Fruto del Amor y el Engaño: Fuego (2)
Después de una noche idílica, comienza el declive. No quise ver las pruebas, me acerqué mucho al sol y empecé a quemarme.
Nota del autor: Esta es la segunda parte de una larga obra. Recomiendo leer el anterior capítulo para comprender el contexto de las situaciones aquí representadas.
Dicen que si te acercas mucho al fuego te quemas. Suena obvio sí. Pero, ¿Por qué no acercarte al fuego? El fuego es reconfortante, te calienta, te envuelve, te calma, te hipnotiza con sus colores y sus patrones cambiantes. El corazón necesita algo de fuego para mantenerlo tranquilo. Es tentador acercarse, es grande el riesgo de jugar con fuego, así como son grandes también las consecuencias. Yo lo sé de primera mano, me acerqué mucho al fuego y me quemé, me perdí, me olvidé de mí mismo. En ese entonces no lo sabía, ¿cómo podía ser que algo trastocara tanto mi vida? ¿Cómo iba a imaginar que habría un fuego que me secaría, resquebrajaría mi alma y me quebraría?
Me desperté con un cosquilleo en la nariz que me dio ganas de estornudar. Abrí los parpados lentamente, los sentía pesados. Ese cosquilleo se materializó delante de mí en forma de largos cabellos negros que contrastaban con el claror que provenía de una ventana. No era mucha la luz debida a la cortina que la tapaba, pero suficiente para ver rápidamente la situación en la que me encontraba. Blanca estaba delante de mí, todavía dormida, todavía hermosa. Su pijama me provocaba, los pantalones y camiseta color rosa pegaban muy poco con su manera de vestir habitual, pero no la hacía menos bella y sexy. Su postura tampoco ayudaba. Me daba la espalda, sus brazos por delante, su espalda torcida ofreciéndome un primer plano idóneo de su culo. La raja de su intimidad se marcaba entre la tela del pantalón de pijama. Me acerqué a ella suavemente, le di un beso en la mejilla y le susurré al oído.
-Me parece que es hora de levantarse.
Acto seguido apoyé mi erección mañanera entre sus piernas para que me sintiera bien de cerca. La rodee con un brazo justo debajo de los pechos y la atraje a mí. Ella suspiró ligeramente mientras se despertaba. Una sonrisa asomó en su boca mientras se daba cuenta de la situación en la que estábamos. Estiró los brazos y las piernas unido a un falso bostezo para desperezarse aprovechando para pegarse todavía más a mí y sentir mi erección en su máximo esplendor. Giró la cara hacia mí, aún recién despierta era increíblemente hermosa.
-Buen día.-me dijo después de darme un beso-.Y buen día a ti también.-dijo mirando hacia abajo agarrando mi polla que estaba a punto de estallar. La tela apenas podía soportarla.
La besé de nuevo, ella aprovechó y empezó a pajearme por arriba del calzoncillo, lentamente. Yo rodeé con mi mano izquierda su cabeza para atraerla a mí mientras con la otra jugaba con su culo, apretando cada nalga como si se tratara de la masa de una pizza. Así estuvimos unos minutos hasta que le bajé los pantalones y empecé a jugar con sus labios y su clítoris. Empezó a mojarse de manera clara. Ella, por su parte, liberó mi polla de su prisión de tela, y empezó a pajearme con más ritmo, la respiración empezó a aumentar en ambos. Le quité la mano de mi polla y la agarré yo, la acerqué a su vagina, pero no la metí. Empecé a moverla de arriba abajo por fuera para excitarla más todavía y lubricar la punta con sus fluidos. En un momento ya resbalaba como si hubiéramos usado un lubricante. Cuando la noté a punto, apunté a su entrada y la comencé a meter poco a poco. No me costó absolutamente nada, entró como si ese agujero estuviera hecho a mi medida exactamente. En un momento ya se la había metido hasta el fondo y pude empezar a moverme y bombear dentro de ella. Mi mano se posó en su cintura, ella doblaba cada vez más la espalda para ayudarme con la postura.
-Ay señor, esta si es manera de despertarse.-dijo ella con la voz entrecortada-.
-¿Te gusta?- le pregunté-.
