¿Fué violación o deseo?...

Mis coqueteos con mi padrastro, dio como resultado mi desvirgamiento en una noche de intensa lujuria.

¿Fue violación o deseo?

Mi nombre es Araceli, trabajo en un banco a nivel ejecutivo; tengo 25 años. Soy de complexión delgada, 1.68 estatura, de piel blanca, por lo cual me considero atractiva físicamente. Esta historia comienza cuando quedé huérfana por la muerte de mi padre en accidente automovilístico a la edad de 12 años. Al quedar desamparada, mi madre se juntó nuevamente -en unión libre-, con otro hombre, el cual al llegar a la casa, el cambio fue drástico para mí; ya que el cariño que mi madre me tenía, se modificó de tal manera que la atención se compartió preferentemente hacia él.

Así pasó el tiempo. Al llegar a los 22 años, lógicamente, el atractivo físico y la femineidad, resurgió en mí, haciéndome atractiva para el sexo opuesto. Noté que mi padrastro no me quitaba la vista de encima, me miraba las piernas y las nalgas; al parecer le gustaban, ya que siempre me ponía pantalones ajustados y usaba minifalda con medias caldas y zapatillas; por lo que al cruzar los muslos, era una tentación para él. Por lo que su acoso, fue haciéndose más insistente, hasta el grado de espiarme cuando me duchaba o me cambiaba de ropa en las mañanas.

En algunas ocasiones, logró verme completamente desnuda. Eso, logró que se excitara, provocando mayor acoso sexual por su parte; hasta llegar a manosearme y a ofrecerme dinero que rechacé, y obvio, enfadándose. En ocasiones le encontré ropa íntima y medias mías en su clóset. En ciertas ocasiones, al ver que se excitaba al sentarme en el sofá frente a él, yo gozaba y lo provocaba separando un poco mis piernas, dejándolo súper excitado. En una ocasión, me tomó por atrás de la cintura, recargándose sobre mí y diciéndome que le excitaban mis nalgas.

Eres una tentación para mí y este culo será mío-

Me le enfrenté, diciéndole que no me molestara, que le diría a mi mamá su comportamiento. Su reacción era enfadarse, desquitándose y satisfaciéndose con mi madre, a quien le daba unas cogidas… Durante las noches dormía en una cama, junto a la de mi mamá; desde donde escuchaba cuando tenían relaciones sexuales, hacían mucho ruido y los gemidos de mi madre, me excitaban.

Una noche llegué del trabajo, siempre bien arreglada. No había nadie. Me cambié para acostarme, poniéndome una bata negra, corta y transparente; la cual resalta mi piel blanca. Me quedé dormida, y en la madrugada, sentí unas manos acariciándome. Me desperté y vi a mi padrastro completamente desnudo, que separaba mis piernas en forma violenta, quitándome la pantaleta, y descubriendo toda esa feminidad que había conservado. Me amenazó diciéndome que si gritaba me mataría; me dio mucho miedo… Empezó a besarme, me mordía los labios, sentía su lengua dentro de mí, en mi cuello, excitándose muchísimo.

Tomó entre sus manos mi senos, apretándolos con fuerza y mamándolos y fue deslizándose hasta mi tibio abdomen; descubriendo las curvas de mis caderas. Yo sentía entre mis muslos su verga completamente erecta, acariciando con su boca mi clítoris, y apoderándose de mí, una gran excitación. Mi panocha se hacia cada vez más húmeda. Dejé de oponer resistencia, me arrodillé ante él para meterme en mi boca su dura verga, al ver esto, él me tomó del pelo diciéndome que se la mamara, para posteriormente metérmela. Era un palo grande y grueso de 19cm Lo movía y sacaba de mi boca y sentía una mayor secreción de sabor salado.

Me llevó nuevamente a la cama, me separó las piernas muy suavemente, logrando ver mis labios todos humedecidos; me los separó con sus dedos, descubriendo la presencia del himen; que impedía la entrada hacia el canal vaginal. Mientras agarraba entre sus manos su erecto y empapadísimo chile que escurría un lubricante transparente, me dijo:

Por fin este fierro te va a hacer mujer-

Me la fue metiendo poco a poco, y sentí cómo su garrote separaba las paredes de mi vagina, recorriendo todo el conducto vaginal, hasta topar con mi útero; me fui acondicionando al dolor y sangrado; y sentía como la caliente verga, me estimulaba cada vez más en cada empuje violento. Sentía como mis senos se endurecían, comenzamos a movernos al ritmo de cada penetración. Mi vagina se llenaba en cada empuje, y mis paredes vaginales aterciopeladas, acariciaban la cabezota del glande de su tranca. Me sentía una puta, disfrutando la misma verga que mi madre se comía.

La mucosa de mi vagina se proyectaba hacia afuera en cada salida de la verga, para volver a esconderse. Mis caderas se movieran al ritmo de cada penetración, escuchando como su respiración se hacia más agitada, yo sudaba y disfrutaba cada momento; hasta sentir como mi vagina se hacía más estrechas, como comprimiendo las paredes, apretando esa rica verga y logrando por fin ese éxtasis. Me perdí en el espacio y tiempo que produce un orgasmo... A los pocos minutos, sentí que algo caliente inundaba mi cuevita, llenándome toda. Por fin había eyaculado y obtenido lo que tanto deseábamos.

Nuestras relaciones continuaron, siendo en otras circunstancias, las cuales si te interesa conocerlas, me gustaría que me escribieras para poder comentártelas. ¡Ah, y sigo soltera!...

araceli.martinez@terra.com