Franco y Julia 3.
Ese momento era todo lo que yo había deseado, y olvidándome de todo me dejé llevar.
Aqui les dejo la 3ra parte. Perdón la tardanza, semana complicada. Espero que sea de su agrado. Con amor, Ladycat.
Julia.
Bajé del taxi y toque timbre con rabia. Cómo se me había escapado semejante confesión! Le dije que lo deseaba… me quería morir. Para colmo las imágenes se me repetían una y otra vez como un corto: Franco acorralándome, yo sintiendo que mi corazón explotaba, él acercándose más a mi gritándome con rabia contenida, yo sin fuerzas para seguir luchando contra la verdad… “te deseo”. Que se me había cruzado por la cabeza, que me besara y me diga que él también? Estaba perdiendo la cabeza, estaba perdiendo mi autocontrol. Suspiré apenada. Todo había tomado un giro nuevo, nuevas posibilidades, pero significaban nuevos problemas y nuevas peleas.
Me miré, parada en la puerta del edificio de mi amiga, vestida para salir a provocar, maquillada y el pelo planchado. De repente me entraron ganas de estar en mi casa, leyendo un libro, viendo una película con mi perra en el sillón. Me sentí ridícula al escapar de mi propia casa. Veo venir a Denu por el lobby con llave en mano y sonriéndome.
- Hola belleza! Como andas? – y mirándome mejor agregó - Uh… que cara amiga, que pasó? Entra dale!
- Hola amiga! Nada, la humedad me pone mal. – dije quitándole importancia, no quería llorar. Ingresamos a su departamento en silencio.
- Mírame Julia. – me dijo con los brazos cruzados.
- Qué Denise? – imitándola.
- No me vengas con que no te pasa nada porque no te lo creo. Somos amigas desde siempre, te conozco más que vos misma.
- Es que no quiero llorar, salí de mi casa para olvidarme de todo por un rato, para salir a divertirme.
- Ay Ju… - me susurró mientras se sentaba a mi lado en el sillón y me abrazaba - sabes que si te pasa algo tenes que hablarlo, sacarlo, porque te hace mal. Yo puedo ayudarte, sabes que siempre te doy buenos consejos. Dale contame bobita. – pronunció con ternura.
- Franco, eso me pasa! - contesté suspirando con las lágrimas empañándome la vista.
- Gorda que pasó?! No, no llores, respira hondo y contame bien todo!
- Anoche, cuando salimos, yo me fui al auto con el amigo…
- Apa! No te tenía así! – dijo pícara.
- Para nena, déjame que termine. Y vos me viste, estaba bastante alegre, más de lo normal. Y nada... – Denu levantando una ceja me animó a seguir – Estuvimos ahí, haciendo cosas… No me hagas hablar con detalles que me da vergüenza! Aparte ya supones lo que pasó…
- No, no sé nada Julia. Contame todo.
- Bueno. Le estaba haciendo un pete – mi amiga no se sorprendió – y él hacia lo suyo también. La estaba pasando muy bien. Y en ese momento alguien abre la puerta del auto. Si, era Franco. – Denise se llevó la mano a la boca en un gesto de sorpresa - Imagínate Denu, yo con la ropa en cualquiera, chupándole la pija, el tocándome… una vergüenza terrible. Me quería morir.
Empecé a llorar, ella me abraza y me dice que me tranquilice. Pero no podía parar, y entre tanto llanto grito:
- Y eso no es todo, nos peleamos, dice que ya no somos los de antes, que yo le esquivo, que no lo quiero ni ver. Quería saber qué me pasaba? Se lo dije Denu, se lo dije…
- Que le dijiste Ju? – preguntó alarmada por mi confesión y apenada por mi ataque de histeria.
- Le dije… le dije que lo deseaba. Y después me fui y acá me tenes.
Pero ella se había tildado cuando le dije lo que en un arranque de sinceridad le dije a mi hermano. Me mira incrédula.
- Que hiciste que?! - Me dijo gritando
Sonó el timbre, y volvió a sonar dos veces más. Me asusté. Y si era él? Fui corriendo al baño a lavarme la cara y a esconderme. Pero antes le grité “ojo si es Franco, anda medio nervioso”.
Franco.
Vi venir a la amiga de mi hermana con cara de póker. Ya le habría contado? Me abre la puerta y me sonríe. Es una linda chica, con el cuerpo parecido al de Julia, y con el pelo colorado naturalmente.
- Hola Denise. – dije inquieto, asomando la cabeza para ver por detrás de ella, por si divisaba a mi hermana.
- Hola Fran.
- Puedo pasar? – pregunté haciendo ademán de entrar por el espacio de la puerta que ella no ocupaba. Pero fue más rápida que yo y me bloqueó toda la entrada.