-Me encanta, no pares, ¡por favor!-respondió ella, subiéndome el ánimo y el ritmo. La postura no daba mucha facilidad para darle muy fuerte, pero eso no quitaba que el ritmo fuera bastante frenético para ambos.
Le levanté una pierna con la mano derecha y la mantuvo ahí. Baje la mano hasta su clítoris y empecé a masajearlo. Seguimos así unos minutos, pero por la postura de la mano la muñeca me empezó a doler, hice amago de retirarla.
-¡¡NO!!- Me gritó usando su mano para que no retirara la mía-. ¡NO PARES POR DIOS QUE YA CASI ESTOY!
Hice lo que me pidió y, a pesar del dolor, seguí masajeando hasta sentir que la mano se me dormía y me dolían los abdominales del esfuerzo. Pero tuvo su premio, se puso tensa un momento y con un gemido más alto de lo normal supe que estaba teniendo un buen orgasmo del que me sentí extremadamente orgulloso. Bajó la pierna y se separó ligeramente de mí.
-Dios Dante, dame un pequeño respiro que me vas a matar.-me dijo con una sonrisa. Se giró hasta quedar frente a mí, me volvió a agarrar la polla y me empezó a pajear suavemente para que no se me bajara.-. Tranquilo, ahora seguimos, que estoy un poco cansada nada más. Déjame retomar el aire.
No dije nada, no hacía falta, la conocía lo suficiente para saber que no me dejaría con el calentón. Me besó tiernamente mientras me seguía pajeando. Cerré los ojos para disfrutar de sus pequeñas y suaves manos, estaba en la gloria. Cuando me soltó la polla y dejó de besarme se encaramó encima de mí. Me hice un poco para atrás para sentarme y apoyar la espalda sobre el respaldo. Se sentó sobre mis piernas, hizo la espalda para atrás y subió para volver a sentarse sobre mi polla. No dudé y la agarré de las tetas para aprovecharme de la postura. Ella apoyó sus manos sobre mi vientre así que yo no podía hacer mucho trabajo mientras me dejaba hacer.
-Pellízcame los pezones que me encanta.-y así lo hice, empecé de manera suave y fui aumentando la fuerza. No se quejó en ningún momento, al contrario, cuánto más fuerte pellizcaba más aumentaba ella el ritmo-. Uff, me llega hasta el fondo.
-Siendo tan pequeñita no debe ser muy profundo digo yo.-bromeé y me dio una cachete en el muslo-.
-Calla tonto.-me respondió-. Te falta mucho?
-No, no me fal…
No me dio tiempo a terminar cuando escuchamos que se abrió la puerta de la habitación. Con toda la situación no escuchamos que se abriera la puerta de fuera y nos encontramos con un chico de 17 años de pelo negro mirándonos atentamente. Blanca tardó en reaccionar, saltó de encima de mí y se tapó rápidamente con las sabanas.
-¿Tú estás tonto? ¿No te ha enseñado mamá a tocar la puerta?-dijo Blanca hecha una furia. Su hermano reaccionó en ese momento, su cara de estupefacción cambió rápidamente a una de vergüenza absoluta, se dio la vuelta y salió corriendo. Después de dar unos pasos volvió y empezó a cerrar la puerta. “Lo siento” se escuchó en un leve susurro que se mezcló con el sonido de la puerta al cerrarse. Blanca se llevó las manos a la cara, su rostro, por lo general blanco, empezó a tornarse de un color rojo como una manzana madura-.Lo siento, no me esperaba que llegara tan temprano.
-No te preocupes, yo también me llevé un susto cuando lo vi. Pensé que eran tus padres.-respondí mientras la abrazaba y trataba de calmarla. Se incorporó y me dio un beso. Después miró para abajo y vio que yo todavía seguía bastante erecto a pesar del susto-.
-Habrá que calmar esto antes de que salgas por esa puerta a conocer a mi hermano.-Me dijo mientras me agarraba la polla que volvía a ponerse bien a tono-.
-¿Estás segura de esto? El susto ha sido grande.-respondí tratando de ser comprensivo, pero para mis adentros deseaba que siguiera, ya que me había quedado a las puertas de un orgasmo increíble-.
-Segurísima. ¿Mira si te voy a dejar con el calentón, no soy una calientapollas sabes?-me guiñó un ojo y comenzó a bajar mientras soltaba mi polla-.
