Fran y Ana (11)

Final de la história.

CAPÍTULO 12- ANA

Desde que Fran me fue infiel no pude dormir bien ninguna noche. La decepción que sentía era proporcional al amor por mi marido.

Y me daba rabia que ese sentimiento siguiera presente dentro de mí cuando la persona que más quería me había engañado.

Intenté pensar objetivamente, intenté comprender todos los entresijos, y me era imposible no empatizar con Fran, sentimentalmente hablando. El amor seguía existiendo, quisiera yo o no. Lo más fácil hubiera sido mandarlo a tomar viento, pero mi corazón no me permitía hacerlo.

Dos días después de que Fran se fuera por primera vez de casa, volví a quedar con Marc para tomar un café. Allí le conté la infidelidad de Fran y que lo había tirado de casa, así como mi intención de hacerle volver.

Quedé con él para demostrarme que yo también valía, para sentirme deseada, por despecho. Después de un varapalo como ese la autoestima está por los suelos, necesitas levantarla y sabía que ese hombre me animaría.

Marc era un maestro en levantar la moral. Siempre con la palabra correcta, con el piropo bien tirado y con el consejo que necesitabas escuchar (aunque no fuera el correcto). Era imposible no estar a su lado, te reconfortaba.

Ya sabéis que no le hizo gracia que Fran volviera a casa y cuando le conté que nos habíamos acostado, se puso hecho una furia.

Me dijo que me estaba rebajando a él, que así nunca me valoraría y todas esas cosas que se suelen decir.

Después de ese incidente, ya no le conté las otras veces que lo hicimos.

No se lo conté por no escuchar sus sermones, ni por lo que pasaba antes de que volviera a casa y follara con Fran. Y eso no es, ni más ni menos, que estaba cachonda cuando entraba por la puerta.

También sabéis que iba a clases de baile con Villa y que los fines de semana bailábamos en salas como en la que nos encontramos con Fran y Caty.

En esas noches de baile nos juntábamos un grupo de amigos de la academia y bailábamos entre todos. A mí me daba igual bailar con un hombre, que con una mujer, el caso era divertirse.

El problema venía cuando la noche se alargaba y el alcohol aumentaba.

En ese momento (que no eran todas las noches) Villa me buscaba para bailar y yo le tenía que dedicar exclusividad, o se enfadaba. Mientras bailábamos Villa aprovechaba para sobarme bien todo el cuerpo. Me metía mano en todos los rincones y yo bailaba tratando de impedírselo.

Siempre acababa refregando su enorme pene en mi culo o en mis piernas y yo me excitaba, ¿quién no lo haría?. Me ponía muy cachonda notando como se apretaba contra mí, aunque yo evitara el contacto. Era difícil encontrar ese equilibrio entre amigo, alcohol, baile y no enfadarse con Marc ni que él se enfadara conmigo.

En más de una ocasión ha querido bajar mi mano a su paquete, pero yo me he negado y, tras abroncarle su actuitud, le he pedido regresar a casa donde, en alguna ocasión, no me he podido contener y he asaltado la cama de mi marido para follar. Y digo follar, si. Una de las cosas que me propuse cambiar fue mi predisposición al sexo. Me gusta mucho y disfrutaba haciéndolo con Fran pero comprendí que él siempre me pedía avanzar un poco más, jugar más fuerte. Entre los dos. Siempre me lo pidió y yo me negué argumentando que lo intentaba, y no era así. Yo estaba satisfecha y lo demás me importaba muy poco. Fui egoísta en ese aspecto e imaginaba que ese fue uno de los motivos de la traición de Fran. Ya lo tenía pensado lo de lanzarme un poco más y, el alcohol y la excitación hicieron que me soltara.

Al terminar y bajarme el calentón, volvía a recordar su traición y volvía a romperme. No lograba entender como la persona que dice amarte te puede hacer tanto daño.