- Necesitabas algo? – me dijo seriamente.
- Si, a Julia. – respondí en el mismo tono que ella había preguntado.
- No está.
- Si está, le dijo a nuestros padres que venía para acá. – dije desafiante.
- No está – dudó – bueno, no está disponible, no está bien.
- Le pasó algo? Esta bien? Se siente bien? Denise contestame! – dije desesperadamente, empujando a la chica para entrar en el edificio.
- Para! Escúchame! Julia, vive, de salud esta perfecta, se siente bien o no, no sé…
- Pero entonces si no le pasa nada, porqué no está disponible? Por qué no puedo verla?!
Aproveché el momento en que la chica me miraba alarmada por mi reacción para correrla de la puerta y entrar. Subí corriendo las escaleras. Vi la puerta del departamento abierta y entré, la busqué en el living, en la cocina, no la encontraba por ningún lado.
Julia
Entré en el baño y me miré al espejo, de nuevo había llorado por Franco. Estaba un poco cansada de luchar contra lo que estaba mal, estaba cansada de pensar que era una idiota por creerme menos pero no lo podía evitar, estaba cansada de repetirme incansablemente en la cabeza “es tu hermano”, estaba cansada de pensar si me quería o no, de estar en la duda, de comerme la cabeza. Tenía que sincerarme conmigo misma, pero también tenía que hablar con él sobre esto. La situación me hacía mal, la angustia me producía un nudo en la garganta, me impedía pensar con claridad, decía dos palabras y lloraba un mar, nunca terminaba de sacar todo lo que tenía adentro.
Sentimientos encontrados se debatían dentro de mí. Por un lado mis sentimientos reprimidos, todo el amor y cariño que yo sentía por él, junto con mis locas ganas de gritarlo a los 4 vientos. Por otro mis dudas, mis resquemores que me tiraban para atrás, que me detenían en mi hazaña de sincerarme con él, el miedo al rechazo que me estrujaba el corazón cada vez que pensaba que no podía ser correspondida; no quería que la persona que dominaba mi sentir e instintos me rechazara, abriría una herida que no se curaría jamás, no podría soportarlo. Y por último, el sentido de aquello considerado correcto y lo incorrecto, que me frenaba moralmente, que me hacía pensar que todo lo que sentía estaba mal, que me hacía sentir culpable cada vez que fantaseaba con Franco, porque según mi razón, todo este amor que yo sentía estaba mal.
Me lavé la cara con abundante agua fría. Necesitaba despertarme, despabilarme, volver a ser la chica que era, la que había construido a su alrededor un muro, la que se escudaba de Franco en la ley del hielo, la que era fuerte o aparentaba serlo, la que no se dejaba llevar por el deseo, la que podía autocontrolarse.
Estaba decidida a rearmar mis estructuras, a mantenerme fuerte, a protegerme en mi muro. Tenía una idea, e iba a cumplirla, me decidí a no flaquear. Olvidarme de él, ignorarlo.
Salí del baño limpiando los restos de maquillaje que me habían quedado bajo los ojos. Y lo decidido perdió sentido, perdió valor. Mi corazón se paró por un milisegundo para empezar a latir frenéticamente.
Él estaba ahí.
Franco.
Cuando la vi salir del baño, al final del pasillo, con la vista en el suelo, limpiándose el maquillaje todo corrido. Me quedé quieto, observándola, era hermosa hasta toda desalineada, se notaba que había estado llorando. Me entraron ganas de salvar la distancia que había entre nosotros y abrazarla, pero me contuve y esperé a que llegara hasta donde estaba yo, pero pasos antes levanto la vista y se quedó son habla al verme ahí. Estiré la mano para agarrarla, pero ella dio un paso atrás.
- Ju – silencio – Ju, podemos hablar? – dije suavemente, casi implorándole.
- Sobre? – respondió con ironía.
- Ya sabes, de lo que pasó hace un rato.
- No hay nada que hablar, no quiero hablar más con vos. – me dijo mirándome a los ojos de forma indescriptible, casi burlona.
- Perdóname, fui un idiota, no te tendría que haber tratado así. – ella miraba el piso - Si no me querés hablar más, no me hables. Como quieras, pero en algún momento te vas a enfrentar con la realidad y vamos a tener que arreglar este asunto. - Me di vuelta para irme pero sabía que diciéndole eso ella iba a ceder y así fue.
- para- Me agarró del brazo, el contacto me hizo estremecer.
- Vamos a hablar? – le dije acercándome, pero ella me apoyó una mano en el pecho y mantuvo la distancia.
