Fort Laramie IV

Cigarros, música y penumbra. De decisiones y destinos.

Estoy tumbado sobre la cama poca abajo. Toni apoya la cabeza en mi espalda mientras vuelve a dar cuenta de un cigarrillo. Una columna de humo sale de su boca en forma de círculos. Sonrió suavemente rememorando lo habilidoso que es con la boca. Cierro los ojos. Pregunta.

  • ¿Cómo lo vamos a hacer? - guardo silencio.

  • Podrías venir a trabajar al rancho. A mi familia les caíste muy bien. Especialmente a Ed.

  • A tu hermano no le gusta hablar. - murmura con sarcasmo.

  • No, nunca lo ha hecho. - me río ante la mera idea de ver Eduard guardar silencio.

  • No creo que deba ir...- me muerdo el labio callándome las ganas de mandarlo todo al infierno e irme con él hasta el fin del mundo si fuera necesario. - sería peligroso... ya te he dicho que no me conviene quedarme parado mucho tiempo en un mismo lugar.

  • Y yo te dije que aquí estarías a salvo.

  • Demasiado arriesgado. No quiero implicar a terceras personas en mis problemas. - no lo dije en voz alta pero extendiendo la mano, agarro la suya y la estrecho intentando hacerle saber que ahora sus problemas son también míos. Volvemos a guardar silencio. - Podría quedarme aquí... buscar trabajo. Podríamos vernos de vez en cuando...

  • No me conformo con ese de vez en cuando...  - Me puse de lado para mirarle fijamente. Igual que yo cambió de postura tumbándose sobre el abdomen. Sonríe al oír la canción que suena en la radio de un coche detenido frente a la habitación del motel que ocupamos. No podría ser más del estilo del lugar en el que he nacido, country... “I belive in you”...

I belive in you-Amanda Marshall

  • A veces el destino tiene estas cosas. - alargo la mano y le acarició el rostro. - Sam, algo tendremos que hacer...

  • Lo repito, vive en el rancho.

  • ¿Y verte todos los días con ella? No podría...

  • Hazlo por mi... no podemos construir lo que sea que vamos a construir estando lejos el uno del otro, ¿no crees? Las relaciones a distancia están muy bien para quien tiene fuerzas para aguantar la soledad... pero ya me cansé de vivir así... Quiero que lo intentemos... tan solo te pido eso... intentarlo.

  • ¿Junto a ti...? - murmura. Me río.

  • No, junto al tipo que le ha puesto banda sonora a esta conversación conectando el reproductor de su coche, ¿tu qué crees? - Se mueve para incorporarse y empujarme contra el colchón. Se avalanza sobre mi y me besa. Le devuelvo el gesto con todas las ganas del mundo.

  • Me enfadaría y te mandaría al infierno si se te ocurre mirar si quiera a otro vaquero.

  • ¿Ya celoso? - mis labios se mueven sobre los suyos.

  • ¿Te molesta?

  • En absoluto. - enlaza sus brazos entorno a mi cuello y volvemos a unirnos en un beso sin fin. Luego separa los labios de los míos y va recorriéndome la piel. Al tipo se le debe haber encasquillado la canción o es un obsesivo de la leche porque la canción suena una y otra vez. No puedo decir que me moleste. Suspiro al sentir su lengua jugar con mi oído y como su mano se aventura hacia mi entrepierna acariciando levemente con la piel. - Toniiii... - gimo suavemente. Me muerdo el labio inferior intentando reprimir el grito que pugna por escapar de mi garganta. - No pares... - le ruego.

  • No pensaba hacerlo. - responde abandonando por un instante su recorrido pero no separando apenas sus labios de mi epidermis. Eleva los ojos y los fija en los míos. Sonríe con un gesto tímido que hasta ahora no le había visto. - ¿Sabes una cosa? - niego con la cabeza. - Eres precioso. - Se sonroja al mismo tiempo que lo hago yo. Dos estúpidos y rudos vaqueros cargando sus instantes de romanticismo. ¿Así que era de esto de lo que hablaban las novelas rosas de mi hermana pequeña?  Me estremezco cuando le siento volver a su momentáneamente abandonada tareas.