Con forme pasaba el tiempo empecé a percatarme que Fran siempre estaba en casa, que no salía esperando a que yo llegara y así podet estar conmigo. Era un cachorrito en mis manos y eso me dio poder para continuar con mi estilo de vida. Clases de baile, cenas y locales eran mi día a día mientras mi marido no habría la boca para protestar.  Ahora se que lo hacía por amor, pero yo no lo veía debido al rencor que sentía por Fran.

Marc me decía que eso era lo que tenía que hacer, que si se lo ponía difícil y le hacía sufrir aprendería a no fallarme más. Pero yo no creía que el castigo nos ayudara a solucionar lo nuestro.

Creedme, no es fácil olvidar y perdonar una infidelidad, eso no se consigue en unos días ni unos pocos meses. Aunque mi corazón quería perdonarle, mi mente me decía que no lo hiciera.

Cuando me pilló en la terraza del bar con Villa me dio mucha rabia que quisiera venderme como malo algo que yo ya sabía y que me reclamara algo por lo que él debía callar. Y por eso lo animé a irse de casa.

¡Claro que sabía que Marc era un machito follador!

Pero conmigo no era así. Cada noche que se sobrepasaba se pasaba toda la semana disculpándose y prometiendo que no volvería a suceder.

Yo sabía que lo volvería a repetir pero, al contrario que Fran, yo estaba muy segura de que conmigo no podría. Yo no era como otras que se les licua el coño cada vez que un rabo kilométrico entra en escena. A mi me da igual si el galán calza un 39 o un 49.

Yo sólo follo por amor. Ya os lo he dicho alguna que otra vez.

Me equivoqué al animar a Fran a salir de casa nuevamente. Por eso lloré durante toda la semana. Tenía que haberle explicado todo y haber intentado solucionarlo.

Pero no lo hice y la culpa y la vergüenza me impidieron llamarle para que regresara.

Lo echaba de menos. Al llegar a casa notaba su ausencia más que la primera vez que se fue. Estaba tan triste y sola que, aunque no me parecía buena idea, acepté salir ese Viernes con Villa a bailar. Le dije que era la última vez que salíamos porque estaba decidida a recuperar a Fran y, aunque se enfadó conmigo, me dio igual. Estaba decidida, mi marido antes que nadie.

Imaginaros la cara que se me quedó cuando vi a Fran con una mujer. No hacía ni una semana que se había ido y ya quedaba con mujeres.

Marc parecía conocerlos a los dos y me arrastro, sin querer, hasta allí. Esa era una escena humillante para todos, pero Marc parecía divertirse. Cada frase que pronunciaban me parecía más absurda que la anterior, hasta que escuché lo de la apuesta y no aguanté más.

Estaba decidida a marcharme en taxi cuando Marc me atrapó.

-          Ana, ¿dónde vas?

-          Voy a coger un taxi y me marcho a casa.

-          Yo te acerco.

-          No. Me voy sola.

-          No seas tonta. Que te va a costar un riñón.

Accedí porque no encontré ningún taxi en la parada, si no, os juro que me hubiera ido sola.

Entramos en el coche y Marc no arrancaba. Estaba mirando al frente con las manos en el volante.

-          ¿Nos vamos, o me busco un taxi?

-          Ana, lo siento. Es que creo que te quiero.

Marc se acercó para besarme y yo desvié la cara besándome él en el cuello.

-          Venga… ya te he dicho muchas veces que eres un gran amigo, pero nada más.

-          Quiero algo más, Ana.

Intentaba ser cordial con Marc y hacer de este episodio algo lo menos traumático posible.

Varias veces intentó besarme mientras me juraba amor eterno y yo sólo quería irme a casa olvidarme de todos.

-          Llévame a casa, por favor.

-          No lo entiendo. Te estoy diciendo que te quiero.

-          Pero yo no- le dije- Te aprecio como amigo, pero no te amo. No se como decírtelo ya.

