Fuegos de Iial. Cap. 1

Malik encuentra a Ionua

Advertencia: Este relato contiene escenas de sexualidad gráfica, esclavitud y puede que algunas otras cosas que pueden ofender a una persona religiosa. Si está bajo la edad legal que lo permite no lo lea. Si se siente ofendido por este tipo de relatos no lo lea. Si no le gusta el relato y se siente ofendido por él, no recurra a mí.

Este primer capítulo del relato no tiene argumento y es apenas un retozo sexual en los bosques. Tuve problemas para añadirle un argumento hasta más tarde, este es el único capítulo del relato que vale la pena publicar. Si le gusta y quiere leer las otras 21.000 palabras que he escrito que son trabajos en ejecución, visite mi web en http://members.aol.com/durpost. Si le gustan los relatos lo bastante como para halagarme envíeme un correo electrónico. Mi web también tiene mucha información sobre magia, tierras e información de entorno del mundo en el que se sitúa esta historia, así que si le va leer este tipo de material vaya por allí.

En todo caso aquí está:

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Fuegos de Iial

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Por Peter Wright (C)opyright 1999. Traducido por GGG. Setiembre de 2000

Capítulo 1

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Oscuro y lleno de presagios el bosque se extendía frente al caballero sin armadura. No estaba preocupado, su caballo, aunque no era el real y verdadero caballo de guerra que le seguía detrás, le había servido en numerosas campañas. La yegua pálida sabía como usar sus cascos herrados en hierro con habilidad. Si ella no se hacía con algún atacante lo suficientemente estúpido para acercarse, su espada y su escudo afilado lo harían.

Los rayos de sol se filtraban a través de la bóveda superior, proyectando sombras profundas, en las que puede esconderse el desafortunado bandido. El camino estaba cubierto de arbustos cargados de fruto, pero el caballero no se detuvo, todavía. De camino a un torneo, otras dos bestias seguían a su caballo. Una era una cargadora musculosa, perfecta para las justas, y el campo de batalla. La otra era como su montura, pero servía como animal de carga y llevaba su armadura plateada y los suministros. Las lanzas eran demasiado pesadas para que las llevara un caballero viajando solo, y la flecha de madera dura del arma tendía a romperse en una justa.

Varios tramos del camino pasaban delante de los árboles a lo largo de un lado del camino adelgazado, formando un prado. Malik, el caballero, tiró del caballo para detenerlo; ojos verdes escudriñaron los árboles. Este prado no estaba aquí la última vez que viajó por los caminos del bosque. Cauteloso y alerta, decidió desmontar e investigar el nuevo claro. Sacando el cinturón de su espada del cuerno de su silla, se lo ciñó a su cintura, sin esperar a ponerse la armadura salvo su yelmo y escudo afilado.

La precaución ilumina sus pasos, el miedo se aloja en su pecho cuando piensa en la magia que podría formar una pradera en un bosque tan espeso. Sólo su escudo tiene los hechizos necesarios para protegerle de la magia combativa. Pero se lo echa a la espalda y camina más allá del último de los árboles, dentro del prado.

Se ve forzado a proteger sus ojos del cambio de luz, maldiciéndose a sí mismo por no haber ido más despacio, pero el paso está dado. Se encuentra entre los últimos árboles y examina la pradera, percibiendo, en primer lugar, su gran superficie. Al menos la longitud de un campo de torneo en diámetro. Un círculo perfecto y eso aumenta la precaución en su persona. Está casi indefenso contra la magia, pero conoce algunos trucos para defenderse de un mago pícaro.

Nada de lo que ven sus ojos es peligroso, todavía. Se detiene a recordarse a sí mismo que el 'todavía' es lo más importante. Se agacha para examinar la hierba. Arreglada y cortada recientemente, con un plano superior áspero que no resulta natural. La hierba no crece en el bosque, al menos no en un bosque tan profundo. Su mente establece, el prado se ha formado en el último mes desde que recorrió el sendero del bosque; la hierba ha crecido espesa, y ha sido bien cuidada. Definitivamente es cosa de magia, y, definitivamente, algo que debe investigarse. Su señor y amo, el duque de Iial, es dueño de esta tierra. Su deber como caballero de Iial es investigar, y entregar a la justicia del duque a cualquier invasor o bandido. Pero la magia no es algo con lo que pueda enfrentarse.

Mirando de nuevo, el único ocupante del prado es un poste. De pie en el centro exacto, cosa rara, obviamente mágica. Hecho de madera recta y pulida, elevándose 12 pies (3,6 m) hacia el cielo, y al menos un pie de grosor (0,3 m), posiblemente más. Malik retrocede, sabiendo que tiene que investigar, pero no queriendo hacerlo sin prepararse.

Su suspiro es ligero cuando camina hacia su caballo de equipaje. No quiere tomarse el tiempo de ponerse la armadura, pero no se atreve a ir sin ella. El acero, hecho de hierro, puede desviar o amortiguar cualquier magia. Y él lo ha pulido hasta que casi brille como un espejo para el torneo, lo que añadirá algo de protección. A regañadientes se pone la pesada cota de mallas. Proporciona protección contra las flechas y otros proyectiles menores. Ojalá tuviera la espesa, mágica placa que llevaban los Caballeros del Dragón. Un movimiento de hombros ligero y experimentado sitúa la cota de malla sobre su amplio pecho, y sobre el chaleco almohadillado de su armadura. El chaleco es grueso con almohadillado, utilizado para suavizar cualquier golpe que se produzca sobre la cota de malla, proporcionando una protección efectiva contra flechas no diseñadas para perforar el chaleco y la malla. No se toma la molestia de colocarse los pantalones de malla, atando sus cuissarts y grevieres directamente sobre los pantalones.