No dije nada más mientras veía como empezaba a devorar mi polla de arriba abajo. A diferencia de la noche anterior esta vez no se anduvo con muchos preámbulos. Se dedicó a hacerme una mamada increíble, me la chupaba y jugaba con la lengua sobre mi capullo mientras con la mano me pajeaba de manera magistral. Y pensar que yo era el que le había enseñado a hacer mamadas de verdad. La primera vez que me hizo una me hizo una herida con sus dientes, en cambio esta vez parecía sacada de una película porno. Con la diferencia de que todavía seguía tapada con las sabanas por si volvía a entrar su hermano. Estaba completamente concentrada, con los ojos cerrados. Estuvimos unos pocos minutos así mientras yo le acariciaba la cabeza. Cuando estaba a punto de correrme le acaricié la cabeza, eso la hizo abrir los ojos. Cuando vi esos ojos puestos en mí no pude aguantar más. La agarré de la nuca y la empujé hasta el fondo descargando toda mi leche directamente en su garganta. Se atragantó un poco, pero se lo tragó todo como una campeona. No sé en qué momento se había vuelto tan morbosa. Cuando nos conocimos apenas tenía experiencia en el sexo. Con su exnovio siempre había sido muy monótono y aburrido. Había costado un poco de trabajo y romper algunas barreras, pero valía la pena. Cada vez que follábamos sentía que se abrían las puertas del cielo.
-Cabrón, podrías haber avisado.-me dijo con una cara más de risa que de enojo-.
-Perdón. El calentón del momento.-le reconocí con una mirada inocente. Lo peor es que era cierto-.
-Sisi, pero esto me lo vas a compensar.-respondió ella con una sonrisa pícara-.
-Estaaaa bieeeeeeeen.- dije yo como si fuera a suponer un gran esfuerzo-. Dame unos 10 minutos que me re…
No me dio tiempo a terminar la frase cuando escuché que mi móvil empezaba a sonar. Me fijé en él. Eran las 12 del mediodía, no sé cómo se pudo hacer tan tarde todavía. Un nombre en grande ocupaba el centro de la pantalla. “Mamá”. Atendí rápidamente, no quería hacerla enfadar, ella siempre odió que la hicieran esperar. Es una mujer de paciencia corta.
-¡¿Dónde cojones estás?! ¡Me dijiste que me ibas a avisar si no dormías en casa!-dijo ella realmente enfadada-.
-Pero si te mandé un mensaje de que me quedaba en casa de Blanca.- le respondí yo, seguro de mis palabras-.
-A mí no me ha llegado nada Dante. Además, más te vale ya estar viniendo hacia casa, que en dos semanas vienen tus primos y hay muchísimo que preparar.-me dijo ella, cortito-.
-Si mamá, ya mismo voy.
-En 5 minutos te quiero aquí.-respondió y colgó-.
Era imposible que llegara en 5 minutos y ella lo sabía. Era su manera de decirme que me diera mucha prisa. Me quedé un segundo pensando, abrí la conversación y vi el mensaje. Realmente lo había escrito, pero se me había olvidado darle al botón de enviar. Genial por mi parte, supongo. Noté una presencia detrás de mí. Blanca se me acercó y me abrazó viendo mi cara de preocupación.
-¿Problemas?-me preguntó ella-.
-No, no le va a durar mucho el enfado.-respondí. Era cierto-.Más bien es el sentimiento de culpa de saber que le has fallado a alguien.
-No te tortures tanto anda. Y ve a casa antes de que se enfade realmente contigo. Ya me compensarás por lo de hoy.-me dijo y me dio un tierno beso-.
