Frustrada e Insatisfecha

Me sentí como un caballero cuando salí en busca de esa dama en apuros, pues no es justo que un hombre la trate como tal, menos aún y sobre todo siendo su marido. Funcionándome a veces mi galantería, poniéndome siempre de parte de ella, lleve o no la razón.

Frustrada e Insatisfecha

Lo que a continuación os voy a relatar, me pasó hace unos años, creo que hará ya tres al menos. La experiencia la recuerdo no por lo ocurrido, menos aún como se generó, sino al encontrarnos nuevamente, claro está fingimos no conocernos en presencia de nuestras respectivas parejas. Pero en el fondo dentro de nosotros, sabemos lo ocurrió dicho día, no habiendo día que no deseáramos repetirlo. Bueno dicho esto, creo que será mejor que os cuente como paso, vale…

Todo fue a raíz de haber llevado el coche a la ITV (Inspección Técnica de Vehículos), inspección que no la pase y que debía de llevar el coche al taller, no quedándome otra y lleve mi coche al taller de siempre. Este se encuentra en el interior del Polígono de Hytasa, taller que cuyos mecánicos me informaron que se pondrían con él. Teniendo que llamar a mi mujer, haciéndole saber que no contara conmigo pues no tenía coche, esta me sugirió que me acercara a las tiendas cercanas. Sugerencia que me hizo con la excusa de hacer tiempo, pues como me hizo saber ella…

  • “Mira cielo, puedes acercarte al Outlet del Corte Ingles que está ahí al lado, mira los trajes que viene ahora Semana Santa”.

Mi ignorancia me hizo preguntar por la ubicación de dicha tienda, soltándome ella…

  • “Cielo, no me seas torpe, no me digas que no sabes donde esta esa tienda”.

Contestación que me sentó como una patada en los huevos, como si yo supiera donde se encuentran las tiendas, pues aunque tenga tiempo por las mañanas, no significa que me conozca la ubicación de todas las tiendas de la ciudad. Volviéndole a preguntar como un borrego…

  • “Perdona cariño… pero no tengo ni idea, me podrías decir por favor donde se encuentra la dichosa tienda”.

Respondiéndome ella con retintín…

  • “Mira, coge el móvil y pon en el navegador… Outlet: El Corte Inglés (Centro comercial Outlet), diciéndote que está situado en la Ctra. Su Eminencia, o sea que lo tendrás a menos de cien metros de donde estás tú”.

Colgué y me puse en marcha, enojado en parte por su manera de hablar, molesto con ella por su tono, deseando devolvérselo aunque eso me cueste quedarme sin sexo. Bueno, me fui caminando hasta acceder a la tienda, donde más nada entrar en esta, comencé a deambular ya dentro, buscando alguna oferta que me satisficiera, mirando eso que me dijo mi mujer. Buscando a parte alguna oferta atractiva, esas que nada más verla te entran por los ojos, no soy muy exigente con la ropa, pues solo suelo comprarme aquello que me gusta como es lógico. Siendo en verdad la exigente mi mujer, tanto dentro como fuera de la casa… mmm.

Bueno sigo, recuerdo que desde donde yo estaba, llegue a escuchar voces, gritos e incluso insultos. Llamándome la atención de saber de quién o de quienes se trataban, descubriendo que eran un matrimonio mayor, cuya forma de vestir debían de ser del barrio. Mirad, ella era gruesa por no decir que era rellenita, morena de cabellos largos hasta cuatro dedos por debajo de sus hombros, grandes senos (una ciento treinta al menos), no muy alta… no pasando del metro setenta. El, algo mucho mayor que ella, casi calvo y los escasos cabellos grisáceos, cuerpo delgado, bigote y con una expresión de no meterse con él.

Bueno, ahora os digo como iba, así os hacéis una idea de por su vestimenta… vale. Ella iba con un vestido que más parecía un camisón, corto… bueno hasta medio muslo con estampado floral, escote abierto como una V, manga corta con volantes, y creo recordar que la abertura estaba en la espalda con cierre de botón. Claro está la talla debía de estar entre la X y la XL, zapatos bajos sin tacón. Él, iba con una camisa blanca de rallas, un pantalón de vestir y zapatos oscuros, nada más que llamara la atención.