Siguen rápidamente el brillante peto de acero y los grieves. Finalmente se asienta el yelmo y tira de sus guanteletes. Pasando un paño sobre la placa para limpiar las huellas de dedos, consigue todo el brillo posible de la lisa superficie, súbitamente satisfecho de haber pagado al herrero suficientes marcos para hacer que su armadura parezca casi nueva. Se encamina hacia su bestia cargadora, previamente montado con silla y riendas. La mejor manera de llevar las tachuelas decoradas para un caballero solo es sobre el caballo que las llevará. "Bien Shadow, veamos si podemos conseguir nosotros mismos que nos maten antes del torneo." Agarrando el cuerno de la silla que monta, afloja su espada y su cinturón para permitirle extraerla rápidamente y cabalga con el gran caballo de guerra negro hacia el claro. Dejando los otros dos desatados para el caso de que no volviera. Están bien entrenados para no correr a menos que algo le ocurra a Malik.

Shadow camina lentamente en el prado. Uniendo el nerviosismo del jinete y sus propias sensaciones, le advierten que este lugar no es natural. Expulsando casi a Malik de su grupa al ponerse de manos cuando cruza hacia el prado, el caballo se calma cuando los cuatro cascos se asientan en la hierba espesa. El levantamiento de su caballo preocupa más al caballero. La magia que hizo el claro aún se manifiesta en los bordes, lo que quiere decir que el mago está aún por los alrededores, o el prado fue creado el día anterior. Un utilizador de la magia no puede concentrarse en más de un hechizo a la vez, y solamente los más poderosos pueden vincular el hechizo a un lugar o un objeto. Un súbito temor atenaza la garganta del caballero, esperando no correr hacia un mago que pueda hacer eso, pero se traga su temor. Ahora está comprometido y su temor solo estorbaría sus acciones.

Describiendo círculos alrededor del prado, permaneciendo alejado del poste, detiene su caballo para obtener una vista del otro lado. Malik grita ligeramente ante lo que ve. Una sonrisa se forma en sus labios, bajo el visor del yelmo. De pie atada al poste hay una mujer. Una que había pasado la edad de consentir pero no por mucho. Su piel era aún firme y suave, según lo que podía apreciar. Desde el punto ventajoso de la cima de su alto caballo de guerra, Malik tenía una buena vista; la mujer atada no llevaba ni un punto de ropa salvo lo que la ataba al poste. Tirando de las riendas y golpeando levemente a su caballo con sus espuelas, Shadow caminó majestuoso hacia la chica. En una inspección más cercana y desde el frente, el caballero vio que ella llevaba algo. Una venda de cuero estaba atada alrededor de sus ojos. Una gran bola de cuero mantenía su boca ligeramente abierta y estaba atada firmemente dentro. La correa de cuero daba la vuelta por debajo de su largo pelo rojo.

Había más cuero en su cuerpo. Encajando su garganta había un collar de cuero de pulgada y media (3 cm), sin hebillas o cierres visibles, solo los tres anillos en forma de D unidos al cuero negro, posiblemente un cuarto escondido bajo el pelo. El cuero estaba cubierto con runas, oscuras y combinadas en la lustrosa y pulida superficie negra, las runas solo podían ser vistas por una persona que observase con cuidado. Los finos tobillos de la mujer también estaban atados con bandas de cuero a juego, de dos pulgadas (5 cm), como en el collar no se podían encontrar ni cierres ni hebillas, el único metal era los cuatro anillos en D. Malik no podía ver sus muñecas, atadas detrás de ella y al poste, pero estaba seguro de que llevarían cuero a juego. Desde los grilletes de los tobillos y por la parte de atrás del poste iban varios tirantes, separando sus piernas y atándolas al lateral del poste.

El fuerte caballo negro, no sintiendo peligro ahora, y con su jinete interesado en la chica, patea el suelo y bufa para mostrar su irritación al haber sido montado cuando la acción implícitamente prometida ha desaparecido. La chica oyendo finalmente al caballero empieza a tirar de sus ataduras. Sus intentos son sin convicción, haciendo relucir su cuerpo desnudo por la transpiración. Obviamente lo ha estado intentando desde que fue atada al poste. Tomando una decisión de la que espera no arrepentirse, Malik decide hablar a la chica con la esperanza de obtener la información que necesita sobre el prado para presentarla a su duque.

"Bien, ¿qué tenemos aquí?" le dice Malik a la chica aún amordazada. "Una linda damisela y definitivamente en peligro." Mordiendo la mordaza la única respuesta de la mujer es un atenuado, "murph."

Desmontando a Shadow, Malik tiene la oportunidad de ver de cerca a la chica, más cerca ahora. Sus ojos vagan sobre sus grandes pechos, centrándose en sus pálidos pezones, ligeramente más oscuros que su agradable piel. Los ojos verdes abandonan los montículos bien dimensionados cuando se fijan en su cintura elegante y musculosa y en su vientre. Una sonrisa se dibuja en sus labios cuando consigue una buena vista de su femineidad, completamente descubierta de cualquier cabello que pudiera esconderla de la vista.

A regañadientes alcanza con sus manos la parte de atrás de la cabeza de la muchacha y suelta la hebilla que retiene la mordaza. Se asegura de que el metal de sus guanteletes no haga presa en su pelo cuando retira la mordaza de su boca. Sus dedos retiran la venda de cuero almohadillada de sus ojos. Dándole la oportunidad de ver quién está ante ella. No hay nada que pudiera identificar al caballero, salvo la armadura que lleva.

"Ahora muchacha, deberías contestar a mi pregunta. Este lugar ha sido hecho, obviamente, por la magia." Levanta la mordaza de nuevo, "y si eres una maga, di una palabra mágica y esto volverá a su sitio. Sé lo bastante de ese lenguaje para reconocerlo con la suficiente rapidez para detener cualquier hechizo que puedas lanzar."

Respirando profundamente, la mujer atada piensa en su respuesta. "Señor, desáteme y le contaré todo lo que desea saber." Mira al caballero, con ojos verdes brillantes y expresivos, candentes como esmeraldas bajo el sol.

Agitando la cabeza, y quitándose los guanteletes, Malik responde. "No." Dice con brusquedad, "No hasta que sepa más. Puedes empezar por decirme tu nombre, y que estás haciendo atada a este poste." Su voz es áspera y autoritaria, acostumbrada a mandar en el campo de batalla.

