Fotografiar a la compañera de mi mujer

Ser fotógrafo te permite ver como se destapan secretos, psones y fantaias ocultas.

FOTOGRAFIAR A LA COMPAÑERA DE MI MUJER

Soy fotógrafo, básicamente mi trabajo se desarrolla en bodas pero no pierdo la oportunidad de presentarme a concursos y exposiciones por desgracia sin demasiada suerte. Mi trabajo es muy inestable, suerte que Ana cuenta con un salario fijo y nos da estabilidad.

En casa tengo un pequeño estudio, arreglé una habitación donde suelo hacer las fotos, algunas de publicidad y muchas a mi mujer que me hace de modelo, la única discrepancia que tenemos es con los desnudos, las que le hago no permite que las exponga, es una pena ya que son las que mejor me salen.

Hace poco Ana me dijo que la empresa le había contratado una ayudante, Marta, lo esperaba desde hacía mucho, según me contó era una chica que había acabado la carrera pero sin ninguna experiencia, por lo que la tubo que enseñar, sin intimar, se llevaban muy bien.

No sé como fue la cosa pero mi mujer le comentó mi trabajo y lo del estudio en casa y Marta le dijo que tenía muchas ganas de hacerse unas fotos pero no podía pagarlas, Ana le propuso que se las hiciera yo sin pagar, ella sabe que es mi pasión y no me importa hacerlas como hobby si no interrumpen mi trabajo, total que la final quedaron para el domingo por la tarde, ella vendría con una amiga que si se animaba también le haría fotos.

Cuando llegó Marta con su amiga Montse me di cuenta enseguida que tenían un físico perfecto, muy fotogénicas, un rostro muy marcado, Marta era rubia seguramente natural mientras que Montse completamente morena.

Mientras mi mujer nos traía unas cervezas hablamos de cómo querían las fotos, me dijeron que me dejaban a mi elección, yo era el artista. Llevaban cada una bolsa con ropa para poderse cambiar, tal como Ana les había sugerido.

Sin más dilatación pasamos al estudio, mientras ellas utilizaban nuestra habitación para cambiarse preparé la iluminación, cámaras, focos, etc, cuando salieron acordamos que primero haría las fotos a Marta y después a Montse si se animaba, Marta se había puesto una blusa beige y una falda negra, con su rubio pelo quedaba muy elegante, la hice sentar mientras Ana actuaba como ayudante calibrando la luz y matando los brillos de la piel.

Le hice varias fotos, le sugería posiciones que ella hacía y cuando acabé le dije que se cambiara de ropa mientras me dedicaba a su amiga que ya se había convencido.

Así estuvimos durante bastante rato, a cada una le hice tres sesiones con distinta ropa y cuando acabamos me pidieron una sesión conjunta, me pareció perfecto fotografiar a dos bellezas juntas, se fueron a cambiar de ropa y cuando regresaron lo hicieron muy sexys, ambas llevaban faldas muy cortas y unas blusas con un generoso escote, no se me escapó que los sujetadores se habían quedado en la habitación, claro que de lo contrarío el escote no habría sido posible.

Iniciamos la sesión, empecé sugiriendo poses pero acabé dándome cuenta que lo mejor era dejarlas hacer y limitarme a disparar ya que lo hacían muy bien y poco a poco estas eran más sugerentes, iban acercándose, abrazándose de una manera difícil de explicar pero muy sugerente, incluso llegué ponerme caliente, miré a Ana que estaba tan sorprendida como yo y me guiñó un ojo con una sonrisa.

Y a medida que se movían las poses eran más evidentes hasta que los labios de acercaron, no perdí la oportunidad de hacerles varias fotos y cuando creíamos que se separarían, acabaron juntos con un morreo lésbico impresionante.

A pesar de lo difícil que me resultaba y lo extrañado que me sentía, seguí mostrándome muy profesional sin dar aparente importancia a nada pero ellas sabían que solo era una apariencia, cuando el beso acabó nos miraron y dijeron:

  • Somos pareja.

