FRANCISCO, EL JORNALERO (La historia completa)

La oculta relación de un trabajador de la familia, que duró unos dos años.

FRANCISCO, EL JORNALERO - (La historia completa)

Mi familia tenía algunas tierras heredadas de nuestros abuelos, y era frecuente ver en casa a jornaleros que se encargaban de sus cuidados; cavar, regar, abonar, fumigar, recolectar, etc… Pero entre aquellos jornaleros, siempre había uno que era fijo. Es decir, siempre estaba contratado, porque siempre había algo que hacer, ya fuera algún riego esporádico, o una poda puntual. El caso es que Francisco, (así se llamaba el “fijo”), siempre estaba en casa.

Estas tierras estaban a las afueras del pueblo, y cuando era necesario realizar algún trabajo puntual, era yo el encargado de acompañarle y estar pendiente por si necesitaba agua, o cualquier otra cosa. Además, también era yo el que le llevaba el almuerzo.

En aquella época yo tendría poco más de 14 años, y este hombre (que  -además-  era primo de mi madre), tendría unos 28 o 30 años. Él estaba casado, y era un hombre muy apuesto y atractivo, con un cuerpo fibrado y deportivo, que a mi me llevaba de cabeza… Me recordaba mucho a un actor americano que estaba muy de moda por entonces, que se llamaba Víctor Mature. Realmente, el primo Francisco se parecía a este actor, y muchas veces haciendo su faena, se quitaba la camisa dejando ver un torso precioso que me volvía loco.

Pero estamos hablando de los años 50’s, y la homosexualidad estaba muy mal vista en la sociedad de entonces. Había mucha homosexualidad oculta, pero existía, y todo se ocultaba absolutamente. Obviamente no era como hoy, y se daban casos, pero no trascendían para nada, y menos de alguien que estuviese casado.

Como digo, yo estaba un poco obsesionado con Francisco, pero nunca me atreví a nada. Lo más que hacía era preguntarle por sus conquistas y sus aventuras. Este hombre había estado en Alemania como emigrante, y era sabido que la moral de aquellos años era más permisiva en el extranjero que en nuestro País. Y yo me excitaba mucho con las historias que Francisco me contaba, aún imaginando que  -parte de aquellas aventuras-  eran pura invención suya… Pero como era muy guapo, sabía que muchas de estas historias eran verdad.

Recuerdo que yo siempre le provocaba con estos temas, y notaba cómo su paquete crecía cuando él me contaba alguna de sus aventuras.

-Francisco: tú tienes que haber follado mucho en Alemania, ¿verdad?

-Pues si, campeón; me las llevaba de calle… Había días que me llegué a follar a tres tías…

-¿A tres tías el mismo día?

-Si, nene. A tres tías diferentes en el mismo día.

-¿Y cómo podías hacerlo?

-Bueno, la dueña del piso donde yo vivía, que estaba muy buena, se había enamorado de mí. Y con ella tenía que hacerlo casi todos los días. Luego estaba la camarera del bar donde solíamos almorzar, y a veces nos metemos en el trastero y echamos un polvo… Y luego está la vecina del 3º izquierda, que se parece a Brigitte Bardot, y es más “caliente que el palo de un churrero”. Y a veces me llama para que le arregle algo de la casa, y aprovecho para “mojar”. Pero es que está más buena que Dios… (jeje).

-¿Y usabas condom?

-Claro, hombre; yo no podía arriesgarme a que alguna se quedase embarazada y dejar algún hijo en Alemania… Pero nene, (él me decía “nene”, pues me conocía desde que era un bebé), es que yo soy muy “caliente” y siempre tengo ganas… A veces, a pesar de follar 3 veces, cuando me quedo solo en mi cuarto, me tengo que hacer una paja…

--¡Hostias, Francisco!, eres un semental…

Mientras Francisco me contaba estas cosas, mi polla se ponía a reventar dentro de mi pantalón, y yo advertía cómo a él le ocurría lo mismo. Pero me daba mucha vergüenza ir más allá de estas conversaciones. A veces me daba la sensación de que a Francisco le hubiera gustado hacer algo conmigo, pero ninguno de los dos nos atrevíamos.

