Frío, fogata, vino, rencor... mala combinación

Cuando se dan las situaciones adecuadas en el momento preciso, muchas cosas pueden pasar, incluso entre los mejores amigos...

Me llamo Ibsen, tengo 21 años, estudio Medios Audiovisuales especialidad Fotografía, para celebrar el final del semestre mis panas (amigos) y yo decidimos irnos el fin (de semana) para Cuyagua, una playita caribeña del litoral central venezolano, el plan era pasar una noche en la casa de la familia de Mario en El Junquito, para así recorrer este pueblo y también la Colonia Tovar, un pueblito montañés que tiene la peculiaridad de que su arquitectura, su gastronomía, su cultura, sus costumbres y sus pobladores son descendientes de los pocos alemanes que intentaron colonizar Venezuela en la época de la conquista, por lo cual es bastante pintoresco y un importante centro turístico, y luego seguir el domingo en la mañana bajando para la costa; ese día en la montaña el clima estaba mucho más frío de lo habitual pues estaba pasando una depresión atmosférica por la zona central del país y una espesa neblina cubría todo el pueblo acompañada de una ligera caída de granizo, subimos como 10 compañeros en cuatro carros, incluyendo el mío, allá pasamos el día, comimos, paseamos, montamos caballo, compramos artesanías y ya como a las 4 de la tarde nos metimos en una taberna para poder tomarnos unas birras (cervezas) sin congelarnos por el frío.

Como a las 5 las muchachas estaban cansadas y dijeron que querían irse a la casa, varios panas (amigos) y yo nos ofrecimos a acompañarlas, pero Bruno se quedó, pues según él estaba cuadrando algo con la mesera de la taberna, aunque a mi me pareció que la jeva no estaba ni pendiente con él, nos fuimos y en serio la casa estaba más cómoda y confortable, con calefacción y todo, ya más tarde como Bruno no volvía los muchachos me dijeron que lo fuera a buscar pues a esa hora podrían no salir mas taxis, llegué a la taberna y estaba solo tomando, le dije para irnos y me dijo que lo acompañara a tomarse una mas y nos íbamos, estaba medio prendido (ebrio) ya, lo acompañé para no entrar en diatribas y comenzamos a hablar de cualquier cosa, reconozco que me sentía algo incómodo estando sólo con él y me sentí más incómodo cuando en el canal de televisión local anunciaron que hubo un derrumbe en la carretera de bajada hacia Caracas, justo entre el pueblo donde estábamos, y el pueblo donde estaba la casa, y que para colmo de males se había suspendido el paso indefinidamente, que se recomendaba usar las vías alternas sólo si se poseían vehículos rústicos y si no lo más recomendable era pernoctar en el pueblo, el otro camino era bajar hasta la costa de Aragua para luego pasar a Vargas y de allí volver a Caracas, pero era tarde y ese camino era algo peligroso además que lo desconocíamos, así que preferimos quedarnos en el pueblo.

No muy lejos de la taberna donde estábamos había una posada, dejé a Bruno en la barra y fui a pedir una habitación, debido a que la mayoría de los turistas de ese día decidieron alojarse hasta el día siguiente, se llenaron todos los hoteles y posadas y cuando llegué sólo quedaba disponible una pequeña habitación con cama individual pero el señor del hotel me dijo que podía prestarme una bolsa de dormir para que completáramos, acepté y la reservé, nos tomamos una cerveza más y nos fuimos, la verdad es que era bastante romántica, de esas tipo cabaña de piedra y madera con chimenea y decorado cálido y acogedor, con algunas velas aromáticas y esas cosas, llamé a los muchachos y les avisé de la situación, quedamos en que al día siguiente veríamos si habían despejado el camino y si no ellos volverían a Caracas para desde ahí, tomar la vía de la playa y nosotros nos iríamos desde la Colonia usando las vías alternas ya de día y nos encontraríamos allá, pedimos algo para cenar, la verdad es que estaba muy buena, trajeron una humeante sopa de cebollas, ensalada de papas, repollo (col) agrio, pan negro de centeno con nata, salchichas alemanas asadas con salsa tártara, pedimos una botella de vino tinto para acompañar, después de comer me sentí más cómodo, hablamos un rato más mientras nos tomábamos el vino, mientras yo pensaba que no era posible que aquello estuviera pasando de nuevo.

