Follé con mi amante en mi lecho matrimonial

Javier, me seguía follando, yo sentia cercano mi orgasmo y el suyo. Imagínen la escena, yo con el pene adentro, Javier encima de mi, metiéndomela, follándome, Enrique al teléfono... Vaya situación!.

El tablero de avisos del aeropuerto, anunció la llegada del vuelo 250 proveniente de la ciudad de México. En la sala de espera, yo estaba sentada enseguida de Enrique, mi esposo, con una sensación de cansancio y a la vez incertidumbre, por conocer a los empresarios que llegarían en ese avión. Al día siguiente, tendrían una serie de reuniones con las que culminaría un convenio con la organización en la que hace más de 10 años, trabaja mi marido.

Mi esposo me había pedido que lo acompañara, a fin de apoyarlo en la atención suele dar a los visitantes que acuden a la empresa en asuntos de negocios. Aunque me sentía bastante cansada, por el trabajo acumulado en mi oficina, sin dudar, acepté acompañarlo. El siempre ha sido muy lindo conmigo y lo quiero de verdad. Además, se que le gusta que lo acompañe en los momentos que considera de especial interés. También, me ha dicho que es muy placentero lucir a una esposa tan bella.

Para acudir a esa recepción, me puse un vestido color azul pálido, liso, corto y unas medias que me cubrían hasta medio muslo, destacaban las formas y la suavidad de mis piernas. Los zapatos de tacón y descubiertos, mostraban mis delicados piés, que lucían espléndidamente cuando caminaba y sentada, cruzaba las piernas. Finalmente, decidí no ponerme brassier, ya que, no me gusta que se marque esa prenda en el vestido, por tanto, mis pechos se adivinaban desnudos por debajo de la delgada tela del vestido. Los hombres a mi alrededor no podían disimular su turbación al advertir que mis pezones se notaban a través del vestido.

Un momento después, los pasajeros del vuelo, empezaban a desfilar, con sus maletas, en el pasillo de recepción. Al encontrarse con sus respectivos comités de bienvenida , algunos besaban a sus parejas, los niños corrian a recibir a sus padres, personajes de todo tipo y presencia llenaban el recinto. Enrique me tomó de la mano y me invitó a acompañarlo,

Aria, por favor, acompáñame, ya vienen nuestros invitados.

Claro, mi amor, te acompaño. Le respondí, poniendome de pié y despertando un brillo de deseo, en dos hombres de mediana edad, que no perdieron la oportunidad de observar extasiados mis piernas, cuando el vestido se me subió casi hasta las bragas, al levantarme del asiento.

Los empresarios, resultaron ser dos hombres pulcros y elegantes, que con seguridad y soltura, se nos acercaron cuando reconocieron a Enrique. Noté que el licenciado Beltrán, era evidentemente el jefe y su acompañante, el también abogado, Javier González, resultó ser su colaborador y consejero en cuestiones de contratos e inversiones. El primero un hombre maduro, elegante, educado, sobrio, me pareció que estaba alrededor de los 55 años. El segundo, denotaba no más de 35 años.

Mentiría si no reconociera que Javier, me causó un tremendo impacto. Me pareció el hombre más hermoso que había visto en mucho tiempo. Alto, de un cuerpo atlético, pero sin exageraciones, manos varoniles, evidentemente se notaba que practicaba algún deporte, por sus movimientos, ágiles y armónicos y como un león se desplazaba con la seguridad de su fuerza y atractivo. Cuando me miró, sentí que una fluido eléctrico atravesaba todo mi cuerpo. Fue una corriente de mutua atracción y sorprendentemente, me sentí turbada ante esa presencia. Dios mio, no puede ser, Aria, la mujer segura de si misma, acostumbrada a manejar todo tipo de situaciones, ahora experimentaba sensaciones de vulnerabilidad.

Enrique me presentó, como complacido del efecto que evidentemente les había causado.

les presento a Aria, mi esposa.