En esa edad, yo con mis 14 años, me masturbaba más que los monos, y me excitaba a la más mínima. Recuerdo que si me encontraba empalmado y tenía que moverme, tenía que hacerlo sacando el culo para que “mi paquete” no se notara tanto…

Un día, hablando de estas cosas con Francisco, recuerdo que él estaba cavando y de pronto se detuvo y me dijo:

-¿Y tu, como te la meneas, así o así? (cogió el astil de la azada e hizo dos gestos con ella). Simulando que el palo de la azada era la polla, puso la mano como masturbándose, y luego colocó los cinco dedos en el extremo del palo, (como queriendo indicar que, por mi edad, yo la tendría más pequeña y no podría agarrarla bien con la mano).

Yo me quedé muy cortado y no supe qué responder, aunque sabía la respuesta, pues a pesar de mi corta edad, mi polla era ya lo suficientemente grande como para meneármelas como dios manda… (jeje). Pero me prometí mentalmente que la próxima vez que me preguntara aquello, (no era la primera vez que Francisco me lo había preguntado), yo le respondería poniéndolo en un aprieto. Así que esperé mi oportunidad, y ésta se dio a los pocos días.

Así que nuevamente saque la conversación con Francisco.

-Francisco, cuéntame otra vez lo de tu vecina del 3º…

-¿Qué quieres saber?

-¿Solo follabas, o también te la chupaban…?

-Hombre, hacíamos de todo. Y los días que estaba con la regla, le daba por el culo… Aquello le encantaba. Primero me hacía una buena mamada, y luego me la follaba por detrás. Y muchas, muchísimas veces, a “estilo perro”

-¿Y aún así, todavía te quedaban ganas para meneártela?

-Pues claro; a veces me la he meneado dos veces, después de haber follado dos o tres veces…

-Francisco; ¡eres un semental! Seguro que tienes una polla increible…

-Bueno, ninguna se me ha quejado, nene…

Y entonces Francisco volvió a preguntarme:

-Nene, aún no me has dicho cómo te la jalas; “así” o “así”, (volvió a preguntar Francisco, agarrando el mástil de la azada. Parecía como que él me estaba provocando y yo no me daba cuenta…)

Entonces me armé de valor, le quité la azada y le dije:

-¿Y tú como lo haces?, “así” o “así”, (yo le estaba imitando a él, provocándole para que se sacara la polla…)

El agarró la azada y me dijo:

-Yo lo hago así; (y comenzó a masturbar el extremo de la azada, como si de su propia polla se tratase…)

Pero yo quise ir más lejos todavía.

-A ver cómo, Francisco. ¿Puedo ver cómo lo haces?

Entonces se abrió la bragueta, (en esa época las braguetas eran de botones, no de cremallera como ahora). Se fue abriendo uno a uno los botones de la bragueta, metió su mano y sacó una polla maravillosa. Dura, gorda, larga… Yo estaba excitadísimo, y la imagen de aquel macho tan guapo, con el torso desnudo, la bragueta abierta y su polla maravillosa, casi me hace correrme allí mismo…

Francisco acariciaba su polla, pero no se masturbaba. Parecía cómo que esperaba que yo lo hiciera por él, pero yo no me atrevía…

-Y tu… ¿cómo lo haces? (preguntó Francisco).

Entonces yo hice lo mismo; desabroché los botones de mi bragueta y saqué mi polla. Obviamente, mucho más pequeña que la suya, pero muy desarrollada para mis escasos 14 años.

Yo tenía la impresión de que Francisco quería que le masturbara, y él hacerme lo mismo a mi… Así que me acerqué todavía más. Entonces, aproximando mi mano a su falo, le pregunté:

-¿Puedo tocarla?

-Adelante; es tuya, (él lo estaba deseando).

Pero aún me quedaba por ver algo muy importante. Yo quería ver sus huevos, que imaginaba gordos y duros.

-¡Sácate los huevos!, (le dije)

Él lo hizo así, y dejó salir unos hermosos cojones, maravillosos como yo había imaginado. Lo tenía todo fuera, y yo me volvía loco de gusto.

Entonces él me dijo:

-¡Vamos a la casa…!

En la casa había un camastro, y allí nos dirigimos. Una vez allí, él se bajó los pantalones y me dijo que yo hiciera lo mismo.

Ambos nos sentamos en la cama y comenzamos a tocarnos. Me pidió que me acostara encima de él, frotándonos nuestras pollas, totalmente empalmadas… Le pedí que metiera su polla entre mis muslos, y que hiciera como que me follaba…

El lo hizo así, y yo hice lo mismo con él. Es decir, nuestras pollas cruzadas entre los muslos del contrario.

En un momento determinado le pregunté:

-¿Te gustaría que te la chupara?