La razón por la cúal me sentía extraño estando con Bruno era porque nuestra relación siempre fue de todo menos normal, nos conocimos cuando comenzamos a estudiar juntos en la universidad, hace ya 3 años, en cuestión de semanas nos hicimos los mejores amigos del mundo, inseparables, como uña y mugre, tanto que nuestra amistad se tornó conflictiva, empezaron a haber celos, peleas, malentendidos, yo me sentí muy confundido, incluso creí que me estaba comenzando a enamorar de él, así que hice todo lo posible para alejarme y para que él se alejara de mi, nos fuimos distanciando, aún sin disminuir el malestar y la tensión, varias veces conversamos y tratamos de reconciliarnos pero nos fue imposible, había mucho de por medio, ya desde hacía un año no hablamos más sobre eso, él consiguió una novia y yo igual y al parecer nos olvidamos de todo lo que pasó, aunque yo no podía dejar de pensar en él, de extrañarlo, de sentir nostalgia por la forma tan intensa en que nos quisimos y de la brutal forma en que nos separamos presas del miedo que nos embargó, pero tengo que admitir que me sentía mejor lejos de él, así ya no tenía que cuestionarme a cada momento, por lo menos así fué hasta que estábamos allí, solos en una habitación, cubiertos por mantas frente a una chimenea y tomándonos una copa de vino, donde tarde o temprano volveríamos a hablar de todo lo que pasó entre nosotros, y quizás, ojalá no fuera así, trataríamos de nuevo -infructuosamente- de arreglarlo.

Siguió la conversación y en determinado momento comenzamos a reir, él había dicho algo que me pareció muy gracioso y llegó el momento que me estaba revolcando de la risa en la cama, donde ya ambos estábamos, cuando remitió el episodio de risa me encontré con la cabeza apoyada en su hombro, con todo mi cuerpo muy cerca de él, rápidamente me alejé y me quedé serio, tratando de levantar desde sus ruinas, las barreras -espaciales- que hasta ese momento nos habían separado.

  • Je je, coño Ibsen tampoco huelo tan mal ¿o sí? - Dijo refiriéndose a mi reacción y haciendo el ademán de olerse la axila

  • Ehh.. no Bruno... no es eso, tu sabes - Buscando hacer algún gesto que me hiciera ver menos estúpido

  • Si ya entiendo, pero creo que si te molesta tanto hasta el más mínimo contacto con este repudiable ser, es mejor que nos acostemos a dormir de una vez, así amanece más rápido y se acaba tu pesadilla - Dijo ya mas serio y obviamente dolido, lo que me tumbó de un sólo golpe

  • Bruno, no te pongas dramático, sólo fue un movimiento nada más

  • Pues bastó para decir todo Ibsen, pero igual no hay rollo, es problema mío si siempre me pongo "dramático" cómo tu dices, olvídalo amigo, hasta mañana- Dijo mientras se despojaba de la camisa, el pantalón y se quedaba ante mis ojos sólo en unos ajustados interiores (calzoncillos) blancos y con las medias (calcetines) también blancas, lo que me puso más inquieto aún

  • Bueno Bruno disculpa si te molestó lo que hice, pero si quieres arruinar todo lo bien que lo pasamos esta noche por una estupidez como esa, hazlo, no piendo discutir contigo

  • Je, no me sorprende, igual eres tú el que siempre ha preferido tirar las cosas por la borda antes de discutirlas

  • Y eso a que viene?- Dije ya más molesto

  • No pienso discutir más carajito (muchachito), buenas noches ya dije, que sueñes con los angelitos- Dijo sarcásticamente con ese tonito que me saca de mis cabales

