Forced 4

¿Violarías a otro ser humano si eso significase evitar que te violen a ti? ¿Y si la recompensa fuese cumplir con tus más oscuras fantasías? Cada día tú y otra persona entráis en la sala y debéis cumplir con lo que se os ordena.

Entré en la sala preparado para encontrarme cualquier cosa, desde cuatro personas con la misión de matarse las unas a las otras, atrincheradas en las cuatro esquinas de la sala, hasta una sala completamente diferente.

No obstante, la sala era la misma y dentro solo había una chica morena, joven, delgada, de aspecto débil y piel pálida. Se giró para mirarme pero no dijo nada. Su vista volvió a dirigirse a la pared, el texto de la misión ya había aparecido, era extraño que estuviese allí tan rápido.

Al ver que alguien había tocado, la chica ya había desayunado aquí, por tanto no acababa de entrar. Solo había un motivo para que un usuario entrase tanto tiempo antes que el otro, y es que ella no había entrado aquí conmigo. El otro usuario había renunciado a la misión, se había negado a completarla.

Eso significa que quien estaba aquí antes fracasaba la misión y volvía a su habitáculo, pero eso no la libraba a ella, y era por eso que había entrado yo. Entonces miré mi misión, si iba a ser algo tan terrible que había llevado a otra persona a abandonar, quería leerla cuanto antes.

El texto de la misión era similar al habitual, me avisaba de que el otro usuario estaba siendo castigado por fallar su misión previa. Mi objetivo principal era eyacular dentro del otro usuario de la sala, estando dicho usuario inmovilizado y habiendo infligido un mínimo de dolor. El sistema no tiene una unidad de medida para el dolor así que te facilita una barrita que se va llenando según avanzas.

Lo que cambiaba respecto a lo habitual eran los objetivos adicionales. Estaban marcados como objetivos específicos del rango cinco y escrito en rojo me informaba de que estos objetivos no finalizaban, cuantas más veces los cumpliese más avanzaría el contador.

El primer objetivo indicaba que debía disfrutar al mismo tiempo que hacía sufrir al otro usuario, junto a este había un marcador de tiempo, de momento estaba parado en los cero segundos. El segundo objetivo indicaba que se me otorgarían puntos según lo que hiciese para asegurarme de que la chica no volviese a fallar una misión, este también tenía un marcador al lado, parado en cero puntos.

Estuve unos momentos mirando aquellos marcadores. Suelo pasar entre seis y ocho horas en la sala, si los objetivos extra no tenían un límite, podían ser una mañana muy larga. Luché contra mi instinto de empezar cuando antes y fui a la cocina.

Cogí un zumo de la nevera, esta vez eran de uva. Lo volví a dejar dentro, el sistema debería saber que eso no contaba ni como zumo. Empecé mi asalto a uno de esos desayunos continentales, estaba cansado de ellos pero las demás opciones eran peores. Miré por un momento a la chica.

  • ¿Tienes una misión de castigo verdad? No te preocupes, no es tan malo. Hay gente que hace esto por diversión.

Traté de parecer un simple, alguien que haría lo que el texto decía sin más, en resumen, alguien de quien no valía la pena preocuparse. Su castigo me daba la oportunidad de atarla y tener el control absoluto de la situación, no obstante había encontrado gente que pese a ello había conseguido arrebatarme eso, al fin y al cabo, la misión dice que debe estar inmovilizada, no que ella no pueda tener los medios para liberarse luego.

  • No tiene nada de divertido.

La chica no estaba para bromas, ni siquiera para hablar, pero no parecía que fuese a darme problemas. Cada vez estaba más seguro de que era débil, muy débil para soportar lo que el sistema le haría como fallase más misiones, iba a hacer mis objetivos adicionales muy fáciles, empezaría esto del rango cinco con un éxito rotundo.