Es un verdadero placer conocerla señora, permitame decirle con todo respeto, que es usted una mujer muy hermosa, indicó el licenciado Beltrán.

Nunca imaginé que ibamos a tenr la oportunidad de conocer a la esposa de Enrique, ya me habían comentado que era usted una dama muy bella, sin embargo, creo que quienes me lo dijeron se quedaron muy por debajo de la realidad. Diciendo esto, Javier, me tomó ligeramente mi mano, sosteniéndola segundos más de lo esperado.

Enrique me tomó de la cintura y empezamos a caminar con rumbo al estacionamiento. Hacía comentarios con el licenciado Beltrán sobre los detalles de las partidas que proporcionarian la base para los convenios del día siguiente. Javier caminaba un paso atrás. En un momento, miré hacia él y me encontré con su atractiva sonrisa y un guiño de ojo. Pensé que era un hombre encantador.

Enrique y el licenciado, estaban tan ensimismados en su plática, que me aventuré a sugerir que ellos tomaran la parte delantera del coche y que que Javier y yo viajariamos en el asiento trasero. Se aceptó por unanimidad mi sugerencia. Javier, se adelantó a abrirme la portezuela correspondiente y de manera natural me introduje en el auto, dejando que el vestido se me subiera, tanto, que se ofrecieron mis piernas desnudas a la mirada atónita de mi nuevo amigo. Al sentarme me fue imposible bajar suficientemente el vestido, por lo que decidí, cruzar mis piernas y seguir con el espectáculo de mi suave anatomía.

En ese momento Javier comentó:

Enrique, permiteme decirte lo espectacular que son las bellezas que puede uno encontrar en esta ciudad. Entendí el comentario, por la pícara mirada que me dirigía cuando lo hacía.

Enrique, le respondió con un amable comentario,

Claro Javier, y eso que no has conocido más de estas bellezas que con gusto te mostraremos y dejaremos que te deleites a plenitud.

Javier continuó,

Además, ese color azul me encanta. Como me gustaría descubrir lo que hay más allá.

Claro, Javier, dispondremos de todo para que lo disfrutes. Comentó mi esposo.

Era evidente que Javier, se había percatado que mis bragas eran de color azul y ese comentario, en realidad, me lo dirigía a mi. – que deliciosa osadía, pensé.

Nos dirijimos al hotel en donde se hospedarían. Mientras tanto, continuaron los comentarios sobre las cualidades de la ciudad, sus problemas y la diferencia de vida en relación con la capital. Javier, no perdía la oportunidad de tocar como por descuido, mis manos, brazos y en alguna momento hasta mis piernas.

En una de las ocasiones, al rosar levemente con su mano la piel de mis muslos, ahí en donde terminaba mi media y surgía mi rosada piel, comentó

Enrique, estoy tan extasiado, que no puedo resistirme a gozar de las bellezas que encuentro en esa ciudad, de verdad, son maravillosas.

En ese momento, Enrique, puso una cara de duda al notar que Javier estaba exagerando un poco con sus comentarios, ya que, no parecía tener relación con la zona de la ciudad que estabamos atravezando, sin embargo, no dijo nada y esbosó una sonrisa de comprensión.

Noté que Javier tenía su pene erecto. En ese momento también me percaté, que mi vagina estaba humedeciendo mis bragas. También, estaba sintiendo pequeñas pulsaciones de placer en mi clítoris. – Señor mio! Estoy excitada, pensé.

Pronto, llegamos al hotel. De nuevo, al bajar, y ya sin recato alguno, ofrecí un espectáculo superior de mis piernas y bragas húmedas. En ese momento me di cuenta, que no solo había sido presenciado por Javier sino por el licenciado y Enrique. Además, del mozo y el guardia del hotel. De verdad, ahora, me sentía esa hembra deseada que disfruta su femineidad con plenitud.