No dije nada más, recogí mi ropa y me cambié rápidamente. Ella hizo lo mismo volviendo a ponerse su pijama. Me acompañó hasta la puerta donde vimos a su hermano sentado mirando la tele, justo donde la noche anterior habíamos tenido una tremenda sesión de sexo. Su cara de estupefacción sería todavía mejor si supiera lo que habíamos hecho anoche justo donde él estaba. Llegamos a la puerta y nos despedimos con un escueto beso y un simple “adiós”. A veces sentía que nos faltaba un poco más… pero teníamos una especie de acuerdo no escrito. Ambos estábamos cómodos como estábamos, no hacía falta mucho más. Me marché con prisa, quizá hubiera llegado más rápido en transporte público, pero con los buses de mi ciudad nunca se sabe. La opción más segura era irme caminando, así que así lo hice. Llegué unos 20 minutos más tarde a casa, me demoré un poquito más ya que paré a comprarme un desayuno en una panadería que encontré de camino. Lo comí de camino y lo terminé justo en la esquina de mi casa, ya que apenas era un café y un par de bollos de crema. Si tenía que enfrentar el enojo de mi madre, ¿qué mejor que hacerlo con algo en el estómago? Entré por la puerta de casa sin hacer mucho ruido, me delató el golpe de la puerta, ya que si la cerrabas despacio quedaba siempre entreabierta. Mi madre estaba en el salón limpiando.
-Ya era hora.-me dijo, pero su cara no reflejaba en absoluto enojo-. Ve al trastero del garaje y tráete el sofá cama que hay ahí. La llave está sobre la mesa de la cocina.
-Los vas a hacer dormir en el sofá viejo ese?-le pregunté-.
-No tonto, ahí vas a dormir tú.-tenía sentido, ya que mi cama era de dos plazas y el sofá de una sola-.
-¿Y para que traerlo ahora si todavía faltan dos semanas? Además, ¿no tenía la madera rota?-pregunté yo mientras me alejaba hacia la cocina a por las llaves-.
-Porque un compañero me dio el número de un buen carpintero y tapicero para que lo arregle. Nos lo viene a arreglar esta tarde, así que habría que limpiarlo un poco antes.-dijo sin mirarme a lo lejos-.
-Ok.-le respondí yo justo antes de salir por la puerta y bajar por el ascensor hasta el garaje comunitario. Subí el sofá de color negro con algo de esfuerzo, ya que, si bien no era grande, si era incómodo de llevar para uno solo-.
Lo subí y lo dejé en el salón donde mi madre lo limpió lo mejor que pudo. Estaba lleno de tierra y polvo, tenía manchas y estaba desgastado, pero seguía siendo un sofá muy cómodo y útil. Por eso todavía lo teníamos a pesar de ser viejo y haber modelos mucho más modernos en el mercado. Cuando terminamos con el sofá paramos a almorzar, una pequeña siesta hasta que llegó el carpintero. Era un hombre mayor, rozando los 50, con el pelo salteado de canas blancas y pelos castaño oscuro. Iba bien afeitado y con un mono de trabajo azul oscuro. A pesar de todo, no tenía panza y se podía ver unos brazos bastante fornidos. Para su edad se mantenía bastante bien. Mientras el hombre trabajaba aprovechamos para hacer otras tareas en casa. Mover ropa de un armario a otro para hacerles hueco a mis primos, ver qué cosas nos harían falta para comprar más adelante y, en general, ambientarla para que pudieran estar cómodos. Cuando el hombre terminó de arreglar el mecanismo que lo convertía en cama se acercó a charlar con mi madre. Mi madre le ofreció un vaso de agua y se la tomó mientras le contaba un par de chistes a los que mi madre respondida con una tímida risa. Se la veía muy cómoda con aquel hombre y dudaba mucho de que recién se conocieran. No escuché mucho de la conversación, yo tenía mis cosas, entre ellas, recuperarme de una ligera resaca que me mantenía molesto. Al final mi madre me llamó.
-Dan, ayuda a Martín a bajar el sofá. Va a tener que llevárselo un par de días para arreglar el tapizado.-dijo ella-.
-Como no.-respondí y le ayudé-.
Ahora que éramos dos el esfuerzo fue mucho más leve y lo pudimos bajar sin ningún tipo de problema por el ascensor. Lo metimos en su furgoneta y nos despedimos. Cuando llegué a casa mi madre estaba preparando la cena. Estaba por ir a mi habitación a descansar cuando me llamó, rápidamente fui a la cocina.
-Que no se repita lo de anoche.-me dijo sin mirarme a la cara-.
-Si mamá, lo siento.-le dije-. No me olvidé de escribirte. Pasó que escribí el mensaje pero me olvidé de pulsar el botón enviar.-mi madre suspiró-.
