Fotografía II
Un viejo velero.
Un chasqueo de dedos se podía apreciar a lo lejos, un goteo lento de un grifo mal cerrado te hace estremecer la piel más un continuo tintineo de una campana a lo lejos esas de una tienda cuando entras o sales dando aviso a quienes están adentro de que alguien ha llegado, pero la oscuridad persiste en la retina de tus ojos y no puedes ver siquiera tus propios sueños.
-Se puede apreciar la bondad pero lo macabro de tus acciones se pueden encontrar en el manto oscuro de la noche pero más en la claridad del ancho mar, porque no hay mal que no puedas ocultar; Continúe leyendo en voz baja mientras observaba el enorme mar frente a mí, tengo mi pequeño cuaderno desgastado por los años, con hojas marrones y portada rallada en mis manos, me inclino sobre mis codos en la barandilla tratando de pensar en mi siguiente jugada, guardo silencio esperando poder oír las olas que rompen contra los postes del puente donde estoy, tratando de oír sin éxito el escándalo de las sirenas inexistentes entre las olas.
-El mar está en calma, dije observando a lo lejos viendo pasar un velero viejo –Pero el cielo piensa lo contrario- las nubes grises traen consigo vientos desbocados desde mi punto puedes ver al pescador recogiendo las cuerdas, ajustando los paquetes alrededor de proa, corriendo de un lado a otro soltando las velas para retroceder antes de que la tormenta lo arrope, entrar al camarote para luego salir con el chaleco salvavidas puesto, correr de nuevo a las velas y cerciorarse de que las velas estén aseguradas, luego reírse de sí mismo por ir hasta los salvavidas más lejanos teniendo unos en proa, volver al timón haciendo malabares para dar la vuelta de regreso al puerto no está muy lejos seguro le tomara cinco o diez minutos volver y anclar el velero
Aunque siempre traigo puesta mi chaqueta de cuero negro, el frio que hace en esta época me hace desear estar en casa tomando una taza de chocolate humeante frente a la chimenea, sentado en mi mecedora, con Beethoven de fondo mientras esperaba a mi esposa llegar con su grandes compras y oírla quejarse de su trabajo –Extraño esas tardes junto al fuego sintiendo tu piel; Dije mientras lo transcribía en las hojas marrones de mi cuaderno –Pero decidiste lo más fácil- Dije con enojo, tomando entre mis manos el cuaderno pequeño –Eras algo importante para mi animal!- Solté gritando a los cuatro vientos y como si el mundo, los cielos y el mar lo sintieran, unas ráfagas fuertes de aire azotaron contra mi mandando a volar en círculos la visera negra que tapaba mi calva tras de mi, una lagrima rodo por mi mejilla izquierda, sostuve con mi mano izquierda el cuaderno junto con la pluma y con mi mano derecha la limpie con brusquedad –Te odio bastarda!- Grite de nuevo tratando de borrar ese sentimiento que me invadía por dentro mi altura de uno ochenta y mi cuerpo corpulento me hacen ver un chico fuerte –Solo apariencia!- Concluí entre susurros repitiendo una y otra vez esas dos palabras.
Me levante firme, en poción soldado con mis manos tome con ira el cuaderno, pasando mis brazos por sobre mi cabeza mientras apretaba el cuaderno para luego arrojarlo por el puente lo más lejos posible, gotas de lluvia comenzaban a caer de un cielo desbocado me quede parado en ese lugar sin moverme dejando que el agua recorrieran mi cuerpo y lo empaparan lo suficiente, incline mi cabeza hacia abajo para mirar mis botas empapadas esas que me regalasteis pero que no puedo dejar de usar –Se dónde vives y con quién andas, que haces y que no, a quien ves y a quien te visita- dije observando las botas con esa mirada lesiva, perpetua y castigadora, esas que te marcan sin siquiera mirarte esas que te dan terror y escalofríos en el cuerpo pero de terror.
