Frustración paterna
Es repugnante enamorarme de mi propia hija, sangre de mi sangre, lo se...e igualmente repulsivo es observar como coke, mi niña, mi amor secreto, mi vida se ha empeñado en seducir a su hermano.
Es menudita, delgada, de pecho pequeño ,cadera ancha y trasero perfecto..
Tiene unos ojazos azules impresionantes que parecen reírse siempre.
Sonrisa vivaz, risa fácil….alegría andante.
Coke es optimismo en estado puro, fruto quizás de su aún temprana edad.
Con 18 recién cumplidos, uno puede permitirse creerse con el mundo a los pies y la vida resuelta.
Ella, coke…es buena estudiante, una hija ejemplar, una hermana perfecta y una buena amiga.
Pero no todo es impecable en ella; la niña de mis ojos es caprichosa y cabezota.
Si quiere algo, no para hasta que lo consigue y da igual el precio o sacrificio que tenga que pagar….está dispuesta a todo!.
De tal palo, tal astilla! por que yo soy igual…
Así conquisté a su madre hace ya veinte años; con perseverancia y empeño.
Coke es impulsiva, insensata, alocada.. Pero es parte de su encanto.
Se parece tanto a su madre, que a menudo, cuando la observo, despierta en mí sentimientos enfermizos.
Es repugnante enamorarme de mi propia hija, sangre de mi sangre, lo se...e igualmente repulsivo es observar como coke, mi niña, mi amor secreto, mi vida…se ha empeñado en seducir a su hermano.
Muero de celos y enfermo de rabia; me sé perdido entre dos aguas: la cabeza que me atormenta y el corazón que me tortura.
Siento envidia de mi hijo, por ser el punto de mira de mi pequeña; me siento confundido por ello; colérico ante semejante aberración, envidioso a la vez…quiero ser yo el causante de sus miradas furtivas, quiero ser yo quien reciba esas caricias encubiertas, deseo ser yo la fuente de su deseo…y sin embargo…
También se que no está bien este coctel de sentimientos, que no puedo estar enamorado de mi pequeña, que no puedo permitir que juegue con su hermano a hembra hambrienta, que no puedo odiar a mi hijo por ser el foco de la atención de lo que yo tanto ansío ser para ella.
Pero lo odio, si! lo odio a muerte y me hace daño odiarlo y no lo sabe.
Y ella juega, coquetea descaradamente con el, lo acosa, lo persigue, lo seduce, y yo, en un segundo plano observo como coke va ganando terreno con Toni, mi hijo; se deja seducir, se deja acosar, va inconscientemente buscándola, tentándola igualmente.
Mis dos vidas, me la están quitando, mis dos grandes amores, me están matando.
Como un Voyeur obsesionado no pierdo detalle de cada movimiento de uno y otro; así voy descubriendo caricias disimuladas y besos furtivos; excusas inventadas para coincidir cada vez con mayor frecuencia, cada vez en mayor tiempo…
Durante un tiempo traté de impedirlo, busqué iguales excusas para mantenerlos alejados a uno del otro…me convertía en su sombra, en la carabina perfecta para impedir lo inevitable…
Y a más empeño mío, más argucias de ellos y más picaresca empleaban.
Opté resignado a fisgonear, a comportarme como un mirón curioso, como un guarro enfermizo.
Comencé a fantasear creyendo ser yo quien rozaba esos labios, quien bebía de ella…
Cada vez que Toni acaricia ese cuerpo menudo, yo me las ingenio para verlo desde algún lugar oculto.
Sus manos inexpertas buscan con prisa esos pechos pequeños para amasarlos nerviosamente.
Los pezones de coke siempre están erectos cuando está con él, a la espera de ese pulgar que no tarda en acariciarlos.
Son pezones grandes, rosados; dos preciosos botoncitos que impúdicamente claman ser devorados.
Toni no lo sabe, no lo entiende….aún no conoce las señales que envía el cuerpo y los ignora.
Sólo amasa, aplasta las pequeñas tetas entre la palma y los dedos mientras le come la boca; observo como ella arquea su cuerpo, intenta frotar su pubis contra la polla semi erecta del chiquillo…él suelta un pecho y lleva la mano a la braga. Acaricia, por encima de la tela su precioso tesoro.
Es torpe..Inexperto, pero su polla crece y crece y mi niña está pidiéndola a gritos sofocados.
Se abre entera ofreciéndose completa a su hermano, quien presuroso le despoja de las prendas que aun quedan por quitar.
Inmóvil observo como él se desliza hacia abajo, para posar sus labios en esos otros labios más indecorosos.
Yo no pierdo detalle; primero en la cara de coke, lujuriosa, tatuado el placer y el deseo en su rostro, con los ojos vueltos y semicerrados, la lengua reposando entre los dientes, su respiración agitada, sus manos recorriendo cada milímetro de su piel para terminar agarrando con furia el corto cabello de quien tiene su boca ocupada con el mayor de los manjares obligándole a continuar, y yo contemplo la escena mientras mi corazón se encoge y la envidia me consume.
Ella gime y se arquea; mueve la cadera al mismo ritmo que su hermano pasea su lengua por la agradecida raja.
Después observo con detenimiento el tesorito de mi niña; esos labios abultados por la presión del deseo; escondidos apenas bajo una fina capa de vello rizado.
Casi puedo aspirar el aroma de su sexualidad, frustrado a sabiendas de que jamás estaré tan cerca de ella.
Y me tengo que contener para no irrumpir en ese instante, sacar a patadas de la habitación al usurpador de mis anhelos y poseer ese cuerpo de diosa.
Por el contrario, permanezco inerte, estático, viendo como la embiste con ímpetu mientras ella abraza la cintura de el con sus piernas.
Cada estocada en su interior es un navajazo en mi interior; cada embestida con la polla, una puñalada en mi alma.
Pero se la clava con la inexperiencia de la juventud, sin el disfrute que va más allá del mero acto físico..
Con igual intensidad, y desde mi escondite, va creciendo mi polla.
La agarro con furia; está erguida, dura y sólo ansía introducirse en ese conejito cochino que se adivina empapado.
Gimo mientras me mastico la rabia y mi mano sube y baja; gimo mientras miro como es otra polla la que se introduce en mi pequeña, y no tardo en escupir semillas de odio y rencor en forma de leche tibia y lloro impotente mientras gimiendo, sueño con poseer ese cuerpo que jamás será mío.