Nada más verlos, acabe por alejarme un poco, pero llegue hasta dos veces más escucharlos discutir, la primera de esta, el no dejaba de echarle en cara a ella cualquier cosa. Desde su forma de vestir hasta su forma de hablar, recriminándole lo gorda que esta, tanto que dejo claro que la noche pasada, él no pudo dormir por no caber ni en la cama. Ella lloraba, pero para nada se callaba, echándole en cara lo frustrante que es vivir con él, echándole en cara… las noches que se quedaba en vela, no por sus ronquidos… sino por lo insatisfecha que esta, insultándole y diciéndole de todo.

En la segunda discusión era más de lo mismo, donde ella no dejaba de echarle en cara que la tenía engañada desde niña, entre insultos volvió a la carga sobre su estado e insultándole con el tamaño de su hombría. Gritos hicieron que el guarda de seguridad se personalizara y mediara en plena discusión, donde este hombre canoso con barbita, cuya edad rondaría los cincuenta y picos de años, cuerpo delgado y de poca altura. Acabo por mandarla a la mierda, soltándole…

  • “Me marcho, vamos a ver cómo te vas tu a casa sin bonobus, ni dinero”.

Dejándola allí llorando, donde algunas personas acabaron por acercarse, intentando consolarla, cosa que no pudieron, acercándome finalmente más aun sabiendo que por ser hombre poco podría hacer, sabiendo que podría mandarme incluso a la “mierda”. Como gesto de concordia… le ofrecí mi pañuelo, como primera medida de acercamiento. Viendo que cogió el pañuelo y agradeció el detalle, me atreví a rodearle con mí brazo a modo de poderla consolar, gesto que aunque le asombró claro está, acabo por dejar descansar su frente en mí pecho, acabando por estallar a moco tendido. Deje que llorara durante unos minutos, mientras le arropaba contra mi pecho y la rodeaba con mis brazos, comenzando por comentarle la falta de respeto de algunos hombres con las mujeres, dando igual que sean cónyuges o familias, pues no son dignas de ese trato. Por su forma de respirar, supe que iba bien encaminado, acabando mis comentarios con una disculpa en nombre de su marido, cosa que ella agradeció, puntualizando…

  • “Mira, te lo agradezco, pero las disculpas deben de ser aceptadas, sí es el quien las da”.

Poco a poco, comencé a conversar con ella, cogiendo algo de confianza, haciéndola sonreír incluso a pesar de sus lágrimas. Quise convertirme en esos breves momentos en su confidente, aquel que en esos momentos sea su pañuelo de lágrimas, aquel con el cual pueda soltar toda la rabia contenida. Recuerdo como ella, poco a poco fue soltándose, como la timidez inicial y más ante un desconocido, fue desapareciendo. Comenzó a hablarme sobre su marido, llegando incluso a defenderlo, soltándome…

  • “Él, no es tan malo… te lo aseguro, lo que ocurre es que yo lo provoco”.

Intento mediar, pero ella me hace callar para continuar con su alegato, diciendo…

  • “En serio, mí Paco es muy bueno, es esta puta crisis la que le hace actuar de esta manera…”.

  • “Eso…  y que yo, no le ayudo lo suficiente”.

Aquello me encendió en verdad, pues que encima lo defendiera a pesar de lo ocurrido… mmm. Continuo, contándome cosas sobre su marido, aquellas cosas como porque se acabó casándose, puntualizo en motivos por el cual discuten, llegando incluso en algunos años a la ruptura. Acabando por criticar al género masculino, donde yo callado le daba la razón en todo, llegando ella a confesarme que su marido la deja insatisfecha, razón por la cual se siente frustrada y rechazada, no por lo poco dotado que es el, sino por el hecho que este no la llega ni a tocar.