Acabé de desayunar y me levanté, ella parecía no querer dilatar esto de forma innecesaria, y a mi me interesaba empezar cuanto antes así que me dirigí a la cama. Las ataduras ya estaban preparadas, seguramente lo hizo mi predecesor. La chica se acercó y pude ver como las piernas apenas la sostenían, ella no me miraba a la cara, claramente esto era demasiado para ella. Se movía poco y siempre evitando posiciones que pudieran resultar lo más mínimamente provocativas.

Empezó a ponerse las esposas en las muñecas arrodillada en la cama cuando me fijé en que no se había desnudado, era difícil desnudar a alguien una vez estaba esposado de pies y manos. Pero no era necesario, llevaba falda y medias que dejaban ver tres centímetros de su muslo justo por encima de la rodilla.

Yo ya tenía las esposas que debía ponerle en los tobillos pero ella se había quedado quieta, hice ruido con las esposas para que se situase, y lo hizo. Pese a llevar los pies hacia mi no se tumbo boca abajo, seguía arrodillada, lo más erguida posible, pero su culo seguía insinuándose debajo de esa falda.

Tras atar a la muchacha, decidí empezar completando la misión, que consistía en poco más que practicarle sexo sin más contemplaciones y a lo mejor darle algún azote. No obstante, cuando empecé a poner mis manos bajo la falda y agarrarle el culo noté que apretaba las piernas y temblaba. Me pregunté si aquello ya sería suficiente para que el sistema considerase que yo disfrutaba, y ella sufría, y por tanto, suficiente para avanzar en mi primer objetivo adicional.

El contador de tiempo no se movía, así que empecé a agarrarla con más fuerza, sintiendo su culo joven, puse mis manos bajo sus braguitas para sentirlo mejor. Seguí agarrando y presionando con fuerza, hundiendo mis dedos en su carne mientras a ella se le escapaban pequeños ruidos agudos, el tiempo seguía a cero.

Llevé mis manos por debajo de su jersey y su camisa, sintiendo sus caderas, sus costados y finalmente hasta sus pechos. Podía sentir su cuerpo tenso, casi aguantando la respiración mientras sentía la piel suave de su pequeño busto. El contador no avanzó, tampoco no me detuve mucho tiempo en ello.

Ya estaba preparado para empezar, procedí a liberar mi erección de mis pantalones, subí bien su falda dejando sus nalgas completamente expuestas y bajé sus braguitas. Introducí mis dedos en ella, normalmente hubiese jugado con su interior utilizando mis manos un rato, pero mi misión no era conseguir que ella disfrutara, hoy no.

Sabiendo que estaba suficientemente lubricada me dispuse a penetrarla. En el instante que mi pene la toco se puso a temblar, aguantaba la respiración, dejé pasar unos segundos de deliciosa expectación mientras acomodaba la punta de mi aparato en la entrada de su vagina.

Fueron solo unos segundos, pero uno más de los que ella esperaba, justo cuando soltó el aire en sus pulmones introduje mi erección completamente en ella. Debió de sentir cada centímetro, yo seguro que lo hice. Me apretaba como no lo había sentido en mucho tiempo, ni siquiera con Marina.

Pude confirmar que lo había sentido con intensidad, sus brazos se tensaron y apretó los puños. Agarré con fuerza sus nalgas y empecé a moverme, la sensación era tan intensa que necesitaba toda mi concentración para aguantarlo. Pude sentir que su respiración se cortaba cuando se la metía, y eso aún me provocaba más, pero no podía acabar rápido, necesitaba estar en ella todo el tiempo posible.

Desvié la vista de ella un instante para ver el contador, mientras bombeaba lentamente vi que el tiempo subía, y que los puntos iban creciendo, aumentaban en cuatro cada vez que la introducía. Le di una palmada fuerte en las nalgas y subieron diez de una sola vez llegando a los doscientos, así que le dí otra. Ella lo aguantaba con estoicidad, pensaría que todo formaba parte de la misión, así que contenía el ruido y seguía tensa, resultaba encantador.

La agarré por las caderas y empecé a hacer movimientos mucho más amplios, casi saliendo de su interior antes de volver a entrar, viendo mi polla entera desaparecer bajo sus nalgas disfruté de ese prieto agujero hasta que sentí que me iba a correr.

