Franco y Julia 2.

Miré su torso, apoyé mis manos en sus pectorales fuertes, me dirigí a sus abdominales acariciándolos con las puntas de mis dedos, hice lo mismo con sus brazos desnudos y tonificados que me sujetaban de la cintura.

He aquí la segunda parte, espero que lo disfruten. Con amor ladycat.

Julia.

Me desperté cuando amanecía y la claridad entraba por mi ventana, estaba un poco mareada por la resaca. Mi cabeza era un lío, todo lo que había pasado, con Rodrigo y con Franco, y lo que me planteó éste en el auto.

Poco a poco iba saliendo del sueño y cayendo a la realidad de mi habitación, y en ese momento fue cuando noté que alguien me abrazaba por detrás, estaba durmiendo cucharita y yo no me acordaba de haber vuelto con nadie. Me preocupé. Soltándome un poco de sus brazos me di vuelta, me sorprendí al ver que mi hermano estaba durmiendo abrazado a mí. La sorpresa dio paso a la emoción. Sonreí preguntándome que hacía él ahí, lo observaba detenidamente, grabando a fuego en mi mente sus rasgos, la expresión relajada de su rostro al dormir, las comisuras de sus labios apenas elevadas…

Llevada por un impulso, pasé la mano por su pelo, por esos rulitos que me encantaban, acaricie tiernamente su mejilla, pasé un dedo por su nariz y bajé hasta su boca carnosa y apetecible que te invitaba a besarla, pero poniendo toda mi fuerza de voluntad me contuve. Estaba tan embelesada con su cara que no había notado que estaba sin camiseta, miré su torso, apoyé mis manos en sus pectorales fuertes, me dirigí a sus abdominales acariciándolos con las puntas de mis dedos, hice lo mismo con sus brazos desnudos y tonificados que me sujetaban de la cintura. Como acto reflejo a mis caricias, ajustó mas los brazos a mi cuerpo y me atajo hacia su cuerpo, quedé a escasos centímetros de su cara, sentía su respiración golpearme en las mejillas, mi cuerpo estaba pegado al de él, mis pechos comprimidos contra su torso, él suspiró levemente. Lo miraba con hambre, ansiaba que de despertara y me bese.

Empecé a excitarme fantaseando con Franco, cuando de la nada una duda surgió en mi mente “¿Y si no le gusto y está acá, en mi cama abrazado a mi, sólo porque le preocupó lo que pasó anoche?”. De repente me sentí mal, como podría haber pensando que yo estaba a su altura, él tiene miles de chicas, como me permití imaginarme que me quería como algo más, además hay muchas chicas mas lindas que yo… Me sentí menos, fea, sentí que no era suficiente para él, me sentí tonta por creer en estupideces. Llevé las manos a mi rostro y empecé a llorar en silencio. Lo tenía tan cerca y tan lejos a la vez.

Al cabo de unos minutos me entregue al cansancio y me dormí nuevamente, no tenía fuerzas para despegarme de él.

Franco.

Me desperté de mañana, había amanecido hacía unas horas, pero la casa aún seguía en silencio y el calor ya se hacía insoportable. Bajé la vista y ahí estaba ella, pegada a mí, respirando contra mi cuerpo, con sus manos apoyadas en mi pecho. Dormida lucía hermosa, mas allá del maquillaje corrido por las lágrimas, seguía pareciendo un ángel.

Me sentía a gusto con ella entre mis brazos, sentía que era mi lugar en el mundo.

Empecé a pensar en mi vida y saqué en limpio que soy muy mujeriego, que nunca me importó demasiado lo que piensen de mi, que nunca  me interesé en los problemas de las chicas que me llevaba a la cama, nunca me enamoré, nunca tuve novia, para mi ninguna chica era imposible. Hacía lo que quería, con quien quería y cuando quería, no daba explicaciones a nadie.

Repasé los hechos de la noche, Rodrigo babeando por mi hermana, yo diciéndole que no se la tire, Julia bailando sensualmente y sonriéndole a mi amigo, la manera en que Rodrigo la besaba y ella le devolvía los besos con pasión , yo dirigiéndome al auto, Julia avergonzada, yo gritando y ella llorando. Me había encabronado mucho con la situación, no quería que sus amigos la disfruten y la usen como objeto sexual, como hacíamos con las chicas. Ella tenía sentimientos, era la única chica que me había interesado conocer, saber que le pasaba, que quería, que le gustaba. Ella era la única persona que me conocía a fondo, y yo lo valoraba mucho.