-Está bien hijo, te creo. Pero que no se repita.-retomó lo que estaba haciendo y siguió hablando-. Cuando vi que ya era mediodía y no sabía nada de ti me preocupé de verdad. Nunca antes me habías hecho esto.
-Lo sé mamá, lo siento.-me senté en la mesa de la cocina. Me sentía muy mal, sentía que realmente la había fallado-.
-Bueno, lo importante es que estás bien.-respondió ella quitándole hierro al asunto y se giró a mirarme un segundo-. Bueno, ¿y cómo te fue con Blanca anoche? ¿Que hicisteis?
-Bien.-muy bien en realidad-. Sus padres se fueron de crucero así que me invitó a ver una película nueva de la que habíamos hablado….
-¿Y? ¿Visteis la película?-sonrió socarronamente y volvió a girarse hacia la comida-.
-Bueno, algo vimos, pero nos quedamos dormidos porque era tarde…-no me atrevía a mirarla a la cara-.
-Ajá… Tomaste precaución?
-¡Mamá!-grité yo mientras sentía que el calor me subía por la cara. Ella se empezó a reír-.
-Bueno, no te torturo más, eres joven… Pero eso no quita que te tengas que cuidar, que seas joven no significa que no te pueda pasar nada.-dijo ella-.
-Si mamá, ya lo sé...- nos quedamos unos segundos callados. Se escuchaba el cuchillo cortando la verdura y el gas del fuego. Después de unos incómodos segundos ella dejó lo que estaba haciendo, se dio la vuelta y vino hacia mi-.
-Sé que esta conversación no es fácil. Pero tampoco está tu padre para dártela.-dijo ella, su mirada se perdía detrás de mí. Finalmente volvió a enfocar su vista en mis ojos-. Sé que eres mayor, joven y haces lo que te gusta. Pero así como eres mayor para algunas cosas todavía no estás preparado para otras. Ten cuidado, es lo único que te pido. ¿Si?
-Si mamá. Puedes confiar en mí.-le respondí sincera y solemnemente. Ella me abrazó y yo correspondí. Después se separó y volvió a lo que estaba haciendo-.
-¿Algún día me vas a presentar a esa chica o alguna de tus amigas?-preguntó ella inocentemente-.
-El día que esté en una relación seria como Dani sí.-pude ver como asentía de espaldas y la conversación murió ahí. Me quedé sentado unos largos minutos pensando. ¿Podía Blanca llegar a ser mi novia? Sin duda me sentía muy cómodo a su lado, y estaba seguro que sería una novia maravillosa… Pero había mucho que perder, y no estaba dispuesto a arriesgarme. La comodidad es muy adictiva.-. Bueno mamá, me voy a la ducha, ¿cuánto queda para cenar?
-Media hora todavía.-respondió ella-.
-Ok.
Me levanté y me fui a dar una ducha, después de eso cenamos y me acosté. Estaba realmente cansado, hacía rato que la resaca se había convertido en un cansancio aterrador, así que me dispuse a recuperar horas de sueño. Me iban a hacer falta.
La semana transcurrió tranquila. Fuimos preparando la casa poco a poco comprando lo que nos faltaba, sábanas, toallas, comida. También fuimos pasando mis cosas hacia el pequeño cuarto de “invitados” que teníamos vacío, ya que éste era más pequeño que mi habitación. Así mis primos podían estar más tranquilos. Entre los estudios preparando los exámenes y los entrenamientos de futbol las dos semanas pasaron rápidamente. Así llegamos al viernes de la semana siguiente, yo volvía de la Universidad. Me había saltado la última hora, ya que no era una clase importante y quería ver a mi primo. El camino en el metro se me hizo eterno, me temblaba la rodilla y la chica que estaba sentada a mi lado me miró varias veces con molestia. No la podía culpar. Llegué media hora más tarde, hacía más de 3 horas que había llegado mi primo según me había comunicado mi madre. Cuando entré estaba sentado en el sofá hablando con mi madre, al escuchar la puerta se giró hacia mí. Se le iluminó el rostro, un rostro que lo conocía muy bien, ya que era prácticamente igual al mío. Desde pequeños siempre habíamos estado muy unidos ya que éramos los únicos de edad parecida, el resto eran o mucho más pequeños o mucho mayores. Elías apenas era 2 años mayor que yo y, si bien éramos de rostro muy parecido, había diferencias notables. Él era completamente rubio, como su madre y tenía los ojos de color ámbar. Era un par de centímetros más bajo que yo, pero estaba mucho más musculado, debido al trabajo en el taller. El resto del cuerpo era parecido al mío ya que él también jugaba al futbol asiduamente. Otra de las diferencias es que él tenía la nariz más estrecha que la mía y tenía 3 lunares en fila en la barbilla.