Agarré ese culo, y la follé con todas mis fuerzas, dando algunas palmadas a sus blancas nalgas que ya tenían la marca de mi mano en rojo, para finalmente correrme con mi cadera pegada a su culo, mi polla enterrada en ella.

Mientras me apartaba de ella miré mi misión en la pared, la principal estaba completada, y los objetivos adicionales habían seguido sumando, tiempo y puntos. ella se dejó caer sobre la cama, seguramente pensando que eso era todo, pero yo fui a buscar una mordaza. Había varias, gracias a Casandra sabía más o menos como era llevar cada una, cogí la menos incómoda.

Me acerqué a ella, pensó que iba a liberarla pero rápidamente puse la mordaza, se resistió y se movió todo lo que pudo, pero sin poder usar las manos, ni siquiera mover mucho el cuerpo, no pudo evitarlo. La mordaza no le impidió hacer ruido y en cierto modo protestar, estaba claro que no entendía la situación.

Aún no hemos acabado.

Se lo dije con normalidad, como si no fuese cosa mía, como si fuese la misión que me obligaba a ello. Ella claramente no estaba a nivel cinco así que no podía imaginar que aún tuviese que continuar.

Seguí haciendo con ella lo que quise durante las siguientes horas, me tomé mis descansos mientras ella se quedaba tumbada en la cama esperando. Experimenté con enorme libertad con los azotes, la asfixia erótica y el sexo anal, o más bien la violación anal.

No le quité la mordaza, al principio ella aceptaba que era parte del castigo, no sin alguna queja ocasional. Fue cuando empecé a experimentar que ella se volvió a quejar de verdad. Ya había follado una vez a aquella chica, completando la misión, aunque ella no sabía cuál era exactamente mi misión. Así que cuando empecé a hacerlo por segunda vez, azotándola y privándola de aire con mis manos se quejó, insegura de sí formaba parte de la misión.

No tardó en aceptarlo, al fin y al cabo solo la estaba follando repetidas veces, y eso era el día a día en aquel lugar. Se estresó muchísimo más cuando empecé a emplear la fusta, la correa que le puse alrededor del cuello para limitar su respiración, o las pinzas para los pezones. Sabía que no significaba nada, pero ella se seguía corriendo pese al dolor, y eso mantenía mi interés.

Cuando realmente empezó a entrar en pánico fue cuando inicié la preparación para el sexo anal, al tocarla con el lubricante perdió por completo los nervios. Me tomé mi tiempo, empleando primero los dedos y escalando gradualmente con varios juguetes antes de empezar la penetración. Hasta ese punto, si no tenemos en cuenta que estaba dilatando el ano de una muchacha sin su permiso, fui bastante considerado.

Esa consideración se acabó en cuanto la penetré, el tiempo que estuve dentro de su ano no me contuve en absoluto. Podía sentir cómo se movía lo poco que las esposas permitían, como trataba de alejarse con cada embestida. Pero lo que más podía sentir era como su interior se cerraba y presionaba contra mi pene erecto cada vez que entraba completamente en ella.

Seguí penetrándola sin descanso, azotando sus nalgas con la mano abierta, su respiración era rápida, podía sentir su cuerpo calentarse y empezar a sudar. Ni siquiera recuerdo si me corrí dentro de ella o no, cuando acabé miré las misiones. Había acumulado varias horas de tiempo, y la puntuación había subido, pero menos de lo que esperaba.

El tiempo era innegable, pero la puntuación aumentaba al reducir las posibilidades de que ella volviese a fallar una misión, así que supuse que ya eran tan bajas que no podían reducirse mucho más, la penetración anal había sido una pérdida de tiempo.

En cuanto acabé vi la luz que marcaba el final de la sesión encenderse me marché de allí. Ni siquiera la liberé, daba por hecho que el sistema se encargaría de ello, me fui directamente a darme una ducha.

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