Al volver y encontrarla dormida, me volvió el alma al cuerpo, me preocupé mucho por ella, no sabía que le pasaba, porqué lloraba, porqué se fue corriendo. Cuando me acosté a su lado y la abracé todo encajó, lo molesto que yo estaba cuando mi amigo la besaba eran celos, celos negros; la desesperación que sentí cuando ella se fue de la mano con él eran celos; y cuando los encontré en el auto, la bronca y las ganas de pegarle a Rodrigo, tenían bases en los celos y la envidia. Celos, celos y más celos. Aceptarlo era para mi un gran paso, eran el demostrativo que si me interesaba alguna chica.

Estaba contento, en mi corazón sentía la calidez que ella emanaba. Pero caí en la tierra, era mi hermana, y por más que no corra la misma sangre por nuestras venas, lo que yo sentía no estaba bien. Mi plan de tenerla en mi cama estaba mal, era erróneo y no debería pensar así nunca. Mis ilusiones se hicieron añicos. La observé gravemente preocupado, que haría ahora, ahora que había aceptado que la quería, que para mi era única, que la sentía más que una hermana… Le acaricié el pelo y la separé de mi, no era fácil olvidarme de lo que me pasaba teniéndola junto a mi de esa forma.

Me levante de la cama, agarré mi ropa y me dirigí a la puerta, la observé dormir tranquilamente, sin saber que él había estado ahí, que la quería, que la deseaba. Y el vacío que sentía se hizo más desolador. Cerré la puerta suavemente y me fui a mi cuarto.

Julia.

Me desperté pasado el mediodía, el olor a comida y los ruidos de la casa penetraban en mi cuarto. Hacía mucho calor, era pleno enero. Me estiré bostezando y me di cuenta que Franco no estaba acostado conmigo. Me entró la confusión, no sabía si realmente él había estado ahí o si lo había soñado, ya que yo fantaseaba siempre con dormir así con él. No lo creí posible, así que me conformé pensando que había sido un sueño, pero fue demasiado real. Podría preguntárselo a él, pero eso sólo demostraría que soñaba con él y con intenciones prohibidas.

Decidí callar, me levanté de la cama y me miré al espejo, no estaba nada mal, tenía las cosas puestas en el lugar correcto, linda sonrisa y lindos ojos.; quizás no era del tipo de él.  Ni me preocupé en cambiarme y bajé a comer en pijama, remera grande, que me llegaba a tapar un poco más allá de la cola, dejando al descubierto mis piernas.

Ya en el comedor, vi que la mesa estaba preparada para dos, me pareció raro. Escuche ruido en la cocina y me dirigí allí, me quede callada. Mi hermano cocinando, sin remera, solo con un short deportivo, podía ver cada músculo de su espalda, “que buen culo!” pensé. Lo estaba mirando embobada cuando se dio vuelta para salir de la cocina, me puse nerviosa, me miró de arriba abajo con los ojos como platos, yo tenía puesta la remera y la tanguita nomás, no podía mirarlo. Y él me habló tranquilamente:

-          Justo te iba a despertar, ya está lista la comida.

-          Y mi mamá y tu papá? – respondí nerviosa.

-          No están, se fueron a hacer no sé que tramite y me dejaron a cargo. – sonriendo al notar mi nerviosismo por tratar de sacar la mirada de su cuerpo tonificado.

-          Ah – susurré.

Me senté en la mesa y trajo los dos platos servidos. Comimos en silencio, no saqué la vista de mi plato y solo hablé cuando me preguntó si estaba todo bien, a lo que yo respondí que si. Pero con eso no se conformó y me miró fijamente el resto del almuerzo, esperando a que yo le diga algo, pero me empeñe en mantener la cabeza gacha y no mirarlo, porque sabía que si lo hacía caería de nuevo en sus ojos y su sonrisa que me había propuesto olvidar. Terminé de comer, me levanté de la mesa, lleve mi plato a lavar y me dispuse a ir a mi pieza, mientras me acercaba a las escaleras le dije a Franco sin emoción “Voy a estar en mi habitación”, subiendo las escaleras vi que él me miraba con confusión y el ceño fruncido.

Al rato él subió y se metió a bañar, y yo no pude evitar dejarme llevar. Imaginé como se bañaba, como le caía el agua por su cuerpo, cómo sus manos lavaban ese cabello que tanto me gustaba, como enjabonaba sus brazos y su abdomen, su miembro mientras lo enjuagaba de los restos del jabón. Me estaba mojando y cuando quise caer en la cuenta estaba muy caliente y ya masturbándome. Me excitaba aún más que él me escuchara gemir, ya que tenía la puerta abierta y él en cualquier momento saldría del baño. Acabé enseguida, me ponía demasiado Fran. Me quedé dormida unos minutos, después me levanté y me fui a bañar, necesitaba refrescarme y enfriar un poco la cabeza. Salgo al pasillo y al pasar por la habitación de él lo vi cambiándose, me recorrió un escalofrío de placer. Me bañe totalmente relajada, pensando en cómo alejarme de mi kriptonita.