Ana, que llevaba más de dos meses con ella no tenía ni idea que fuera lesbiana, se sorprendió igual que yo, y Marta continuó hablando:

  • Nos gustaría que nos hicieras una sesión más íntima si no te importa, es un deseo que siempre hemos tenido y no nos atrevíamos a hacer.

¿Más íntima?, pensé, solo podía ser de una manera, me costó reaccionar ante aquello, miré a mi mujer que estaba igual que yo, al final les dije:

  • Lo haré como queráis.
  • Os importa si es con desnudos?, dijo Marta
  • Claro que no, respondió Ana, seguro que mi marido le encantará, dijo con tono irónico.
  • Ya sabemos que a los heteros os puede dar mucho morbo, dijo Montse, disfrutad, no nos importa.

Y se volvieron a abrazar besándose y marreándose, seguía sacando fotos, las manos se movían por la espalda de la otra y poco a poco también por el culo hasta que una a la otra pusieron las manos en las blusas y poco a poco las desabrochaban. Evidentemente tenía la polla a punto de romper los pantalones, miré a mi mujer que estaba hipnotizada mirándolas.

Las blusas se abrieron al mismo tiempo, cuatro tetas impresionantes quedaron ante nosotros, se pusieron de lado abrazadas para que pudiera fotografiarlas, a pesar de mi excitación pude mantener la calma y ver que los brillos con los focos eran exagerados así que le pedí a mi mujer que los matizara, ósea, lo mismo que les había hecho en la cara, se cubre con un maquillaje muy suave que se extiende con un algodón, Ana no sabía qué hacer, pero Marta y Montse le dijeron que lo hiciera, colorada y avergonzada se acercó a ellas con el algodón en la mano y extendió el maquillaje por la parte superior del cuerpo, cuando llegó a las tetas de Marta vi que le costaba mucho hacerlo, incluso las manos le temblaban, algo parecido le pasó con Montse.

Si aquello ponía nervioso a Ana, no menos a mí viendo como mi mujer tocaba cuatro tetas.

Sin reflejos pude repetir las fotos, ellas escogían las poses, no me atrevía a decir nada, pero cuando decidieron tocarse las tetas la una a la otra pensé que no sería capaz de continuar, al final pude resistirlo pensando en otras cosas que no fueran que tenía dos mujeres magreándose la una a la otra delante de mí.

Ya me temía que querrían seguir desnudándose, me moría de deseo que lo hicieran pero temía de que me corriera dentro de los pantalones, y cuando pusieron los dedos en las cremalleras de las faldas, cada una en la de la otra, y estas cayeron al suelo dejándome verlas con un diminuto tanga, estuve a punto de hacerlo, incluso noté mi polla que tenía pequeños espasmos.

Ordené a Ana que también matizara los brillos, sin saber cómo reaccionar se acercó a ellas y pasó el algodón por el resto del cuerpo, tuvo que acercarse mucho al pubis, se arrodilló delante de Marta y lo aplicó por el culo primero y después por las ingles y piernas, también hizo lo mismo con Montse.

Desconocía como estaba mi mujer con todo aquello, yo sin tocar estaba al borde de un colapso, supuse que Ana no estaba como yo ya que se trataba de mujeres pero cuando acabó y pude verle los ojos no lo tenía tan seguro.

Se volvieron a abrazar y continué tomándoles fotos hasta que pusieron los dedos en el tanga de la otra y de un movimiento se los sacaron, tenía ante mí dos bellezas desnudas totalmente que, para colmo, se estaban tocando, le veía medio coño ya que los pubis estaban depilados.

Decidí pedirle a mi mujer que matara el brillo de los pubis, lo cierto es que no se si era necesario o me daba morbo verla tocando dos coños, Ana me lanzó una mirada amenazante pero lo hizo, para colmo, cuando se arrodilló delante de Marta abrió las piernas mostrándonos su coñito, Ana entendió el maquillaje en el pubis y acabó bajando los dedos para aplicarlo en el coño, a continuación hizo lo mismo con Montse.