Corte la conversación a modo de podernos presentar, acabando por hacerme saber que se llama Lola, cuya profesión es ama de casa y madre a tiempo completo, cuyos cincuenta y cuatros años están malgastados, mujer madura que me pareció algo atractiva, quizás por esos voluptuosos senos, cuyos empitonados pezones me estaban poniendo burro. Llegándome a soltar esta…

  • “Creo que tú eres de esos hombres que van de galán, tiernos, simpáticos y con cordura. De esos que decimos que los queremos, pero lo único malo es que o estáis casados o son maricones, verdad…”.

Contestándole…

  • “Pues sí, tienes razón. Yo estoy casado, pero eso no es motivo para no acercarme a una mujer atractiva, pudiéndola defender de cualquier amenaza, sea esta su marido o no”.

Sonríe avergonzada y replica…

  • “Donde coño estabas tú, cuando una estaba soltera… mmm”.

  • “Sabes, yo te veo de esos que regalas rosas sin motivo alguno, romántico empedernido que escribes poema… mmm. Uno de esos que dice cosas hermosas y tiernas, salidas desde el mismo corazón, un hombre de verdad… radiante de amor y seguro que ardiente, no precisamente como mí marido… que es frío”.

Mientras hablaba, pude comprobar que a pesar de su educación o forma de vivir, esta mujer era a su forma muy educada, amable, tierna y esa clase de persona con la cual se puede mantener una conversación. Ese tipo de mujer con el cual se puede pasar un buen rato de sexo, aunque la note no precisamente satisfecha en este campo, cosa que visiblemente se veía que no, quizás precisamente por la apertura de su escote… mmm.

Mientras hablábamos, no dejamos de caminar, deambulando por la tienda hasta quedarnos al fondo a la derecha, donde en su día estaba las cosas de deporte, donde ese día por una extraña razón que no voy a aclarar ahora (pues no viene al caso). Los estantes, baldas, percheros y demás consignas, estabas repleto de prendas tanto dentro de bolsas, como fuera entre dobladas y desdobladas. Nos detuvimos entre estas y las estanterías, no habiendo persona por esa zona y los dependientes de la tienda estaban entre la zona de línea de caja y la zona de probadores. Viendo que la conversación la había animado, fui llevando esta al inicio, pues deseaba que hablara de cómo se originó la disputa, acabando esta por preguntarme en referencia a lo mencionado por su marido…

  • “Acaso voy mal vestida”.

Le miro y miento, lógicamente no iba a decirle que ese vestido me gustara o no, no lo vi el apropiado para salir, pues más parecía que iba en camisón… pero claro está, no podía decírselo, ya que ese comentario era dar la razón al cabrón de su marido. Acabando por responderle hipócritamente…

  • “Que va, estas muy guapa e incluso ardiente”.

Sonríe nuevamente y ruborizada, volviéndome a preguntar…

  • “De verdad estoy tan gorda, contéstame con toda sinceridad, por favor…”.

Vuelvo a mentirle, pues aunque esta rellenita, tampoco era para tanto, volviéndole a responder…

  • “Que va mujer, estas muy bien y sino fueras porque estas casada te cortejaría”.

Digo y prosigo…

  • “Sabes una cosa, te debo de confesar que me gustas y es una pena que estemos casados, sino te haría cosas indecentes… mmm”.

Asombrada por mi comentario, dice primero y tras un breve silencio… prosigue…

  • “Como… que me estás diciendo “.

Baja la cabeza nuevamente ruborizada durante unos minutos, levantándola poco a poco y antes de hablar, mira hacia nuestro alrededor, acabando por decirme…

  • “mmm… bueno y ya que estamos, que dices de esas cosas indecentes que me harías aquí”.

Respondo…

  • “No me importaría hacerte el amor aquí y ahora, dejarte satisfecha y que dejes de ser una mujer insatisfecha”.