Los ojos de la muchacha relampaguean con súbito temperamento, "¿Qué es lo que parece?" Dice encendida de ira. "Estoy atada a un poste, desnuda. En un prado creado por la magia." Su ira se aplaca rápidamente, y vuelve a respirar profundamente.

"Ionua es mi nombre." Dice con los labios apretados, deja caer su cabeza, agitando su largo pelo. Cubriendo sus pechos y vientre con las largas trenzas de su lacio pelo rojo. "En cuanto a que por qué estoy atada a este poste." Mira hacia arriba y clava su mirada en el caballero, "Estaba descuidada, y una rival celosa me capturó. Me ató aquí para eliminarme de la competencia."

Malik levanta su mano y la pone en el carrillo de la muchacha. Sus dedos desnudos acarician una línea a lo largo de su mandíbula. "Así que Ionua, ¿tienes una rival poderosa? Y otra mujer." Piensa un momento, considerando esta pregunta retórica y sin esperar respuesta, pero se produce.

"No, no es poderosa." La muchacha casi grita su respuesta, sus ojos verdes relampaguean con ira, y frustración.

"¿No es poderosa? ¿Qué es entonces? No intentes hacerme creer que este prado fue hecho por una bruja de poca monta."

Ionua mueve la cabeza de nuevo, descubriendo sus pechos debajo de su pelo suave. "No, señor. No es poderosa. Pero tiene amantes poderosos. Debe haber llegado a un acuerdo para hacer algo especial, para que uno de ellos me capture y me deje aquí a merced de los bandidos." Una lágrima se forma en sus ojos al tirar con fuerza contra las ataduras.

Le limpia la lágrima de su ojo, "Venga, venga. No hay necesidad de empezar a llorar. Pero debo saber ¿utilizas la magia?" Debe informar de todos los usos de la magia, y de cualquiera que pudiera usarla, al duque. Explica, "El duque Nikal debe ser informado, para que sus magos no ataquen a un mago extraño."

Con un suspiro Ionua responde al caballero, "Soy una hechicera sexual. Mi magia no molestará a sus magos." Se pone a la defensiva después de su reconocimiento, "Sé que no somos miembros de la alta sociedad, pero aún los altos y poderosos nos visitan por nuestra destreza."

El caballero por fin se relaja y ríe tranquilamente, "Finalmente todo se aclara para mí. Y puedo ver que no habrá peligro para ti." Pero se detiene un momento, "Pero tú, hechicera, tienes magia para desatar nudos, y abrir candados. Sé que es una posibilidad básica para cualquier utilizador de la magia, aún de los que no son reconocidos como auténticos utilizadores de la magia. ¿Por qué no la has usado?"

La muchacha atada y desnuda enrojece nuevamente de ira. "Porque estaba amordazada, idiota." Súbitamente se da cuenta de que el caballero aún mantiene la mordaza. El sonrojo se transforma en rubor y susurra, "Lo siento, señor. Y usted me dijo que no usara la magia."

Malik se vuelve a su caballo y da un silbido, seco y variando entre dos tonos. Sus otros caballos entran al claro. Se vuelve a la muchacha y sonríe, "Bien ¿por qué no lo haces ahora? Creo que puedo permitirte que te apañes con eso."

Un suave suspiro sale de sus labios. A punto de hacer otra concesión pero sin querer demasiado, "No puedo." Su cabeza se inclina de nuevo, lentamente se forman lágrimas. Mira hacia arriba y suplica, "Por favor, desáteme de este poste. No quiero ser capturada por bandidos, no de esta forma."

Casi da pena, pero si hay más magia en el área él debe saberlo. "Una pregunta más, ¿por qué no puedes usar tu magia?"

Ahora un sollozo estalla en sus labios, y las lágrimas empiezan a formarse en los ojos de Ionua. "No lo sé." Dice son otro sollozo, "Deben ser las esposas de piel." Suspira otra vez, "no pude usar mi magia desde que me las pusieron y me trajeron aquí."

El caballero rodea el poste hasta la parte posterior y saca un cuchillo. Corta la correa que ata al poste sus manos atadas. Se asegura con cuidado de no cortar la atadura entre los anillos en D que une las esposas de las muñecas. Libera las piernas del poste. Considera un hecho de que no correrá hacia el bosque con las manos atadas.

"¿De modo que tu magia está totalmente bloqueada muchacha?" Le pregunta mientras anda hacia sus caballos, dudando de poder llegar a una posada hoy. Además sus ojos examinan el cielo, observando que se están formando nubes de tormenta por el sur.

"No lo sé" es la respuesta de la muchacha. Se estira lo mejor que puede con las manos aún atadas detrás. No se queja de haber sido liberada sólo parcialmente. "No lo sé, mi señor," repite, "Pero..." Deja que su voz caiga en un susurro, no queriendo continuar.

Malik pregunta, volviéndose, "¿Pero qué, muchacha?"

Casi rompiendo a llorar otra vez, se traga un sollozo y se sienta sobre la hierba. Presionando su trasero descubierto contra la hierba suave y todavía firme. "Si alguien puede liberar la magia de mi cuerpo. No sé como pero, conociendo a la gente que me mandó aquí, requeriría que me convirtiera en esclava y teniendo un amo o ama que quisiera que usara mi magia." Mira hacia arriba y solloza suavemente de nuevo. Empuja la correa que encaja perfectamente en sus muñecas, "Y no puedo quitarme la correa."

Desensillando sus caballos, Malik vuelve con la muchacha de cabeza roja. "¿Así que si te tomo por esclava, puedo dejar que uses tu magia?" Sonríe tras el visor del yelmo, pensando para sí que puede hacer precisamente eso.

