, por si acaso, que acabamos de demostrar que no todo es lógico.- dije intentando quitar peso, respondí la caricia de Irene.
Jajaja- reímos todas.
Cada mirada, cada caricia que Irene me daba me calentaba mucho, sus sonrisas me hacían darme cuenta de que ahora no había ningún problema, que todo iba a ser mejor, ella era igual, pero seguía necesitando hacer la ultima prueba, quizá había olvidado lo aprendido, quizá por no haber vuelto a hacer el amor se había olvidado, aunque la primera vez nadie la enseñó y era una maestra en el arte.
Nos fuimos calentando cada vez más, Helena se tuvo que marchar, Ingrid se fue con ella, ya que había pasado dos horas y tenían que arreglar otros asuntos, o fue por eso, o porque se dieron cuenta de que necesitábamos estar solas.
Habían segundas intenciones en cada frase que decíamos, aguantábamos las ganas de besarnos, cosa que nos era casi imposible, era maravillosa, nunca lo dudé, pero era lo mejor que me había pasado.
Cuando por fin llegamos a mi casa, soltamos sus maletas en el recibidor y con solo una mirada entendimos lo que iba a pasar, lo soltamos todo, era como si estuviéramos hipnotizadas de nuevo, éramos solo ella y yo.
Nos acariciamos, acabamos de reconocernos, ambas estábamos como impresionadas de estar de nuevo juntas, cuando escuché una frase de su boca, creo que pensó en voz alta:
Carmen, te quiero, te deseo.
Escuchar esa frase me calentó aun más, sus manos que acariciaban su espalda comenzaron a bajar, ahora acariciaban mi trasero, mientras las mías marcaban su rostro, nos acercamos y comenzamos a besarnos.
Nos fundimos en ese beso, la temperatura de la habitación se elevó, ella apretaba mi culo, me acercaba a ella, quería sentirme, mis manos se colaban bajo su camiseta como en otros tiempos, tocaba su suave piel, recorría su costillar hasta llegar a sus pechos, al apretarlos gimió,
Nos separamos un momento y nos fuimos al cuarto, cerré la puerta cuando noté que besaba mi nuca, sus manos descendían por mi vientre, iban al centro de mi ser, yo sentía un gran placer.
Mi pulso se aceleró a la par que mi respiración, mi cuerpo se retorcía mientras sus manos bajaban sin piedad, mientras su boca me mordía, me besaba, me volvía a tener.
Desabrochó el botón de mis vaqueros y coló su mano en mi vagina, yo me deshacía del placer de sentirla, y de sentir como su otra mano jugaba con mis pechos, pellizcaba mis pezones.
Comenzó a darme un masaje en el clítoris, el placer me inundaba, no podía dejar de gemir, y ella sonreía, sabía que necesitaba eso desde hace mucho tiempo, esta apunto de correrme cuando saqué fuerzas y me di la vuelta.
Nos miramos llenas de pasión, la lujuria marcaba nuestros cuerpos, me acerqué a ella, no besé su boca, me acerqué lo suficiente para provocarla pero decidí darle su medicina. Comencé a besar su cuello, ella suspiraba, lamía su cuello mientras con mis manos, de nuevo bajo su camiseta, masajeaban sus pechos.
Ella estaba tan excitada que ya gemía, quité su camiseta y comencé a besar su vientre, subía, bajaba, lamía cada rincón de ella y ella disfrutaba como una niña de sentirme, quité su sujetador y me reencontré con esos dos maravillosos pechos.
De nuevo volvían a estar en mi poder, los contemplaba asombrada de su perfección:
adelante, sabes que nunca te han dejado de pertenecer, sabes que siempre he sido tuya.- dijo sonriéndome divertida.
Yo no le contesté, directamente besé el nacimiento de estos, sintiendo como a cada centímetro de piel que avanzaba esta se erizada, como ella enloquecía cada vez que besada sus senos, la deseaba, sin duda ella lo sabía.
Llegué a sus pezones, comencé a lamerlos, ella gimió, estaba rebosando en el placer, me comía sus pezones como si se fueran a acabar en cualquier momento, tenerla casi a punto de correrse me volvía loca.
La tiré a la cama donde quité sus pantalones, antes de comenzar a comérmela subí a besarla, estábamos tan calientes que nos retorcíamos de placer, nuestras lenguas estaban totalmente enredadas, nuestras manos navegaban por nuestra piel sin rumbo.
Bajé lamiendo su cuerpo, dando pequeños mordiscos que la enloquecían, cuanto más me acercaba a su monte de Venus mayor era la intensidad de sus gemidos, hasta que por fin llegué.
Quité su tanga mientras ella no dejaba de gemir, de suspirar, aquel olor, me encantaba aquel olor, me enloquecía, tuve que comenzar a besar su vagina, su sabor seguía siendo el mismo, era un exquisito manjar.
Pasaba mi lengua desde abajo a arriba, mientras ella gemía, arqueaba su espalda, estaba cerca del orgasmo y eso no había echo nada más que empezar metí mi lengua en su vagina, entonces fue cuando dio un gran gemido.
