Fue sin querer queriendo -1-

Irina es una jóven de 19 años que, luego de haber comprobado su bisexualidad, comienza a ver a su madre de otra manera.

Me llamo Irina, tengo 19 años y estoy cursando mi primer año en la Universidad de Letras.

Vivo con mi madre (Anna), mi padre (Will) y mi hermana Jessie, de 18 años.

Puedo decir que somos una familia muy feliz y acogedora, ¿demasiado?

La verdad, a Jess y a mi nunca nos ha faltado absolutamente nada, más bien nos ha sobrado de todo. Y es que nuestros padres, siendo cirujano y abogada, siempre tuvieron un gran ingreso económico. Sí es cierto que no estaban en casa durante la mayor parte del día, pero.. ¿qué se puede esperar? Pasabamos nuestros años de infancia y adolescencia acompañadas por señoras desconocidas que nos indicaban qué hacer, a qué hora, durante cuánto tiempo y nos marcaban cosas como: "No apoyen los codos sobre la mesa"; "La televisión se enciende luego de acabar los deberes"; "¡Irina, Jessie, les había dicho que ordenaran la habitación!". Creo que las niñeras sólo querían cumplir el rol de padre/madre al mismo tiempo, pero vaya que las aborrecíamos...

Yo personalmente he sido una buena alumna en el colegio. No sobresaliente, no pésima: sólo buena, lo justo y necesario. ¿Y saben qué es lo que más me ha ayudado, y me sigue ayudando hoy en día en la Uni? Pues los libros, claro. Ja, ¿ya se lo estaban creyendo? No, pues.. si estudiaba a veces, pero lo que realmente me favorece es mi escultural cuerpo. Sí, lo es.. no me voy a frenar a la hora de admitirlo. Mi piel es de tez clara, y mi cabello cae hasta mi cintura como una cascada teñida de un color chocolate. Mis grandes ojos verdes están enmarcados por unas inmensas pestañas, que no dudo en batirlas para conseguir lo que quiero. Mi boca es normal, creo. No tengo labios muy carnosos, pero tampoco pequeños... eso sí, lo que tengo de pequeño en los labios lo recompenso más abajo: mis pechos son realmente grandes, mi vientre plano con grandes curvas en mi cintura y un trasero envidiable, duro y levantado a causa de...

Cada vez que un profesor decidía desaprobarme algún examen, me acercaba a ellos con mirada triste y pedía por favor que se quedaran durante el recreo para darme la oportunidad de explicarles. Pues sí que se quedaban, pero yo no les daba la explicación que ellos esperaban. Al contrario, comenzaba a rozarme los pechos emitiendo una voz de lamento mientras les suplicaba otra oportunidad y, cuando sus ojos se fijaban en mis movimientos, ávidamente metía mano sobre su bragueta y me encontraba con una polla que si bien no estaba del todo despierta, se sentía. Eso hacía que mis bragas se mojaran un poco, y ya comenzara a alterarme. A los minutos me encontraba engulléndome una inmensa verga, mamándola con deseo y esmero, hasta que un espeso líquido blanquecino se esparcía por toda mi boca, muriendo en mi estómago.

Ésta eficaz técnica nunca me ha fallado, salvo que.. en la Uni no se conforman con una mamada profesional. Ahora debo follármelos, y que gustito me da. ¿Y si es una profesora? Pues creo que aún mejor. Sí, soy bisexual. Me encantan los coños, me encantan las pollas.. ¿cómo decidirse? Mejor me quedo con ambos.


Mordí mi labio y guardé el relato erótico sobre mi vida que había comenzado a escribir, para luego publicarlo en una página.

Recordar esas experiencias logró que mis bragas se humedecieran deliciosamente, obligándome a colar mis dedos dentro de mi jean y comenzar un dulce masaje sobre mi clítoris. Al instante los jadeos ya estaban escapando de mi garganta y los suaves gemidos se hacían oír dentro de mi habitación. Recosté el resto de mi cuerpo sobre la cama y apoyé la cabeza contra la pared, desprendiendo desesperadamente los botones de mi pantalón. Estiré mi brazo hacia la mesa de luz en busca de mi vibrador y, cuando quise sacarlo del cajón, no estaba. Me senté con los ojos completamente abiertos. No estaba. Busqué enloquecida aquél juguete mío que tanta felicidad y placer me brindaba cuando estaba aburrida. No, no estaba. Fruncí el ceño, no creo que Jess se haya atrevido a tomarlo, es demasiado inocente, creo. Salí enfurecida de mi habitación en busca de la de mi hermana cuando, de pronto, al pasar por el extenso pasillo oigo los gemidos más excitantes que escuché en mi puta vida. La habitación de mis padres, pero mi padre había salido con Jes... pegué la oreja a la puerta.

  • Aahhhhh mira que puta que soy, joderrr. Sí sí sí sííiiiii, hmmmmmm me estoy rompiendo el culo, y cómo me gusta!!

Me mojé estrepitósamente al oírla, no me alcanzaba con eso. Entreabrí la puerta con éxito, sin que se diera cuenta, y la vi tragándose mi consolador por el culo completamente. Mi mano voló hacia mi entrepierna y mis otros dedos comenzaron a apretar con furia mis pezones. Qué buena que estaba mi madre, que putamente buena que estaba. Su melena negra se batía de lado a lado con cada embestida, mientras me regalaba una vista espectacular de su gran culo en cuatro patas, mientras sus pechos bailaban desenfrenadamente al compáz de sus movimientos. Nunca creí que fuera tan caliente, jamás. ¡Y yo la estaba viendo correrse como una puta, con mi vibrador!

Jadee y me hice a un lado cuando terminó de correrse, por miedo a que me viera. En puntillas, me encaminé hacia el baño y abrí el grifo. No podía sacarme de la cabeza aquellas tetas bailando de un lado a otro. Pero, ¿cómo había tenido el valor de tomar Mi consolador?

Me quito la ropa precipitadamente, y me sumerjo en la bañera. Me excita ver como la espuma acaricia mis pechos tan grandes.

Vale, ahora... tenía que sacarme las ganas con algo, y no tenía con qué. Giré la cabeza en busca, y tomé el cepillo del cabello. No era mucho pero... Tomé el mango y me lo introduje de una sola vez en el coño. Luego, comencé a sacarlo y a meterlo rápidamente. Golpean la puerta del baño.

  • Nina, ¿estás en el baño?

Acallo mis gemidos automáticamente. Joder, quería correrme en paz.

  • Me estoy bañando. -le respondí a mi madre, sin dejar de pensar en que hace minutos la ví correrse.

  • Oh, yo... necesitaba...

  • Pasa. -sonreí de lado y me clavé el mango del cepillo hasta el fondo, soltando un jadeo ronco.

Vi su silueta detrás de la cortina, y continué follándome a mi misma. Me importaba una mierda que ella estuviera al lado.

  • ¿Te falta mucho?

  • Síiiii -gocé en voz alta, entremezclando mi gemido y la respuesta.

  • ¿Nina?

Comencé a mover mi cuerpo de atrás en adelante, sintiendo como el agua y el cepillo me embestían. Me puse a gemir como loca. Ella apartó la cortina y me vio correrme como nunca antes, ya que la situación me excitaba de sobremanera. Cuando abrí los ojos, su cara era imperdible.

  • Ay, mami.

  • Irina, qué... -estaba confundida, sorprendida. Y espero que mojada.

  • Lo siento, todos tenemos necesidades. -Mordí mi labio con inocencia, y me clavé el cepillo otra vez, soltando un gemido largo sin quitarle la vista de encima a sus ojos.