Yo estaba súper irritado, sabía que él tenía razón pero no quería dar espacios para profundizar, no me quería involucrar de nuevo en esos rollos que nos hicieron tanto daño, aunque debo admitir que muy en el fondo me reconfortaba volver a tener esas pequeñas escaramuzas de peleas que teníamos tan seguido en nuestros mejores tiempos, de alguna forma me hacía sentir que no lo había perdido por completo, que a pesar de la distancia y las circunstancias él seguía siendo él y yo seguía siendo yo, tenía miles de cosas que decirle, que era un imbécil que no soportaba ver como yo podía seguir mi vida sin él y como era feliz y exitoso sin revolcarme en el charco de su abandono, que era un inmaduro que aún pasado tanto tiempo no lograba olvidarme y arrancarme de raíz como -supuestamente- yo lo había arrancado a él y que además quería hacerme sentir culpable por eso, como siempre me había hecho sentir culpable a mi de sus miedos y sus fracasos.

  • Buena noches Bruno- Le dije mientras me desvestía hasta quedar en sus mismas condiciones y me arropaba hasta el cuello, para luego fingir que me había dormido y que aquello no había cobrado mayor importancia para mi, él no respondió

La verdad es que no podía dormir y él tampoco, lo sabía al no oir su ligero ronquido tan característico, ronquido que vaya que conocía bien, que lejos de molestarme cada vez que lo sentía junto a mi, irrumpiendo feroz en el silencio y en los dominios de esos sonidos huérfanos de las noches en mi cama, eran música para mis oídos, eran los vestigios de su voz que se colaban hasta mis oídos aún cuando sumergido en su más profunda intimidad, en su sueño, yo sabía que seguía estando en sus pensamientos, como él siempre lo estaba en los míos, pero sólo allí, nunca me animé al más mínimo roce, a la más ligera insinuación, me aterraba lo que pudiera suceder, pues sabía que respondiera como respondiera, aceptándome o rechazándome, luego de ese momento mi vida no sería la misma, y si bien no la extrañaría al perderla, la prefería antes que al frío aliento de la incertidumbre, de la posibilidad, de un árido quizás.

Así duramos un rato, yo sabía que esa sería una vez más, de esas tantas que no dimos el paso, que nos callamos, que el día siguiente fingimos ante los demás y ante nosotros mismos que no pasa nada, que yo volvería a pensar que no me hace falta y que me alivia su ausencia, sin embargo necesitaba arriesgarme, necesitaba el daño que me hacían sus tajantes palabras, y la anestesia que me da su mirada mientras las dice, necesitaba creerme el guión de que si esta vez yo sólo daba la iniciativa, para cualquier cosa, todo podría ser diferente, y ¿qué mejor sitio? y ¿qué mejor situación que aquella?, para que todo diera un vuelco y de una vez por todas poder estar con él, sin reservas, sintiendo su presencia en mi por completo aunque fuera un instante.

  • Hey Bruno- dije tan quedamente que temí que no me hubiera oído- Bruno- repetí esta vez más fuerte aunque no obtuve respuesta- Bruno, no te hagas el dormido porque sé que no lo estás

  • Que quieres Ibsen?

  • No sé Bruno, quiero hablar de lo que pasó

  • Acaso te cansaste de contar ovejitas y ahora buscas un nuevo método para que te dé sueño

  • Bájale Bruno, deja de fingir que crees que no me importas porque sabes que si

  • Pues no parece, a menos que tengas un concepto un poco retorcido de lo que es importarle a alguien- Me dijo de una forma que me hirió mucho, haciendome ver lo cruel que era con él, cortándolo, rechazándolo y sólo buscándolo luego porque ahora me parecía que debía dar un paso que nunca daba, me hizo ver lo desconsiderado que era

  • Tienes razón, quizás si lo tengo, ese es mi problema, mi cruz, por eso.. pues... perdí lo que más amé en esta vida

  • Y qué o quién era eso?- Dijo Bruno ya menos hiriente, más comprensivo y conmovido por el tono quebradizo de mi voz

  • Tú Bruno, ese alguien eres tú

  • Pe..pe.. pero no me has perdido, aquí estoy

  • Si, estás ahí al lado de mi cama pero sabes que nunca has estado más distante, aunque como hoy, estemos fortuitamente juntos y sin posibilidad de escapar, seguimos igual de distantes, de solos, porque un desperdicio humano como yo simplemente se niega a poder entender y aceptar lo que es amar, que absurda humanidad, que malgasto de vida

  • Ib.. Ibsen, no hables así, como que basura humana?, si eres.. pues.. eres la mejor persona que he conocido, la más brillante, profunda...