Colé mi lengua hasta lo más profundo donde pude llegar, saboreando aquella divina bebida, sus paredes ya se encontraban tensas. Saqué mi lengua y comencé a castigar su clítoris, lo besaba con ternura, le daba mordiscos, lo chupaba, lo sorbía.
Me dejé llevar de nuevo sin acordarme de que estaba apunto de explotar, al instante recordé aquel ultimo encuentro, y le di la vuelta, la puse boca abajo, subí a su nuca y bajé su espalda dándole besos caricias.
Entonces llegué a su precioso culo, me chupé un dedo y se lo metí, ella estaba casi corriéndose ya, metí tres en su vagina y con el pulgar chocaba su clítoris, me puse casi sobre ella, de manera que al hacer movimiento intensificaba las penetraciones.
De repente sus paredes vaginales comenzaron a tener una serie de fuertes contracciones, ella gemía mientras yo observaba lo maravilloso que era aquel momento, su respiración, su pulso estaban al máximo, los fluidos vaginales aumentaron.
Cuando por fin se tranquilizó, se dio la vuelta y yo bajé a lamer todo lo que había salido, pero antes de darle aquel pequeño masaje para relajar su vagina ella me paró, me subió hasta su cara y me dijo:
cariño, no sé como he podido aguantar tanto tiempo sin ti, nunca te voy a dejar, estoy loca por ti.- entonces me emocioné tanto que no pude hacer otra cosa que besarla, un beso lleno de pasión.
Ella aprovechó ese momento de debilidad para tumbarme, mientras continuábamos el beso ella acariciaba mi cuerpo, subió mis dos brazos, los cogió con una mano para inmovilizarme y bajó besando mi cuello.
Cuando iba a bajar al nacimiento de mis pechos, ya excitados, subió a mi oreja y comenzó a darme pequeños bocaditos que me estaban poniendo a cien, la mano que le quedaba libre masajeaba mis pechos.
Yo no podía hacer otra cosa que gemir y rozarme con su pierna, estaba muy caliente, esa niña no había perdido facultades.
Comenzó a comerse mis pechos, en ese momento soltó mis manos, mientras chupaba uno de mis pezones masajeaba el otro con una mano y desabrocha mi pantalón con la otra.
Comenzó a meterme dos dedos, y masajear mi clítoris mientras seguía con mis pezones, yo estaba llegando al orgasmo, sentía un placer tan fuerte que clavaba mis uñas en su espalda desnuda, no podía dejar de gemir.
Entonces quitó mi pantalón de manera salvaje, quitó mi tanga como una fiera y comenzó a comerme como si estuviera en celo, yo estaba en el cielo, me retorcía de placer, era todo tan intenso mis gemidos ya parecían gritos, aun así ella no dejaba de hacer su labor.
Entonces sin yo esperármelo me dio mi propia medicina, metió dos dedos en mi culo, tres en mi vagina, que ya estaba totalmente tensa y siguió chupando mi clítoris. Aumentaba el ritmo cada vez más y yo no pude aguantar mucho.
Me corrí como hacía mucho tiempo que no me corría, a pesar del sexo tan salvaje que acabábamos de tener, ella lamió mis fluidos con delicadeza, yo terminé destrozada, ambas estábamos sudando.
Subió a mi cara, no hacía falta que dijéramos nada, todo estaba claro,con solo una mirada nos dijimos que no habíamos cambiado, que esta vez todo iba a salir bien, nos besamos de nuevo, era maravilloso tenerla aquí, con total tranquilidad, sin miedos, sin importarnos el tiempo, ahora todo sería diferente. Aun así le dije:
ahora si estoy completa, soy totalmente yo, y si esto es cada noche creo que no voy a tener problemas para conciliar el sueño.- ella que estaba tendida a mi lado, sobre mí, acariciándome, me miró y sonrió.
jajaja tampoco pasaremos frío, creo que hasta el día de hoy ambas estábamos congeladas
tienes razón, además creo que hemos demostrado que lo del agua como factor imprescindible en nuestras relaciones era mentira jajaja.
¿todavía de acuerdas? Pensaba que ya te habías olvidado.- dijo sorprendida.
Nada que tenga que ver contigo se me ha olvidado.- entonces cogió mi mano y vio el anillo que me dio en el coche.
De verdad que te amo, por favor no me vuelvas a dejar.- dijo aferrándose a mi, aun seguía teniendo ese toque inocente.
Sabes que jamás te he olvidado - me puse de lado, mirándola y la besé, sonreímos y nos quedamos abrazadas, durmiendo
Creo que el destino nos compensó con creces, todo fue mejor desde aquel día...
A todos los que han seguido mis relatos muchas gracias, sin vosotros no hubiera sido lo mismo, os lo agradezco de todo corazón. Este es el final que queríais, y os lo he dado, os quiero mucho tanto a l@s que me están leyendo desde el principio, como a l@s que se han incorporado después, a los crític@s y l@s que me felicitan, os aprecio muchísimo, sin gente como vosotros, con ganas de leer y que siente perfectamente lo que quiero expresar, no hubiera sido lo mismo.
Desde España, un saludo y un abrazo.