Fruto del amor y el Engaño: Entre bebidas y risas
La vida de un joven se ve totalmente cambiada el día que su primo y su esposa vienen a pasar la temporada de verano a su casa. Engaños, amor, sexo y arrepentimientos.
Soy de los que tiene la firme creencia que todos tenemos un punto de quiebre. Ese momento de nuestra vida donde todo se tergiversa, se corrompe, se desvanece y destruye todo a su paso. Quizá a algunos les cae antes, quizá después... pero a todos nos cae en algún momento. Hay cosas de las que uno está seguro en la vida, una de ellas es que ese punto de quiebre te cambia, para bien o para mal... pero no vuelves a ser el mismo. Todo lo que creías cae en un saco roto, y sus semillas se esparcen por la tierra contagiando no solo tu manera de vivir sino todo lo que te rodea. Yo tuve ese punto de quiebre relativamente joven.
Tenía 19 años cuando ocurrió, estaba en mi mejor momento, en la flor de la vida. Si alguien me hubiera dicho lo que habría cambiado en mí en esos 6 meses que se acercaban quizá lo hubiera tachado de loco, de estúpido. Me sentía en la cresta de la ola, y no era para menos. Con 19 años no tenía que preocuparme de muchas cosas, estaba perfecto de salud, estudiaba y jugaba al futbol en un equipo de la Tercera División. Al ser semiprofesional y tener un buen nivel ganaba algo de dinero con el que me mantenía, no necesitaba mucho, pues mi madre me mantenía para que siguiera estudiando. Si bien me gustaba el futbol sabía que no iba a ser el sustento de mi vida, pues el nivel para llegar a ser profesional era excesivamente elevado. Eso no quita que me esforzara en cada entrenamiento y diera lo mejor en cada partido. Debido a ello mantenía un aspecto envidiable, mi rostro de por si apuesto se coronaba con un pelo corto castaño claro y unos ojos verdes heredados de mi abuelo paterno, lo único bueno que pude recibir de esa rama de mi personal árbol genealógico. Mi cuerpo de futbolista destacaba, con unos brazos fuertes, sin ser excesivamente musculosos y unas piernas duras como piedras. Mantenía una vida saludable, dentro de lo que cabe. Nunca rechacé ningún tipo de comida, mi madre me educó bien en ello, y en casa comíamos variado sin seguir ninguna dieta en específico. Mi madre, siendo más bien bajita, siempre recalcó que llegué a ser tan alto (1,83) gracias a haber comido verduras. La realidad es que es otra de las herencias de mi padre, o eso tengo entendido, ya que mi madre nunca quiso hablar de él.
La historia corta de ellos se resume en: compañeros de la universidad tienen una historia corta de amor que se rompe cuando ella queda embarazada. Mis abuelos maternos siempre me cuidaron y ayudaron a mi madre a mantenerse mientras estudiaba, gracias a ello hoy en día es una respetada superior en una de las cadenas de hoteles más grande de la isla donde vivimos. Nunca he tenido problemas económicos, pero eso no quiere decir que haya sido un “mimado” toda mi vida. Mi madre siempre se aseguró de enseñarme una buena ética de estudio y trabajo. Me enseñó a esforzarme al máximo en todo lo que haga y a ser imprescindible allí donde estuviera. Cuánta razón ha tenido siempre, a pesar de que, como hijos, nos cueste a veces reconocerlo.
