Fuego en el autobus

¿Quien no desearia un trayecto asi?

Mi salida y el trayecto aburrido del autobús. Nada hacía más desesperante ese trayecto de media hora que pensar en ello. Siempre hacia lo mismo. Pagaba mi billete y me arrinconaba. Era lo mejor para pasar el rato, mirando por la ventana.

Sentía su paquete apretarse y moverse levemente contra mi trasero. Mi cuerpo estaba pegado a la barra del autobús que como siempre estaba abarrotado de gente. No atreví a moverme de cintura para abajo pero si mire de reojo. Una mata de pelo moreno seguida de unos ojos azules se clavaron en los míos.

El autobús paro y él detuvo sus movimientos separándose un poco de mí. Solo quedaba una parada para llegar a mi casa. Las puertas se cerraron y nos pusimos en marcha de nuevo. Tímidamente me gire pero no vi a nadie. Mire por los cristales y pude verlo desaparecer por la esquina de la calle.

Dios, no podía admitir que me habia sentido como nunca. Cerré los ojos y aspire profundamente. Mi parada llego y me baje corriendo sintiendo mis piernas doblarse del nerviosismo que había dejado esos ojos. Puedo decir que esa noche fue más desquiciante que nunca.

Los días transcurrieron y siempre pasaba lo mismo. Esos ojos me atormentaban todo el trayecto. Poco a poco, fui viendo que cada vez me decidía a observarlo un poco más. Tenía una melena por los hombros, unos labios generosos y una piel bronceada.

Esa tarde, fue algo más osado. Sus manos vagaron por mi cintura apretándome contra él. Ahogue un jadeo de sorpresa tapándome la boca con la mano. Su risa hizo que mi cuerpo se estremeciera. Llevaba una falda holgada y un tanguita. Sus manos rebuscaron bajo mi falda acariciando mis muslos. Su miembro se apretaba contra mi trasero y yo estaba a punto de gemir escandalosamente.

Sentí su aliento en mi cuello y un gemido soltando en un susurro. Apreté la mano contra la barra de metal mordiéndome el labio. ¿Por qué me sentía así? No lo sabía, pero me estaba encantando. Me estaba poniendo como una moto.

-Mmm… -el autobús se paro y sentí como su mano pasaba por mi vagina metiendo dos dedos rápidamente para luego sacarlos. –Mañana

Escuche el ruido que hizo su boca después, mire por el cristal ya que no me moví por temor a caerme de bruces, se estaba chupando los dedos y me dedico una de sus sonrisas. Las puertas del autobús se abrieron y volvió a desaparecer.

Gemí en un susurro apoyando la frente en el cristal del autobús con rabia. Puedo decir que esa tarde estuve planteándome muy seriamente que no iba a pasarme otra vez. Tenía que pasar algo tanto si lo tenía que provocar yo. Decidí ponerme algo coqueta para trabajar pero muy sensual.

Al día siguiente, todos los hombres de la oficina me comían con los ojos pero yo solo tenía pensamientos para él. No sabía su nombre, nada, solo que me ponía tan ardiente como una estufa. ¿Seria una guarra? ¿Una desalmada? Me importaba poco. Estaba decidida a tener a ese tío, fuera o dentro de ese maldito autobús.

Mire el reloj. Mi turno habia terminado y ahí estaba yo cinco minutos después. Mis brazos apoyados en la barandilla junto al cristal y mis ojos mirando el reflejo a mi espalda. Una sonrisa maliciosa recorría estos cuándo esos ojos aparecieron en el cristal. Yo, con mini y botas camperas, recostada levemente hice como si no lo veía como todos los días que llevábamos encontrándonos.

Su sonrisa me hizo ponerme nerviosa perdía y sentir su verga mecerse contra mi trasero de nuevo hizo que cerrara los ojos de gusto. Apreté un poco más contra su cuerpo y lo vi pararse por un segundo. Ahora la sonrisa se poso en mis labios moviéndome.

El autobús paro y la gente comenzó a subir como loca. Al final terminamos apretados el uno contra el otro. Sus manos se posaron en mi cintura clavándome su estaca, mi cuerpo dio un respingo pero me relaje de nuevo.

La gente nos apretaba y empujaba intentando buscar un sitio donde quedarse. Sus manos vagaron por mi trasero pasando por debajo de mi falda. Un ahogado gemido broto de su garganta al darse cuenta de que no me habia puesto ropa interior.

Me gire lentamente clavando mis ojos pardos en los aguamarina de él. No hablamos, ni una palabra broto de nuestros labios. Nuestros cuerpos hablaban por nosotros. Se pego mucho más a mí metiendo una rodilla entre mis piernas. Sonreí mientras pasaba mis manos por su pecho hasta llegar a su cuello.

Mi pelvis se movió contra su abultado pantalón. No se demoro mucho para introducir dos dedos dentro de mí. Mi cuerpo se arqueo mínimamente intentando que la gente no se diera cuenta de nada. Se movió dentro de mi hasta que vio que mis ojos se cerraban de puro gusto. Capturo mis labios en un beso abrasador introduciéndome la lengua buscando pelea con la mía.

Sus dedos salieron provocando una protesta de mi parte que fue acallada por sus labios. Tanteo su pantalón hasta que note un ardiente calor dar contra mi clítoris expuesto. Mordí sus labios mirándolo a los ojos. Una clara invitación, no podía más. Tomo mi pierna posándola en su cintura y lentamente entro en mí.

Deje caer mi cabeza contra el cristal sin perder la vista de los alrededores. Su otra mano se poso en mi cintura entrando en mi húmedo canal con un ritmo delicioso. Entre el traqueteo del autobús, un señor perdió el equilibrio y se apoyo en el moreno haciendo que entrara bruscamente en mi. Solté un jadeo. El chico clavo sus ojos azules en mí. Me excuse diciendo que me habia pisado pero vi su sonrisa ensancharse al notar cómo me humedecía allá abajo.

Dio, me estaba muriendo, el trayecto se hacía más lento y nuestros movimientos mas rápidos dentro de lo posible para pasar desapercibidos. En cada parada nos quedábamos quietos y yo miraba a nuestro alrededor para ver si teníamos la suficiente marea de gente para taparnos. Alzaba mi pelvis en busca de su contacto que me tenía perdida. Notaba como se ensanchaba su miembro dentro de mí.

-dios mujer –me susurro apoyando una mano en el cristal dejando mi pierna enredada en la suya. Le lamí el cuello y el soltó otro improperio –Eres tan cálida y apretadita.

Esas palabras subieron mi ardor haciendo que me arqueara dándole mi vagina para que la usase como quisiera. No podía hablar solo mis labios decían todo lo que no me salía. Lo bese y mordisquee sus labios incitándole a aumentar el ritmo.

Lo hizo dándome estocadas cortas pero disimuladas. Rápidas y rozando mi clítoris en el vaivén. Mi orgasmo no tardo en llegar provocando que mi cuerpo se arqueara hacia arriba. Sonrojada y con los labios entreabiertos, alargo mi clímax hasta que casi alcanzo el suyo. Me miro y sonrió. Salió de mí dándome un ardiente beso mientras que con una mano, termino arreglándose el pantalón.

-Un placer.

Lo vi guiñarme un ojo y salir por la puerta que se habían abierto. Colorada y hecha un flan, lo vi salir. Sonrisa bobalicona y una sensación placentera en el cuerpo, me apoye en el cristal dejando mi cuerpo retomar fuerzas para mi parada.

¿Sera que se volvió a repetir? Esa es otra historia que os podría decir… o no