Imaginad el rostro que se le puso, era todo un poema. Estaba asombrada que le haya soltado eso allí, cuando apenas hace media hora éramos unos auténticos desconocidos. Bajo el rostro nuevamente abochornado, actuando como si fuera culpa suya mi atrevimiento, cuchicheando unos segundos y en minutos, levanto el rostro nuevamente y mirándome sonriente, me soltó…

  • “Eres un hombre muy malo, sabes bien como entrar a una mujer, como llevarla a tu terreno y sobre todo donde estás el punto débil de cada una. Estoy muy halagada por todo, pero eso ultimo me lo vas a tener que demostrar”.

Mira no soy una mujer que hace locuras, pero me coges hoy disgustada con todo, por no decir con ganas de sexo, no soy mujer valiente y menos envalentonada, pero hoy me siento con deseos de hacer locuras, quizás con ganas de vengarme. No soy mujer de tener muchas aventuras pues solo he tenido un solo novio, siendo este el que me llevo al altar y me hizo mujer, no teniendo más experiencias que la dada por este hombre, siendo la verdad muy escasa, pues es solo de hacer cuatro cosas y de ahí no sacarle.

Pudiendo solo aprender algunas cosas, cuando sola en la cama esperando a que mi marido volviera a casa, bicheaba con el mando los canales de la TV, canales que un día encontré uno llamado “C47”, cuya programación a aquellas horas (películas porno) eran muy instructivas, tanto que acababa por acariciarme y hacerme un dedo… mmm. Quedándome con las ganas que mi marido, cuando llegara a casa… me hiciera el amor, cosa que nunca se atrevía a hacerlo, quedándome la verdad bastante frustrada e insatisfecha.

Mientras hablaba, no dejaba de mirar de un lado y hacia el otro al tiempo, tiempo que poso su mano sobre mi pecho e ir descendiendo hasta mi bragueta… mmm, notando ella mí erección que sufría en ese momento. Desliza su mano a lo largo de mi miembro, moviéndola de arriba hacia abajo, gesto que me hace posar mi mano derecha sobre su seno izquierdo… mmm. Ella suspira, calla y con ojos como platos, sin decir palabra alguna… veo como se agacha, atrevimiento que hace gracias al perchero, pues estamos ocultos por las ropas que había. Yo, fingía que estaba mirando prendas, mirando tallas e incluso las levantaba a modo de ver el tamaño, no moviéndome del sitio. Mientras ella hay abajo agachada… en cuclillas, comenzó a soltar la hebilla del cinturón, continuo por desabotonar el botón del pantalón y bajo la cremallera, tirando de mi pantalón hacia abajo junto con mis calzoncillos… mmm. Saltando mi miembro como un resorte, tomándolo ella con rapidez, sintiéndolo caliente como más tarde me confeso, sorprendida por mi falta de vello en tales partes, pues como decía…

  • “Estoy acostumbrada a una mata de pelos, aunque no soy de esas que la chupa, pero me he fijado mucho como lo lleva mi marido”.

Acabando por afirmar…

  • “Pues me gusta más así, me gusta sentirla más limpia… mmm”.

Siento como agarra mi miembro… mmm, sonríe y con un sonido de aprobación tira de mi miembro hacia ella… ooohhh!!!. En cuclillas como sigue, acaba por sujetarse a mis muslos al tiempo que acerca su boca a mi glande, siento su cálida respiración al tiempo que besa primero mi glande… uuummm!!!. Prosiguiendo por lamer mi miembro e ir continuando hasta mis genitales… aaahhh!!!, acabando por introducírsela poco a poco dentro de su boca… ooohhh!!!, siendo yo quien la tuve que detener un momento, pues rozo mi tronco con su dientes… uuuhhh!!!. Volviendo a intentarlo, despacio va introduciéndosela hasta casi la mitad, no siendo dificultad en ella la longitud sino el grosor… mmm. Chupa, lame con glotonería, me gusta verla como disfruta, no pudiéndome contener y dejar de acariciarle la nuca, deslizando mi mano por su cuello hasta rozar sus senos, pues la vista desde mi punto de vista es bestial… mmm. Ella alza la vista hacia arriba, sonríe al tiempo que la veo como lame mi glande… mmm, disfrutando de la mamada y hacerme a mí disfrutar… ooohhh!!!. Sacándosela y soltarme…

“Nunca se lo había hecho a nadie, ni incluso a mi marido que no había día que no me lo pidiera, ya que le contestaba que eso era de guarras… ja ja ja. Y ahora estoy yo aquí de rodillas, comiéndome una que no es la suya… mmm”.

