Forzada por vagabundos en una auto caravana

Una mujer es forzada y humillada por una familia de vagabundos al volver de madrugada a su casa

Soy una mujer casada de 48 años, morena 167 64 kg, tengo unas buenas tetas 90c. Considero que no estoy mal para mi edad aunque me sobra algún kilo de más y lógicamente a mi edad, las tetas ya se me caen, además tengo un gran culo en el que se me suele perder la tira del tanga haciéndola invisible.

Llevábamos mucho tiempo con un trabajo importante para la empresa y por fin habíamos entregado todo a tiempo aunque nos había obligado a pasar duras jornadas de horas interminables en la oficina, así que una vez finalizado todo,  alguien propuso irnos a tomar unas cervezas para celebrarlo. Fui al baño a mear y me miré en el espejo. Tenía pinta de cansada pero en conjunto me veía atractiva. Llevaba una blusa blanca y una falda negra, unas medias negras ajustadas a los muslos. Debajo un sujetador blanco y un tanguita también blanco que como siempre desaparecía por la parte de atrás ocultándose la tira del tanga entre mis nalgas. Sonreí, todavía me sentía atractiva. Me lavé las manos y salí del baño dispuesta a celebrar el fin del trabajo con los compañeros del curro. Llamé a mi marido y le dije que no se preocupara que iría a tomar unas cervezas con mis compañeros y que supongo que llegaría tarde.

Eran las 4 de la mañana, la cosa se había alargado más de la cuenta y a las cañas les habían seguido las copas y yo ya sentía que había bebido más de la cuenta asique pensé que era hora de irse a dormir. Me despedí de mis compañeros y fui hacia el coche que tenía aparcado en el parking pero inmediatamente pensé que en aquel estado de embriaguez no podía ni debía conducir. Pensé que mejor olvidarme del coche y pedir un taxi que me llevara a casa. Ya pasaría mañana a recoger el coche en mejores condiciones.

Después de caminar un rato buscando un taxi que no aparecía, sentí que me estaba meando, debía haber ido al baño antes de salir del último pub pero no lo había hecho y ahora notaba que o meaba o me lo hacía encima. Notaba como empezaban a escapárseme las primeras gotas de pis en el tanga así que como tenía pinta que no iba a encontrar ningún taxi de momento, decidí andar un poco a ver si veía algún sitio abierto para poder mear. Después de comprobar que no había nada abierto vi un descampado y pensé que era el sitio adecuado para mear. Me metí en el descampado y detrás de unos arbustos comprobé que era el sitio adecuado  para evacuar. Observé que en el descampado había una auto caravana con toda la pinta de estar abandonada, asique no le di mayor importancia. Por fin, me puse en cuclillas y rápidamente me baje el tanga por las rodillas, me encendí un cigarro y me relajé. En seguida comenzó a salir un abundante chorro de pis, con tanta fuerza que noté que me salpicaba las piernas (ya me ducharía al llegar a casa). De repente de la nada note una presencia detrás de mí y una navaja en el cuello.

-          No te muevas zorra de mierda o te rajo aquí mismo. Mira pápa he encontrado una perra meando ja, ja, ja, ja

Al momento tenía delante de mí otro hombre de pie. Tenía un aspecto sucio y calculé que tendría unos 60 años. El hombre estaba plantado delante de mí y sin decir nada se sacó la polla. Yo seguía inmóvil en cuclillas con el tanga en las rodillas a medio mear todavía. Aquella polla no era grande pero si era gorda, estaba morcillona y despedía un olor nauseabundo. Aquel hombre no debía haberse duchado en días, tal vez semanas. Olía a meados, a sudor, tenía restos de corrida que se apreciaban en su capullo sucio y baboso. Como decía, el hombre se sacó la polla y se puso a mearme.

-          Pues hay que mear a las perras que mean ¿no? – dijo sonriendo

Dicho y hecho. Apuntó con su polla sucia a mis tetas y se puso a orinar tranquilamente. En seguida noté el chorro de orina caliente en mis tetas y como bajaba por mi blusa hasta entonces blanca. Mientras me orinaba y movía la polla para salpicarme por todas partes,  sentí el liquido caliente en mi cuerpo, el olor fuerte de su orina y las salpicaduras en mi cara. Cuando terminó de mear, se sacudió la polla y me dio unos pollazos en la cara para sacudirse los restos de orina. Pude comprobar el olor nauseabundo de su polla y su capullo en mi cara. A todo esto, el chico que me tenía sujeta por detrás y que por su voz intuí que era joven, me había metido dos dedos en el coño, que inexplicablemente notaba húmedo de excitación y se los llevó a la nariz. Oí como aspiraba el olor y decía

-          Pápa, la perra huele a perra en celo ja, ja, ja….

Luego introdujo un dedo en mi ano e hizo lo mismo. Se lo llevó a la  nariz y aspiró el olor.

-          Pápa, el culo de la perra quiere polla ja, ja, ja….