  • Al final del día eso no sirve de nada, sólo te condena a tener más conciencia sobre el absurdo de tu existencia y a llevar la carga más pesada de lo que ya es, te juro que a veces siento que no me importaría seguir aquí o irme, quizás despues de descansar venga una vida mejor, el cielo, el infierno o yo que sé, pero algo diferente a esto, diferente a la soledad

Ya me sentía de la patada, en ese momento recapacité en todo lo que había jodido en mi vida, cómo me alejé de la gente que veía en mi algo que jamás comprendí pero que ellos notaban como amable, querible, apreciable, una buena persona, tierna, cariñosa, y los separé de la forma tan sutil pero tan tosca y brutal en que me separé del hombro de Bruno cuando justo me sentía la persona más feliz, haciéndome daño y haciéndole daño a él, me abracé las rodillas en posición fetal y comencé a llorar amargamente, deseaba que me tragara la tierra, desaparecer y no tener que seguir pasando por eso, justo en ese momento siento una presencia pesada y cálida acostarse en la cama, pegado de mi espalda, pasando su brazo sobre mi y pegando su cara de mi nuca, su mano grande y fuerte pero delicada deslizándose por mis mejillas para secar las lágrimas

  • Sabes Ibsen eres a quién mas he amado desde que te conocí, el protagonista de todas las obras de mis pensamientos, si algún día crees que tu existencia no tiene sentido, por lo menos recuerda que a un ser de este planeta, aunque sea a uno, a Bruno Dávila, le diste una razón para vivir, y me la seguirás dando hasta el día en que me muera, tu eres mi universo, ese hermano del alma que se atravesó de repente en mi camino, haciéndolo más fértil y colorido, y ese verdugo que un día se fue dejandome a oscuras, ese mejor amigo que me dejó entrar en su alma a través de sus ojos y me hizo saber cómo es que son los seres humanos, y ese amor platónico imposible que ni siquiera me atreví a imaginar pero que me consuela todas las noches en mis sueños y en mis fantasías

  • Perdón Bruno, perdón por ser un cobarde

  • No tienes nada de que disculparte, tu "cobardía" como tú la llamas, me hace levantarme todos los días sabiendo que alguien me ama, y mientras lo sepa nunca voy a estar solo, estés tú conmigo, o no lo estés

Justo en ese momento se metió debajo de la cobija tejida, pegándose completamente a mi cuerpo, haciéndome sentir toda su caliente piel rozando con la mía, podía percibir cada vello de su pecho en mi espalda, la creciente dureza de su miembro presionando mis nalgas, sus manos entrelazadas con las mías, su aliento que casi me ardía castigando mi cuello, me hacía sentirme suyo, como si de una u otra forma fuésemos uno solo, un solo ser que fue condenado a vagar en dos partes, y que se reencontraron en ese momento, sin saber si se separarían de nuevo o no, pero sabiendo que ese instante bien lo valía todo, todo el sufrimiento, toda la soledad y todo el dolor

  • Esta noche necesito estar contigo, necesito que me dejes demostrarte cuanto te amo, sin palabras que enreden las cosas, quiero sentirte y hacer que me sientas, déjame entrar en ti Ibsen por favor- Me susurró al oído mientras me daba pequeños besos en el cuello y en la oreja

  • Bruno, no, por favor... esto no está bien, está prohibido y lo sabes

  • Sólo tú lo prohibes, estamos solos y nadie tiene porqué enterarse de nada, déjate llevar que se te nota que te estás muriendo de ganas

  • Por supuesto que quiero, sueño con este momento desde hace mucho tiempo, pero no sé, no estoy seguro, Bruno.. tengo miedo

  • Conmigo no tienes nada que temer, voy a ser cuidadoso, jamás te lastimaría, te juro que te voy a hacer llegar al cielo, déjame entrar ¿si?

