Follografo de bodas

Soy fotógrafo de bodas...y hace poco me lleve una grata sorpresa de una novia traviesa.

Mi primer relato, ahí va y espero que os guste.

Ya llevo varios años como freelance, y dedicándome a lo que mas me gusta y me apasiona. La fotografía.

La famosa BBC (bodas, bautizos y comuniones) ocupa la mayor parte de mi trabajo, aunque siempre surge algún nuevo proyecto.

El pasado mes de mayo, tenia que hacer una boda. Nunca es una más. Todos los trabajos son distintos. Y vaya que si este iba a serlo.

En esta ocasión, los novios no habían contratado preboda, eso que utilizamos para coger confianza entre nosotros y con la cámara. Por lo que el día de la boda, fue nuestro momento de romper el hielo.

Como es tradición y costumbre, la mujer es la que pone mas empeño y requiere más atenciones, así que fue en ella en la que mas me centre desde el primer momento.

Cuando fui a su casa para hacer las fotos de como le ultimaban el maquillaje, atusaban el pelo y encajaban el vestido, intenté en todo momento ser muy cercano y hacer alguna pequeña broma para relajarnos todos.

El ambiente en la casa era muy distendido y enseguida me encontré a gusto.

-          “Mira aquí” y ahora “mira allí”.

Poco a poco el ambiente era más relajado.

-          “Ahora te voy a tomar fotos del otro perfil” y un “guiño de ojo”.

Pero tras ese tonto guiño de ojo, note como la novia se ponía un poco rojo y nerviosa. Cosa de los nervios pensé. Aunque despertó un cosquilleo en mí.

Continué haciendo fotos en la ceremonia. Padrinos, familiares y todos los amigos. Un incesante trabajo visto desde la cámara.

Cámara que tiene un buen zoom, como profesional que es. Por lo que, en un momento sin trascendencia durante la ceremonia, oculto tras el objetivo y aprovechando mi posición privilegiada, casi inconscientemente, hice más y mas zoom en el escote de la novia. Escapándose mi dedo y haciendo una foto a esa maravilla.

Como puede ser que no me hubiese fijado hasta entonces en esas fantásticas tetas. Bufff, pese al discreto escote, se intuían perfectamente unas grandes tetas.

¡Para!, pensé. Céntrate en la boda. Pero el diablo ya estaba en mí. Me conozco. Y pese a intentar evitarlo, iba a ser complicado no volver a mirarla con deseo.

Después de la ceremonia y antes del banquete, cuando aprovechamos para hacer unas fotos intimas a los novios, fuimos a una zona boscosa cercana.

-          “Juntos”, “miraos”, “no os miréis”. Les iba diciendo yo.

Así que, aprovechando el saberme dominador de la situación, y con la excusa de que no entendían mis indicaciones, fui y giré a los novios, dándose la espalda entre ellos. Un pequeño toque para colocar los hombros del novio y una sutil palmada en el culo de la novia para que se apartase del ya su marido. Per lo suficiente intensa para que ella notara que era un roce casual.

Ni ella ni yo dijimos ni una sola palabra. Solo una mirada cómplice y una pequeña sonrisa picarona hacia mí, que yo supe interpretar. El mal ya estaba hecho.

El resto del banquete transcurrió con mucha alegría para los asistentes. Yo iba captando momentos e intentando “robar” esos momentos de felicidad.

Varias eran las mesas que me llamaban para hacer fotos grupales, familiares o entre las parejas asistentes.

Y los novios, como era de esperar también me pidieron varias con sus allegados.

Y entonces fue cuando la novia me dijo que quería unas fotos ella sola. Como ahora el ambiente era ya mucho más distendido por el paso de las horas y los momentos más tensos de la ceremonia, ya teníamos la suficiente confianza que otorga un día entero. Ella quería aprovechar para hacerse unas bonitas fotos para la posteridad.

Me dijo que por favor la esperase en el reservado que tienen todos los restaurantes.

Así lo hice, me fui con todas mis aparatos y mochilas hacia el cuarto interior.

Mientras esperaba a que llegase la recién casada, una pequeña parte en mí pensaba en hacer diabluras con ella, pero sabía que no era momento ni lugar.