Otro suspiro se escapa de sus labios. "Sí, mi señor. Puedes hacer eso. Así lo espero, pero no lo sé." Le mira esperanzada, "Pero también puedes quitarme las esposas y el collar. Quizá con tu cuchillo o con algo." Suplica de nuevo, "Nunca antes he estado atada, mi señor. Me da miedo." Su trasero se menea con rapidez cuando intenta llegar al lazo. La hierba empieza a moverse a lo largo de su raja, y los firmes y casi afilados extremos  empiezan a frotarse contra su vagina, a lo largo de la suave piel entre sus nalgas y apretándose contra su ano. Detiene su movimiento cuando lo siente, su concentración se mueve hacia el placer que la hierba le está provocando, luchando por liberar sus pensamientos. Su entrenamiento y experiencia como utilizadora de la magia que da y obtiene placer se despierta con el frotamiento contra sus zonas erógenas.

Malik termina de desensillar los caballos y vuelve. Observa un momento la cabeza roja, "¿Nunca has estado atada antes? Hubiera pensado que sería parte de tu entrenamiento, para complacer todos los gustos."

"Sí lo es. Pero ya ve que no estaba entrenada realmente."

"No estabas realmente entrenada, ¿cómo ocurrió eso?"

"No es realmente importante, realmente no tiene que saberlo."

Empieza a quitarse la armadura, sintiendo que la magia se desvanece, y la tormenta empieza a desarrollarse. Mira un momento a la muchacha, "Oh, pero debo. Quiero saber más sobre ti." Se vuelve hacia la muchacha y anda hacia ella. Con un rápido corte libera las esposas de las muñecas de su unión. "Está empezando una tormenta, puedes ayudarme a montar el campamento."

Un suspiro de alivio se escapa de los labios de Ionua. Sus manos van a las muñecas y las masajean suavemente, intentando vanamente quitar las esposas. Mira al caballero un momento antes de intentar taparse el cuerpo con las manos. "Pero mi señor, estoy desnuda." Dice, "no puedo trabajar desnuda." Cubriéndose apenas sus pechos y femineidad con las manos.

Dejando escapar la risa el caballero contesta, "Desde luego que lo estás. Y pienso que me gustas de esa manera." Termina de quitarse la armadura y la empaqueta. Volviéndose mira a la mujer desnuda, "Eres una hechicera sexual, ¿verdad? Y no tienes un cuerpo del que debas avergonzarte."

Con otro suspiro suave y casi un sollozo, Ionua descubre su cuerpo, "Bien mira, mi señor." Empieza, "No estoy entrenada como hechicera sexual. Mis padres eran nobles menores y fui a una de las escuelas de magia." Dice con un suspiro, "Pero murieron en la guerra civil en Aridecan. Nuestras tierras nos fueron arrebatadas y no podía continuar el aprendizaje. Caí en los burdeles y empecé a venderme para pagar la escuela. Los maestros de la escuela lo descubrieron y fui expulsada." Un sollozo atormenta su cuerpo al recordar. Parece enfadada de nuevo, "Tenía que seguir vendiéndome para pagar la comida. Y acabé aceptando mi profesión. Realmente no me gustaba, pero llegué a ser buena en ella."

Compitiendo en su corazón la piedad y la compasión, el caballero envuelve con un brazo el pecho de la mujer. La aprieta contra sí, rozando con su mano suavemente su espalda arriba y abajo, "Vamos, vamos. No quería hacerte llorar." No está acostumbrado a consolar a una mujer. Especialmente a una que pensaba que era como las mujeres que ha visto en los burdeles.

Ionua continúa, incrementando sus sollozos. Se aprieta contra el amplio pecho de Malik, descansando su cabeza contra los firmes músculos. Sus brazos rodean al caballero. "Salioua era una hechicera sexual entrenada. No había tenido suficiente talento para ser más poderosa. Aunque yo tenía mucho más poder que ella, nunca avancé lo suficiente en mi entrenamiento para desarrollarlo." Suspira suavemente tragándose otro sollozo, "Yo sabía lo bastante para usar mis poderes para curar, y para aumentar la satisfacción de mi amante. Mucho más de lo que entonces Salioua pudiera nunca conseguir. Con todo su entrenamiento, era sólo una guarra después de todo." Muerde de nuevo su rabia al pensar en su rival.

"Yo era lo suficientemente popular como para elegir a quien quería, nunca nadie que me pidiera que fuera atada. Pero nunca disfrutaba realmente con el sexo. Satisfacía a mis amantes y lo dejaba en eso. Salioua disfrutaba con el trabajo y estaba celosa de que yo lo hiciera mejor de lo que ella lo hacía. Le encantaba que la atasen y la violaran. Siempre jactándose de lo bueno que era el sexo. Constantemente tenía discusiones sobre quien era mejor. Mi orgullo y mi ego siempre me hacían proclamar que yo era mejor." Miró hacia arriba y sonrió al hombre que la sujetaba, nunca realmente la había sujetado un hombre que no fuera de su familia. Sus ojos verdes le miran, "Siento sacar esto en tu presencia, mi señor."

Le devuelve la sonrisa, "Está bien, Ionua. Son tiempos duros los que vivimos. Nuestra nación está atormentada con la guerra civil. Nuestros ejércitos no tienen contra quien luchar si no es uno contra otro. Los nobles disputan sobre el honor y el oro." La sonrisa parece calmar a la muchacha, "Siento haberte tratado como a una prostituta, sin saber quién y qué eres."

"¡Pero mi señor, eso es lo que soy!" Suspira de nuevo, "Y no me gusta mucho."

Del bolsillo del caballero sale un pañuelo. Lo mantiene en alto para la muchacha, "No llores ahora, Ionua." Cogiendo el paño de la gran mano se vuelve y se suena la nariz, todavía apretándose contra el pecho musculoso. Malik sonríe de nuevo, "¿Has tenido alguna vez un amante que cuidara de que estuvieras satisfecha?"

"No, mi señor." Llora con un sollozo y una sacudida de cabeza.