Su lengua moviéndose sinuosa por todo mi cuerpo, haciendo círculos en mis pezones que tan pronto son mordidos suavemente como acariciados de manera enloquecedora. Luego traza una línea recta por mi estómago hasta atracar en mi ombligo con el que juguetea, mi espalda se arquea sola.

  • Por favor... por favor... Toooniiii... - mis manos forman sendos puños, se aferran a las sábanas que prácticamente arrancan del colchón. - Santo cielooooooooooooo... ahhhhhhhhhhhhhhhhh... - ahora es escandaloso y sé que cuando abandonemos este cuarto ya lo podemos hacer de forma discreta para que no vean que son dos tíos los que han estado follando en el lugar. - Te necesito..., Toni, por favor, te necesito.

  • ¿Qué necesitas? - ha vuelto a deshacer el camino y anida en mis labios.

  • Dentro... de... mi... - sus dedos llevan un rato jugueteando con mi interior. Haciendo que me muera de placer. Que cada neurona se encuentre anclada a esa región y no pueda casi percibir otra cosa que el abrumador y devastador placer de sentirme poseído. Le veo asentir, mis piernas ser separadas e instintivamente le rodeo las caderas con ellas. Y le noto adentrarse, suavemente al principio como queriendo disfrutar de cada milímetro que va conquistando, luego una vez ocupado el territorio lo reclama como suyo con profundas e ininterrumpidas penetraciones.

  • Eres delicioso...  - le oigo murmura a mi oído. Le estrecho más contra mi. - Delicioso, sublime, hermoso... - sigue... dentro y fuera... lento, rápido... duro, delicado... abrumador, sosegado... Le beso, le muerdo, le lamo, chupo, pruebo... No puedo hablar solo sentir, tan solo sentirle...

  • Ahhhhh...

  • ¿Vas a correrte, verdad? ¿Te gusta lo que te hago? - inquiere sacando a paseo esa vena lasciva que me enerva la sangre. Le deseo de una manera que pensé que jamás se podría desear a un hombre. Como nunca desee a nadie a excepción de cierto rubio que trastocó mi mundo... Pero da igual aquello quedó lejos... hoy son sus movimientos de cadera, su piel rozando la mía y fundiendose conmigo.

Y sí, exploto ahogando mi gemido en su boca. Entierro mi rostro en su cuello. Siento como él se derrama en mi interior. Pleno, lleno, satisfecho, con el alma encandilada y comenzando a sentir eso que nunca le di la oportunidad de volver a sentir. Comenzarse a enamorar y comprobar que es correspondida.

La mejor experiencia que puede vivir un ser humano.

Amar y ser amado.


Duerme. Duerme tranquilo mientras salgo al exterior a seguir fumando. No hemos obtenido respuesta. Sé que quiero estar junto a él pero y si me alcanzan. Dejé atrás todo lo que quiero para evitarles daño alguno así que no puedo involucrar a nadie y menos a él. Por el que estoy empezando a sentir algo más que una atracción carnal. No me quiero separar de Samuel pero no soportaría que nada ni nadie le hicieran daño.

¿Debo seguir huyendo? No, Toni, ya decidiste que no. Que merece la pena. Pero entonces, ¿qué hago? Acepto su oferta, es cierto lo que le he dicho que me matará verle al lado de su mujer. Pero no puedo luchar contra el hecho de que ha tenido una vida antes de que yo llegase pero... ¿y romper un matrimonio con hijos? ¿Qué hay de esos niños? ¿Cómo puedo hacer que se arriesge a perderlos?