  • Bru.. Bruno.. por favor, no entiendes lo que esto podría significar para nosotros?, no piensas en las consecuencias?

  • Ya nada podría ser peor que estar lejos de tí, te amo y eso es lo único que me importa, te necesito y te lo voy a hacer sentir

  • Por favor.. detente.. no quiero hacerlo

  • Ahorita te puedo creer cualquier cosa menos eso- Me dijo mientras su voz se tornaba lasciva, sus manos me tocaban cada vez con más fuerza y más lujuria, haciéndome entender que quisiera o no, esa noche iba a ceder a mis deseos, esa noche ya no me podría resistir, yo estaba totalmente asustado, pero tan excitado como nunca antes

Me volteé hacia él y comenzamos a besarnos, el primer roce de nuestros labios me generó un corrientazo, no creía que estaba allí en un hotel, con él, semidesnudos y besándonos, cada vez necesitaba aferrarme más a él, a su boca para sentir que aquello era real, el beso tomó un ritmo casi infernal del cual ninguno de los dos podía separarse, era como si me embriagara, si me consumiera por completo, podía tocarlo sin reservas, podía acariciar cada uno de sus músculos, de sus vellos, de sus pecas y lunares, comencé a morderlo a chuparlo hasta hacerle daño, el notó mi cambio de actitud y sonrió, era lo que buscaba generar en mí, sacarme de mis casillas, neutralizar mis defensas y dejarme a merced de mis instintos, y lo logró, ya no había vuelta atrás.

Con fuerza se impuso sobre mi, metiéndose entre mis piernas, sujetándome las manos y dejándome inmóvil, volvió a besarme casi con desesperación, me mordía el labio inferior hasta hacerme daño pero ese dolor me gustaba, sentía su caliente y palpitante mástil tan cerca de mi culo, era como si se llamaran, si se necesitaran entre sí, comenzó a hacer ligeros movimientos para sobarse el paquete contra el mío, en igual condiciones, ambos presos de aquellos blancos interiores que en ese momento eran la peor cárcel, me estaba volviendo loco, en un momento dejó de besarme y sólo se movía, dándome el mayor placer jamás sentido, me veía directamente a los ojos, casi sin parpadear, lo último que dijo fue: "Dime ahora que no quieres".

Con determinación pero delicadeza me despojó de mis interiores, levantando mis piernas sujetadas por los tobillos con una de sus manos y dejando mi culo expuesto a su disposición, luego me excitó demasiado cuando hizo un ruidito de esos que haces cuando ves un delicioso pastel de chocolate o algo así, literalmente se le hizo agua la boca, luego me dijo con una voz súper libidinosa "Si que estás rico carajito, mucho más de lo que imaginé", luego me nalgueó un par de veces, para luego agacharse y comenzar a darme un beso negro, el primero de mi vida, lo besaba con la misma energía con la cual besaba mi boca, estaba como loco, a cada momento repetía lo lindo que era mi culito, lo loco que lo hacía ponerse, la forma en que me lo iba a dar, que se iba a pasar un buen rato conmigo, cada vez era menos romántico pero mas excitante, mas morboso.

Se chupó los dedos de su mano y los introdujo en mi ano ya mas dilatado, primero uno, luego dos y luego tres, los dos me dolieron mucho, le dije que parara pero me dijo que aguantara como un hombre, me dedeó un rato más, haciendo que mi güevo (pene) se sintiera a reventar, cuando consideró que ya era suficiente me puso boca abajo con el culo levantado, "ahora si vas a ver carajito", esa frase me asustó un poco, se bajó sus interiores sacando su férreo aparato de tamaño considerable, grande, mojado y rojo, muy tímidamente le dije "Bruno por favor, con cuidado, que es mi primera vez", me dijo que me tranquilizara y relajara el esfínter para que no me doliera, estaba siendo algo rudo, pero eso me gustaba y mucho.