- Si, vení hablemos en el balcón. – Asentí con la cabeza y fuimos en silencio.
Estuvimos un rato en silencio, tratando de acomodar las ideas. Como ví que ella no se atrevía a empezar a hablar, lo hice yo.
- Mira Ju, lo que pasó anoche ya fue, y con respecto a lo de hoy… no sé, hay cosas que no entiendo, o que no sé si las estoy interpretando mal… me refiero a lo que me dijiste antes de irte, que no sé que responderte porque no sé si es cierto o entendí mal. Al fin y al cabo no se nada! – la miré, estaba con las manos tapándose la cara, respiré hondo, no quería desesperarme – Mas allá de eso, no quiero que estemos así, quiero que estemos bien. – ella levantó la cabeza y me miró fijamente.
- Yo no quiero.
- No querés que Julia? – pregunté sin comprender
- No quiero que estemos bien. – me dolió, pero ella no lo notó y siguió – no quiero que estemos bien, no quiero volver a ser esa amiga tuya a la que le confiabas todo, no quiero saber de tu vida, no quiero saber de tus novias, de tus amantes o lo que sean. – cada vez sus palabras me lastimaban mas.
- Porqué me decís eso Ju? No te das cuenta que sos la única persona en la que confío? Y me quitas todo eso que tanto quiero alejándote de mí?
- Te lo digo porque todo lo que decís y haces me duele, me alejo para protegerme, no quiero sufrir más. Estar cerca tuyo, conociendo todos tus secretos, me hace mal! Tan difícil es entenderlo?! – dijo al borde de las lágrimas.
- Por qué te lastima tanto?! Por qué te duele?! – dije sacudiéndola por los hombros – Yo no quiero lastimarte Julia.
- Querés saber por qué me duele? querés saber? – asentí sin decir nada – Sabes lo que pasa? Que vos venís y me contas las cosas a mi como a una amiga, como tu hermana. Confías en mí ciegamente y sabes muchas cosas sobre mí. Pero no sabes lo mal que me hace cuando venís y me hablas de todas las chicas con las que estas, los celos me matan. Si, los celos y la certeza, la certeza de saber que nunca me vas a mirar como miras a las otras, que yo soy tu hermana y nada más.
- Pero Julia, que estas diciendo? Que celos? Certeza? – no terminaba de entender la idea y no me quería aventurar a decir cosas por miedo a no ser correspondido, ella lloraba – Julia yo te adoro, te quiero, y no entiendo estos planteos. Celos desde cuando?
- Desde que me di cuenta de lo que me pasaba con vos.
- Cuando fue eso? Por qué no me hablaste de esto? Que te pasa conmigo? Por qué tuvimos que llegar a este punto?
- Basta de preguntas. No hablamos porque no lo iba a hablar con vos, me pone mal.
- Bueno, contestame esto. Que es lo que te pasa conmigo? – dije tratando de mantener la compostura, la respuesta me inquietaba. Se quedó mirando el piso y cuando levantó la vista lloraba de nuevo.
- Es que… es que no te veo como mi hermano y tampoco te quiero como si lo fueses. Entendeme esto es difícil para mí. Va contra mis principios, pero lo que siento es más fuerte y le quita importancia al resto de las cosas.
Julia.
Mi impresión al verlo fue indescriptible, parecía que el corazón se me iba a salir del cuerpo. Todo lo que había planeado desapareció. No podía pensar, no podía respirar, ni pestañeaba.
Me habló, pero yo no podía articular palabra. Me enojé conmigo misma, como podía un chico dominarme así? Me sentí tonta, débil. Y opté por la ironía, haciéndome la que no me importaba, tratando de que no se notara el efecto que él causaba en mí. Amenazó con irse, pero lo detuve. Fuimos a hablar al balcón, yo tenía la mente en blanco, no sabía que decir, él me pedía explicaciones y yo no encontraba las palabras, quería que la tierra me tragara.
Me dijo que no sabía como responder a mi confesión, a mis palabras, “te deseo” le había dicho. Que había tenido en la cabeza?! Pero ya no había vuelta atrás, había tirado de la puntita del hilo y había descosido toda la prenda. Ahora tenía que hablar.
Le dije que no quería estar bien, que eso significaba ser, actuar y sentir como hermana. Perdí la compostura, empecé a llorar y a gritar las explicaciones que él me pedía. Pero el seguía sin entender completamente, y planteó la difícil pregunta “Que es lo que te pasa conmigo?”… tragué saliva, se me había secado la garganta, respiré y le dije lo que pude, aclarándole que iba contra mis principios, pero lo que sentía era demasiado fuerte.