Inclinándose hacia abajo, Malik le alcanza el pañuelo. Retiene su mano en la suya. Empuja sus labios hacia los de ella. Cierra los ojos mientras le da un beso profundo y todavía tierno. Un beso que dura lo que varias respiraciones. Se separa y sonríe de nuevo. Cesan los sollozos mientras recupera el aliento. Ella abre de nuevo los ojos, aún enrojecidos por las lágrimas.

"Yo podría ser el amante que te dará el placer que te has perdido." Son las palabras que traspasan sus labios.

"Pero mi señor, aún no sé su nombre. Y..." Se corta de nuevo apretando su cuerpo contra el suyo. Sus manos rodean la cintura de él.

"Es Malik. Soy caballero y veterano del duque Nikal de Ilial." Sonríe, "A tu servicio."

Las manos de Ionua empiezan a moverse sin coordinación, "Sí, mi señor. ¿Habláis en serio de tomarme como esclava, y ser vos mi amo?" Su voz se quiebra mientras pregunta. No del todo segura de si no le importaría eso con este caballero gentil. Deseando dejar atrás su historia reciente, empieza a apretar su cuerpo desnudo contra el caballero. Deseando intentar tener una experiencia placentera para expulsar todas sus penalidades recientes.

"Bien Ionua, lo veremos ¿verdad? Creo que te gustaría además si lo haces. Encuentro que doy más placer a mis amantes cuando, ocasionalmente, las ato. Pero nos preocuparemos de eso más adelante."

Más decidida ahora la cabeza roja aparta la túnica del caballero de sus pantalones. Levantándola hasta su cintura, acariciando su vientre ondulado. Las yemas de sus dedos encuentran una de sus numerosas cicatrices. Mira hacia arriba, "¿Cómo os hicisteis éstas?" Su voz un tanto inquieta.

"En varias batallas. Demasiadas para recordar completamente. Justas y torneos, y otras competiciones de honor. Nada que fuera realmente importante." Contesta, retirándose la túnica, dejando al descubierto su pecho musculoso, cubierto de vello.

Empieza a rozar sus labios contra su pecho, deslizando las manos por el interior de sus pantalones. Sonríe para sí misma cuando siente su virilidad. Le retira los pantalones pero Malik se los vuelve a su sitio. "Ahora no, Ionua, podemos hacer eso más tarde. La tormenta se acerca y necesitamos preparar el campamento."

El caballero, ahora sin camisa, hace un intento de darse la vuelta, pero Ionua no le deja. Sin preocuparse de la tormenta, pese a no llevar nada más que ella misma. Sus manos van a su cinturón, repentinamente más segura de sí misma, y queriendo dar placer a este caballero, queriendo saber si este caballero tiene algo más sorprendente que sus besos.

Cediendo Malik se vuelve hacia la mujer desnuda, sus manos empiezan a vagar sobre su cuerpo y espalda. Le deja que le desabroche el cinturón y que le deslice los pantalones por las caderas. Se despoja de ellos y de las botas de piel de sus pies. Casi inmediatamente las manos de la muchacha, como si fueran dos copas cogen sus huevos, sus ojos mirando a su virilidad. Una sonrisa de placer se forma en su cara, empieza a acariciar con lentitud el dardo endurecido.

Un leve jadeo de placer se escapa de los labios del caballero. Sintiendo las manos experimentadas de la muchacha sobre él. "Eres buena, ¿lo sabes?"

Vibrantes ojos verdes se encienden y se forma una sonrisa en sus labios repletos. "Oh, sé que lo soy, mi señor." Guiña un ojo, "Y vos seréis mejor también." Sus manos dejan su polla y vagan por los alrededores empezando a masajear sus nalgas apretando ligeramente. Restregando sus pechos contra su pecho, desciende lentamente sobre sus rodillas. Su suave lengua sobresale de sus labios y lame la sensitiva cabeza de su virilidad.

Otro gemido escapa de sus labios. Malik se pone lentamente de rodillas, mirando a la muchacha frente a él. Las manos de ella descansan sobre sus hombros y le empuja de espaldas. Su espalda se roza contra la suave y espesa hierba del prado. Lentamente, con movimientos seguros, se menea con rapidez a su alrededor situando su cuerpo sobre él, sus piernas abiertas a ambos lados de su cabeza, esperando ver si él hará honor a su promesa de placer. Su lengua empieza a trabajar lentamente arriba y abajo de su dardo, con largas y firmes caricias, produciéndole placer.

Jadeando de placer en esta situación, las manos del caballero no están ociosas. Trabajan agarrando y masajeando las nalgas de ella, separando más sus piernas y llevando su vagina ya húmeda hacia su boca. Un suave chillido de placer estalla en los labios de la muchacha tras la primera lamida. No habiéndole hecho eso nadie antes, dándole placer a ella en lugar de ser ella quién lo dé a sus amantes. Detiene ella su lento lamer, relajándose para disfrutar de la lengua de él.

La mano de Malik detiene sus caricias, dando en su nalga un pequeño pero firme azote. La sensación sólo incrementa el placer de Ionua con su lenta lamida, pero le recuerda que debe volver a su trabajo. Cogiendo su polla con una mano empieza a acariciarla arriba y abajo, su lengua lamiendo su sensitiva cabeza. Suaves quejidos se escapan de sus labios, cierra los ojos, comprobando que su caballero tiene más habilidades que cicatrices.

La cabeza roja se detiene varias veces con la áspera lengua de él centrada en su clítoris, rozando sus dientes contra su bulto sensitivo junto con su lengua. Los gemidos se incrementan cuando hace esto, aumentando de volumen. Pero siempre un ligero golpe le recuerda su propia tarea. Extrañamente esto sólo incrementa su placer mientras el caballero empieza a dominarla.

La siguiente acción del caballero la coge por sorpresa. Absorbe su clítoris con su boca y lo atrapa entre sus labios con los dientes. Absorbe todo lo que puede del aire que tiene en la boca, haciendo que su clítoris de expanda ligeramente en el vacío, y provocando que se haga más sensitivo, la lengua de Malik roza levemente atrás y adelante contra el bulto de carne sensitiva.