Aún recuerdo el profundo dolor que sentí y aún siento al haber dejado a los míos atrás. Y como odio ni tan siquiera poder comunicarme con ellos.

Me vuelvo a mirarle desde el umbral. Tiene el rostro más hermoso que he visto en mucho tiempo. No puedo creerme que lo haya tocado, sentido, probado... Una sonrisilla se apodera de mis labios. Puedo empezar a aceptar que empiezo a quererle...

¿Irme con él? No veo que tenga otra opción. Pero... eso implica vivir lo que quiera que vayamos a construir a espaldas del mundo. Me cansé de vivir oculto. Lo detesto. No estoy muy convencido de querer volver a la oscuridad. Mi sexualidad no es algo de lo que haga gala porque no es asunto de nadie pero tampoco es algo que vaya a negar. Si me preguntan responderé sinceramente... salvo por una excepción, si mi respuesta hace daño a Sam mentiré... Y empezaré a ser quien no soy.

Y a la larga le odiaré por ello.

Y me da miedo. Me aterra sentir eso por él. Porque quiero amarle. Es lo que más deseo.

Debería irme ahora que el destrozo y el dolor pueden tener remedio.

Suspiro. No más excusas, Toni. Estás encadenado a él.


Volvemos en completo silencio. Tan solo se oye el ruido del motor de mi Ford todoterreno, le veo inclinarse y coger algo del suelo del asiento del conductor. Un juguete, de mi pequeño Greg. Lo más probable es que haya acabado allí de la última vez que Maddie y yo fuimos con los niños a hacer la compra del mes. Suspira mientras lo mira.

  • Tiene tres años. - hablo intentando buscar un tema de conversación que acabe con la tensión que se ha instalado en el lugar. Siento que traga saliva. Quizá mis hijos no sean la mejor idea pero, sinceramente no se me ocurre ningún otro a excepción de cómo voy a explicar a mis padres que vuelvo con él. Ellos saben, estoy convencido, lo que hago cuando voy a Cheyenne. Por tanto si vuelvo con Toni es más que probable que sumen dos y dos. Hay un acuerdo no verbal entre ellos y yo. Mantener las apariencias, ser discretos y podré hacer lo que quiera pero siempre que no sea evidente. Traerle supondrá que acepten que aquello que detestan en mi vuelva a entrar en su casa pero juego con la baza de que si dicen algo el resto del mundo pueda sospechar que el hijo mediano del viejo Laramie ha vuelto a las andadas y que aquellos rumores de juventud eran algo más que cuentos de viejas chismosas. - ¿Cómo son tus hijos? Dijistes que son gemelos, ¿no? ¿Se parecen?

  • El uno es el reflejo del otro, sino fuera porque son niño y niña no seríamos capaces de distinguirlos.

  • Me dijiste que tenían 7 años. - asiente. - ¿Y cómo son?

  • Sam... - me mira con el ceño fruncido. - No me preguntes por mis hijos...

  • ¿Por? - murmuro inquieto.

  • Porque son mi vida y he renunciado a ellos. Prefiero no pensar que no voy a volver a verlos. Si me obligas a hablar de ellos no podré seguir huyendo y regresaré a su lado. Aunque eso signifique claudicar, arruinar mi vida y abandonarte. - suspiro.

  • No era mi intención hacerte enfadar... lo siento. - fijo mis ojos en la carretera mientras me aferro al volante con ambas manos.

Vuelve el silencio mientras avanzamos los solitarios y llanos kilómetros que separan Cheyenne de Laramie. La nieve cubre los arcenes de la carretera y el frío pese a la calefacción del vehículo empieza a notarse. Comienza a anochecer, el cielo se va volviendo oscuro. Tengo ganas de parar a un lado, bajar y gritarle que porqué viene conmigo si no desea compartir quién es y lo que és.

Y entonces su mano se posa suavemente en mi muslo. A través de la gruesa tela de los vaqueros noto el calor que irradia su piel. No me vuelvo a mirarle. Finalmente oigo su voz.