Nos despedimos de ellos y sentí una profunda frustración. Enrique no los invitó a ningún lugar y así, sin más, regresamos a casa. Definitivamente, me había excitado ese hombre. Sentía mi corazón acelerado y mi sexo húmedo, tenía la necesidad de hacer el amor, hubiera hecho cualquier cosa por ser penetrada por el hermoso pene que se adivinaba a través del pantalón de Javier. Sin embargo, nadie dijo nada y me quedé con esa fea sensación de estar excitada y no poder hacer nada por evitarlo. Crucé mis piernas y empecé a mover una de ellas suavemente, adelante, atrás, más y más. Sentí que ese movimiento estimulaba mi clítoris, que lo sentía dilatado, turgente. Uhummmmmmmmmmm...

¿Qué te parecieron estos empresarios, querida? Me preguntó Enrique, sacándome de mi abstracción.

Me parecieron personas amables, educadas e inteligentes, ¿Cuánto tiempo estarán en la ciudad? Expresé, con una voz tenue, excitada, aterciopelada.

Mañana tendremos las reuniones y pasado mañana, temprano, regresarán a la ciudad de México. Aclaró.

Poco tiempo, amor, muy poco tiempo. En mi mente apareció la imagen de Javier cuando dije: amor.

Si, es poco tiempo, pero creo que es lo suficiente ya que solo revisaremos y firmaremos los convenios correspondientes. Por cierto, ¿no es ese el portafolios de Javier? Dijo esto, al percatarse de que había olvidado las partidas y notas en el auto.

Si creo que si. ¿No quisieras llevarselas ahora? Apuré el esperanzador comentario.

No reina, mañana yo mismo las llevaré a la oficina, no creo que hoy las necesite. Expresó, restándole importancia al olvido.

Antes de llegar a casa me sorprendió otro comentario de Enrique.

Oye Aria, ¿no está un poco corto tu vestido? Mostraste hasta tus braguitas azules en el hotel.

No lo creo Enrique

Ya ves que si, puesto que ¿como sabría que tus bragas son azules?

No sea tan celosito maridito mio, le comenté, acariciando levemente su barbilla y dejando que lo dicho perdiera importancia.

Al día siguiente, Enrique se vistió y salió apurado a su oficina. Yo permanecí en la cama, la verdad es que el recuerdo de Javier seguía provocándome reacciones de excitación. Decidí masturbarme en cama, pensando en lo vivido el día anterior. Me bajé las bragas, mojé con mi saliva mi dedo medio y suavemente me empecé a frotar el clítoris. Uhmmmmmmmmmmmmmmmmm, dejé escapar esa expresión de placer, curvando mi espalda y moviendo hacia arriba mis caderas. Mi mano se movía con rapidez frotando mi clítoris, humedeciéndolo con mi vagina, introduciendo la punta en mi suave caverna, sorprendentemente lubricada.

Definitivamente, ese hombre me había excitado como nunca. Necesitaba tener orgasmos, había tenido sueños húmedos, estaba caliente ... muy caliente. Entrecerraba los ojos, mi respiración era superficial, rápida, mi corazón estaba a mil... sudaba, mi cabello revuelto cubría mi cara, mis senos turgentes, mis pezones erectos, la aureola que los rodea, me parecía que crecía, más y más. Estaba por sentir la llegada de mi primer orgasmo, cuando sonó el teléfono... ringgggg, ringggg, no quería contestar estaba llegando al clímax con esa deliciosa masturbación pensando en Javier... ringggg, ringggg, insistía. Cogí el auricular con mi mano izquierda, mientras que con los dedos de la derecha continuaba frotándome mi sexo....

ssssssssssiiiiii? Respondí, sin dejar de estimularme el clítoris.

Hola mi amor, ¿recuerdas las notas y facturas que olvidó Javier? Ahora fui yo quien las olvidó. Dijo con expresión de apurado.