Si antes la vi perturbada, ahora estaba tan al borde del colapso como yo.

Hice varias fotos, en algunas abrían las piernas lo suficiente para captarles el coño, al fin di aquello por acabado con el deseo de que se fueran y pudiera follarme a Ana, supuse que mi mujer tenía el mismo deseo, pero cuando les dije que habíamos terminado, Marta dijo:

  • Nos gustaría alguna más, pero con Ana

No me creía la petición, miré a mi mujer, me di cuenta que se moría de ganas de hacerlo, evidentemente me encantó la idea pero temía que no se atreviera, que equivocado estaba, Ana se acercó y se sacó al blusa, en menos de un minuto estaba tan desnuda como ellas, y con una sonrisa de oreja a oreja se puso en el centro mientras se cogían por las cinturas, cuando me disponía a hacer la primera foto me dijo:

  • No tienes que matizarme los brillos?

Claro, pensé, cogí el algodón y empecé a pasárselo por la cara, poco a poco bajé a las tetas, vientre, pubis, que en su caso no estaba depilado, piernas, después se giró para que se lo hiciera en el culo y espalda.

Volvieron a agarrase, saqué las primeras fotos, la verdad es que Ana no desentonaba nada, los coños depilados de Marta y Montse contrastaban con el frondoso bello de Ana, después se giraron para que les hiciera las fotos de sus espaldas y culos, aquello era genial!

Pero cuando acabamos con estas poses, las amigas hicieron sentar a mi mujer, esta lo hizo y ellas se pusieron detrás cogiéndola por el cuello, tras varias fotos vi que sus manos bajaban peligrosamente y sin que me lo esperara, cada una le agarro una teta, Ana se sobresaltó al principio pero no me dio la impresión que le gustara, es más, tras varias fotos propuso que se sentaran ellas y mi mujer desde atrás les cogió un teta a cada una.

Las tres sabían mi estado pero parecía importarles, y cuanto más rato pasaba, mas integrada estaba Ana, Marta acercó los labios a mi mujer, pensé que por esto no pasaría pero nuevamente estaba equivocado, primero se dieron un pequeño piquito, todo sin que dejara de hacer fotos, pero poco a poco se convirtió en un morreo, Montse, lejos de enfadarse se arcó por atrás a mi mujer y clavándole las tetas a la espalda y el pubis en el coño la abrazó por la cintura primero y después por las tetas, yo seguía disparando a aquello que empezaba a ser un espectáculo pornográfico lésbico, a continuación mi mujer se separó de Marta y se giró hacia Montse con quien ya descaradamente se morreó mientras era Marta la que le tocaba las tetas.

Este morreo fue bastante largo, Marta bajó las manos hasta el coño de mi mujer que abrió lo suficiente las piernas para darle buen acceso, cuando notó el contacto, sin dejar a su amigo emitió un gemido y dejó de abrazar a Montse para ponerle una mano en el coño, aquello ya era descarado y decidí abrirme los pantalones, no creo que ninguna se diera cuenta de que con una mano apretaba el disparador y con la otra me la cascaba.

Al acabar el morreo Marta y Montse cogieron a mi mujer por las manos y la sacaron del estudio, vi que se dirigían a la habitación, con la maquina en la mano y mi polla colgando las seguí pero cuando entraron en la habitación mi mujer se quedó en la puerta y me dijo:

  • No cariño, esta parte no podrás verlo ni fotografiarlo.

Y me quedé en la puerta sin ver que sucedía allí dentro, solo podía oírles, ya os imagináis, los gemidos de tres mujeres encerradas, me senté en el sofá y acabé de cascármela hasta correrme, pero no una vez, en las tres horas que estuvieron encerradas me la casqué dos veces más.

Bastante tarde ya de aquel domingo salieron las tres completamente vestidas, estaban muy contentas, no más que yo, claro, Ana me dio un beso, Marta y Montse se fueron, Ana me dijo al oído:

  • Me lo he pasado muy bien pero ahora necesito una polla.

Y con gran placer se la di.