Cuando el chico terminó de comprobar el estado y el olor de mis agujeros, me arrancó el tanga, me levantó en volandas del suelo y me llevó hacia la caravana que yo pensaba abandonada pero que al parecer era donde mal vivían.

Al entrar, pude comprobar el estado de suciedad de la susodicha caravana. Había cosas por todas partes, latas de cervezas por el suelo, alguna botella de vino y en general desorden y suciedad por todas partes. La única luz que había provenía de la farola de la calle y de algunas velas que tenían encendidas. También comprobé extrañada que había una señora mayor, una anciana sentada en una hamaca y que parecía dormida. Al entrar el chico dijo:

-          Mira abuela hemos encontrado una perra en celo en el descampado.

-          Muy bien cariño, pero no hagáis ruido que estaba durmiendo ya.

El chico se guardó la navaja y me puso de rodillas en una mesa que había en medio de la caravana. Allí estaba yo a cuatro patas, con mis orificios expuestos, asustada e inexplicablemente excitada y húmeda, notaba mi chocho segregando flujos. Comprobé que el chico, era joven y pensé que serían una abuela, un padre y un hijo. El chico era joven, unos 20 años, guapo a rabiar y sucio y apestoso como el padre. El chico me dijo:

-          Mira perra de mierda. Si te portas bien guardo la navaja y así nadie sufre daño. Si te pones tonta o chillas te rajo aquí mismo.

No me oí decir nada. Entre mi exceso con las cervezas y las copas y la situación que estaba teniendo lugar, me había quedado sin palabras, como si estuviera viendo una película de ciencia ficción donde yo era la protagonista.

Delante de la mesa había un sofá sucio y el padre se sentó con los pantalones bajados y la polla ya dura como una piedra, que se meneaba rítmicamente. Pude comprobar cómo la polla estaba dura como un garrote, con el capullo brillante  y baboso y el olor fuerte que despedía.

-          Padre: pues vamos a ver que sabe hacer esta perra, éstas pijas son las mejores mamando pollas…

-          Hijo: vamos chúpasela puta a mi padre, puta ¡¡

Entonces, el chico empujó mi cabeza para acercarla a aquella polla gorda, sucia, babeante y apestosa. El padre introdujo su polla en mi boca. El olor era insoportable y me vino una arcada pero me puse a chupársela. Su polla tenía un sabor entre amargo y ácido por la meada que acaba de echarme encima. En ese momento,  el hijo se sacó la polla y se la empezó a menear y pude observar dos cosas. Lo primero noté un bofetón en la cara y me dijo o chupas bien o te rajo. Lo segundo que aquel chico tenía la polla más grande que había visto en mi vida. Soy casada y tampoco es que haya visto muchas pollas, pero unas cuantas sí. Aquello no era una polla, aquello era un trozo de carne, grande, dura, mirando al cielo, totalmente curvada a un lado, coronada con un capullo enorme del mismo grosor que el tronco de la polla, y por supuesto con un intenso olor a meados, sudor y lefa reseca de días. Mientras chupaba la polla del padre casi sentía pena por aquella familia, el estado en que vivían y como habrían llegado a aquella situación, pero también pensé cómo podía ser tan estúpida que estando a punto de ser violada y humillada, podía sentir pena por aquella gente. Mientras chupaba la polla sucia y húmeda del padre el chico se cascaba una paja y metía sus dedos en mis agujeros. Sus dedos iban de su coño a mi ano, y del ano al coño, me estaba follando con sus dedos y yo cada vez notaba que estaba más húmeda, podía notar como comenzaba a resbalar mi flujo por los muslos. La polla de aquel hombre estaba cada vez más dura en mi boca y notaba como empezaba a segregar sus primeras gotas de lefa acumulada dios sabe cuánto tiempo. Mientras mi mano pajeaba aquella polla apestosa y mi boca saboreaba su sucio capullo, el hombre empezó a gemir más fuerte y a moveré sus caderas para follar mi boca. En un momento, soltó un grito: putaaaaaaaaaaaa y note sus chorros de lefa espesa en mi garganta, en mis labios, en mi cara. De su polla salieron varios chorros de leche que salían como disparos incontrolados salpicándolo todo.

-          HIJO. Pápa, te has corrido y no te has follado a la puta.

-          PADRE. La puta no me ha dado tiempo, me ha sacado la leche con la boca. Es una auténtica chupapollas. Estas pijas de mierda otra cosa nose, pero la maman de lujo.

(En eso tenía razón, cuando chupaba una polla no me duraban más de 5 minutos y en seguida soltaban su leche en mi boca)

-          HIJO. Pues sujétamela que me la voy a follar.

El padre se levantó con la polla ya bajando y medio flácida y me sujetó por los hombros. Tenía su polla apestosa y llena de leche apoyada en mi cara. Yo seguía a cuatro patas en la mesa esperando a ser follada por el hijo. Pensé que cuanto antes empezara antes acabaría aquello y me podría ir a casa, asíque mejor dejarme y esperar que todo acabara cuanto antes.