-¡Siii, claro que si! Y yo también te la quiero chupar a ti…

Nos desnudamos por completo y nos dispusimos a hacer un rico 69. Pero yo no pude aguantar más y me corrí allí mismo, antes de que Francisco comenzara a chupármela.

Pero aún así, y para que se llevara un buen recuerdo de aquella primera vez, comencé a lamer sus huevos y luego me tragué aquella enorme polla, hasta casi ahogarme…

Los encuentros con Francisco se sucedieron durante bastante tiempo, al menos durante dos años más desde aquella primera vez. Aquel primer encuentro, aunque placentero, no fue totalmente satisfactorio.  Yo quería prolongar mucho más la grata sensación de poder abrazar y besar sin prisas aquel cuerpo tan maravilloso. Aquel cuerpazo de macho, varonil y fibrado, que no se había forjado en un gimnasio, sino que fue la propia naturaleza la que le había dotado de aquella figura masculina y bien formada. Esto además de un rostro hermosísimo que me recordaba al famoso actor que mencioné anteriormente: Victor Mature.

Me parecía increíble que un hombre tan atractivo y varonil, fuera a la vez tan cariñoso y dulce en la intimidad. Francisco era un hombre rudo del campo, acostumbrado a las tareas más duras e ingratas; un hombre que trabajaba incansable de sol a sol, cuyas grandes manos  -agrietadas por el sol y las rudas tareas de la tierra-  le conferían cierto encanto de masculinidad y hombría. Y aquello era precisamente lo que más llamaba mi atención cuando estábamos en la intimidad, porque siempre me trató con una delicadeza y una dulzura exquisitas. Parecía impropio de aquel hombre tan masculino y viril…

Después de aquella primera experiencia, yo buscaba siempre la excusa para estar más cerca de él, e incluso les pedía a mis padres que me permitieran acompañarle cuando él se desplazaba a la ciudad para realizar ciertas compras necesarias para el cuidado de la tierra; abonos, herramientas, material diverso, etc… Lo importante era estar con Francisco, pues creo que me había enamorado completamente de él. También me gustaban las chicas, y de hecho tenía alguna “novieta” en el pueblo, pero yo buscaba cualquier pretexto para estar cerca de este hombre.

Durante el verano resultaba especialmente delicioso cuando nos dábamos un buen baño al final de la jornada. Había una balsa para riego en nuestra finca donde solíamos refrescarnos y gozar juntos, aunque no siempre podíamos estar solos, porque a veces venían familiares a bañarse, pero habían ocasiones en que si estábamos solos y disfrutábamos muchísimo en aquellas aguas…

Siempre que nos encontrábamos solos, (y podíamos), nos bañábamos desnudos, y ya en el agua, nos abrazábamos y nos manteníamos así acariciándonos y frotando la polla del uno contra la del otro. A los dos nos gustaba cruzarlas junto a nuestros huevos y entre los muslos del contrario, y permanecíamos así como follándonos el uno al otro. ¡Cuantas veces nos la hemos chupado bajo el agua de aquella balsa…! ¡Cuántas veces nos hemos corrido allí…! ¡Cuánta leche se había derramado en aquellas aguas cristalinas, después de nuestras múltiples corridas…!  Es hoy, después de tantísimos años y todavía me empalmo al recordarlo…

Pero en más de una ocasión y después de haber tenido sexo en la balsa, después de secarnos y relajarnos, volvíamos al camastro que había en la casita y volvíamos a calentarnos… La primera vez que hablamos de penetración yo me negué. A mi no me apetecía follarlo a él, y por otra parte, me parecía imposible que una polla tan grande como la de Francisco pudiera entrar en mi culo. Aquello era algo que no entraba en mis cálculos y siempre lo rechacé.

Nuestras relaciones intimas se limitaban a, tocamientos, masturbación, felaciones, roces, besos, abrazos… y  -lo máximo-  a colocar su polla a las puertas de mi culito lubricado, pero sin llegar a penetrar; solo frotamientos y poco mas…

A Francisco le encantaba que yo se la chupara. Me decía que era un maestro y que nunca se lo habían hecho como yo lo hacía… Pero yo no le hacía nada especial, solo le agarraba aquel “chorizo de cantimpalo”,  -que él tenía por “badajo”-, me lo llevaba a la boca y comenzaba a meter mi lengua en el hoyito de su capullo… Entonces él comenzaba a lubricar abundantemente, y yo aprovechaba aquel líquido pre-seminal, para darle más placer… Le mordisqueaba arriba y abajo con sumo cuidado, pero sin prisas…, con mucho esmero y delicadeza, mientras contemplaba en su rostro la viva imagen del placer, del éxtasis que él trataba de prolongar más y mas… Al mismo tiempo, las rudas manos de Francisco, agarraban mi verga y sus dedos acariciaban mi prepucio con suavidad, hasta lograr que yo también comenzase a babear… Luego se giraba y nos acercábamos mutuamente a nuestros penes, para llegar a un rico y sublime 69.