"Oooooh, mi señor... No paréis..." Su cuerpo recibiendo placer del hombre bajo ella. Empieza a remover sus caderas contra su cara. Sus manos reposan en los costados, con los puños apretados agarrando manojos de hierba y empieza a tirar de ellos. Aprieta los ojos de placer. Su cuerpo de hechicera del sexo se eleva hacia la cima. Tras unos momentos de descanso, y antes de que el azote llegue a su destino chupa su larga y dura virilidad introduciéndola profundamente en su boca. Una lengua y unos músculos de la garganta experimentados le permiten tragar toda su longitud sin atragantarse.

Llega el azote, llevándola aún más cerca del clímax. Cada azote no es duro, pero si firme. Los dedos de él empiezan a cosquillear arriba y abajo por su raja mientras aprietan sus nalgas. Liberando su clítoris de la boca, su lengua empuja profundamente en su agujero, lamiendo a lo largo toda su carne sensitiva. Uno de sus dedos empieza a sondear su ano, provocando gemidos cada vez más fuertes en la muchacha. Las caderas de Malik empiezan a sacudirse en sincronismo con sus chupadas.

Apartando la cabeza de su dardo, su cuerpo empieza a estremecerse encima del caballero. Un suspiro fuerte se transforma en un grito apasionado cuando ella expresa su clímax. Sus ojos cerrados tan prietos lloran bajo los párpados. Su grito no forma palabras, sólo el lenguaje del placer.

Dando otro azote a su trasero aparta a la muchacha de su pecho. Extiende la pierna de ella y sus dedos empiezan a acariciar arriba y abajo su raja goteante. No la monta todavía, esperando a que se recupere antes. Las manos de Ionua van a sus pechos y empieza a sobárselos lentamente. Sus ojos se abren mientras toma aire.

"Mi señor, tenéis una lengua hábil," son las primeras palabras que salen de su boca. Una de sus manos se acaricia vientre abajo, cubierto de transpiración. Viaja hacia abajo y coge la mano de él, retirándola de ella, la lleva a sus labios para besarla, "¿Es esto lo que me gustará de ser vuestra esclava?"

Una expresión divertida cubre el rostro del caballero y mueve la cabeza, "¿Estás segura de que no disfrutabas con tu trabajo? No es nada de lo que uno deba avergonzarse, al menos en mi opinión"

"Bueno." Deja caer su respuesta dando otro beso a sus dedos. "Puede ser que me gustase. Pero en Aridecan," el rubor cubre su rostro, "no teníamos, esto..., relaciones sexuales excepto para tener niños. Nunca por placer." Mira a Malik, explorando con sus ojos verdes su alta y esbelta figura. "Mi señor, ¿es verdad lo que dijisteis sobre que nosotros estábamos aquí en Iial?"

Malik sonríe, "Sí, estamos aquí. Justo en la frontera de Pieciled. ¿Por qué lo preguntas?"

Soltando su mano, se pone en pie de un salto. Parece como si fuera a correr pero se da cuenta de que está desnuda. Sus manos cubren sus pechos y su vagina de nuevo. Se vuelve hacia abajo, hacia el caballero desnudo. Mirando desconcertada de nuevo y un poco preocupada, "¡Pero ustedes son esclavistas!" grita.

Una risa entre dientes sale de la boca de Malik, "No, no lo somos."

"Pero, pero..." balbucea al intentar esconder su cuerpo más con las manos, sin tener éxito en absoluto. Sus ojos lloran de nuevo, "Dicen que aquí todas las mujeres son esclavas de sus hombres."

Se oye otra risotada del hombre que está sobre el césped. Se levanta y pone de nuevo la ropa, "Bueno, eso es verdad en algunos casos. Pero nunca sin que lo quieran las mujeres o no disfruten con la experiencia. Y nunca son pegadas, o azotadas." Sonríe, "Pero producimos los mejores curanderos de la nación. Y también hacemos algunos de los mejores luchadores." Su sonrisa se desvanece cuando se abrocha el cinturón sobre su dardo aún duro.

Ionua se vuelve cuando observa que el caballero empieza a levantar el campamento. Sus ojos vuelven a llorar otra vez. "Eso dicen ellos, mi señor." Piensa un momento, "pero mantienen a sus mujeres encadenadas." dice, finalmente.

Sacudiendo la cabeza mientras saca una pequeña tienda, "No todas. Solamente las mujeres a las que les gusta. Y los señores que tienen esclavas, se hacen cargo de sus cuidados. Es nuestra ley." Lentamente y con pasos bien practicados levanta la tienda. Es lo suficientemente grande para una pequeña mesa y un catre si los llevara consigo.

Ionua mira al caballero, "¿Qué pensaríais si os llamara Malik?" Pregunta, y luego sigue, "si yo soy vuestra esclava ¿qué significa para vos?"

Volviéndose para mirar a la muchacha desnuda, Malik dice, "Sí, puedes llamarme así." Guiña un ojo, "O señor, o mi señor, o amo. Lo que prefieras." Sonríe y camina hacia ella, "Bueno significa que tendría que alimentarte y cuidarte. Y facilitarte ropa si me apetece." Amplía la sonrisa, "y desde luego hacerte el amor siempre que quiera."

Otro suspiro escapa de los labios de ella, mira alrededor, el claro y su cuerpo desnudo, "Supongo que no tengo mucho donde elegir. Pero, ¿puedo preguntaros algo?"

Malik asiente por un momento, "Pregunta bella señora." Le toma el pelo amablemente, empezando a llevar los paquetes y equipajes desde los caballos a la tienda. Confiando en que no se escaparán sin una buena razón. Además podrían querer trasladarse bajo los árboles para librarse de la lluvia.

Pensando, obviamente, en la pregunta a hacer, "Mi señor, me gustaría volver a ver a Salioua, ¿me ayudaríais en mi venganza?" Dice con voz calmada, "Seré voluntariamente vuestra esclava si lo hicierais." Se hará voluntariamente su esclava, así ya no tendrá que venderse.

