Fuego bajo el tablero

Una partida de ajedrez muy sufrida.

FUEGO BAJO EL TABLERO

Era el penúltimo día del torneo de ajedrez. Si ganaba aquella partida, podía optar al día siguiente por los primeros puestos, lo que suponía una ganancia de al menos 600 euros. Nunca había llegado tan lejos, toda la gente me miraba con admiración y algo de sorpresa. "Mira, ese no debe de ser malo" decían, y me sentía orgulloso y radiante. Lógicamente, aquella tan decisiva partida sería ante un rival de enorme fuerza, hasta ahí solo llegan los mejores. Consulté la tabla de emparejamientos, dispuesto a conocer el nombre de mi rival, y vi que me tocaba enfrentarme a la chica. Era la única chica del torneo, pero era de las mejores jugando. Todos pensaban que podía ganar el torneo, era realmente buena y fuerte mentalmente y lo más probable era que me venciera. Pero esto, como en todo, hasta que no se prueba no se sabe que puede pasar.

Me dirigí al tablero, concentrado y nervioso, era mi oportunidad, más que por el dinero por el reconocimiento que me habría de llegar. La busqué por entre las personas que allí se amontonaban hasta que cada uno iba sentándose en su tablero correspondiente. La vi charlando amistosamente con el árbitro del torneo. Los 2 sonreían, y yo me comía la cabeza suponiendo lo que estaban diciéndose "Te ha tocado uno malo, lo tendrás fácil" "No creo que dure mucho jejejeje". No me miraban, pero seguro que se reían de mí. Traté de centrarme y de convencerme de que podía vencer. En eso, ella se sentó enfrente de mí.

Me tendió la mano, muy educadamente, y nos deseamos suerte. Su físico engaña cuando está muy cerca. Según su ficha de torneo, ella tiene 24 años, pero si no supiera ese dato pensaría que tendría 18 años o menos. Tendió su delgado brazo hacia las piezas y realizó su primer movimiento. Al principio de la partida traté de tranquilizarme y sosegarme, sabía que ella no cometería ningún error absurdo y si quería ganarla debería jugar muy concentrado.

Después de unos minutos, la partida no me iba tan mal, al menos no iba perdiendo y estaba sosteniendo la situación. De repente, ella hace un movimiento que a mi me parece un gran error. ¿Será posible?, lo primero que pienso es que voy a comerle una pieza, y que ella quedará en desventaja. Me veo cerca de la victoria, pero debo pensarlo todo muy bien, puede que mi confianza me traicione. Por más que pienso, creo que la situación me favorece enormemente, y ella sabe que ha cometido un error, su rostro se contrae en un gesto de fastidio, mira hacia los lados, sacude la cabeza, creo que había ganado. Hago el movimiento esperado, y como resultado de una serie de jugadas acabo con una pieza de más, y cerca de la victoria.

Ella se queda pensando, apoyando la cabeza en las manos y los codos en la mesa. Su melena negra y lisa oculta su rostro, no sé que refleja ahora, pero ha juzgar por la concentración que muestra ha de ver cerca su derrota. En un momento, su cuerpo se relaja y se echa para atrás apoyando su espalda en el respaldo de la silla. Aparta su pelo con las manos, y se queda mirándome, con rostro serio.

Me mira durante unos segundos, ¿Se rendirá ahora? Pienso nerviosamente. No dice nada, hasta parece que ya no piensa en la partida. De repente, siento que algo me roza la pierna derecha y sube desde la pantorrilla hasta el muslo. Miro hacia abajo, y es su pierna, con su pie descalzo. ¿Qué hace?, su pierna sigue subiendo, ella se tiene que recostar más en la silla. Su pie llega hasta mi bulto, y empieza a realizar un movimiento de vaivén. Le hago un gesto interrogativo con la cara, y trato de zafarme de ella, pero apenas tengo margen de movimiento en aquella pequeña silla y su pie sigue con sus caricias.

Ella realiza su movimiento en el tablero, dejándome ahora el turno para mover. Su movimiento no lo tenía previsto, así que ahora debo pensar más en las siguientes jugadas. Pero su pie se frota cada vez más en mi paquete, mi polla empieza a reaccionar y se pone algo tiesa. La miro fijamente, es realmente preciosa. "¿Quieres que vayamos a un lugar más discreto a continuar con esto?", me atrevo a decirle. "¿Qué dices? Sólo quiero ganar la partida, nada más. "Pero si quieres, después podemos seguir en mi habitación", ella no respondió, continuó su disimulo mirando fijamente el tablero. "Para, detente en tu acción, o llamaré al arbitro", le digo muy seriamente. "Llámale, ¿a qué esperas?", y sonríe pícaramente. Sigo pensando, trato de concentrarme y de esquivar lo más que pueda ese pie. Las partidas que se disputaban a nuestro lado han terminado, no tenemos a nadie a nuestro alrededor y ella se muestra libre para torturarme con ese pie. No logro concentrarme, mi polla está dura completamente y tengo que acomodarla discretamente, la situación se hace más ridícula. Ahora su pie recorre todo el largo de mi verga, de abajo hacia arriba, me está realizando una paja en toda regla. Me asusto cuando me doy cuenta de que mi cara está congestionada, y que estoy respirando frenéticamente al ir en aumento la excitación. La vuelvo a mirar, "Que pares!!", pero ella hace caso omiso. Con todo esto, ella consigue que cometa un error al mover una pieza, y que la partida se iguale. "Si sigo así acabaré perdiendo, y todo por culpa de un magreo de polla", me levanto y me dirijo muy decidido hacia el árbitro. Le expongo el caso, ridículo pero solo por parte de ella, yo no estoy haciendo nada para que aquello ocurra. Consigo que el árbitro se acerque al tablero, y se sitúa en actitud vigilante.

