Frente a la computadora

De lo que puede hacerse mientras una computadora carga.

Frente a la computadora, Ana Laura sintió un escalofrío producto del aire acondicionado. Veía el progreso del vídeo que bajaba a través del ordenador y respiraba impacientemente. Treinta por ciento, indicaba la barra azul. Con el ratón en su mano derecha, sentía deseos de que el archivo estuviera listo ya, y se preparaba para hacer un clic en "vista previa", para ver lo que había bajado hasta entonces. Sin embargo, el deseo de la sorpresa final la contenía.

Treinta y cinco por ciento. Casi inconscientemente, su mano izquierda bajó hasta su cintura y se posó sobre el vientre, cálido, suave, sugerente. Comenzó a frotar su mano haciendo círculos sobre su ombligo desnudo, pues la blusa azul que tenía puesta no cubría esa zona.

Cuarenta por ciento. Sus cortos y un poco gruesos se metieron bajo el pantalón y comenzaron a bajar centímetro a centímetro. Ahora Ana Laura era dueña de sus acciones.

Los dedos bajaban hasta que tocaron el elástico de su ropa interior blanca. Ropa fina, casi de niña que la muchacha de veinte años gustaba de usar todavía. Su mano derecha abandonó el ratón de la computadora y realizó el viaje para acompañar a la otra, después de haber desabrochado el botón de su pantalón.

Su mano izquierda levantaba la ropa interior, mientras la derecha continuaba bajando lentamente, haciendo durar el goce. Cuando la computadora llegó al cincuenta por ciento, el dedo índice de Ana Laura frotaba tímidamente su clítoris, ejerciendo apenas presión.

Con la mano izquierda bajó la ropa interior hasta la mitad de sus muslos morenos y frescos, frotándolos en el proceso lo más que pudo. Su mano izquierda se elevó y su dedo meñique fue bañado en la saliva cálida de la boca de Ana Laura. Una, dos, tres veces lo introdujo y sacó de su boca, mientras mantenía los ojos cerrados. El dedo índice, que reclamaba más presión para el clítoris, fue sustituido por el meñique. Cuando el meñique empapado en tibia humedad tocó su vagina, Ana Laura se estremeció de nuevo. Comenzó a frotar el dedo en círculos pequeños, poniendo cada vez más presión en su juego.

Levantó momentáneamente la vista para comprobar que la descarga llegaba en esos momentos al ochenta por ciento. Ahora le parecía demasiado veloz. Todos los dedos de su mano derecha, previamente humedecido por su boca, pasaron sucesivamente sobre su clítoris.

Ana Laura se movía en la silla de un lado al otro, siguiendo el movimiento de sus dedos. Comprendía que en cualquier momento estallaría en gozo, por lo que aumentó la velocidad. Mentalmente se repetía "No pares. No pares. No te atrevas a parar".

Siguió, siguió. De repente, estiró las piernas hacia el frente, separándolas un poco, y sintió la indescriptible sensación líquida que cada vez la hacía más dichosa, mientras tenía la cabeza echada hacia atrás. Justo al momento en que llegó al clímax, la computadora llegó al cien por ciento de carga.

Ana Laura levantó la cabeza y miró el progreso del archivo, y viendo el vídeo de una pareja masturbándose mutuamente, volvió a comenzar a frotar su clítoris