Un rápido asentimiento, "Supongo que lo haré. Pero sólo si se presenta la oportunidad. No volveremos y la buscaremos activamente. Aridecan está a cerca de tres mil millas de aquí, no podemos hacer un viaje como ese en mi situación financiera actual."

Disgustada pero todavía contenta. Sonríe a Malik, "Bien, entonces mi señor, seré vuestra esclava." Sonríe más, "Y ¿cómo puedo serviros ahora?"

Él mira al adorable, al desnudo cuerpo de la pelirroja. "No sé. ¿Crees que podrías recoger algo de leña para el fuego? Creo que estaremos aquí un rato. Pero no querría que tu preciosa piel se dañara. ¿Qué crees que puedes hacer?"

"Bien, amo." Dice con ojos centelleantes, "Si me lo permitís, puedo recuperar mis pertenencias, con mi equipo de trabajo. Tengo aceites para masajes y lociones que me ayudarán a incrementar vuestro placer conmigo."

Malik asiente con un ligero movimiento de cabeza, "¿Y cómo podría hacer eso?"

Una sonrisa acude a sus labios, "Bueno, hay dos formas. La primera es que podríais quitarme el collar y las esposas. Y luego follarme. Cuando estemos en el clímax mi magia será suficientemente fuerte para recobrarlas desde Aridecan." Su sonrisa está llena de esperanza queriendo librarse de sus ataduras.

Con un guiño dice él, "No puedo hacer eso, ¿verdad? ¿Cuál es la otra?"

Un suspiro de disgusto se escapa de sus labios. "Bien, mi señor." Dice con una pausa. "Si es cierto lo que pienso sobre estas esposas, si las sujetáis y dejáis que la magia pase a su través sería capaz de recuperar mis pertenencias mientras follamos. Pero no estoy segura."

"Bien, entonces mi nueva esclava, creo que intentaremos la segunda ruta." Conduce a la muchacha a la tienda y desenrolla el jergón. Le dedica una sonrisa, "Creo que vamos a tener que acostumbrarnos a compartir este jergón, ¿no crees?"

Rodeando de nuevo su cuerpo con sus manos, Ionua se acerca para besarle. "Sí mi señor, creo que lo haremos." Empieza a desnudarle de nuevo, "¿Creéis que me llevaréis al clímax antes de que la tormenta descargue?" Dice con una sonrisa, "Odiaría que tuvierais que recoger vuestra leña mientras está lloviendo."

Deslizándose de nuevo fuera de su ropa, en la que no ha estado mucho tiempo, el caballero yace de espaldas en el jergón. La pelirroja echa su largo pelo rojo sobre los hombros, dejándolo caer hasta casi sus nalgas. Arrodillándose alcanza y empieza a acariciar su virilidad, asegurándose de que sea agradable y fuerte para ella. Su otra mano se desliza hacia abajo, entre sus piernas, y empieza a manosear su vagina con dos dedos. Cerrando los ojos suspira mientras siente que el placer empieza a atravesarle de nuevo el cuerpo.

Lenta y seguramente lleva su virilidad de nuevo a su plena dureza. Su suave pierna se roza contra ella, mientras empuja ligeramente su cuerpo sobre el de él. Aún acariciando su duro dardo lo guía al interior de su vagina húmeda y receptiva. Un suave suspiro se escapa de sus labios, mientras el largo dardo la empala. Sus rodillas se vienen abajo, empieza a mover su cuerpo arriba y abajo sobre su virilidad. Mueve las manos a sus hombros, "Ahora, mi señor, tenéis que sujetar las esposas de mis muñecas."

Haciendo presa en las esposas de sus muñecas le sonríe. "Si es lo que tengo que hacer." Empuja sus manos tras su espalda y las retiene juntas con una mano. Alcanza un paquete y saca unas correas de piel sin curtir.

"¿Qué hacéis?" pregunta Ionua. Ralentiza sus movimientos, pero continúa bombeando arriba y abajo sobre su dura virilidad. Las prácticas manos de Malik atan juntas las esposas con las correas.

"Darte a probar tu primera experiencia de esclavitud." dice el caballero con una sonrisa traviesa. Retiene las esposas de las muñecas después de haberlas atado juntas.

"Pero mi señor."  Suspira, recuperando su ritmo de nuevo, "no quiero ser atada."

Con un suspiro, le contesta, "sé que no quieres, pero tendrás que acostumbrarte. No puedo tener una muchacha como tú andando por ahí, y dejar que cualquiera piense que puede tener una aventura contigo." Sus caderas empiezan a menearse bajo la muchacha, moviéndose en sincronismo con su bombeo, "así que disfruta las sensaciones."

El caballero mira a la muchacha, moviendo sus manos a lo largo de sus caderas, agarrando su piel suave y preciosa. Ayudándola a mantenerse en equilibrio con las manos atadas a la espalda. Recorre sus costados abajo y arriba con sus manos. Creyendo que no tiene que mantenerlas en sus correas una vez que ha empezado, lo que además le haría esclavo, de alguna manera, de las ligaduras.

Ionua gime suavemente, olvidándose del conjuro por el momento, luchando contra las correas que atan sus manos. Acompasa el ritmo y aprende a mantener el equilibrio durante su cabalgada sin manos. Sus párpados se cierran sobre los vibrantes ojos verdes, mientras empieza el conjuro.

Ionua se acuerda finalmente de empezar el conjuro, "Cir-cular nikia," gime mientras pronuncia las primeras palabras que traerán sus pertenencias a ella. El poder empieza a reunirse en su corazón. Su respiración se hace aún más profunda cuando su cuerpo entrenado extrae del placer el poder para poner bajo control la magia que intenta. Alimentándose de la proximidad de su orgasmo y controlando la magia, vuelve al conjuro en una carrera para ver si puede completarlo antes de alcanzar la cima.

Los gemidos de la mujer colocada sobre su virilidad sólo estimulan al caballero. Empieza a menear sus caderas un poco más rápido y empieza a empujar a la pelirroja arriba y abajo para igualar su velocidad. Sus manos abandonan sus caderas para agarrarle los pechos, manoseando los sensibles montículos de carne. Sus dedos pellizcan y tiran de los pezones suavemente, pero añadiendo más a sus sensaciones.