Para no pensar, me puse a revisar las fotos del día. Y casi sin querer, acabe en la foto del escote de la novia que había hecho en la ceremonia. Me quede extasiado contemplando esas tetas. Cuando justo en ese momento entro la novia, y pese a mis intentos de apartar la cámara de su vista, vio perfectamente lo que había en la pantalla.

Una picarona sonrisa se le escapo a la novia, mientras me decía: “¿que estabas viendo y lo has tapado tan rápido? ¿Si hasta nervioso te has puesto?”

Rojo y sin saber que decir, intenté cambiar de tema diciéndole que como quería las fotos. Que debíamos darnos priesa, ya que era su día y no se tenía que perder nada.

A lo que ella me respondió, que las fotos eran lo de menos. Que los dos sabíamos lo que ella quería y había venido a buscar.

Quedándome casi sin respiración y temblándome el pulso, me hice el despistado y le dije que no sabía a que se refería.

Ella me miro, volvió a sonreír y se acerco a la puerta cerrándola con llave.

-          “No te preocupes que no va a entrar nadie”. Me dijo ella.

Yo me puse muy nervioso, incluso pensando que era una encerrona, y así se lo hice saber.

Ella soltó una sonora carcajada, se acercó a mí y llevo mi mano a sus tetas.

-          “Esto es lo que estabas viendo, ¿no? Pues ahora disfrútalo.”

Sin saber que hacer, casi paralizado, la bese sin mucha pasión para no estropearle el maquillaje. A la vez que notaba que su mano a mi entrepierna.

Bufff, que cachondo me había puesto en solo 15 segundos.

Menuda situación, ¿Qué hacía? Otra vez estaba bloqueado.

Pero pese a su cara de modosita, ella me miro lascivamente y en un rápido movimiento me soltó el botón del pantalón y saco mi húmeda polla.

La miro deseosa y dijo: “llevaba todo el día esperando este momento”.

Se la metió en la boca, dándole grandes lametazos con la lengua e introduciéndosela hasta chocar su cara contra mi abdomen. ¡¡Que cachondo estaba, joder!!

Que mamada tan rica, no iba a durar nada a ese ritmo, por lo que le dije que parase, que me iba a correr si no.

Se la saco de la boquita, y a la vez que se relamía sus labios, me dijo que quería follar. Ahí ya me quedé petrificado. No podía ser real toda esa situación.

Ella se acercó al sofá que había en la habitación, se puso de rodillas y apoyo sus brazos sobre el reposacabezas, a la vez que se subía y apartaba la larga cola del vestido de novia.

Quedando al descubierto unas bonitas bragas de encaje e intuyéndose un húmedo coñito.

Yo ya no pensaba, iba empalmadisimo, por lo que me acerque dispuesto a follármela como una perra.

Le baje las bragas y acerque mi palpitante rabo a ella. Momento, en el que ella se giro y me dijo: “Quiero respetar mi virginidad para mi marido, pero si quiero que me folles el culo.”

Si ya estaba en éxtasis, eso fue el punto en el que casi me corro sin ni siquiera metérsela.

En ese momento, sus deseos eran ordenes para mí. Así que, haciendo caso a la recién casada, lubriqué un poco su culo con un dedo que me había chupado y le metí mi polla en su respingón culo. Al principio costo un poco, lo tenia bien cerradito, pero no soltó ni un quejido mientras mi polla se abría hueco entre su culo.

Que delicia cuando me acuerdo y todavía veo mi polla hundirse en ella.

Me agarré de sus tetas, a las que no tenia acceso por la complejidad del vestido, pero no me importaba, y en apenas un minuto estaba a punto de correrme.

Como gritaba la recién casada, era esa excitante mezcla de dolor y placer.

Ya no había vuelta atrás, estaba a punto de correrme dentro de su culo, así que la agarré fuerte y metiéndosela hasta el fondo descargue toda mi lefa.

Unos segundos más con mi polla en su culo, mientras le daba un beso y salía de dentro de ella.

Me limpié un poco el sudor en el pequeño baño de la estancia, recogí mis cosas y casi sin mediar palabra me fui.

Todavía quedaban unos 30 minutos hasta la hora contratada, pero discretamente me fui por una puerta lateral que daba al parking.

No quería cruzarme con nadie.

A los pocos días, volví a contactar con los novios para ver y retocar las fotos. Nunca más hablamos ella y yo del tema.

Yo, aun me sigo haciendo pajas pensando en esa noche.