Siendo el que la hace dejar de hablar, una vez que poso mis manos en su cabeza, presionándola hacía a mí, introduciéndosela esta poco a poco, forzándola a tragar un poco más, viendo como comienza a tener arcadas, cosa que me detengo y que ella aun así continua… mmm. Me mira nuevamente y sonríe, bajándose un poco el vestido… lo suficiente, como para sacarse por el escote de su vestido sus senos… mmm, colocando mi miembro entre estos y esta presionarlos… aaahhh!!!, restregándolo contra mi tronco… uuuffff!!!. Levanta la vista, mirando mi rostro, fijándome como disfruto, soltando…

  • “Entonces… dices, que me harías el amor aquí mismo… de verdad te atreverías”.

Suspiro levemente, fingiendo a duras penas el placer que estoy sintiendo, contestando…

  • “Sí… si… uuummm!!!”.

Escuchándome mientras no deja de masturbarme con sus senos, sacándola unos minutos para llevársela a la boca, mordisqueándomela y volverla a lamer… mmm. Volviéndome a decir…

  • “No quiero que me hagas el amor, eso me tiene muy frustrada e insatisfecha. Yo quiero que me la metas, quiero disfrutar como tanto dices, quiero que me folles como un hombre… ooohhh!!!. Lo quiero aquí y ahora… mmm”.

No me lo pienso dos veces, sabía que como nos cogieran se armaría un lio… y de los gordos, pero en ese momento la deseo más que a nadie. No respondo, tiro de ella hacia arriba de malas maneras, cosa que por su forma de mirarme… le gusta, cojo y le hago girar, quedando de espalda a mí, empujándola hacia delante, obligándola a sujetarse sobre el estante al tiempo que le subo el vestido, echando hacia un lado sus bragas… mmm. Observando ese tremendo culazo, colocando mi glande entre sus muslos, deslizándolo por su ingle hasta su orificio vaginal… ooohhh!!!, sintiendo su encharcado labios vaginales… uuuffff!!!. Y cuando voy a penetrarla, me suelta…

  • “Despacio por favor, quiero disfrutar… pero métemela con cuidado… mmm. Hace mucho que no siento una dentro de mí… mmm, pero nunca he sentido una como la tuya, nunca he sentido algo tan grueso… uuuffff!!!”.

Sustituyo mi miembro por mi mano, comenzando a dedearselo… mmm, claro está no lo necesita… aaahhh!!!, mientras ella me suplica que se la meta… mmm. Volviendo a introducírsela por entre sus muslos hasta su orificio vaginal… ooohhh!!!, siendo ella misma quien me coge mi tronco… mmm. Deslizándoselo por sus labios vaginales e introducírsela… aaahhh!!!, comenzando a moverme de delante hacia atrás despacio, no llamando mi atención y menos lo que hago… uuuffff!!!. Ella por sus ahogados suspiros doy a entender que está disfrutando, llegando a ver como tiene su boca taponada por prendas… mmm, mordiendo a modo de mordaza para no chillar… uuummm!!!. Mientras aguanta las embestidas que le estoy dando, embestidas cada vez más fuerte y profundas… ooohhh!!!. Llegando ella hasta a ponerse de puntillas dada mi altura y la suya, pero aun así no deja de gemir y disfrutar del momento, llegando a soltar…

  • “Uuufff!!!... cabrón, donde coños te has metido todo este tiempo… aaahhh!!!”.

  • “Joder que ya me ha venido y quiero más… aaahhh!!!, pero me duele ya hasta las piernas… ooohhh!!!”.

  • “Quiero que te vengas dentro… uuummm!!!, no creo que hasta estas altura me dejes embarazada… ooohhh!!!”.

