Forzada por mi hijo

Los celos enfermizos de mi hijo lo llevarona a creer que yo necesitaba un hombre y solo el podía ser ese hombre

Al morir mi esposo hace 4 años, mi hijo se volvió sumamente celoso, se ponía como loco cuando me veía platicar con algún hombre, fuera conocido o compañero de trabajo, no le hacía mucho caso, y las cosas se salieron de control poco después de que cumplió l8 años, entonces yo tenía 34 años, asistimos a la boda de una familiar y ahí me encontré con un primo con el que conviví mucho cuando niña y hacia años de no verlo, nos saludamos efusivamente, platicamos un rato y cuando me tendió la mano para ir a la pista de baile acepte con gusto, ya ni recuerdo cuando fue la última vez que me divertía tanto, mientras que mi hijo, no me perdía de vista, se notaba a leguas estaba enfurecido, así que trate de ignorarlo y pasarla bien, al terminar la tanda, nos sentamos a la mesa, yo nunca bebo alcohol, pero después de bailar, tenía tanta sed, que me tome un cuba como si fuera agua, y mientras platicaba con mi primo 2 o 3 vasos más, esto se repitió varias veces durante la  fiesta, y no me percate que mi hijo, en lugar de pasarla bien, se dedicó a observarme y beber licor.

Cuando llegamos a la casa me sentía bastante mareada, lo único que quería era irme a mi cama, pero mi hijo en cuanto entramos me empezó a reclamar el que platicara y bailara con un hombre y más aún lo abrazara, me siguió hasta mi recamara sin dejar de vociferar.  Le dije. Yo puedo platicar, bailar y abrazarme con quien yo quiera, me respondió.- entonces te hace falta un hombre. -Y si así es, a ti que te importa, le conteste ya exaltada, -si tanta falta te hace un hombre, aquí estoy yo,- dijo apretando los dientes de coraje- me sorprendió tanto la respuesta que tarde unos momentos en comprender el significado.- Estas completamente idiota, animal, y lárgate de aquí.- le grite a furiosa. Se quedó parado en la puerta, mirándome de una forma extraña.- ¡quítate eso! Ordeno señalando mi vestido.-estas pendej…no me dejo terminar, gritando.- ¡que te lo quites! Lo mire desconcertada, tenía el rostro desfigurado, los ojos rojos, me invadió el temor, lleve las manos hacia atrás buscando el cierre del vestido, entonces se me ocurrió una idea, le di la espalda y el dije.- ¡si eso quieres, quítamelo tú!-lo rete pensado recapacitaría. Un segundo después estaba junto a mí, casi rompe el zipper del vestido por la brusquedad con que lo desabrocho, para luego pasar los tirantes por mis brazos  , hacia abajo, hasta dejar descubiertas las tetas, agarrando una con cada mano, apretándola y masajeándola, al tiempo que me besaba la nuca  y el cuello, no sé si por el vino u otra cosa, pero mi cuerpo empezó a reaccionar a las caricias y besos, sentí los tetas endurecerse así como un suave cosquilleo dentro de la vagina. ¡Eso no era posible!  Trate de recomponerme, ignorarlo, permanecer impávida, pero fue inútil, a los pocos minutos no podía evitar disfrutar el masajeo en mis tetas y cada beso sobre mi nuca y cuello me parecía delicioso.