Franco.

Mientras me bañaba me asaltó la imagen de Julia en la cocina, con sus piernas torneadas al aire y su cara desencajada al enterarse que estábamos solos. No sabía porqué no soportaba mirarme a la cara, y eso me confundía. Recordé su cuerpo junto al mío en la cama, la había tenido tan cerca y no había echo nada, no había echo nada por miedo a que me rechace, que no le pasen las mismas cosas que a mi. Siempre había sido mi amiga, mi cómplice, mi compañera. No podía entender porqué me evitaba el ultimo tiempo, me hablaba sólo si era necesario y no soportaba estar conmigo a solas.

Pero habíamos dormido juntos y ella no se dio cuenta de eso… o si? Y si se había despertado, visto y vuelto a dormir? No le había molestado que yo esté ahí de la nada?

Empecé a llenarme de interrogantes, debía preguntarle si ella sabía que yo estuve allí.

Terminé de bañarme y abrí la puerta para que salga el vapor, cuando escuche sonidos de la habitación contigua, la de Julia. Me acerqué a la puerta y me asomé un poco. Y ahí estaba ella masturbándose, pellizcándose los pezones con una mano mientras con la otra estimulaba su sexo, gemía con la boca abierta y arqueaba la espalda. Mi pene se paró rápidamente y a medida que crecía mi estación, más se erectaba. Sin pensarlo dos veces empecé a pajearme mirándola, conteniendo los gemidos, pensaba cómo me calentaba mi hermanita, que morbo!. Imaginaba que me comía sus pezones duros, que era yo el que le daba placer a su conchita, que arqueaba la espalda para mí, pidiéndome más y que entre sus gemidos escapaba mi nombre. Cada vez el ritmo de mi paja aceleraba más y más, ella aumentó la rapidez de sus movimientos, estaba por acabar, y así lo hizo entre gemidos y espasmos. Yo estaba que alucinaba, me acercaba al punto sin retorno, pero correrme se me hizo inminente cuando se pasó los dedos por su sexo y se los llevo a la boca, donde los saboreó uno a uno. Hice dos pasos y me metí al baño, acabé largamente y una sensación de satisfacción se apoderó de mi, una sonrisa se apoderó de mi cara. Me enjuagué los restos de semen y fui a mi habitación a cambiarme. Escuche la ducha y supuse que Julia se había ido a bañar.

Necesitaba saber porqué ella me evitaba y si le pasaba lo mismo que a mi, e iba a conseguir esa información cueste lo que cueste. La incertidumbre me estaba matando. Y ya sabía que hacer… por eso apenas llegaron nuestros padres, les propuse pasar dos semanas instalado en su casa. A lo que ellos se alegraron y aceptaron gustosos.

Julia.

Me duché relajada y cantando. Disfrutando del agua corriendo por mi cuerpo y maquinando en cómo alejarme de Franco, pero llegué a la conclusión que no había nada que hacer, que tendría que reforzar mi ley del hielo para no tirarme encima de él y hacer cosas que eran ilegales.

Fui a mi habitación, me vestí y sequé mi cabello. Prendí la computadora y aproveché para contarle a mi mejor amiga Denu lo que había pasado la noche anterior, lo que había pasado con Franco, la paja, en fin todo. Me pinté las uñas y, después de haberme probado mil cosas, elegí el conjunto que usaría esa noche para salir.

Me llamaron a la cena, mis padres ya habían vuelto. Bajé, salude a mi madre y a su marido, que era como un padre para mi. Nos sentamos los cuatro en la mesa y mientras comíamos mi madre me comentó que mi hermano se quedaba a vivir dos semanas con nosotros, no esperaba eso, me atraganté y los colores abandonaron mi cara, el susodicho se alarmó al ver mi expresión desencajada. Agarré el vaso y bebí mucha agua esperando a que se me normalice el pulso y parecer más calmada. Parecía a propósito, yo quería alejarme y él se instalaba en mi casa.

Se me fue el apetito y apenas pude retirarme de la mesa, lo hice. Me encontraba totalmente abatida. Necesitaba salir, airearme un poco, así que me vestí rápido y llamé a Denu, quería ver si estaba en su casa y si podía ir ya, quería escapar de mi hogar cuanto antes.