Comenzó a pasarme su ya muy mojado glande por la raja y a golpearlo sobre mis nalgas, jamás en mi vida había sentido una cosa como esa, era una sensación extraña pero agradable, sobre todo porque era él, allí sobre mi, haciéndome esas cosas, con una cara de vicioso que te cagas, yo no sé que cara tenía yo, pero ya había comenzado a gemir, los sonidos salían involuntariamente de mi garganta, de repente escupió sobre sus dedos para lubricarse aún más el glande, ese gesto me pareció muy sexy y me puso a mil, luego puso mis piernas sobre sus hombros sujetándome por los tobillos, yo me aferré al espaldar de la cama para soportar el dolor que se veía venir, comenzó a empujar con cuidado pero sin pausa, sentía una presión muy incómoda, él me veía directo a los ojos y seguía presionando, me decía que lo mirara, que no dejara de mirarlo, de repente comenzó a dolerme mucho, le dije que parara pero me dijo que aguantara, que ya iba entrando, comenzaron a salir lágrimas de mis ojos, era un dolor horrible y ante mis movimientos involuntarios él me sujetaba con más fuerza, "Mírame a los ojos y quédate tranquilo, soy yo, Bruno, todo va estar bien", yo comencé a llorar y a rogarle que se detuviera, me introdujo los dedos de su mano en mi boca para hacerme chuparlos y así acallar mis quejidos, "Ya va a terminar, no tienes idea lo caliente y apretado que estás por dentro, se siente de pinga cabrón", con una cara de placer que casi los desfiguraba, yo juraba que algo se me tenía que haber roto por dentro.

Luego comenzó a moverse, cada una de sus embestidas me timbraba, pero el dolor mas fuerte comenzaba a pasar, no era placer todavía pero la sensación era extraña, me sentía lleno aún no habiéndome sentido vacío antes, todas las sensaciones de mi cuerpo estaban allí, en mi recto, procesando cada centímetro de ese intruso que ahora se abría paso en mi interior, él estaba trastornado de placer con una cara de poema, además de estrenar un culo vírgen, era el mío, el que deseó por tanto tiempo, con el que fantesaba mientras se masturbaba, el que creía que jamás iba a tener como en efecto lo estaba haciendo en ese momento, había triunfado, ahora él mandaba, él estaba arriba, dominaba, embestía, penetraba, sabía que en eso pensaba mientras aceleraba sus movimientos, haciendo moverse toda la cama con ese sonido particular que sólo puede significar una cosa: sexo, sexo del más duro y salvaje, soltó mis tobillos, se tumbó sobre mi, rodee su cintura con mis piernas y me aferré a su espalda, comenzó a besarme con furia, con lujuria llegándome su lengua hasta el fondo, luego me abrazó con fuerza mientras su ritmo salvaje casi me hacía llorar, "Te gusta verdad?, quieres más?, hasta donde me sientes?, quieres mas adentro?, me susurraba al oído sin esperar respuestas, mis gemidos era todo lo que quería oir, lo transportaban, lo drogaban, quería arrancarme gritos que le confirmaran que era suyo, suyo por siempre.