Poco a poco y con la experiencia fuimos aprendiendo a compaginar nuestros tiempos para llegar juntos al orgasmo, y como nos gustaba prolongar nuestros momentos de sexo, (hacíamos eso a propósito para llegar a un clímax mayor), cuando llegábamos al orgasmo, corrían verdaderos ríos de leche entre nosotros. Él mucho más que yo, pues no hay que olvidar que yo tenía solo 14 años y él 28.

En más de una ocasión Francisco insistía:

-Nene; ¡déjame que te folle! Verás que te va a gustar…

Pero yo siempre me negué… Siempre hasta que un día…

Nuestros encuentros placenteros se hicieron cada vez más frecuentes, y Francisco tenía obsesión con penetrarme. Un día me dijo:

-Nene, hoy es mi 29 cumpleaños, y quiero que me hagas un regalo muy especial…

-Claro que si, (le dije). ¿Qué quieres que te regale?

No se porqué pero intuía lo que quería de mi; Francisco quería aprovechar aquella fecha tan especial para que yo no me pudiera negar a algo que él me había estado pidiendo insistentemente, y es que le permitiese que me follara…

Francisco sonreís maliciosamente, y no me decía nada… Pero yo insistía:

-¿Qué quieres de mi? (insistí)

-¿Me vas a dejar que hoy te folle?

Ufff… Por una parte yo lo estaba deseando, pero me daba mucho miedo que me hiciese daño o pudiera provocarme un desgarro. Yo seguía siendo muy inocente y cuando alguna vez había tenido anginas, prefería inyecciones a los supositorios…, porque eso nunca me ha gustado. Pero es que, además, pensaba que era imposible que aquel enorme falo pudiera entrar en mi culo.

A la sazón yo había cumplido los 15 años, aunque aparentaba algunos mas, porque ya tenía una incipiente barba cerrada y realmente nadie habría imaginado que apenas había cumplido los 15…

Francisco seguía mirándome con una sonrisa deliciosa, (es que era muy guapo), y volvió a preguntarme:

-¿Me dejas que te folle solo hoy, por mi cumpleaños?

-Si me prometes que no me vas a hacer daño y que al menor aviso te retiras, SI.

Si no fuera porque estamos hablando de hace muchos años yo habría pensado en “Silicon Lubes”, un maravilloso gel que además de un gran poder lubricante, produce un poderoso efecto desensibilizante...  Pero desgraciadamente, a finales de los 50’s o principios de los 60’s, no existían estos productos que tanto han ayudado a los amantes del sexo y del placer. Yo recuerdo aquellos preservativos antiguos, excesivamente gruesos, que quitaban mucha sensibilidad a la polla. Nada que ver con los condones actuales, extremadamente finos y delgados, en los que parece que no llevas nada y que proporcionan mucho más placer que los de antaño.

Y lo mismo sucede con las cremas y lubricantes de ahora, que plantas tu polla “a la puerta”, y se desliza sola, automáticamente… (jejeje).

El caso es que yo tenía un gran temor a la enorme verga de Francisco, y por eso, por más que él había insistido en eso, yo siempre me había negado. Pero aquel día era muy especial para él, y realmente yo quería complacerlo…

Yo sabía que aquel día íbamos a estar solos, porque mis padres se habían ido a Almería al entierro de un amigo de papá y no regresarían hasta la noche. Así que aquel podía ser el momento adecuado para dar rienda suelta al placer y a la lujuria..

-No te preocupes, nene, que llevaré mucho cuidado, (me prometió Francisco).

Así que él dejó la azada y se vino hacia mí, me cogió de la mano y me condujo hacia el camastro.

-Déjame que te desnude yo… y tú haz lo mismo conmigo.