Repentinamente con los dedos índice ay pulgar me propino un fuerte pellizco en los pezones que me hiso estremecer hasta los huesos, al tiempo que las piernas me flaquearon, de no haber sido porque mi hijo me tenía firmemente sujeta por los senos, habría terminado en el piso, de ahí, se me nublo la mente, incapaz de resistirme a sus deseos, ya no pude contener más los suspiros de placer y deseo que me arrancaba cada beso, cada caricia. Con una mano fue bajando más el vestido, hasta que pasando las caderas termino por caer a mis pies, con la misma mano acaricio por unos momentos el vientre, para luego bajas más por dentro de la tanga, posándose justo en mi rajita, sentirlo ahí, fue como si activara una alarma que me hiso reaccionar, no sé cómo logre soltarme, intente correr, pero me enredé con el vestido en los pies, más lo borracha que aun andaba, fui a parar de rodillas en la alfombra, justo frente a mi cama, mi hijo sin perder tiempo, con una mano sobre mi espalda me obligo a empinarme con el pecho al colchón, con la otra de un tirón me bajo la tanga hasta los muslos, inmediatamente sentí la punta de verga rosar en mi raja, buscando la entrada, trate de incorporarme, pero la mano firmemente apoyada en la espalda me lo impidió- ¡no te atre…!- grite, pero no logre completar la frase, en su lugar de mi boca escapo un sonoro -¡aaaagg!- mescla de dolor, sorpresa y; placer, cuando de un solo empujón me la ensarto completita, tantos años sin un hombre, me sentí como si fuera la primera vez, medio repuesta de la primera impresión, aun logre un poco de resistencia-¡ yaaa no, no sigas!- suplique- la fue sacando y pensé ya me dejaría en paz, pero antes de que saliera la cabeza, la volvió a ensartar hasta el fondo de un golpe-¡aaaaaaah!- gemí, más que nada por la sorpresa,-querías macho, ahora te aguantas!-sentencio, volviéndola a sacar, para clavarla nuevamente, y así muchas veces, en continuo bombeo, casi de inmediato se hiso presente el placer, leve al principio pero con cada penetración más intenso, en algún momento retiro la mano sobre mi espalda, para con ambas agarrarme por las caderas jalándome hacia el de modo que su verga entrara hasta lo más profundo, me cruzó por la mente aprovechar el momento y levantarme, pero era tanto lo que estaba gozando, que no tuve voluntad siquiera para intentarlo, al inicio hice hasta lo imposible por mantenerme impasible, pero momentos después, me oía suspirar y gemir como loca, incapaz de contenerme ante el placer provocado por su verga recorriendo y estimulando cada pliegue en mi vagina, a cada ensartada experimentaba una oleada de excitación, que, desde la panocha, llenaba el vientre, recorría por la espina, explotando en mi cerebro, bloqueando cualquier pensamiento, ya no era mi hijo ni yo su madre. Era solo una hembra ardiente poseída, montada por bestialmente por su macho. No sé cuánto duro cogiéndome, solo recuerdo que al final, me la clavo salvajemente 3 o 4 ocasiones, para luego agarrándome por las caderas, me la dejo firmemente ensartada, entonces sentí como  las paredes vaginales se ciñeron alrededor del duro tolete, como aprisionándolo para no dejarlo escapar de nuevo, que se movía en lo profundo de mi cueva como si sufriera de espasmos, al tiempo, que fue apareciendo un delicioso calorcito muy dentro de mi vientre, imagine abundantes chorros de tibio semen inundando la matriz. Luego, fui cayendo en un extraño sopor, apenas me di cuenta cuando mi hijo por fin extrajo la verga, para luego cerrar la puerta al salir de mi cuarto, tarde varios minutos en reponerme los suficiente como para de alguna manera, trepar a la cama y quedarme profundamente dormida.

Amanecía cuando desperté, por un momento extrañamente relajada, pero el recuerdo de lo ocurrido me sobresalto, pese había tenido una extraña pesadilla, pero al verme desnuda, sintiendo un leve ardor en la vagina, y la humedad pegajosa en la raja, comprendí de golpe la realidad. No me dolió tanto que mi propio hijo abusara de mí, como la culpa de haberlo gozado a morir. Llore desconsolada hasta quedarme de nuevo dormida.

Los siguientes días, la relación que tenía con mi niño en la  platicábamos y bromeábamos mucho, se volvió tensa y distante, nos evitábamos mutuamente, lo cual me deprimía bastante,  pero como dice el dicho, el tiempo todo lo cura, y poco a poco fue volviendo a la normalidad, trate perdonar y olvidar lo ocurrido, aunque a vece al dormir, tenía sueños eróticos con mi hijo, rememorando los placeres sentidos mientras me poseía.