  • Emi es un torbellino y Alonso es bastante más tranquilo que ella, mi mujer Carmen a veces le mira como si supiera en lo que se va a convertir. - Mis ojos le miran de soslayo. - En alguien como su padre... un hombre que folla con hombres.

  • ¿Es lo que haces?

  • Sí... - murmura. - … hasta ahora es lo que hacía. - asiento comprendiendo la afirmación contenida en esas palabras. Sonrío leventemente.

  • ¿Y si fuera así? ¿Y si terminara siendo como tu y como yo? - ahora se muerde los labios. - ¿qué le dirías? - parece meditar la respuesta y cuando vuelve a hablar lo hace con determinación.

  • Que no se niegue el derecho a amar. - suelto mi mano derecha del volante y la poso sobre la suya. Se la aprieto ligeramente.

  • Ya conociste a los míos, a los tres. Grace me mira a veces de una forma que me hace estremecer... Tiene casi 10 años y me da la sensación que ve en mi como ninguna otra persona lo ha hecho antes.

  • ¿Cuanto tiempo llevas casado con tu esposa?

  • Los mismos años que tiene la niña... - río sarcásticamente. - Toni, me imagino que no hay mucho más qué decir pero espero que la cría no lo sepa nunca, ¿de acuerdo?

  • ¿Que no fue buscada ni deseada?

  • Efectivamente, que no fue más que el fruto de un calentón lleno de alcohol en el que aún así tuve que recurrir a imaginarme que estaba con otro en vez de con su madre. Grace fue a la larga la mentira que permitió ocultar lo que no debía ser expuesto... - frunzo el ceño recordando. - Mi padre me regaló media docena de puros para celebrar la vuelta de su hijo al mundo de los “machos”...

  • Sam, ¿puedo preguntarte algo? - muevo la cabeza afirmando. - ¿Les quieres? ¿A tus hijos? ¿A Grace?

  • Tu mismo te has respondido hace un rato... - me mira. - Son mi vida.

  • Y... - titubea pero le animo a continuar. - ¿renunciarías a ellos para continuar lo que quiera que estamos comenzando? - tomo aliento. Finalmente y sin el menor atisbo de duda respondí.

  • Sí... lo haría.

  • Eso es cruel.

  • Entonces, de alguna manera, tu tambíén lo eres.

  • Renuncié por otros motivos...

  • Tu vida corría peligro, aunque aún no me has dicho exactamente porqué pero creo que yo también tendría motivos poderosos para hacerlo.

  • ¿Cómo cuales?

  • Que a día de hoy vivo una vida que no es mía. Que no puedo ser el padre que ellos se merecen si sigo negándome a mi mismo. - Ahora sus dedos se enlazan con los míos. - Que me veo incapaz de seguir mirándoles a los ojos y mentirles... ¿Renunciaría a ellos por tí? Sí... porque eres el motivo por el que no quiero seguir ahogándome... - sonrío de medio lado. - Y por otro motivo, claro...

  • ¿Cuál?

  • Que estás impresionantemente bueno. - me echo a reír al ver su expresión perpleja. Al oír mis carcajadas no puede evitarlo y se une a ellas. Apoya la cabeza en mi hombro con los ojos arrasados en lágrimas de la risa. Me vuelvo suavemente y deposito mis labios en su frente.

  • Eres tonto... - murmura.

  • Efectivamente... - susurro volviendo a fijarme en la carretera. - un tonto que espera sigas haciendo latir frenéticamente su corazón.

Nuestras manos, nuestros dedos se vuelven a estrechar fuertemente.

Vuelve a reinar el silencio, conecto el reproductor y la cantante

Lana del Rey-Ride

se dejan oír. La penumbra tan solo rota por la tenue luz que llega de los faros delanteros.

Los kilómetros pasan.

El destino se acerca.