¿Enn, serioooo, mi amooorr? Comenté, recogiendo con mi dedo los flujos de mi vagina para humedecerme el clítoris.

¿Que haces reina? Suenas como si estuvieras ... ¿que haces?

Estoooy hacieeendo ejerciciooo en la bandaaa amor, ¿qué creeeeías? Mis caderas empezaban a temblar con la anticipación del orgasmo.

Ah ya veo... oye Aria, Javier acaba de salir en taxi para la casa, por favor, ¿ te puedo pedir que busques esas notas y las tengas listas para cuando llegue? Comentó apurado Enrique.

Clarooooo mi amorrrr, las teeendré listaaaas para daaaaárselas. Muchaas graciaaas queeridoo. Comenté, sintiendo deliciosamente un orgasmo por la estimulación de mi clítoris, ahaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

¿Gracias porqué, Aria?

Por confiaaar en que yo se las daaaaaré a Javier, amoor, respondí...

Un beso amor, ya sabes, son notas muy importantes, ciao.

Ten la seguridaaaad de que ahoooora miiiismo las aliisto para dáaaaarselaas. Ciaaaao. Mmmmmmmmmmmmmmm, seguían llegando pequeños orgasmos.

En ese momento, dejé de masturbarme, la casualidad me había dado la oportunidad de completar el deseo inconcluso del día anterior. No sin un poco de remordimiento por sentir tales pasiones con alguien que no es mi esposo y descarademente frente a él. Me duché y me presté a arreglarme lo más rápidamente posible. Me puse el portaligas para unas medias negras, me puse unas minúsculas braguas transparentes, un top de encaje que no alcanzaba a cubrir mis pezones. Así, arreglé mi cara, me pinté los párpados con esa sombra que me resalta el verde de mis ojos y chispas de rouge en mis mejillas. Los labios, cuidadosamente los demarqué y me epliqué un labial color rojo brillante. Peiné mis cabellos. Me vi en el espejo, tenía un corte fabuloso que aún se mantenía de dias anteriores que Francis, mi peluquero, me había realizado con esmero.

En ese momento escuché el timbre de la puerta de entrada. Dinggg, dongggg. Me coloqué una bata y dejé que Ofelia, recibiera al visitante. Por cierto, esta amable señora ha estado durante mucho tiempo con nosotros, cuidó a Enrique desde pequeño y posteriormente la incorporamos a la ayuda en nuestra casa.

Buenos días, ¿Se encuentra la señora Aria? Javier, dejó escuchar su voz grave.

Si un momento, señor ¿a quién debo anunciar?

Soy el licenciado Javier González, servidor.

Un momento, creo que la señora está en su habitación. Dijo esto, subiendo las escaleras.

Ofelia tocó en mi habitación conyugal, abrí la puerta, le agradecí su recado y le dije que ahora atendería al licenciado. Me aseguré el cinturón de la bata y me dispuse a bajar. La excitación que sentía era por demás evidente. Sentí la mirada de Ofelia siguiendo con atención todos mis movimientos.

Baje las escaleras y llegué hasta Javier. Él se adelantó y me dio un beso en la mejilla al cual respondí con un atrevido ronroneo...

Disculpa Aria, me dijo Enrique que ibas a tener listas las notas y facturas para entregármelas. Como sabes, nos son muy necesarias para la reunión.

¿En serio quieres que te las dé? Respondí con una descarada coquetería.

Entendiendo el mensaje, javier se acerco, me tomó por la cintura y me dijo,

Estoy urgido que me las des desde ayer, en serio ¿tu creiste que fue un accidente lo del olvido de las notas?

Hummmmmmmmm, eres un atrevido Javier. Respondí

Nos besamos largamente. Su boca se fundió en la mía, urgando con su lengua y mezclando nuestras salivas, me acarició con ternura mi espalda, mi cintura y mis nalgas.

Eres la mujer más hermosa que he conocido, me excitas, qué delicioso hueles, Aria, ¿Qué tienes debajo de esa bata amor?

