Friné desnuda
Friné es un personaje que levanta pasiones. Varios artistas han retratado su humillación. (Incluye imágenes).
Hace un tiempo comenté las impresiones que me produjeron, sólo en el ámbito sexual, por supuesto, un grupo de cuatro bellas pinturas del francés Jean-Léon Gerome cuyo tema era la venta de esclavas en distintos lugares de distintas épocas históricas (si les interesa, pueden visitar "Las esclavas de Gerome", entre mis "relatos"). Otra obra de este autor ha vuelto a llamarme la atención. Se trata de "El juicio de Friné", y me resulta tan excitante como las anteriores.
La historia de Friné es, muy resumida, la siguiente: ella era, en la Atenas de la Antigua Grecia, una hetaira (cortesana) famosísima por su belleza y su cultura e inteligencia. Fue acusada de impiedad y falta de respeto hacia los dioses de la polis, y condenada, como otros como el gran filósofo Sócrates, a la pena de muerte. Al parecer, fue acusada por un galán que intentó conquistarla y al que ella desdeñó, Eutias. Su defensor en el juicio al que fue sometida fue el célebre político y orador Hipérides, que, a pesar de ser uno de los mejores de la ciudad, no consiguió convencer a los jueces de la inocencia de su protegida. Por ello, y para salvarla, la desnudó por completo delante de todos, preguntándoles "¿Cómo puede ser impía una mujer que tiene las formas de una diosa?"
Decididamente, creo que Jean-Léon Gerome era un apasionado de la humillación y de la sumisión humana. Lo dejan muy claro pinturas como ésta y como las que he comentado en "Las esclavas de Gerome". Volvemos a encontrar una escena parecida, por lo menos en su composición, a la de la venta de una esclava. Hipérides retira las ropas de Friné, que queda completamente desnuda e indefensa ante los viejos que la juzgan.
De hecho, creo que repite la escena: aún con otro trasfondo, es, básicamente, la humillación de un ser humano ante ojos depredadores. Las caras de los que la miran expresan esta depredación, mientras que Hipérides parece ser, por momentos, un puro mercader que expone su mercancía y canta sus maravillas ante todos. Friné, expuesta sin fisuras, sabe que ha de salvarse por medio de la humillación a la que es sometida, pero a la vez parece que no puede soportarla: se tapa la cara con los brazos en un gesto inútil de cubrir algo de su cuerpo o de, por lo menos, cubrir sus ojos. La escena alcanza un clímax sexual tremendo.
El cuerpo de Friné es como el resto de los de Gerome: blanco, refinado, exuberante y casi oloroso, voluptuoso y a la vez muy estilizado. La historia de Friné ha sido fuente de inspiración para otros grandes artistas contemporáneos entre los que está el gran genio de los comics Milo Manara, que capta la humillación indignante de la diosa humana de manera también magistral y con el morbo que le caracteriza, con un desnudo de piernas más largas (insinuantes rodillas), cuerpo un poco más delgado y una ropa blanca que se despega de él con una mezcla de calidez y frescor.