Así estuvimos un rato más, con su mano derecha entre nuestros cuerpos tomó mi pene y me masturbaba a un ritmo que ya me lastimaba, me temblaban las piernas, ya no sentía mi cadera, creía que no iba a soportar más así, por un momento pensé que moriría allí, sin más, con él dentro de mi, haciéndome suyo, en un momento se apoyó un poco con los brazos, sus penetraciones se hicieron más profundas y lentas, "Ahora si Ibsen, ahora si eres mío, te voy a dejar todo lleno de mi, mi firma va a quedar marcada en tu culo, en tus intestinos, en tus entrañas, vas a estar manchado de mi para que todo el mundo sepa que tu primer y único hombre, tu primer y único amor estuvo dentro de ti, esta noche que vas a recordar el resto de tu vida", yo sabía que eran ciertas, cada una de sus palabras, mi vida se marcaría con un antes y un después de esa noche, pero me asustaba la forma en que lo decía, me hacía sentir que estaba condenado a él, y era cierto pero igual me daba miedo, "Br... ahhh, Bruno, por favor adentro no, adentro no te lo ruego", supliqué lloroso, "Ya es muy tarde Ibsen, ahhhh, ohhh coño, que bueno, dios ahhh", fue lo último que oí mientras sentía como su semen bañaba cada resquicio de mi recto, estaba caliente, muy caliente y lo sentía llegarme casi que al estómago, era demasiada, sentí una explosión dentro de mi, una sensación placentera pero que me desesperaba, quería gritar, llorar, hacer muchas cosas, en cuestión de segundos me corrí en el orgasmo más intenso que jamás sentí, bañando mi pecho, el pecho de Bruno, dejandonos a los dos llenos de mi, pero sólo a mi lleno de él.

Se quedó tirado sobre mi, en resolución como llaman a ese estado, en el cual yo me sentía como después de una guerra, en ese momento cuando no importa quién ganó y quién perdió, sólo sabes que acabó algo y que ya no tienes que luchar más, con la mente en blanco, allí acostado, luego sin decir una palabra se bajó de mi, haciéndome sentir el vacío y el alivio mas extraño de mi vida, se acostó a mi lado y como reacción automática lo abracé, lo abracé como un náufrago se aferra a la orilla, con y sin emoción, sin llorar, sin agradecer, sólo experimentando la plana sensación de estar a salvo, lo abrazé, él me abrazó y así nos quedamos dormidos, sin decir una palabra más, sin arruinar todo aquello con el lenguaje que tantas veces nos separó, nos confundió, nos asustó, ni una palabra ni un sonido más, ya todo lo que no fueran nuestros cuerpos y la sensación infinita de tranquilidad que los embargaba, salía sobrando, no supe más de mi ni de él hasta el otro día, esa noche no soñé, ya no hacía falta, nada que pudiera fantasear podía superar lo que ya había pasado, hasta mi mente estaba exhausta, sedada, satisfecha, no hacía falta soñar nada más.

Me despertó el repique de mi celular, dentro de la confusión del amanecer, de la impertinente luz del sol, de los párpados que se resistían a levantarse, de la mente que no terminaba de reconocer todos los estímulos, atendí, eran mis amigos, los de la casa de Marco, dentro de una comunicación que juzgué como imcomprensible entendí que la vía ya había sido habilitada, que venían en camino hacia acá y que los esperáramos en la plaza del pueblo, al recapacitar sobre ese "esperáramos" caí en cuenta que todavía estaba en los brazos de Bruno, tal cual nos dormimos, a diferencia de ocasiones anteriores no sentí nada, no pensé en nada, no sentí culpas, no sentí pena ni arrepentimientos, no sentí temor, me limité a despertarlo con el beso más natural que pudo salir de mi, luego nos bañamos, no juntos por si acaso, nos vestimos y bajamos a desayunar, no hablamos de lo que pasó, no teníamos que hacerlo, ya no éramos esos extraños que jugaron a conocerse y que jugaron a quererse, ya no teníamos que dar explicaciones ni justificaciones, sólo hicimos lo que necesitábamos hacer, y nada más, todo lo demás sobraba, sin decir nada nos fuimos con nuestros amigos a la playa, la pasamos genial, volvimos a Caracas, yo a mi casa y él a la suya, ya sin barreras y sin miedos, un mensaje suyo me percató de mi estupefacción "Hey puedo ir a tu casa, quiero ver una película", "Si claro, vente", eso fue todo, quizás terminaría en sexo o quizás no, pero ya eso no era lo primordial, él volvió a ser mi mejor amigo, mi hermano del alma, el todo que siempre fue para mi, y sabía que pasara lo que pasara, ya no lo perdería de nuevo.