Tiempo después, mi niño me acompaño a la fiesta decembrina de mi trabajo, poco después de llegar, una joven compañera le pidió a mi muchacho la sacara a bailar, me sorprendió los celos que me abordaron al verlos muy abrazaditos en la pista, sentí ganas de asesinar a la tipa, me bebí dos margaritas tratando de ignorarlos, en eso llego uno de mis jefes, que amablemente me invito a bailar, claro que acepte,  mientras bailaba mi hijo me miraba con enojo y yo a él igualmente molesta, en las pausas de la música, nos sentábamos a platicar con nuestras respectivas parejas, lo veía tomar más de la cuenta, a señas le ordenaba no lo hiciera, pero retándome bebía más, por mi parte, entre el calor en el salón y el tratar de ahogar el coraje que me daba ver a mi hijo con esa lagartona, me tome algunos vasos con vino, así transcurrió la velada,  de  camino a casa ninguno dijo una palabra, yo estaba muy molesta y Hera evidente mi ni niño también, al llegar a casa, nos fuimos cada uno a su recamara, me puse un camisón corto de tirantes para dormir y luego fui al baño, al salir casi choco con mi muchacho vestido solo en bóxer, ya no recuerdo que, pero maldije algo, -¿Qué te pasa, porque estas tan enojada? Pregunto- ¿te divertiste mucho con la tipa esa verdad?-replique furiosa, -¡estas celosa!- asevero, -¿Qué te importa?-  entre a mi cuarto a punto de estallar, el chico me siguió reclamando-¿y tú qué?, sabes que me molesta que andes de coqueta-, ¿y que, por eso me vas a volver a violar? Le dije apretando los dientes de coraje, -¿eso quieres?-secundo, en ese momento perdí la cabeza, ¿me vas a violar?, ¡ándale pues!, ¿quieres que me encuere para que no batalles? Le pregunte al tiempo que pasaba los tirantes del camisón por los hombros, bajándolo hasta las caderas y luego dejándolo caer al piso, me miro unos segundos sin pestañear, -¿no que muy macho? Dije como retándolo, en eso de 2 zancadas llego justo frente a mí, aventándome con las manos en mis hombros, caí de espaldas en la cama, sin darme tiempo de reaccionar ante la sorpresa, se abalanzó sobre mí, apoderándose de mis pechos con ambas manos, amasándolos, besándome en el cuello, instintivamente trate de retirármelo empujándolo con las manos en los hombros sin conseguirlo, finalmente me rendí, en parte porque comprendí era inútil luchar contra él, y en parte porque el ardor de sus besos en mi cuello y sus manos masajeándome los pechos, despertaron en mi cuerpo el deseo,  al notar que ya no oponía resistencia, se tomó un momento para casi arrancarme la tanga y volver a colocarse sobre mí, obligándome a pegar los muslos al vientre, con mis tobillos en sus hombros, no sé en qué momento se sacó el bóxer, pero me percate ya no lo traía al sentir la punta del miembro tanteando la entrada a mi gruta, -¿me vas a castigar?- suspire, ¡te lo mereces!-sentencio, -aaaayyyyy, infeliz- solté un alarido mezcla dolor y placer al momento en que me ensarto completa de golpe y sin piedad,-¡ni te quejes!, ¿es lo que querías, unos buenos palos para que se te quite lo caliente?-advirtió. La saco completa y de nuevo me empalo hasta el fondo-¡aaaaaaayyyyyyy, desgraciadooo, yaaaa, que no me cabe tu animalote!- grite al sentirme traspasada hasta las tripas, -¡para que aprendas a portarte bien, ahora te la tragas toda!-sentencio, esta especie de discusión me provoco tal calentura, junto a las salvajes clavadas dentro mi vagina me llevaron a tal estado de excitación-¡castígame pues cabrón, rómpeme a palos!-dije entre jadeos, no se hiso del rogar, moviendo el enorme falo, metiéndolo y sacándolo duro y con fuerza,  recorriendo la cabezota cada pliegue vaginal, arrancado oleadas de placer, -¡asiiiii, dame una tunda! –gemí,  continuo sin tregua con los embates, con cada uno llevándome a un nivel superior de ansiedad, la mente en blanco, entregando todo mi cuerpo al gozo, hasta alcanzar el clímax, que fue como una explosión en mi vagina recorriendo desde mi vientre y espina hasta el cerebro, jadeando como neurótica, con espasmos de pies a cabeza, le túnel vaginal se apretó contra el tronco, al tiempo que pude sentir el calor de su semen anegando el fondo de mi vientre.