Puestos en contexto llegamos a Mayo de ese año, con la venida de las semanas finales, exámenes y demás temas que nos mantendrían ocupados durante bastante tiempo, decidimos quedar con nuestro grupo de amigos preferido. No es un grupo extenso, pues consta de apenas 5 personas. Mi mejor amigo Dani, mi compañero de juegos y de clase desde primero de la Secundaria. Después estaban las “trillizas” como las llamamos Dani y yo. Andrea es la más reconocible de todas, la típica “chica Instagram” de más de 10.000 seguidores a la que todos tratan de seducir pensando que es una zorra, pero que en realidad es más buena e inteligente de lo que es capaz de ver la gente. Siendo rubia, de 1,68, chica “gym fitness” hace las delicias de todo el que pasa por delante de ella. Su trasero trabajado y sus pechos del tamaño de la mano confirman el cuerpazo de escándalo que tiene. La única “pega” que tendría sería su rostro, que sin ser feo tampoco se podría considerar hermoso, y se camufla con los filtros de instagram y su maquillaje. El caso contrario sería Blanca, una chica introvertida, aficionada a la lectura que viste como gótica sin llegar a serlo. Su cuerpo delgado y su piel blanca como su nombre mismo no llaman mucho la atención debido también a su ropa holgada. Pero que no os engañe su primera imagen, pues oculta un hermoso trasero blando y perfectamente proporcionado. La última de las “trillizas” es Lorena, una chica rellenita, sin llegar a ser gorda, es la que reconoceríamos como una “gordibuena”. Es, además, la novia de toda la vida de Dani, una chica con un carácter fuerte que salta a la mínima, sincera hasta hacer doler y fiel a su gente como un Husky Siberiano con su dueño.
Y uno se preguntará, ¿por que las llamamos las trillizas si no se parecen? Es un mote amistoso que les pusimos con Dani debido a como se defienden las unas a las otras como si fueran hermanas mismas. Las conocimos en el campus de la Universidad cuando empezamos a socializar con Dani, y desde entonces no nos hemos vuelto a separar.
Eran las 20hs cuando cenábamos con mi madre un día sábado de Mayo. La cena estaba transcurriendo tranquila mientras veíamos la serie “Friends”, nuestra serie preferida.
-¡Alguna novedad? –le pregunté yo mientras terminaba mi plato de merluza y ensalada. Mi madre me miró, y se quedó pensando un momento. De fondo Chandler estaba haciendo uno de sus sarcásticos chistes-.
-Ahora que lo pienso, sí. El martes me habló tu primo Elías, se vienen a principios de Junio con su esposa para trabajar aquí en la ciudad. Tu tío le ha conseguido un trabajo en la concesionaria y su esposa trabajara en uno de los hoteles.-dijo ella mientras seguía comiendo lentamente las últimas hojas de lechuga-.
-Oh qué bien! Hace desde que se casaron que no los veo.-respondí yo, entusiasmado con la idea. Elías y yo habíamos sido íntimos mientras vivíamos en el Pueblo en casa de los abuelos.-. Pensaba que al abuelo le iba bien en el taller.
-Y le va bien, pero mantenerse y listo. Tu primo quiere terminar de pagarse el coche y un par de arreglos de la casa. Además, ya sabes que en verano todos dejan el pueblo para venir a la ciudad, así que el trabajo baja mucho.
-Entiendo…-se hizo brevemente el silencio mientras terminábamos el episodio de la serie-.
-¿Tu, tienes alguna novedad?-preguntó ella, más por cortesía que por interés
-No muchas, esta noche me voy con los chicos a disfrutar de los últimos momentos de libertad antes de los trabajos y exámenes finales.- aproveché para comunicárselo, ya que hasta el momento no le había dicho, por olvidadizo en lugar de por miedo. Sabía que no me iba a negar que salga con mis amigos, ya era mayor de edad y sabía que era responsable-.
-¿Duermes en casa?-preguntó ella-.
-Todavía no lo sé, depende la hora a la que volvamos y donde vayamos.-respondí yo, sinceramente, pues todavía no habíamos decidido donde ir-. A las 22 me viene a buscar Dani.
-Bueno, déjame un mensaje si no vienes a dormir a casa. No quiero despertarme con un susto mañana.
-Si mamá, no te preocupes.
-¿Te hace falta dinero?
-No, ayer me pagaron del club, así que tengo algo para gastar.-dije yo mientras me disponía a recoger la mesa y me dirigía a la cocina-.
-Bueno, ten cuidado hijo. Yo me voy a ir a acostar ya que en un ratito empieza mi novela. Avísame cuando salgas de casa.