Ya estaba, me había embarrado hasta el cuello, había derrapado. Rompí a llorar histéricamente. Ahora, temía a su respuesta, los segundos fueron interminables.
Franco.
La abracé fuertemente, ella lloraba en mi pecho, empapando toda mi remera. Yo le acariciaba el pelo y le besaba la cabeza, mientras pensaba en qué decirle. Debía contestarle algo, ella me había dicho y confirmado que sentía cosas por mí.
Y ahí estaba yo, decidiendo si dar el paso o no, hacer eso que ella tan difícilmente hizo, sincerarse. Tenerla llorando, abrazada a mí me mataba, deseaba borrarle cada lágrima con un beso, con frases románticas, con sonrisas regaladas, con caricias, con susurros. Pero primero tenía que encontrar la forma de decirle lo que me pasaba, lo que sentía al verla, ahora que se me había caído la venda de los ojos. No quería dejar de abrazarla, de sentir su calor, sus espasmos por el llanto y su aliento en mi cuerpo.
Me cansé de rodeos y decidí poner las cosas claras.
- Julia – ella levantó la cabeza y me miró con ojos suplicantes, donde se descubría la pregunta “que?” – no llores más. Tengo que decirte algo. – le pasé la mano por el pelo, tomando coraje.
- Que pasa? – preguntó con voz temblorosa.
- No se como decirte esto, no se por donde arrancar…
- Y… por el principio. – hasta cuando estaba mal me sobraba con respuestas inteligentes. Sonreí mirándola fijamente, y cuando ella me devolvió la sonrisa supe con certeza que la adoraba.
Saqué la vista de sus ojos y la posé en su boca. La urgencia me pudo y aplasté mis labios contra los de ella. Abrió los ojos como platos por la sorpresa e intentó hacerse para atrás, pero con una mano la tomé del cuello y la sostuve contra mí.
Julia
.
Me abrazó, mientras a mi cuerpo lo recorrían las sacudidas de mis sollozos enfurecidos. Me acariciaba el pelo. Quería quedarme ahí toda mi vida. Me pidió que no llorara más, y anunció que tenía que decirme algo. Me calmé en el instante, la situación me ponía tensa. Me dijo que no sabía por donde empezar. Me sonrió mirándome a los ojos con ternura y luego miró mi boca con hambre, y en ese instante eterno lo vi acercarse a mis labios y pegarse a ellos con furia. No podía creerlo! Me estaba besando! Tanto tiempo había soñado con ese momento, tanto había fantaseado con conocer el sabor de sus labios. No caía a la realidad, y mi primera reacción fue alejarme, pero el me sujetó con fuerza y siguió luchando porque yo le devolviera el beso. Reaccioné favorablemente, empecé a besarlo con la misma desesperación que él, tanto había necesitado eso, y ahora que lo tenía sentía una calidez en mi cuerpo que me reconfortaba.
Sus labios carnosos atrapaban a los míos con necesidad y un poco de rudeza, pero poco a poco la desesperación se fue transformando en ternura, mientras con sus manos recorría mi espalda, por momentos me sonreía y susurraba entre besos.
Dios! Lo deseaba tanto! Mi corazón saltaba de alegría, la felicidad que yo sentía no cabía dentro de mi cuerpo, tenía ganas de reír, de gritar que era feliz y que todo el mundo se entere.
El beso que en principio había sido duro para luego transformarse en cálido, tomó otro cariz. Nuestras bocas de unían incansablemente, a veces me mordía en labio inferior y eso a mi me encantaba. Nuestros besos, nuestras caricias y nuestros cuerpos destilaban deseo, todos los tapujos y dudas habían sido eliminados. Sentíamos lo mismo, eso ya quedaba claro con sólo mirarnos, nuestros cuerpos encajaban perfectamente en un abrazo sin fin, donde la temperatura se elevaba cada vez más. Me alzó y yo rodeé su cadera con mis piernas, enredé mis dedos en sus rulitos al tiempo que él me besaba el cuello volviéndome loca.
Me separé para respirar y le susurré que entremos, estábamos dando un espectáculo en el balcón. Se dirigió al sillón pero enseguida le cambié el rumbo e hice que se dirigiera a la pieza del hermano de mi amiga, aprovechando que estaba de viaje.
Íbamos besándonos por el pasillo, tanteé hasta que encontré el picaporte, entramos y Fran cerró la puerta con el pie. Me recostó en la cama y se abalanzó encima de mí besándome, acariciándome por debajo de la ropa aún sin sacar.
Ese momento era todo lo que yo había deseado, y olvidándome de todo me dejé llevar.
Espero que les haya gustado, gracias por leer mis relatos y por los comentarios, me animan a seguir escribiendo.
Saludos!