Yo ya estaba semi empalmado, pero nada más fue acercarse a mí, mi polla comenzó a jadear y a lubricar. Este hombre ejercía sobre mí un poderoso efecto de deseo lujurioso y concupiscente… Un morbo especial de incontinencia sexual y deseo lascivo que me ponía al borde mismo del éxtasis… ¡Cuantas veces me había masturbado en la intimidad de mi cuarto pensando en él…!. Había experimentado toda clase de técnicas inimaginables pensando que estaba allí con Francisco… Cómo yo agarraba su falo y me lo tragaba, tratando de exprimir el elixir que salía de aquellos hermosos huevos, mientras él hacía lo mismo conmigo en un rico y  maravilloso 69.

Yo había advertido que mis últimas eyaculaciones nada tenían que ver con las de hacía más de un año. Mis “corridas” comenzaron a hacerse más abundantes con el paso de los meses, y había comprobado que cuando retrasaba el orgasmo, se habían vuelto mucho más abundantes y mi leche salía con mucha mas fuerza, casi como la que salía por el capullo de Francisco.

Pensando en este hombre me masturbaba pasando mi mano por debajo del muslo, mientras que con la otra mano acariciaba mis huevos, pensando que era Francisco quien lo hacía… Otras veces sujetaba mi polla erecta con una mano, mientras que escupía sobre la otra mano para masajear mi prepucio hasta alcanzar el clímax. Pero siempre me paraba casi al final, porque había comprobado que ese retardo en el orgasmo, aumentaba mucho el placer y mis lechadas se hacían más abundantes.

Pero aquel día iba a experimentar algo nuevo… Francisco me quería poseer y quería entrar dentro de mí. Yo tenía una doble sensación de temor y gozo al mismo tiempo; temor hacia lo desconocido, pero un goce tremendo al imaginar a Francisco dentro de mi, pensando que me inundaba de semen en lo más profundo de mi ser.

Entramos en la casa, y Francisco buscó entre sus cosas para mostrarme una revista pornográfica que se había traído desde Alemania. Después de desnudarnos, nos tumbamos en la cama y comenzamos a ojear aquella revista… ¡Dios, que maravilla!. Yo no había visto nunca nada igual, y mi excitación ya no tenía límites…

Francisco me dijo:

-Espera un momento y déjate hacer… (y sacó de entre sus cosas un bote de vaselina pura…)

Antes de embadurnarse los dedos con aquella crema, Francisco comenzó a besar cada pliegue de mi cuerpo, y fue recorriendo con su lengua cada rincón de mi anatomía… Primero mis pezones…, luego mi ombligo…, después mi vello púbico, (que en poco tiempo había crecido bastante para mi sorpresa), luego mis huevos, que habían empezado a poblarse de unos débiles vellos rubios, y finalmente mi polla…

Luego, agarrando mis piernas, las levantó y puso frente a él mi ano inmaculado. Previamente yo me había aseado a conciencia, y él comenzó a lamer mi culo y a intentar meter su lengua en él. Los lametones de Francisco me proporcionaban un enorme placer, pero el temor a lo que vendría después comenzó a hacer que mi verga bajase en su “orgullo” y se quedó algo flácida.

Luego cogió una buena porción de aquel potingue y comenzó a untar mi hoyito con suaves masajes alrededor de mi ano. Después se centró en el ojete propiamente dicho, e hizo varias presiones entes de introducir uno de sus dedos… El temor que yo tenía en aquellos momentos es indescriptible; estaba deseando que lo hiciera, pero al mismo tiempo sentía un miedo atroz…

Sentía como sus dedos maestros seguían masajeando a las puertas de mi ano, intentando varias veces meter uno de sus dedos en el agujero… Finalmente introdujo un dedo en aquel hoyito virginal que entró sin problemas, y siguió masajeando en un rico vaivén,  -dentro fuera-, para luego meter otro de sus dedos… Mi polla se había arrugado, pero la sensación de un soportable dolor, junto con un ansia indescriptible de sentir aquel falo dentro de mí, me mantenía en una tensión constante. ..

Francisco seguía tratando de relajar mi esfínter e hizo el intento de introducir un tercer dedo. Ya eran tres los gruesos dedos que Francisco tenía dentro de mí, lo cual equivalía prácticamente  al grosor de su polla, por lo que yo le pedí, casi le imploré:

-¡Fóllame…, fóllame…!

Yo lo estaba deseando, pero a la vez estaba temiendo que me rompiera el culo…, que me produjera una hemorragia o un daño irreparable, pero deseaba tanto entregarme a este hombre que le seguía implorando…:

--¡Fóllame, Francisco…, fóllame…!