Se levantó de la mesa y se fue a acostarse mientras yo terminaba de recoger y me disponía a lavar los platos. Me reía pensando en los comentarios de mi madre “una nunca deja de ser madre” como había escuchado en una serie. Sabía que mi madre confiaba plenamente en mí, pero parecía que ese tipo de comentarios cuidadosos no iban a cambiar nunca. Me imaginaba con 50 años, dueño de una empresa con mi madre todavía preguntando si tenía dinero para el viaje de trabajo que tendría al día siguiente. Terminé de lavar y me fui a dar un baño para prepararme. Una camisa lisa de color celeste, unos vaqueros con cinturón, unas deportivas bonitas y una chaqueta ligera por si refrescaba. Todo decorado con mi mejor perfume y estaba listo para tener una tranquila noche. Me conecté a mi ordenador a esperar el mensaje de Dani mientras veía las diferentes redes sociales. Unos 20 minutos más tarde la vibración del móvil me levantó del asiento, apagué el ordenador, me asomé a la puerta de la habitación de mi madre para despedirme y bajé las escaleras de mi edificio hasta la entrada. Las luces del Peugeot 208 de Dani iluminaban mi camino. Entré por la puerta del copiloto, le di un apretón de mano a Dani y salimos.
-¿Dónde vamos al final?-pregunté-.
-Las trillizas no tienen muchas ganas de bailar, así que vamos al Mariposa.-Asentí sin decir nada. El Mariposa era un Pub “tranquilo” de ambiente más juvenil. Tenía mesas grandes, música de fondo y alcohol barato en medio de toda la zona de discotecas. Era el lugar perfecto para ir con un grupo de amigos a hablar, reírte y beber a buen precio.- Escuchaste el nuevo tema de Twenty One Pilots?
-¿Todavía no, que tal es?
-Está bien… no es Stressed Out, pero se disfruta. Lo tengo en el Spotify, si quieres ponerlo.
Tomé el móvil de mi amigo y puse la canción en spotify, que al estar conectada al coche hacía sonar la música por los altavoces. Así nos quedamos, callados escuchando la música, en un semisilencio agradable, pues no necesitábamos decir nada para estar cómodos. A los 10 minutos ya estábamos en el Mariposa, las chicas ya estaban sentadas en la mesa habitual, charlando y riendo.
-Anda que habéis tardado, si dijimos a las 10.-dijo Lore cuando nos vio acercarnos-.
-Perdón cari, es que Dani tardó mucho en prepararse.-dijo Dani dándole un beso a su novia y mirándome, cómplice-.
-Culpable.- respondí mientras me sentaba al lado de Blanca, Andrea estaba al lado de ella en medio del grupo, y la pareja del otro lado de la mesa
La noche transcurrió tranquila, reímos recordando viejas anécdotas que se hacían más graciosas todavía debido al alcohol ingerido. A pesar de tener la cabeza un poco embotada por el alcohol, me di cuenta de la cercanía y el cariño que estaba demostrando Blanca, y yo sabía que significaba eso, asi que correspondía con mi parte. Una caricia por dentro del muslo que su falda dejaba al descubierto. Un soplo en la oreja seguido de unas risas, jugar a chupar la sal del chupito de tequila del cuello del otro…. Antes de seguir tengo que aclarar una cosa que se me pasó por alto y que es importante… Como ya dije, estaba en la flor de la vida, sexualmente estaba como nunca, si bien mi atractivo nunca dejó que me faltara nada desde que comencé la pubertad. Pero desde que habíamos formado ese grupo tenía sexo prácticamente cada semana, y es que las chicas de nuestro grupo eran bastante abiertas en confianza. Sí, me había follado, para entonces, a las tres, en repetidas ocasiones… pero nunca a la vez. Incluso con Lorena tuvimos nuestros momentos antes de que se pusiera de novia con Dani. Al igual que sabía que Dani había tenido alguna aventura con Blanca y Andrea. Y nunca se hizo raro, nunca hubo una mala cara, nunca celos… Era parte de la confianza que había en el grupo. La vida privada era eso, privada, y ninguno tenía derecho a juzgar al resto. Por eso siempre estuve tan cómodo con ese grupo.
