Fuego en la piel

Continuación de Elena con su joven amante.

La había revolucionado Desde la calma y el deseo, le había mostrado todo un mundo simplificado donde los deseos se cumplían, y los remordimientos se desvanecían.

Tarek era un hombre, joven, de 31 años.

Lo tenía todo en la vida.

Juventud, dinero, amigos y ahora a Elena. De personalidad sencilla y carácter templado, aportaba toda la calma que ella necesitaba, y toda la juventud.

Medía metro ochenta, fornido y moreno, de pelo rizado, con una boca carnosa y sensual y unos ojos muy bonitos ocultos tras unas gafas de diseño.

El no quería compromisos, no quería tener sentimientos, pero le gustaba Elena y la manera de ser de ella, su anima versión al compromiso le enganchaba, esta mujer, pensaba, no me querrá amarrar como hacen todas, llegó a pensar.

Pero después de estar con ella, sintió el deseo de repetir un día, otro día, y otro… Lo que nunca hacia con ninguna lo hacia con ella: llamarla a diario, mensajes… no quería poseerla por nada del mundo porque jamás en la vida, había estado con nadie así, tan sexual y dulce al mismo tiempo, tan bonita de mirar y de sentir, tan débil al mismo tiempo.

Sospechaba que ella estaba herida de amor, por eso él no quería hablar del tema, planteó tan solo, una relación sexual entre ellos, sin compromisos, pero, el compromiso existía desde el día que le preguntó si ella sabía lo muchísimo que le gustaba.

Para Tarek reconocer que esta mujer le estaba cambiando los esquemas, no era fácil, y se negaba a ello, pero era verla entrar por la puerta, sentir su aroma, mirar o guapa que se ponía para pasar un rato con él…y lo mandaba todo a la mierda. La cogía por la cintura y la apretaba hacia él, comiéndosela a besos como la reina que era.

Un día quedaron para dar una vuelta.

Nada más montarse ella en el coche, los cristales se empañaron. La reacción química entre ellos era inmediata. Charlaron mientras caminaban, pero ella, comenzó a acariciarle el cuello mientras él conducía. Su piel se erizó nada más sentir si mano sobre él y sin poder aguantarla por mucho tiempo, la llevó a un paraje y la besó apasionadamente, acariciándole un pecho sobre la ropa, pidiéndole que no fuera mala con él, que en ese momento no podían hacer nada, que era de día y no era el momento, pero ella le deseaba tanto. Solo tenía cinco años menos que ella, pero parecía más joven, y su timidez a la hora de hablar, de mirarla a los ojos… Estaba loca por él aunque Iván seguía en su corazón.

Está bien- dijo ella suspirando.

Chata, no me hagas esto que estamos en medio de la calle.- Ella rio.

Es verdad, pero bueno… es que hoy estas muy guapo.- El la miró sabiendo que no podía luchar contra los elementos.

Eres un diablo, ¿lo sabías?- Ella volvió a reír- Me tienes loco. Pero ya que hoy estoy guapo para ti, pues, habrá que hacer algo.

¿Así?, ¿Cómo qué?

Vamos a mi casa y veras.

Ella rompió a reír de nuevo. Aunque Tarek follaba de maravilla, se le notaba la poca experiencia, pese a su edad, su manera de tratarla, su afán por complacerla, preguntarle continuamente si le gustaba lo que le hacía y en general, su manera de hacer, le hacía intuir que no había tenido demasiadas relaciones, y eso, hasta le gustaba de él.

Llegaron a su piso, y tan solo entrar, en el pasillo, ya la estampó contra la pared besándola apasionadamente y desabrochándole la blusa con prisas. Cogió sus pechos con las dos manos, perdió su cabeza entre ellos por un instante.

Mientras, Elena le desabrochaba los pantalones, entre besos y achuchones, iban entrando al salón, pero no llegaron a él. En la barra americana de la cocina, le sacó los pantalones. Con sus grandes manos, le apartaba el pelo para besarla por el cuello, con esa boca carnosa, daba unos besos de miedo, Sentir su lengua tan suave y esos labios por su piel era lo que mejor le hacía, y ella se rendía su encanto.