-          Y, ¿a quién amas, a Fran?

-          Si, a Fran. -dije casi con desgana al parecerme una situación fuera de lugar, otra vez.

-          Mira, ¿sabes lo que te digo?. Que ya estoy harto de este juego de intentar ser paciente por un polvo.

Marc se desabrochó el pantalón y sacó su pene aún flácido y lo movió de un lado a otro.

-          Estás desaprovechando esta polla que puede ser tuya en cualquier momento. Vas a disfrutar con ella lo que nunca has disfrutado.

Marc cogió mi mano y la posó sobre su pene que ya iba tomando dureza. Me paralicé durante unos segundos con la mano encima de su tronco.

-          Eso es. Es grande, ¿verdad?. Pruébala, verás como te gusta. No querrás otra para ti, ya lo verás.

Mi cabeza era empujada por Marc hacia abajo, con intención de llevarla hacia su glande. Esa presión me sacó del trance en el que estaba sumida y pude reaccionar.

Separé la cabeza bruscamente e intenté salir del coche.

-          ¡Para!

-          ¡Cómetela, nena!

-          ¡Me haces daño!, ¡paraaa!

-          Estoy cansado de ser bueno contigo. Ahora mismo te voy a dar lo que llevas pidiendo a gritos desde que te conozco.

Marc me agarraba con fuerza para que permaneciera allí. Yo trataba de salir pero me era imposible y, cuando ya estaba cansada de pelear, desbloqueó el cierre automático y pude abrir la puerta.

Vi a Fran fuera del coche pero casi ni me percaté que era él, salí corriendo y fue la acompañante de Fran la que me paró y me metió en su coche ante mi aturdimiento.

Salimos pitando de ese parking y, cuando ya estuvimos bien lejos, comencé a llorar.

Caty, así se llamaba la amiga de Fran, condujo hasta una zona alejada y solitaria donde paró el coche y me abrazó.

No era un abrazo deseado, por quién me lo daba, pero lo necesitaba.

-          Ya estamos lejos. No te va a pasar nada.

-          ¿Quién eres tú?-pregunté algo más calmada.

-          Soy una compañera de trabajo de Fran y… una amiga también.

-          ¿Eres tú la que…?

-          Si, soy yo.

Al enterarme que Fran seguía viéndose con su amante me derrumbé. Su amante y su amiga, ¿qué más me quedaba por saber?. Quería marcharme de esa situación tan humillante. Estaba siendo reconfortada por la mujer que se había acostado con mi marido. ¡De locos, vamos!

-          Me voy de aquí.

-          No te vayas, por favor. Tenéis que arreglar lo vuestro.

-          ¿Y lo dice su amante?

-          No. Lo dice su amiga. Fran no ha querido ni mirarme desde… ya sabes. Casi es un milagro que me vea como una amiga y no quiero estropear lo que tenemos ahora, a menos que Fran termine contigo. Te ama como no te puedes imaginar, pero si lo dejas escapar iré a por él.

-          Una persona que ama no traiciona.

-          ¡Un error, fue un error!. Escucha lo que te pide. Tenéis que ir a terapia, superar vuestras dudas y amaros sin condiciones. Se ha equivocado y asumirá las consecuencias, aunque con eso te pierda. Pero dale una oportunidad. Se que tú lo amas también, hazlo por ti, por tu amor. No creo que la solución sea el rencor y el despecho. Tú no quieres eso, y él tampoco.

-          Y tú, ¿que ganas en todo esto?

-          Yo pierdo, Ana. Pero, por lo menos, no os haré más daño. Y además, ¿qué le puedo ofrecer a Fran? Yo sólo se follar y se que, tarde o temprano, le seré infiel. Y no quiero que te deje por mí. Si lo nuestro no saliera bien, nunca me lo perdonaría.