No digo nada, continuo penetrándola, alternando las embestidas enérgicas con embestidas lentas y profundas, deseoso que disfrute y obtenga sus orgasmos deseados… uuummm!!!. Ella gime y llevado por la pasión… mmm, cojo y tiro de su vestido hacia abajo, continuando por sacar sus enormes pechos de su sujetador… uuummm!!!, amasándolos con mis manos, magreándolos y hacérselos saber al oído… aaahhh!!!. Diciéndole…

  • “Tienes unos pechos magníficos, como desearía mordértelos y chuparlos… ooohhh!!!”.

Ella se le nota por la expresión de su cara que aquellas palabras le gustan, por no decir las embestidas que estaba recibiendo… uuummm!!!. Mujer madura de grandes carnes… ooohhh!!!, no pareciéndome para nada despreciable… ooohhh!!!, cuyos enormes senos le hecho la ciento treinta al menos de talla… ooohhh!!!. Llegando ella a sujetarme de las muñecas a modo de que no me apartara… aaahhh!!!, notándosele que pronto obtendría otro orgasmo… uuuffff!!!, acelerando y entre convulsiones más parece que se orina… uuummm!!!, pues es tal el orgasmo que tiene… que más parece que son tres seguidos al menos… ooohhh!!!. Saco mi polla aun erecta de su encharcado coñito, miembro que ella me coge y sorprendida me suelta…

  • “Coño… mi niño, sí aun no te has corrido, acaso no te ha gustado”.

  • “Perdona, quizás haya sido yo como dice mi marido, no valgo ni tan siquiera para que se corra”.

Tengo que silenciarla, no aguanto que una mujer se menos precie. La miro y le hago saber…

  • “Ha sido maravilloso, pero deseo más, deseo penetrarla de mil maneras pues eres una mujer increíble, una mujer muy ardiente… mmm”.

Ella con una sonrisa de oreja a oreja, me hace saber que nunca un hombre le había hecho sentir lo que yo en ese momento he hecho, aunque me reconoce y me vuelve a recordar que no ha habido más hombre en su vida que su marido, no habiendo más novio ni nada. Además me confiesa…

  • “Sabes que nunca me había comido una polla, pero deseaba hacerlo y más desde que lo veía en esas películas del C47, donde veía pollas enormes… monstruosos. Pero mi marido para esas cosas como te he dicho es un poco corto… mmm”.

  • “Quiero que hoy y en estos momentos seas tú quien me ponga al día, quiero hacer realidad todo aquello que me privan por ser esposa, ama de casa y madre… mmm”.

  • “Te voy a permitir que me mancilles, quiero que me hagas cosas por muy desagradables que sean, no me importa que sean vulgares, te lo permito todo, quiero que me hagas una mujer de verdad”.

  • “Sabes, me estás haciendo sentir cosas que nunca las había sentido, o quizás las haya olvidado, como explicarte que en escasos minutos me hayas hecho sentir nuevamente deseada e incluso amada”.

  • “Debo de confesarte que nunca había tenido he sentido un orgasmo como el primero, nuca he sentido y menos saboreado uno con tantas fuerza, me he sentido viva nuevamente… mmm”.

Le ayudo a reponer el vestido, mientras no deja de mirarme, cosa que yo también hago. Acabando por preguntarme…

  • “Bueno y ahora donde vamos, que tocaría aseos o el probador”.

Bueno viendo que mi experiencia con esta madura dama se me va a alargar demasiado, os dejo hasta aquí y continuare muy pronto, pues aunque en verdad apenas queda, ya que continuamos follando hasta que yo me corrí, creo que deseareis saber dónde acabamos haciéndolo.

Antes de despedirme, os debo confesar que he comprobado que aquellas mujeres, cuyos marido les tiene abandonadas sexualmente, son aquellas que son más directas y abiertas, bueno ya os diré en otra ocasión. Bueno hasta aquí os lo dejo, no me enrollo más, espero que os haya gustado tanto como a mí, espero vuestros comentarios. Mi email es… Jhosua 1974 @ Gmail . com