Le dio la vuelta, y le bajó las braguitas.

Elena, separó las piernas y levantó un poco su redondo culito, Tarek entró muy despacio dentro de ella sintiendo su humedad resvaladiza. Con una mano la tenía agarrada de la cintura atrayéndola hacia él, con el otro brazo, la tenía abrazada acariciándole el cuello y atrayéndola hacia su boca.

Sentir su aliento tan cerca de ella la excitaba mucho porque en resumidas cuentas, le sentía a él y su deseo por ella.

Pero en su afán de complacerla, y sabiendo lo muchísimo que le gustaba sentirle encima, salió de ella, y la llevó en brazos a su habitación tumbándola delicadamente sobre las sábanas y cubriéndola con su cuerpo.

Nunca Elena había experimentado tanto placer en esa postura. Era su peso sobre ella, su manera de besarla, de cogerla por las manos, de mirarla, de sentir su respiración. Ella, le abrazaba con las piernas, le atraía una y otra vez hacia ella queriendo estar así toda la vida, sin querer llegar al orgasmo nunca para no terminar.

Joder- exclamaba ella.- así cariño así.

¿te gusta así?- tímidamente le preguntaba él.

Me encanta cielo, me encanta.

Pero ya hora de darle un placer extra a él, y como a todos, los hombres, le encantaba que le mamaran bien y si le dejaba correrse en su boca, mejor que mejor.

Haciéndose cargo de que ya estaría cansado, le dijo:

Cariño, túmbate y disfruta- El se rió por su ocurrencia.

Miedo me das.

¿Miedo?, gustito, es lo que te voy a dar

Tarek se tumbó y se puso cómodo. Ella, se recogió el pelo en una coleta. Se colocó entre sus piernas y le dijo que no iba a tener prisa.

El detalle de recogerse el pelo fue muy grato para él, pues así la podía ver como se lo hacía.

Al principio, solo pasaba sus labios por su polla erecta. La besaba dulcemente, pasaba la lengua a su alrededor. A más mojadita, más entraba en su boca haciéndola desaparecer y Tarek se estremecía por el placer que sentía.

Con mucha suavidad, le acariciaba el pelo, le repetía continuamente lo bonito que lo tenía.

Ella intercalaba su boca con sus pechos, dejándole hacer una buena cubana. Pero la visión de ella, arrodillada sobre él, con su culo en alto, su jugosa boca follándoselo era realmente lo que le ponía, sentir su suavidad y su delicadeza y su instinto más básico le dio tiempo a avisar que le venía el orgasmo para que se apartara, pero ella, permitió que todo su jugo se desbordara por su boca sintiendo una oleada de calor dentro de ella.

Cuando Tarek reaccionó, entendió que aquella mujer era extraordinaria y que tenerla allí con él era un regalo del cielo.

Llenó el jacuzzi con espuma y agua caliente y entraron en él, Tarek la atrajo hacia él y la abrazó dejándola pegada a él mientras la relajación les sobrevenía.

Apenas hablaron, tan solo, disfrutaron del momento entre besos y besos. Ella quiso subirse sobre él pero en ese momento, la escena le fue muy familiar y una sombra reflejo en su cara.

¿Qué te pasa?- Preguntó él.

Nada, es que se me ha hecho tarde, debería irme.

¿Estás bien?

Si, claro, pero… ¿me llevas?

Yo te llevo al fin del mundo mi reina.

Entonces le vio a él, Tarek era maravilloso, no tenía problemas para ella, se sentía orgulloso de que cualquiera pudiera relacionarla con ella. Atrás las visitas clandestinas, el esperar la llamada, por fin, n poco de felicidad en su vida.

Eres un sol- le dijo ella.

Y tú un cielo cuajado de estrellas

Y a partir de ese momento, supo que esta historia daría para mucho más e iba a rendirse a él con todas las consecuencias permitiéndose, por una vez, ser feliz.