Eso es una sorpresa. Bésame, cariño, quiero ser tuya, mi cielo.

Estabamos abrazados besándonos apasionadamente, cuando me percaté que Ofelia bajaba las escaleras. Evidentemente, se quedo paralizada con la escena. Me separé de Javier y sin más comentario, le indiqué que fuera al supermercado a hacer algunas compras que ya tenía programadas y regresara más tarde. Ella, muy seria, poniendo una cara de reproche, ya que le tiene gran estima a Enrique, tomó lo necesario y se dirigió a la puerta de salida sin decir más.

Antes de llegar a la puerta de salida, Ofelia vio perfectamente cuando me abrí la bata y le mostré a Javier el esplendor de mi cuerpo. Volteó su cara y salió sin hacer comentarios.

Me acerqué lentamente a Javier, con mi bata abierta y con movimientos felinos. Ante esta visión se quedó sin habla, y de manera titubeante comentó:

Aria, de verdad, nunca había conocido una mujer más atrayente y sensual como tú. Envidio profundamente a Enrique, daría todo lo que poseo por hacerte mi esposa. Comentó con voz grave, varonil.

No hagamos fantasías, disfrutemos el momento mi amor. Ahora puedes imaginar que soy tu esposa o lo que quieras. Quiero ser tuya mi cielo. Goza mi cuerpo que tiembla por ti.

Lo tomé de la mano, y lo atraje escaleras arriba, a mi alcoba matrimonial. Mientras ascendíamos me besaba, me acariciaba. Como un poseido, no hacía más que decirme lo bella que era, que estaba superexcitado desde el día anterior, que no había dormido pensando en mí.

Llegamos a la habitación, me tomó en sus brazos y me depositó en mi lecho conyugal que aún estaba destendido. El olor de Enrique y mío se mezclaba en las sábanas, que apenas hacía unas horas cubrian nuestros cuerpos abrazados, como cualquier matrimonio que se ama.

Me beso cada centimetro de mi cuerpo. Me quitó la bata y con sus dientes arrangó mi top y mis bragas. Se deleitó chupándome las tetas, mordisqueandome los pezones ... agggggggggggggggggggg, quueeeeee, rrriiiiiccccoooooooo

Deliciosamente llegó a mi vientre, me encanta que me besen esa parte de mi cuerpo. Se detuvo una eternidad en mi clítoris. Me lo chupó. Lo tomó entre sus labios y chupó y chupó, friccionando además con su lengua de arriba a bajo. Sentí que iba a estallar de placer. No recordaba haber sentido sensación tan intensa. Estabamos como poseidos. Mi cuerpo se retorcía denotando el ansia de tal disfrute sexual. Metía su lengua en mi vagina, sentía que mi humedad era tal, que se mezclaban mis fluidos con la saliva de Javier. Percibí la llegada del primer orgasmo, Dios mio!!!! Grité tan fuerte sin preocuparme que alguien pudiese escuchar tal expresión Ahhhhhhhhhhggggggggg , ahhhhhhhhhhhhhhhhh, mmmmmmaaaaaaaaaaaaaasssss, miiiiiii amoooooooorr, siiiiiiiii siiiiiii siiiiiiiiiiiii, augmmmmmmmmmmmmmmm.

No paré de sentir una multitud de orgasmos que hacían temblar todo mi cuerpo, sin apenas calmar mi excitación. Con mi cuerpo desnudo me coloqué encima de Javier. Sentía su cuerpo varonil y hermoso y le empecé a besar su cuello, sus brazos, mi lengua lamía cada milímetro de su anatomía, sentía su temblor cuandos mis pechos desnudos tocaban su pecho, su pene estaba que explotaba cuando lo rosaba con mi pubis. Bajé y bajé, con lentitud, y él, desesperado, no dejaba de gruñir de placer, tocandome mi suave piel, tersa, femenina, mi cintura, mis turgentes nalgas, me chupaba, me besaba, desesperadamente buscaba incrementar su placer. Tomé con mis manos su pene, erecto, pensé que no serían menos de 21 cms. Le pasé mi lengua por toda esa verga, extasiada. Por fin lo introduje en mi boca, mis labios, estimulaban la cabeza de su tremenda verga, inchada y caliente. Chupé y chupé.

quiero sentir tu sabor Javier, quiero que me des tu leche caliente. Me urge tragar tu esperma, hacerlo parte de mi cuerpo.