Me disponía a irme cuando unos golpecitos en la puerta me desconcertaron. Grité “pasa” y alguien entró. Me separé del espejo y al darme vuelta encontré a Franco sentado en mi cama mirándome atentamente. Todo mi abatimiento se transformó en mal humor.

-          que querés? – le espeté de mal modo.

-          Ey, tranquila. Vengo a hablar, no a que me pegues.

-          Bueno, dale. – le dije cruzándome de brazos haciendo que mis pechos sobresalgan más.

-           Estas bien? Recién en la comida noté que no te agradó la noticia. – dijo con un tono indefinible.

-          Si, estoy bien.

-          Que nos pasó Ju? Nosotros no éramos así, porqué te distancias así de mi, te cerrás y todo lo que tiene que ver conmigo no te gusta. Te hice algo? – habló con cansancio, como si la situación lo agotara.

Mire para otro lado, no soportaba verle esa expresión en el rostro, pidiéndome explicaciones. Me dolía. Pero no podía decirle la verdad.

Franco.

Intenté hablar con ella, pero allí estaba cruzada de brazos, negada a darme ninguna respuesta y yo me consumía interiormente. Seguí intentando razonar con ella, pero todo lo que recibía a cambio eran silencios tajantes y miradas frías. A la tercera pregunta ella no podía mirarme a la cara, miraba el piso o cualquier otra cosa, sin prestarme atención.

Me impacienté y parándome me  puse frente a ella, seguí preguntándole. Pero su silencio me hería cada vez más, con cada silencio mi orgullo, mi ego se reducía a cenizas.

Me senté en la cama y me agarré la cabeza con las manos. Qué era lo que me estaba haciendo esta chica? Estaba perdiendo la cabeza, pidiendo explicaciones cosa que yo jamás hacía. Julia me importaba.

Ella se dirigió al armario donde sacó un par de zapatos y se los puso. Fue hacia la puerta y yo la seguí, no me iba a dar por vencido. Se hizo a un lado para que yo saliese primero, pero yo cerré la puerta y la empujé contra ésta.

Me acerqué hasta quedar a escasos centímetros el uno del otro, con los brazos uno a cada lado del cuerpo de ella, trató de empujarme pero la sujeté por las muñecas y la controlé en un segundo.

Me estaba dando muchos problemas, porqué? Porqué me quería eliminar de su vida?

Julia.

Estaba acorralada, apoyada en la puerta y su rostro se encontraba muy cerca del mío. El deseo crecía, quería besarlo. Traté de zafarme, empujándolo, pero solo conseguí tener inmovilizadas mis manos. Y en ese momento apoyó su frente en la mía, y me susurró en una mezcla de dolor y bronca:

-          ¿Por qué? Por qué? Julia decime por qué te empeñas tanto en evitarme, en ignorarme? Ni siquiera podes mirarme…  - silencio – Julia, contéstame por el amor de Dios!- me dijo elevando la voz y sacudiéndome por los hombros.

Yo no aguantaba más la situación, estaba cansada de evitarlo, yo sufría, él sufría. Y en un lapsus de sinceridad se me escapó:

-          porque te deseo Franco.

Él se quedó de una pieza, parecía que era de piedra, ni respiraba, me miraba con una expresión irreconocible.

Aproveché ese momento de confusión para soltarme y salir corriendo de la pieza. Saludé a mis padres y salía tomarme un taxi para lo de Denu, estaba conmocionada. Ahora solo había dos opciones: Franco se marchaba a su casa, me evitaba y yo no lo veía más; o me seguiría y perseguiría hasta poder hablar conmigo, y si era necesario, me amordazaría para hacerlo.

El corazón me iba a mil, necesitaba un trago. A decir verdad, necesitaba a mi hermano, lo necesitaba abrazándome, besándome y diciéndome que me quería, que compartíamos los mismos sentimientos.

Franco.

Cuando me recuperé de lo que Julia me había dicho ya era tarde, se me había escapado.

Ella había dicho que me deseaba! Estaba contento, pero más preocupado por la reacción de ella, dónde se había ido?

Bajé corriendo las escaleras y pregunté de pasada a nuestros padres donde se había ido, me contestaron que de Denu. Agarré las llaves del auto y lo saqué del garage lo más rápido que pude. Manejé hacia la casa de la amiga con mil preguntas en la cabeza, con mil frases para decirle.

Toqué timbre insistentemente. Estaba muy nervioso.

Necesitaba hablar con mi hermana.

La necesitaba entre mis brazos. Ya.

Escuché la voz en el portero preguntando quien era. El corazón me iba a mil.

Espero que haya sido de su agrado, gracias por sus comentarios, me impulsan a seguir escribiendo. Gracias y saludos.