Estuvimos varias horas hablando de como sucedió todo. No quise saber detalles pero me pareció ver que Caty estaba enamorada de Fran y que lo respetaba y eso, aunque me molestaba, me dio tranquilidad. No se porqué, pero sus palabras me calmaron.

Mientras hablábamos nuestros teléfonos no dejaban de sonar. Mil llamadas de Fran y de Marc que no quise responder, no estaba preparada.

La charla me vino bien para poder afrontar el cara a cara con mi marido y, habiendo decidido como actuar en un futuro, decidí encontrarme con Fran.

Llegamos a casa de Caty donde Fran no dejó que entráramos y, desde el salón, reprochaba a Caty que no le dejara ponerse en contacto conmigo.

Caty me guiñó un ojo y me dijo.

-          Una persona que ama se preocupa por su amada.

Cuando entré detrás de Caty, Fran me miró de forma sumisa, tímida. No pude más que abrazarle y llorar con él.

-          Estoy aquí, Fran. Creo que tenemos que hablar. Esto se nos ha ido de las manos.

-          Te contaré lo que quieras.- me suplicó él.

-          Tu historia ya me la ha contado Caty. Ahora tienes que escuchar la mía para que la verdad nos ayude. Sólo de esa manera podremos intentar solucionar esto.

Un rato después terminé de explicarle como fue toda la historia con Marc, desde los mensajes y las fotos, hasta las citas y los bailes.

-          Eso es todo y te juro, por el amor que te tengo, que nunca hice nada de lo que me pueda arrepentir.

-          No me importa si hiciste algo, lo aceptaré. Lo único que quiero es saber la verdad.

-          No estaba en condiciones de devolverte tu error de esa manera. ¿Qué hubiera conseguido? Nada, sólo sentirme peor por mí. Créeme, no hice nada más que divertirme bailando. En cambio tú….

-          No tengo nada más que decir para excusarme. La cagué y quiero intentar ganarme tu respeto otra vez.

SEIS MESES DESPÚES

ANA

Miraba el reloj, eran las 14.30 horas. Tenía tiempo de sobra para preparar la sorpresa. Me apetecía mucho jugar ese día, estaba muy cachonda pensando en lo que me esperaba.

Las cosas en casa marchaban muy bien. Llevábamos 5 meses yendo a terapia de pareja y la verdad era que me había ayudado mucho en mi recuperación.

Al principio fue duro. No lograba quitarme la coraza del rencor y me costaba empatizar con Fran. El psicólogo (no era Susana) me pidió paciencia en ese tema y me animó a recuperar la confianza a mi manera ya que no todos lo logran con los mismos estímulos.

Abrí la puerta y me descalcé, quería moverme rápido para prepararlo todo, champán, fresas, nata, lubricante…. Esa tarde prometía.

En el tema sexual habíamos avanzado mucho siguiendo los consejos de Caty sobre sexo.

¡Si, de Caty!

Fue una de las indicaciones del psicólogo viendo que Fran no tenía interés sexual en ella y que yo, después de nuestro primer encuentro, no albergaba odio hacia ella. Comprendí que Caty no tenía responsabilidad alguna en la infidelidad de mi marido (dos no se acuestan si uno no quiere).

Pues bien, el tema sexual mejoró siguiendo los consejos de Caty. No decir que no a nada y disfrutar de toda práctica sexual, eran mis máximas. Con esas premisas y con la necesidad de hacer disfrutar a mi pareja fue como mi mente se abrió y conseguí cosas impensables meses atrás como, por ejemplo, lograr que Fran se corriera en mi boca con una buena mamada, perfeccionada con los apuntes tomados de las lecciones (teóricas) de Caty y con la ayuda de Fran.

Y, por si os lo preguntáis, el sexo anal nunca pudimos llevarlo a cabo. Sólo en un par de ocasiones me penetró analmente. Y no las disfruté, con lo que decidimos dejar esa práctica para momentos venideros.