Recogí un poco la manga de mi mano derecha alce mi rostro para observar el mar y luego el cielo, para terminar observe la hora en mi reloj de muñeca –Doce y treinta seis- alce mi rostro, me gire sobre mis pies –Te toca- dije mientras mis pasos cortos pero seguros me llevaban a la banca frente a mí la cual tenía una vieja escopeta de caza que mi padre me obsequio en un cumpleaños antes de que desapareciera sin dejar rastro ni paradero, mas tres cajas de cartuchos –Solo apariencia.
Unos parpados que denegaban el abrirse por un cansancio continuo, la oscuridad no quiso volver era estar consiente de todo hasta de su presencia sobre mi unas manos toscas, grandes y ásperas tocaban mi entre pierna, luego ascendían hasta mi pecho de modo brusco y desesperado –No por favor!- Pedí entre lágrimas silenciosas, pero el no paro recorrió con su toque brusco casi todo mi cuerpo pero no toco mi cuello o mi rostro de nuevo, su respiración entre cortada y su miembro erecto sobre mi pierna izquierda te dan la sensación de asco y desagrado más grande, me sentía inútil pero más impotente el alzo su pelvis por un momento, se escuchó el sonido de una cremallera bajarse soltaba bocanadas de aire muy gruesas de su boca grande, con dientes podridos por el tabaco y lengua seca sobre mí, bajo sus manos hasta mi cadera y arranco mi ropa íntima ya a este punto mi respiración era acelerada, mi corazón daba un punto rítmico crítico, las sangre en mis venas flui con tanta rapidez.
-Sera rápido niñata!- Dijo en cuando se alzaba de nuevo para tomar mis piernas con fuerza, no tenía voz, no tenía sentidos, mi cuerpo no respondía a mis mandatos desesperados, el miedo se había apoderado de mí , él tenía su miembro afuera colgando de su cremallera erecto mientras yo temblaba –No por favor- dije de nuevo llorando sintiendo las paredes de mi pecho contraerse contra mi corazón, el solo lo ignoro separo mis piernas, se adentró en mi intimida quedando su miembro cerca de mi entrada vaginal con sus manos apretó mi cadera –Shuu! Siempre serás mía- me observo por un instante que me pareció eterno pero seguro solo fueron segundos, escuche su respiración agitarse sus manos sudar en mi cadera, la primera embestida la cual penetro a fondo –Oh- soltó un gemido audible como a un lobo, sentí quebrar, desgarrarme por dentro, de nuevo alzo su pelvis para otra embestida profunda que me hizo llorar frenéticamente, subió sus manos hasta mis senos y los tomo bruscamente.
Antes de continuar mi mente estaba en otro mundo, quebrada y alejada de la realidad otra embestida que me hizo sangrar el alma sentí que él, reposo un poco buscando bocanadas de aire que no tenía pero aun con su sexo dentro de mi alzo su pelvis nuevamente trate de respirar pero en ese instante escuche un sonido peculiar ese de cuando cargas un arma a toda prisa, se escucharon varios cartuchos caer al suelo, luego el crac del arma bajar y subir de nuevo para retirar el seguro, luego el crac para ajustar la bala, todo era lento para mí, mi respiración comenzó a hundirse lentamente viajando de mis fosas nasales a mis pulmones, dos pasos conté pero el pánico no me dejaba reaccionar; Un sonido de una culata chocando contra el pecho, los pasos cesaron justo a mi lado derecho y un gemido me trajo a la realidad.
Dos ráfagas de fuego se escucharon en todo ese silencio vanidoso, dos explosiones de pólvora contra un cuerpo inclinado a solo centímetros de su cabeza, dos balazos que hicieron abrir la piel, quebrar el cráneo, destruir tejidos y explotar la corteza cerebral e hicieron estallar sangre por el rostro jadeante de un ser asqueroso, otro crac para ajustar las balas dentro de la escopeta de caza culata marrón, otro crac y de nuevo el sonido de culata contra el pecho, ráfagas de fuego caían sobre lo que quedaba en ese cuerpo, desfigurando el rostro y destruyendo a su paso piel y huesos se acercó más a él para luego patearlo lejos de mi cuerpo pero dejando marcas de su sangre sobre mí, dejando inmundicia en mi pero sobre todo llanto y apego a quien lo asesino.
-Neidy, no volverá a hacerte daño!- Dijo esa voz quebrada y sin aliento