Ionua abre los ojos una vez que las manos del caballero se trasladan a sus pechos. No está acostumbrada a que un hombre la esté acariciando durante un conjuro, pero no puede decirle que pare. Ni siquiera puede apartarlas; la correa que ata juntas sus muñecas lo impide. Gime sus frustraciones en el conjuro; la indefensión provocada por las correas incrementa su excitación a manos del caballero.

"¡Ki-liap Ious, oh!" gime, continuando con el conjuro, proyectando el poder contenido en su corazón hacia sus labios, con la sensación de la magia haciendo mucho más sensitivo su ya sensitivo cuerpo. Un gemido poderoso de placer emerge de sus labios cuando la magia alcanza a la correa. La magia, ya no bloqueada por más tiempo por las esposas hechizadas, se instala en sus manos, pies y boca. Ahora controla plenamente la magia, pero está sobresaltada. Cuando la magia pasa por las esposas de sus muñecas aumenta su poder haciéndola tener control sobre más poderes mágicos de los que nunca ha tenido.

Cada una de sus frases mágicas es resaltada por un fuerte gemido de placer; apenas puede evitar que sus gemidos se mezclen con las frases mágicas. La indefensión la lleva a aceptar más placer del caballero del que permitiría normalmente durante un conjuro, y esta sensación de indefensión incrementa de hecho su placer, no lo mata.

Malik cierra los ojos mientras se acerca a su propia cima. Sus caderas siguen moviéndose, y soporta a la pelirroja con las manos sujetando sus pechos. Sus manos siguen sobando y acariciando la piel suave, jugando con los pezones al mismo tiempo. Las ásperas callosidades de sus dedos, conseguidas en años de batallas y práctica de la espada, se restriegan contra sus pezones erectos y endurecidos. Los pellizca suavemente y tira de los bultos sensitivos con mano experta.

"¡¡¡Auli-nak... oh!!! Ious Ki." Ionua continúa formulando el conjuro según su voluntad. Se muerde los labios y cierra los ojos tan fuertemente que se forman lágrimas bajo los párpados, intentando retener el orgasmo en su cuerpo. Su voluntad lucha desesperadamente con su placer.

"¡Ni-as-thi!" grita, "¡¡¡Oh!!! ¡¡¡Sí!!!" Grita ahora que el conjuro está completo. La magia se vierte a raudales de sus manos y miembros, solo visible para ella. Cuando la magia abandona su cuerpo, hacia su tierra de origen, ella alcanza el clímax. Sus gemidos se vuelven gritos de pasión y lujuria, su coño húmedo palpitando alrededor del dardo del hombre. Sus muslos la empujan cada vez más rápidamente sobre su polla, dejando que la gravedad la haga volver de golpe cuando está casi fuera de la punta de su virilidad.

Malik llega al clímax al mismo tiempo que ella. La magia persistente todavía saliendo de su cuerpo toma el placer de él además del de ella. Su cálido y blanco clímax dispara profundamente dentro de su seno. La magia que Ionua invocó amplifica ambos clímax combinados, obligándoles a consumir más energía en ellos y a obtener más placer.

El cuerpo de Ionua se estremece con su clímax; tira de las ligaduras que atan sus manos pero no puede romperlas. La frustración incrementa aún más su placer, añadiéndose al placer amplificado por la magia. Otro orgasmo fluye a través de su cuerpo antes de que el primero haya finalizado, seguido de cerca por un tercero. Su cuerpo se desploma sobre las manos del caballero.

Malik la deja caer lentamente sobre su pecho, suspirando suavemente cuando se relaja de su clímax. Sus manos acarician su espalda arriba y abajo. Le da un beso en la parte superior de la cabeza, una sonrisa se forma en sus labios mientras espera que ella se recupere.

Ionua mira a Malik con expresión soñadora. En sus labios toma forma una sonrisa, suspira con placer mientras dice, "Fue intenso, ¿verdad?" Suelta una risilla y dice, antes de que el caballero pueda contestar, "Más intenso de lo que nunca había tenido antes."

La mano del hombre se mueve hacia abajo, a sus esposas y tira suavemente de la correa que las ata. "¿Crees que puede haber sido por la atadura?" pregunta con una sonrisa.

Otra risita antes de contestar, "Es parte de ello, Malik. La sensación de indefensión incrementó mis sensaciones. Pero otra parte fue porque no podía retiraros de mis pechos. Normalmente no dejo que un hombre juegue con mis pechos durante un conjuro." explica, "Me encanta cuando me los acariciáis pero necesito completar el conjuro antes del clímax y las sensaciones añadidas me hacían concentrarme más en retenerlo." Sonríe de nuevo y da un beso al hombre, "pero con las manos atadas a mi espalda no podía retirar vuestras manos, ese sentimiento de indefensión me añadió placer por alguna razón."

Malik alcanza y desata sus manos y sonríe, "Bien entonces tendré que atarte más a menudo. Te gustó esta vez y no hay nada de pervertido en ello." El caballero hace la suposición de que esa era la razón por la que no lo probó antes. La nobleza de su cuna la inhibía un poco, en su opinión.

Ella le dedica una sonrisa; "No diría nada a ese respecto." Moviendo sus manos arriba y abajo por los costados del pecho de él, rozando sus manos suaves con sus costados llenos de cicatrices. "Pero sí, creo que podremos probarlo de nuevo."

De repente aparece una bolsa de tela dentro de la pequeña tienda, seguida por otras dos. Ionua mira hacia arriba y grita, "¡Estas son mis cosas!" Se pone sobre sus pies, liberando la polla del hombre de su gruta. Pasa por encima en dirección a ella y encuentra un papel sujeto a una de las bolsas de tela. Deja escapar un sollozo fuerte y luego grita, "¡Maldita!"

++++++++++++++++  Fin del Capítulo 1  +++++++++++++++