-Oye, mis padres se han ido de crucero este fin de semana y mi hermano se queda en casa de su novia. ¿Te apetece venir a casa a ver la película de la que te hablé?-me dijo Blanca al oído-.
-¿La nueva de zombis?-respondí yo, en un susurro-.
-Siii, mi hermano me la descargó en Blue-Ray.
-Ah genial. ¿Y vamos a “verla” en la cama o en el sofá?-pregunté riendo. Ella me respondió con un puñetazo en el hombro-.
-Tontolculo.-me dijo con una sonrisa en la boca, que junto a su sonrosada cara debido al alcohol y la belleza natural que tenía la hacía tremendamente atractiva. Tenía ganas de besarla ahí mismo, pero no lo hice. Si bien había confianza entre nosotros, había un código no escrito. Lo privado se quedaba en privado, a excepción de Dani y Lore, pero ellos eran novios de manera oficial-.
-¿De qué os reís vosotros dos?-Dijo Lorena, llevando la mirada de todos hacia nosotros-. ¿Si tan bueno es el chiste por qué no lo contáis a todos?
-Emmm… bueno. Dicen que iban dos putas en una moto y se cayó la madre de Dani.-dije yo, tratando de librarme como pude-.
-¡OYE! –Saltó Dani y todos estallamos en una carcajada-.
No tardamos mucho en irnos, Dani se ofreció a llevarme, pero lo rechacé diciéndole que iba a acompañar a Blanca que no vivía muy lejos de allí. Si bien era cierto no era común que nos fuéramos solos. Pero como digo, nadie se metía en la vida privada del resto. Dani se fue con Lorena y Andrea se fue en su coche sin siquiera saludarnos. Era normal en ella, dentro de su propio caparazón. Llegamos rápido al edificio de Blanca, íbamos abrazados, en parte lo hacíamos por cariño hacia el otro y en parte nos ayudábamos a no caernos debido al mareo. No empezó lo serio hasta que entramos al ascensor, nos esperaban 6 pisos. Así que aprovechamos cada segundo. Nos besamos de manera apasionada, el alcohol nos inhibía de cualquier sorpresa, y en lo racional sabíamos que siendo tan tarde era poco probable que alguien saliera a comprar el pan. Lo que empezó con un abrazo terminó con mis manos en su redondo trasero por debajo de la tela de la falta. Y son sus manos en mi cuello acercándome a ella sin dejarme ir. Los besos y picos pasaron a morreos con lengua, a besos en el cuello y a mordiscos en la oreja. Cuando sonaron las puertas que nos avisaron que estaban abiertas en nuestro piso tardamos unos segundos más en reaccionar. Blanca se dio la vuelta camino a la puerta de su piso. Mientras sacaba las llaves la abracé por la espalda, besé y mordí su cuello que hizo que ella soltara un suspiro. Cuando por fin entramos golpeé la puerta detrás de mí, tiré la chaqueta en el mueble de la recepción y me abalancé sobre el menudo cuerpo de blanca. Nos besamos apasionadamente durante unos eternos segundos, la subí ligeramente al mueble de la recepción, abrí los ojos y vi sus hermosos ojos oscuros, destacados por la raya del eyeliner con unos mechones de pelo del color del azabache sobre su frente. Si ya estaba caliente, ver ese hermoso rostro observándome de manera tan sensual me puso como una moto. Volví a besarla mientras acercaba mi cuerpo al suyo, sentí como mi polla hacía presión en mi pantalón que, a su vez, hacía presión sobre la entrepierna de Blanca. Le acariciaba las piernas mientras ella me iba quitando botón a botón la camisa, dejando mi pecho desnudo que ella acariciaba. Me aparté un segundo para observar su rostro expectante de más.
-¿Bueno, entonces vemos la película en el sofá o en la cama?-le pregunté con sorna-.