Notaba que crecía y crecía, hasta que no pudo más y explotó dentro de mi boca. Sentí los chorros de semen dentro de mí, tragándome una buena cantidad, luego, aún arrojando, semen, me salpicó mi cara, mis labios, mis párpados, mi pelo. Estaba toda llena de su leche caliente. De nuevo le mamé ese enorme pene y lo chupé y lo chupé más y más. Me metió su dedo en mi ano, gritabamos de placer y nuestros orgasmos se mezclaron.

Sigo excitado Aria, por favor sigamos, más. Quiero sentirte más. Me decía con pasión.

Yo también papasito soy tu puta, cógeme, fóllame, hasta saciarte, mi cielo. Respondí.

Nos besamos, nuestras fluidos eran cada vez más evidentes, las sábanas y la cama que forma parte de la intimidad de mi matrimonio, ahora contenía los fluidos de mi infidelidad. Le supliqué que me la metiera, de nuevo erecto el pene, se lo volví a chupar mientras él me chupaba mi clítoris y vagina, desnudos, en la posición 69. Miré el espejo del tocador. La imagen de Aria y Javier llenaba la habitación. Sus olores, sus gritos, su pasión...

Se colocó encima de mí, me abrió las piernas y me introdujo en mi vagina su poderoso instrumento, ahggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg, grité desesperadamente, mientras que le colocaba mis piernas en su espalda, ofeciendole mi sexo abirto, y grité - queeeeeeeeeeeee ricoooooooooooooooooooooooooooo. Sentía un infinito placer que me llegaba a cada parte de mi cuerpo. Se los juro, nunca había sentido hasta esa ocasión, el que mi vagina se llenara de un pene tan increiblemente delicioso. La sensación de placer me producía la necesidad de curvar mi espalda, de mover para adelante y para atrás mis caderas, para hacer que el pene de Javier, se me metiera más profundamente en mi vagina y saliera, solo para arremeter en la siguiente introducción. Con mis manos me sostenía mis tetas para que no se movieran tanto durante la tremanda follada que estaba gozando. Creo que nunca había gritado tanto durante una cogida.

Mis jugos cubrían toda su polla, la cual brillaba mojada, cada vez que salia de mi vagina, lubricada, estrecha, hermosa. En eso, sonó el teléfono .... ringggg, ringggggggg, al décimo repiqueteo, contesté...

sssssssssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii? Mi voz suave, femenina, sonó agitada

¿Hola mi amor, llegó Javier, reina? Dios mio! era Enrique el que estaba llamando. Con un cinismo que me sorprendió a mi misma, le respondí.

Siiiii, quuuueeeerrriiiddooo, ahooora eeeestá aquiiiiiiiiiiiiií. Dije sin ocultar su presencia.

¿Todavía estás haciendo ejercicio, Aria?

Siiiii, tooodavíiiaa.

Al darse cuenta Javier quién estaba al teléfono, quizo sacarme el pene, que hasta ese momento entraba y salia de mi vagina, follándome. Le tomé sus caderas y le dije...

Por favoooor, no me la saqueeeeeeees. Déjamelaaaa adentrooooo, máaaaaaaaaasssss.

Hola, ¿qué estás diciendo Aria? ¿qué estás pidiendo que no te saquen? Enrique mostró su perplejidad ante el comentario.