El chico se puso detrás de mí de pie y directamente me clavó aquel trozo de carne dura en mi coño. Noté como su polla me perforaba el chocho y me llegaba hasta el útero o yo que sé y comenzó a embestir como un animal en celo. Me tenía sujeta fuertemente por las caderas y jadeaba como un perro en mi espalda, podía sentir su aliento fétido en mi espalda y sus jadeos. Con las embestidas se movía toda la mesa, pensaba que me iba a sacar aquella polla por la boca pero inexplicablemente mi coño cada vez chorreaba más y más flujo, facilitando aquella follada salvaje. Podía oír el plof plof acuoso de su polla en mi coño. Al rato de aquella follada, note que el chico escupía un par de veces en mi ano, y metía un dedo en el culo hasta el fondo. Se me escapó un grito de dolor al sentir su dedo en hurgando en mi ano.

-          HIJO. Pápa, la perra tiene el ojete bien cerrado y su coño está encharcado.

-          PADRE . Pues no se a que esperas para follarte ese ano de perra.

-          YO. No por favor, el culo no, haré lo que sea pero el culo no ¡¡¡

Mi culo no es que sea virgen, pero es verdad que lo tengo bastante cerrado y necesito un precalentamiento, un tiempo dedicado a la lubricación, pero la polla de aquel chico no entraría ni con horas de precalentamiento y dilatación cuidadosa.

El chico, escupió dos veces más en mi ojete de  nuevo, sacó barra de carne dura de mi coño y noté como apuntaba su capullo hacia la entrada del ano. Metió un par de dedos en mi culo y me folló un par de veces con ellos, luego los saco, note como los volvía a oler y soltando un leve gemido se agarró su polla y la clavó en mi ano sin más. Pude sentir un dolor tremendo en mi culo como si me hubieran metido un hierro incandescente en el culo, un escozor que penetraba mis entraña, un dolor insoportable. Grité pero el chico clavó su barra de carne hasta el fondo y empezó con sus embestidas animales en mi dolorido ano. Podía sentir como clavaba aquel pedazo de polla hasta lo más profundo de mi ano y como la sacaba casi entera, con lo que el escozor y el dolor era insoportable. Y sin embargo, estaba cachonda, como una perra en celo, allí a merced de aquellos vagabundos. No sé cuánto tiempo estuvo el chico allí con el mete saca, pero por fin empezó a gemir más fuerte y a acelerar el ritmo.

-          HIJO. Ah, ahhh, ahhhh me corro, me corro, joder que puta, me corro, ahh, ahh

Y por fin, noté como me rellenaba el culo con su leche caliente y espesa, noté como me chorreaba por las nalgas y por la cara interna de mis muslos. Se sacó la polla y todavía note dos chorros más de lefa caliente en mi ano, pero el chico rápidamente se vino hacia mi cara con la polla sujeta en sus manos chorreando leche y todavía me alcanzó con dos disparos más de leche caliente en mi cara. Es increíble la cantidad de leche que podía soltar aquella polla de semental.  Su polla estaba más grande y dura si cabe, completamente sucia de mis secreciones anales y llena de leche. Me dio dos bofetones en la cara y me dijo chupa puta, y metió su polla sucia de mi orificio anal en la boca para que se la limpiara. Entre la peste de su polla y las embestidas en el fondo de la garganta me vino una arcada y vomité allí mismo todo lo que había bebido durante la noche.

Me sentía sucia, humillada, ultrajada, y para completar aquel cuadro surrealista, la abuela que parecía dormida se levantó y vino hacia mí. Entre el padre y el hijo me tumbaron boca arriba en la mesa. La mujer se puso en cuclillas con increíble agilidad encima de mí a la altura de mi cara. Pude ver sus bragas que alguna vez debieron ser blancas y que ahora tenían manchas amarillas y algunas otras manchas que seguramente serían de leche de alguno de aquellos dos hombres o seguramente de los dos. La mujer se aparto a un lado las bragas y me llegó a el  olor de su  coño y de su culo, un olor fuerte que ya me resultaba familiar en aquel cuadro de pesadilla. Y entonces empezó a mear en mi cara un chorro caliente de orina que al menos pude comprobar era abundante pero diluido.

-          ABUELA. Así hija, así al menos te vas limpia de restos de lefa de estos hombretones, y me plantó un beso maternal en la frente.

Y allí estuvo un buen rato regándome la cara con su orina. Cuando terminó restregó su sucio coño por  mi cara para limpiarse y pude comprobar como aquella buena señora tenía el clítoris hinchado y húmedo (la anciana estaba cachonda). Estuvo un buen rato restregándome su coño por mi boca y mi cara hasta que noté como empezaba a moverse más rápido y como gemía, hasta que con un grito se corrió en mi cara segregando una cantidad increíble de flujo espeso que restregó por mi cara. Luego se volvió a colocar las bragas, se levantó y se tumbó de nuevo en la hamaca.

El chico me dio el tanga que me había arrancado en el descampado, todavía con su polla mirando al cielo y me dijo amablemente: señora ahora puede irse ya a su casa que es tarde y tenemos que dormir, y por un momento pensé que aquello era un sueño….