-Payaso.-me respondió ella con un rostro en el que se reflejaba la rabia, la risa y la incredulidad-. Vamos al sofá
La agarré en mis brazos y, al ser tan pequeña, la llevé con sus piernas cruzadas alrededor mío hacia el sofá. La dejé caer en el enorme sofá de cuero sintético tapado con una enorme sábana blanca. Me saqué la camisa mientras le sacaba a ella su top negro liberando sus pequeñas pero apetecibles tetas de pezón sonrosado. La besé de vuelta y esta vez fui bajando poco a poco hasta llegar a sus pezones, me recreé un poco en ellos y bajé a uno de mis fetiches, su ombligo. No sé qué tienen los ombligos bonitos, pero me atraen muchísimo, le dan un carácter erótico al vientre increíble. Besé su ombligo y seguí bajando hasta llegar a la falda. La levanté y me encontré con un tanga de encaje negro, empecé a besar su monte de venus sin quitarle la tela, mis dedos empezaron a masajear por fuera mientras ella me acariciaba el pelo. Corrí ligeramente el tanga a un costado para que no me molestara. No se lo iba a quitar, ella sabía perfectamente lo que me excitaba la ropa interior de encaje, por eso se lo había puesto para mí. Lo tenía todo pensado. Empece a dar pequeños piquitos a sus labios mientras con un dedo acariciaba toda la zona externa. Poco a poco los piquitos dieron paso a besos con lengua, y lo que eran caricias por fuera comenzó a ser un masaje de arriba abajo, hasta que la noté bien lubricada. Con el dedo ya húmedo comencé a meterlo lentamente mientras lo movía dentro de ella, con la boca encontré su ya erecto clítoris y se lo empezaba a succionar y a chupar mientras escuchaba como su respiración aumentaba y aumentaban también sus gemidos y suspiros.. El ritmo era lento, tranquilo, teníamos toda la noche. Pero no voy a negar que estaba empalmadísimo, la polla me ejercía muchísima presión sobre el pantalón que en cualquier momento soltaría el botón que lo mantenía cerrado. Las caricias en mi pelo se convirtieron en tirones cuando se iba acercando al orgasmo. No sé cuánto tiempo debimos estar así, sé que fue el tiempo suficiente para que ella se corriera. Cuando se puso tensa y el tirón del pelo se hizo más fuerte para después calmarse completamente sonreí, había cumplido mi cometido. Ahora me tocaba a mí. Y ella lo sabía. Se levantó del sofá y me tiró para que me sentara. Me dio un beso mientras me quitaba el botón del pantalón y me bajaba al mismo tiempo los vaqueros y el bóxer de color negro.
-Te mereces un premio.-me dijo con una sonrisa pícara. Ya sabía lo que me tocaba, y mi polla estaba dando saltos-.
Me agarró la polla con su pequeña mano, que si bien era pequeña, una mano normal tampoco abarcaría mucho. Podía presumir de, no solo ser atractivo, sino de tener una buena polla, de unos 19 cm y bastante gruesa. Su pequeña mano subía y bajaba mientras nos morreábamos, ella tenía una rodilla entre mis piernas y la otra a mi izquierda. Con su mano izquierda me pajeaba y con la derecha se aguantaba sobre mi bíceps. Llegó un punto donde se apartó de mí, su mano cesó de subir y bajar, abrí los ojos y vi una sonrisa de lascivia en su cara que hizo que mi polla diera otro bote. Fue bajando poco a poco hasta situarse de rodillas sobre el suelo, todo sin soltar mi polla un segundo, como esperando que tratara de escaparse. Cuando tuvo la cara pegada me dio otra mirada súper sensual y comenzó a darle besitos al glande. Los besos fueron cada vez más largos y más sensuales hasta que, con otra mirada, se metió el glande completo en la boca y se lo dejó ahí mientras con la lengua lo rodeaba y chupaba. Cuando se me escapó un suspiro abrió la boca en una sonrisa. Esta chica sabía cómo excitarme. Volvió a cerrar la boca en torno a mi polla y cerró los ojos, esta vez para trabajar de manera más concienzuda. Aumentó el ritmo de manera vertiginosa, sentía que en cualquier momento me correría, estaba aguantando horrores para que eso no terminara. Veía como mi polla entraba casi por completo en su boca, sentía como su lengua se movía sin parar, estaba completamente concentrada y su cara lo denotaba. Una gota de sudor perlaba su frente. Me recosté sobre la espalda y me concentré con todas mis fuerzas en no correrme. Así estuvimos unos minutos más hasta que me dije que no aguantaría más, me la iba a follar sin esperar un segundo. Me levanté, lo que la sorprendió. Desde arriba vi cómo, además de estar chupándomela ella se estaba masturbando.