La toallaaaa del ejerrcciooo. La iba a sacaaaarrr Ofeeliaaa.

Ah, que bueno que está Ofelia contigo mi reina. Disculpa, no entendía. Oye, me dices que ya fue Javier, ¿que pasó con lo que te pedi? ¿se las diste?

Siiiii quueeerriiddooo, en esteee momeentooo se las estooy dandoo.

Javier, me seguía follando, yo sentia cercano mi orgasmo y el suyo. Imagínen la escena, yo con el pene adentro, Javier encima de mi, metiéndomela, follándome, Enrique al teléfono... Vaya situación!!! En ese momento sentí que no podía más, iba a tener mi enésimo orgasmo.

Mássss , maassss, grité en el extasis del placer.

Oye Aria, ¿y ahora, a qué te refieres? ¿más que?

Me está sirviendo Ofeeeliaaa una vaso con aguaa y lo estabaa dejandoooo a la mitaaaaaad. Ahaaaaaaaaaaagggggggggggggggggggggggg, grité al sentir el orgasmo y sentir los chorros de semen que me llenaban las entrañas. Javier se estaba corriendo dentro de mi.

¿Qué son esos gritos, Aria? ¿Ya se las diste a Javier?, dime por favor, me urge que ya se venga. Apuró Enrique

Mi amoor, lossss griiitoos soon porquee me lastimeé por accidenteee una piernaaa pero no fue nada ya pasooó y estoy por darleee lo que pediste a Javieeer. Lo que pasa es que me di mi tiempoo para alistarselaaas, no te preocupeees.

Bueno mi amor, dáselas pronto y dile que ya se venga, no podemos esperarlo más en la reunión.

Siiii queeriiddooo, dee heechooo yaa see vinoooo.

Ah, perfecto. ¿se vino?

Ya se fueee quieroo deciir, cariñooo

Bueno bye, y ya termina de hacer tanto ejercicio, te ves muy agitada.

Yaaaa teeermineee, amor, variaasss veceesss.

¿Varias veces? Estás rara amor, y prepárate porque voy a invitar a cenar a nuestros amigos. Ponte bonita mi reina.

Assii seraaaa, amooor, bésammeeeee

Si mi amor te mando un beso.

No tú sino tú, le dije a Javier. Colgué y seguí disfrutando el pene dentro de mi vagina, que había explotado y amenazaba con volverse a parar. Seguimos follando por dos horas más, hasta saciarnos. La recámara olía a sexo. Abrazándo su cuerpo desnudo encima de él, le di un largo beso, prometiéndole que sería suya cuantas veces quisiera. Le comenté que se las daría porque era lo que me habia pedido mi marido. Nos vestimos y cuando bajabamos de la recámara, llegó Ofelia, la cual, haciendo una mueca nos vio bajar muy juntitos.

No pude evitar, levantando mis brazos y rodeandole su cabeza ofrecerle mis labios como despedida. Durante más de cinco minutos seguimos besándonos. No me importó que Ofelia presenciara la escena.

En un momento, de respiro, le pedí a Ofelia que arreglara la recámara. Se encontró con un lecho matrimonial profúsamente lleno de fluidos y aroma a sexo. Mientras tanto, continué con la despedida de mi amado Javier.

Actualmente, sigo teniendo relaciones sexuales estramatrimoniales con Javier. Enrique, ha hecho una buena amistad con el licenciado Beltrán y con Javier, no se imagina que éste, se folla a su esposa, aun en su lecho conyugal. Por su parte Ofelia, sigue manteniendo su actitud acusadora cuando me visita Javier en la casa. No nos ocultamos de ella para besarnos y acariciarnos y para tener nuestras largas sesiones de sexo en mi alcoba matrimonial, mientras Enrique trabaja en su oficina.

Gracias por tu interés en los relatos de mi vida. Por supuesto, me encantaría seguir recibiendo tus comentarios, mi correo electrónico es ariasen@hotmail.com