Ella abandona momentáneamente su fechoría, pero al cabo de unos segundos su pie vuelve a estimular mi polla, que no había perdido del todo su erección. Rápidamente se vuelve a poner tiesa, y mi cuerpo vuelve a estar excitado. Le hago una seña al árbitro, este mueve la cabeza para ver de que se trata "Y bien, siga jugando", ¿Cómo es posible? Lo ha visto, ha visto como mi rival intenta desconcentrarme por medio del contacto físico, pero lo único que resulta de todo esto es el descubrimiento de su confabulación. Deben de ser amigos, y por eso hablaban tan animadamente antes. Ella vuelve a sonreír, mantiene su sonrisa enfrente de mí mientras su pie sube y baja con más fuerza y el árbitro se divierte en su fuero interno. Me levanto, "voy al servicio" le digo al árbitro. Este me coge de los hombros y me retiene "Si te levantas de la partida perderás, y le diré a la federación que eres un jugador conflictivo, para próximos torneos.". Todo está claro, debo dejarme hacer y tratar de salvar la partida todo lo que pueda. Me siento, pero cierro las piernas para impedirle lo más posible el acceso de su pie. Pero resulta ser tan pequeño que se cuela entre mis piernas, hago fuerza pero ella hace palanca y logra llegar hasta mi polla otra vez. Vuelve a tensármela, suspiro por todo el tiempo de excitación que me está provocando, y del cual, si no se interrumpe, llegará el orgasmo. La única manera de terminar con aquello es finalizar la partida lo antes posible, y con una victoria, para no darle la satisfacción a ella de lograr su objetivo de vencer por medios bajos. Realizo movimientos rápidos, y ella al principio contesta rápidamente. La partida avanza, el objetivo de ganar se vuelve difícil y trato de conseguir al menos el empate. Ella ve el final próximo, así que mueve más despacio las piezas, pero más rápido el pie. Me hace una paja en toda regla. Mi esfuerzo por disimular la excitación es mayor. Ahora coloca su pie izquierdo por debajo de mis testículos, mientras su pie derecho sigue restregándose por mi paquete. Se quita el jersey y queda en camiseta, mostrando sus no muy grandes pero bonitas y redondas tetas. Como la partida está finalizando, se agolpa alrededor del tablero los otros participantes que ya terminaron sus partidas, somos los últimos y todos nos observan para comprobar el resultado que se produce. No notan, o no pienso que lo hagan, lo que ella me hace por debajo de la mesa. Su pie derecho recorre mi verga sin ningún impedimento y su pie izquierdo me acaricia y me aprieta los testículos. Siento que voy a correrme, necesito disimularlo para que no se note y hacer, encima, el ridículo delante de toda la sala. ¿Realmente voy a correrme?, me parece increíble, empiezo a pensar en la mancha que se producirá en el pantalón, en que tendré que acudir rápidamente al lavabo a limpiarme. Miro al techo, después me tapo los ojos con las manos, en gesto de concentración, aunque la verdad es que mi concentración ya no se dirige a la partida, ya perdida, sino a tratar de que el orgasmo sea lo más suave y disimulado posible. Ahí llega, me tapo la boca con una mano, y con la otra agarro el borde de la mesa. Me corro, mi polla explota y mis testículos empiezan a bombear leche. La respiración la oculto parcialmente con la mano, y mis contracciones las disimulo lo más que puedo, pero sé que se nota, y que alguien que esta mirando le costará creer lo que ve.

Durante unos segundos, mis sentidos han estado anulados. La partida está perdida por tiempo, los últimos movimientos ni los llegué a realizar. Hay gente que me mira de manera repugnante, y otros a los que no veo la cara pero escucho sus sonrisitas. Ella se está riendo, tapándose con la mano la boca, pero se muestra divertida ante lo que acaba de lograr. Sin más, me levanto, me saco la camisa por fuera, para disimular la mancha, y me desplazo rápidamente hasta el lavabo, entre risas y dedos dirigidos hacia mí.