-No aguanto más, ponte a cuatro. ¿Todavía tomas las anticonceptivas no?-pregunté-.
-Obvio, tú no te preocupes.
No me hizo falta nada más, la puse a cuatro patas sobre el sofá., le subí la falda y le moví el tanga a un lado. Se la fui metiendo poco a poco, no porque me costara, estaba completamente empapada, sino porque quería disfrutar cada momento, no quería que eso terminara. La agarré de las nalgas y me ayudé a poco a poco meterla más y más profundo. Una vez que no llegaba más empecé con un vaivén lento. Iba disfrutando cada punto, cada gemido que ella soltaba.
-¿Te gusta?- le pregunté-.
-Ufffff… me encanta, por Dios, no pares.-respondió ella entre gemidos-.
-Quieres que le dé más rápido.
-Siiii, lo que quieras, pero no pares.
Seguí con algo más de ritmo, se empezaba a escuchar el choque de piel con piel. Me deleitaba con su redondo, blando y perfecto trasero. Al final noté que se ponía tensa y su cuerpo caía lánguido al sofá. Su cara quedó de costado plácida, y me ofreció el culo más en pompa si cabe. No lo dudé y empecé a aumentar cada vez más el ritmo, cosa que la sorprendió y la sacó de su languidez, comenzó a gemir cada vez más fuerte.
-Aaaaah! AAAAAH! Dios….-decía ella entre suspiros y gemidos-. ¿Pero cómo aguantas tanto?
-Ni yo lo sé, -dije con la voz entrecortada del esfuerzo físico-.
Seguí así un par de minutos hasta que noté que me estaba por correr. Me sentía cansado, pero no quería correrme, quería que fuera espectacular. Paré un momento, salí de detrás de ella y me senté en el sofá.
-Estoy cansado.-le dije-. Te toca a ti hacer unas sentadillas.
-Ufff… está bien, pero no estés mucho más que tengo las rodillas cansadas ya.-me respondió con una carita tierna mientras venía hacia mí y me daba un beso-.
El beso me dio el momento suficiente para aguantar un poco más. Le di la vuelta y ella, de espaldas a mí, se acercó mi polla a su rosada y depilada humedad y se la metió de una sentada. Empezó a subir y bajar y a mover su culo para los lados como si estuviera bailando twerk. No aguantaba mucho más, ya notaba que en cualquier momento terminaría.
-Dios, me voy a correr Blanca!-dije, y no le di ni tiempo a responder-.
-Aaaah.- gritó cuando la abracé por la espalda y descargué dentro de ella todo lo que había aguantado. Me quedé lánguido sobre el sofá, satisfecho. Hacía muchísimo que no me corría de esa manera. Ella se hizo hacia atrás recuperando el aliento. La abracé sin siquiera salir de ella. Le di un beso en la mejilla y la contemplé con los ojos cerrados, satisfecha, tranquila, orgullosa y feliz. Era digna de un poema o un cuadro. Al final se dio vuelta, mi polla salió flácida y ella se sentó encima. Nos dimos un cariñoso beso y unas caricias. Fuimos a ducharnos juntos, a sacarnos un poco del sudor pegajoso, no hubo más sexo, a ninguno de los dos nos hacía falta. Estuvimos entre besos y caricias hasta que los dos terminamos. Fuimos a la habitación de ella, donde había un PC y una tele de pantalla plana con entrada para USB. Conecté todo mientras ella se terminaba de secar el pelo y se ponía un pijama cortito que me resultaba extremadamente erótico. Nos tumbamos a ver la película de los zombis, pero a los pocos minutos Blanca ya estaba dormida, la tapé bien, apagué el tele y me acosté a dormir con ella.