Cumplida la amenaza, salió de mi cuarto cerrando la puerta, me invadió un deseo de pedirle se quedara, pero no alcance a decirlo, me abrace a mi almohada quedándome profundamente dormida.

De nuevo hubo tensión los siguientes días, pero para el fin de semana ya la situación era normal, el día ultimo del año, mi hermana nos invitó a festejar en un restaurant con sus hijas, su esposo y algunos familiares de este. Desde que llegamos al lugar, hice amistad con un hermano de mi cuñado, que de inmediato me saco a bailar y mi niño invito a una de sus primas, mientras bailábamos, ocasionalmente cruzábamos miradas, ponía cara de enojado, pero en sus ojos no había el coraje de antes, incluso mientras cenábamos, platicando yo con mi acompañante, con la palma de la mano me hiso una señal de advertencia, a lo que respondí poniendo un dedo en mi cabeza en indicándole estaba loco. No me di cuenta de cuanto vino tome hasta que entramos a la casa, me dio un mareo y casi caigo de espaldas, mi hijo me detuvo- te portaste muy mal esta noche-me susurro al oído, -¡no hice nada!-dije con voz de niña asustada, -¡mereces que te castigue!-sentencio, bajo el cierre de mi vestido en la espalda, sacando las mangas por mis brazos, bajándolo a la cintura, desnudado mis senos, atrapándolos en sus manos, masajeándolos a su antojo, en segundos mis pechos se pusieron tensos, y mi vagina comenzó a palpitar escurriendo sus jugos, -¡si me porte mal, muy mal, dame mis  nalgadas!, dije suspirado, me zafé de sus brazos, di unos pasos al sillón, acomodándome con la pelvis en el descansabrazos, empinada,  con el pecho pegado al asiento, ofreciendo impúdica el trasero, desde atrás, me acaricio un las nalgas, luego las separo,-¡nalgadas no, de palos te voy a dar!-advirtió,-¡ dame lo que quieras!- tercie, me fue penetrando despacio hasta el fondo, empujando con fuerza, de modo que sus ingles quedaron firmemente apoyadas en mis nalgas, sentí como si me fuera a romper el fondo de la vagina, traspasado hasta las tripas, el suspiro de placer que di cuando empezó a meterlo, repentinamente se volvió un alarido de dolor-¡ayyyyyyy, ya no, ya no, ya no, ya nooooo!-chille, la saco completa, para volverla a meter, pero con más gentileza,- ¿así está mejor?- pregunto, asentí con la cabeza sin dejar de gimotear, empezó a sacarla y meterla con calma hasta el fondo, pero si dañarme. Pasado el malestar me impacientó lo suave que me penetraba-más fuerte- exigí, aumento la velocidad y potencia de las embestidas, y con esto rápidamente se fue incrementando el placer, fuera de control gemía y jadeaba como loca, en ocasiones, agarrándome con firmeza de las caderas, me empalaba con tal fuerza, -¡aaaaaahhhh!, ¡aaaauuuu! me arrancaba gritos entre el gran placer y algo de dolor que me provocaba con esas ensartadas, -¡esto es lo que te mereces por andar de coqueta!-me decía, -así, así, quítame lo caliente-le respondía jadeante, finalmente el clímax exploto en la vagina, mi vientre, pecho y cabeza. Al mismo tiempo que percibía en lo profundo de mi vientre, potentes chorros de semen caliente inundándolo.

Actualmente, cada vez que vamos a una fiesta o reunión, no puedo evitar un leve coqueteo con algún primo o conocido, y cada vez mi hijo me da una “lección” para que no se repita y yo acepto resignada mi “castigo”.