La polla del hombre estaba pletórica, babeando como nunca y a escasos minutos de derramar su preciado semen en mis entrañas… Yo lo deseaba, a la vez que lo temía…

Finalmente Francisco colocó aquel falo maravilloso a las puertas de mi virginidad y me dijo:

-¡Allá voy, nene…!

Hizo un primer intento de penetrarme, pero me aún me hacía mucho daño.

-¡Para, para,! (grité).

-Si nene, como quieras…

-A ver, inténtalo otra vez…

Francisco volvió a intentarlo, y aunque aquello me producía un gran dolor yo le decía:

-Empuja, empuja… ¡fóllame!

Entonces el hombre fue poco a poco empujando más y más, al tiempo que mi cuerpo se estremecía en una mezcla de dolor y de placer… Finalmente aquella maravillosa verga se ensartó en mi interior. Ya estaba dentro, ahora teníamos que disfrutar… Francisco comenzó a follarme como si le fuera la vida en ello…; con un mete-saca increíble que me producía una nueva sensación que yo jamás había experimentado. Era una percepción totalmente nueva para mi; sentía dolor, pero al mismo tiempo un placer inenarrable…

Yo le decía:

-¡Córrete…, córrete…!

-¿Ya…? ¿Ya quieres que me corra?

-Quiero que te corras y que me corras a mi, Francisco.

Entonces él comenzó a manosear mi polla, que estaba semi dormida por la penetración, al tiempo que hacía sus embestidas dentro de mí… Cuando mi polla empezó a ponerse erecta él comenzó a masturbarme, mientras seguía con sus embestidas.

-Francisco, quiero correrme contigo, a la vez que tu, así que cuando estés listo, menéamela rápido para corrernos juntos.

Él así lo hizo, y como estaba casi a punto, comenzó a pajearme velozmente. Eso significaba que él se correría enseguida, así que concentré todos mis sentidos y traté de alcanzar el orgasmo al tiempo que Francisco.

Unos segundos después me dijo:

-¡Me voy… me voy…!

-¡Yo también me voy… ¡dale…, dale…!

Sentí una sacudida en mis entrañas… Una deliciosa sensación de calor, como consecuencia de la eyaculación de Francisco dentro de mi… Varias embestidas de la leche caliente de Francisco inundaba mi ser; una… dos…, tres… ¡y hasta cuatro sacudidas de su maravilloso elixir blanco!.

Yo también descargué el producto de mi placer sobre mi ombligo, mientras que Francisco trataba de recoger parte de mi semen, para llevárselo a la boca. No era la primera vez que mi amante se tragaba mi leche…

Ambos estábamos exhaustos y así permanecimos durante un buen rato; Yo tumbado boca arriba en aquel camastro, y Francisco dentro de mi y tumbado a mi lado.

Después de este encuentro, volvimos a follar algunas veces, pero a los dos meses Francisco se tuvo que marchar de nuevo a Alemania. Había recibido una buena oferta de su antigua empresa, su mujer estaba embarazada y necesitaban el dinero ante los gastos que se les avecinaban. Mi amante ocasional se marchó y poco después yo me fui a la ciudad a estudiar, así que estuvimos varios años sin volver a vernos.

Francisco y su mujer tuvieron tres hijos. Cada vez que él volvía del extranjero, su mujer se quedaba embarazada, y años después, cuando él había regresado definitivamente de Alemania, volvimos a vernos en casa de unos parientes. Nos dimos un abrazo entrañable, pero yo sabía que aquello jamás volvería a repetirse. A la sazón yo tendría unos 20 o 22 años, y Francisco 34 o 35, quizás más, (la edad exacta no la recuerdo), pero después nos volvimos a ver algunas veces, y una mirada de complicidad y cariño se cruzaba entre nosotros cada vez que nos hemos encontrado.

Luego estuvimos muchos años sin vernos, pues él seguía en el pueblo después de enviudar, y yo encontré trabajo en la ciudad, por lo que mis visitas a nuestro pueblo se fueron espaciando hasta casi no volver. Mis familiares más cercanos ya habían muerto y yo no tenía sentido volver a nuestro querido pueblo.

Hace años me dijeron que a Francisco lo ingresaron en una residencia para ancianos, y que unos años después falleció. Siempre le recordaré como una de las personas más importantes de mi vida. Le quise mucho, -le adoraba-  y para mi fue un regalo y un privilegio el haber tenido aquella relación con este hombre tan maravilloso.

Divor2008