La lencería y los disfraces fueron otra de las prácticas habituales en nuestras noches de sexo. Me gustaba vestirme para Fran y notaba que mis ideas le encendían. Así que, todos ganábamos.

Ya es la hora, está todo preparado y sólo espero que venga. Ya lo hemos hablado y sabe como entrar sin necesidad de llamar.

En cuanto a Caty, me costó volver a confiar en Fran y sus juramentos y promesas sobre ella. No se como sucedió pero, poco a poco, comencé a relajarme y a creerle. También era cierto que la norma de llamar a cualquier hora a Fran y su obligatoriedad de atender el teléfono hacía mucho en su favor. Y el ir del trabajo a casa y viceversa, por su parte, también me tranquilizó.

Y Marc….

Marc entra decidido y se dirige al salón donde le espero con una copa de champán en mi mano. Me mira y sonríe.

-          Ya era hora, se me va a echar el tiempo encima.

-          Hay tiempo de sobra para todo, preciosa. Sabía que me llamarías. Ninguna mujer se resiste a mi polla.

-          Seguro que no, es que es muy grande.

-          Bueno, ¿dónde quieres que lo hagamos?

-          Aquí, en el sofá. Es donde estaremos más cómodos.

Marc se empezó a bajar los pantalones y sacó su pene, agarrándolo con la mano y viniendo hacia mí, excitado.

No se dio cuenta al llegar pero no estábamos solos en casa, alguien esperaba en la cocina.

-          ¿Qué hacéis? ¿Hay fiesta y no me he enterado?

Fran se acerco por su espalda y le tocó el hombro a Marc.

-          Súbete los pantalones Villa, hoy no vas a follar. Al menos, no en esta casa.

Marc, incrédulo, no sabía lo que pasaba. No sabía si huir o si quedarse. Al final optó por lo segundo.

-          ¿Qué coño es esto? ¿No seréis de esas parejas que a él le gusta mirar mientras ella es empotrada? Aunque, ahora que lo pienso, tenéis pinta de eso. Cornudín y putita.

-          ¡Cierra la boca! Sólo queremos saber porqué. ¿Porqué tenías tantas ganas de jodernos el matrimonio?- dijo Fran

-          Y, ¿porqué no?. Me gusta follar con casadas y no me caes bien. A demás, un polvo es un polvo. Y con el morbo de ser tu mujer, más aún.

-          Y, ¿cómo supiste que Ana era mi mujer?

-           Un día enseñaste una foto de Ana en el curro y la reconocí. Babeaba por mí hace unos años y supuse que sería fácil follármela. Y cuando me enteré que te habías tirado a la golfa de Caty aún lo vi todo más claro.

-          ¡Ay Marc!- suspiré yo- No todas las mujeres chorreamos al ver una gran polla. La mayoría de mujeres preferimos una relación basada en el amor y ensuciar eso por un polvo no entra en nuestros planes. Alguna vez hiciste que me excitara, no soy de piedra. Pero, en ningún momento se me pasó por la cabeza acostarme contigo. Prefiero mil veces más follar con la persona que amo que con un machito sin sentimientos.

-           Jajaja, eso no te lo crees ni tú. A todas os vuelve locas una buena follada, pregúntale a Caty. Pregúntale si buscó el amor cuando se lo hizo con tu maridito.

-          Por supuesto que se lo preguntaré, pero esa conversación no te la contaré a ti. La última prueba para poder seguir adelante era tener una conversación contigo e intentar hacerte ver que tu camino no es el correcto. Y me he dado cuenta que eres un cretino que morirá solo. Nadie querrá estar con una persona que se mira el ombligo. No hay redención posible para ti. Y ahora, si haces el favor de marcharte, tengo planes con mi marido para follar. Estoy muy cachonda y necesito que me folle como él sabe hacer, con amor.

-          Estáis locos. Menos mal que no te follé, hubiera sido imposible apartarte cuando te engancharas de mí.