-¡Primoooooo!- me saludó cuando me apretó en un fuerte abrazo-. ¡Cuánto tiempo!-me dijo cuándo se separó de mí-.
-Desde la boda tuya hace 3 años. Anda que no ha llovido. Encima desde que se te rompió el móvil ya no hablamos.- respondí yo con una sonrisa-.
-Sí, encima con las reparaciones de la casa no me ha dado todavía para comprarme uno nuevo. Espero que tú me encuentres uno baratillo.- dijo él-.
-Ahora mismo hay muchos, las marcas se pelean por ver quien saca el mejor móvil a buen precio, va a ser facilísimo encontrarte uno que te dure varios años.
-Pffff… pues lo dejo en tus manos, porque yo de tecnología ni idea a no ser que vaya conectada a una batería de 12V.-reímos los dos-.
-¿Oye, y tú esposa?-le pregunté cuando me percaté que no la veía en el salón-.
-Ale estaba por entrar a darse un baño, el viaje la ha dejado cansada.-dijo el mientras volvía a sentarse al lado de mi madre-.
-Bueno, ya la saludaré luego. Aprovecharé e iré a cambiarme yo también, que traigo olor a tren lleno.-dije yo-.
-¿Queréis que os traiga unas cervecitas que puse esta mañana en la nevera?-preguntó mi madre-.
-Venga, por mí sí.-dijo Elías-. ¿Tu primo?
-Venga va, me va a venir bien para el calor que traigo.
Mi madre se levantó del sofá y yo dejé el salón camino al pasillo. Pasé por la habitación de mi madre que estaba pegada a éste último. Casi al final del pasillo estaba mi habitación y, en frente, la pequeña habitación de invitados y el baño. Entré a la habitación de invitados donde tenía en ese momento mis cosas. Me quité la ropa, una camiseta azul celeste estampada y unos vaqueros que, aunque me encantaban, hacía rato que me quedaban bastante ajustados. Me picaba la entrepierna, el roce de los estrechos vaqueros me había irritado el prepucio. Me bajé ligeramente los calzoncillos antes de buscar la ropa que me iba a poner para observar con detenimiento cual era la zona afectada. Traté de ponerme el pene en dirección a la luz que estaba arriba de la puerta para poder verlo mejor ya que era difícil distinguir que parte era la que estaba irritada. En ese momento, y parece que ya se había hecho costumbre, se abrió la puerta ante mi estupefacción. Y entonces empezaron los problemas. El rostro que me miraba del otro lado, un rostro sonrosado, con pecas sobre una estilizada nariz, con unos labios rojos como fresas que hacían una mueca de inseguridad y seguidamente de sorpresa. Unos ojos azules como el cielo de la mañana en un día soleado de primavera. Un cuerpo de mujer perfectamente formado con unas curvas que sorprenderían al mismísimo Michael Schumacher. Todo remarcado con un pelo ondulado del color del Fuego. Y, sin darme cuenta, comencé a quemarme.
*Nota del autor: Hola a todos! Os doy las gracias a todos los que leéis mis relatos y los valoráis. Antes de seguir me gustaría que se sepa un par de cosas. Ésta es una historia parcialmente real, tiene detalles auténticos y detalles totalmente imaginados e idílicos. No voy a decir que es real o que es mentira, ahí también está parte de la gracia. Así es como mas disfruto yo los relatos en esta página y como espero que vosotros podáis disfrutar de éste. Cualquier comentario constructivo es bien recibido, se que no soy perfecto y hay mucho que pulir. Pero, hasta el momento, estoy orgulloso de esta historia y de lo que significa para mi. Mi idea es publicar semanalmente, asi que, si todo sale bien, tendréis un nuevo capítulo cada semana. Pero depende de muchísimas cosas, asi que no puedo prometer absolutamente nada. Un saludo grande!