Marc salió de casa sin decir nada más. Fran le acompañó a la salida y, al volver, ya le esperaba desnuda y con los pezones cubiertos de nata, lista para que el amor de mi vida me comiera enterita.

-          ¡Fresas con nata! Con lo que me gustan.

-          Ven aquí que las he puesto en un recipiente nuevo.

-          Te adoro Ana.

-          ¡Calla y cómeme!

NOTA: Mujeres del mundo, os debemos tanto que no son justos los relatos que leemos en esta web. Se que es ficción, que se magnifica para agradar, pero yo quería crear una historia donde la mujer fuera fuerte pese a las adversidades, donde un no fuera no y donde primara el amor sobre el deseo.

Por y para vosotras.

FIN

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FINAL ALTERNATIVO

ANA

SEIS MESES DESPUÉS

Estoy muy contenta de ver como ha evolucionado todo. Mi vida, que creí hundida, ahora es de color de rosa.

Después de aclarar las cosas con Fran decidimos acudir a un psicólogo.

Y, sinceramente, descubrí que la culpa era de los dos. De Fran por la traición hacia mí y mía por no saber entenderle. La comunicación de pareja, amigos míos, esa es la clave.

Fran también se dio cuenta que lo que yo le daba era más de lo que podría recibir de cualquier mujer. Ver mucho porno hace daño a la mente.

Retomamos la convivencia como nunca creí que podríamos hacerlo. Complicidad y altas dosis de pasión nos devolvieron a un enamoramiento continuo. Muestras de cariño y detalles eran intercambiados a cada momento. Mil llamadas, mil te quiero y mil noches de placer.

Menos los Viernes, esos días eran para nosotros, pero por separado. Los Viernes estaban dedicados a nuestros hobbies y ninguno interfería en la marcha del otro. Fran sabía que a mi me gustaba bailar y yo sabía que a él le gustaba salir a tomar algo con su amigo Antonio.

A Caty no la volví a ver más. Se que siguen trabajando juntos y que, entre ellos, hay amistad. No me importa, y si me importara, no sería justa con Fran. Había luchado mucho por volver a mí y debía darle un voto de confianza.

Hoy es Viernes, y hemos quedado cada uno por su cuenta.

Me visto elegante pero discreta y me maquillo con un poco de colorete y carmín rojo.

Salgo antes que Fran y él aún se está arreglando.

-          Cariño, me voy ya. Llegaré tarde.- le digo

-          Ok, cielo. Mañana hablamos, entonces.

Salgo de casa y cojo un taxi hasta el lugar de mi cita. Entro y me siento, esperando la compañía.

Una cerveza refresca mi garganta mientras ojeo el teléfono.

En ese momento me llega un mensaje de Fran. Lo leo a través de la notificación de mi telefono.

“Estoy a punto de salir de casa, Caty. Espérame desnudita y con el culo preparado. Muack”

No puedo creer lo que estoy leyendo.

¡Otra vez! ¡Me está engañando otra vez!

Entro en la app de mensajería y sólo puedo leer: “ Mensaje eliminado”

Ha borrado el mensaje y pensará que no lo he leído, pero sí. No hay duda de lo que leí.

Una lágrima cae por mi mejilla mientras apuro la cerveza.

-          ¿Malas noticias?

Marc se acerca por detrás y, al llegar a mi altura, me besa el cuello.

-          Si, pero ahora no puedo solucionar nada, así que…

Dirijo mis manos a su bragueta y rescato su pene del encierro. Lo meto en mi boca hasta el fondo.

Parece mentira lo que he mejorado desde que Marc vino a pedirme disculpas hace tres meses y acabamos follando por primera vez.

No he dejado de disfrutar de esa polla cada Viernes desde ese momento.

Me sentía culpable por follar con Marc y traicionar a Fran, pero ¡mira tú por donde!

Ahora el partido está empatado.

FIN.