Follaron a mi mujer como y cuanto ella quiso (2)
Continuación de lo que tuve que soportar viendo a mi mujer disfrutando del supuesto masaje.
La Romana ( 2 )
La masajista escuchaba a mi mujer y pidiéndole una poya de verdad. Y hablándole bajito le contestó. Si mi señora. Yo le daré lo que me pide. Tendrá dentro de su cuevita una poya grande y dura que la hará muy feliz. Le va a gustar.
Entonces se puso detrás de mi mujer y sacando una especie de cita negra con una hebilla para abrocharla por detrás le levantó la cabeza y se lo puso tapándole los ojos mientras le decía. Le tengo que tapar los ojos mi señora para que no vea a quien la va ha hacer feliz. Así cuando salga usted de aquí y esté en el hotel no sabrá ni reconocerá quienes la penetraron. Ni de quien era la poya que tuvo dentro de su boca. Ni quien se vino dentro de ella ni de quien era el semen que se tragó. Ni quien la hizo gritar de placer o de dolor. Ni de quien será la leche que llevará dentro de su cuevita y de su culo cuando vuelva con su esposo. Como no sabrá quien se la cogió no pasará vergüenza cuando los vea. Ellos si que la conocerán pero usted no los reconocerá. Todo lo que hacemos es para que nuestros clientes sean felices.
Mientras le hablaba y le ataba la cinta el consolador seguía vibrando y girando metido hasta el fondo del coño de mi mujer y era ella la que agarrándolo con una mano se lo sacaba y se lo volvía a meter mientras que con la otra se frotaba el clítoris masturbándose como una verdadera puta esperando al macho para ser penetrada.
Cuando la masajista terminó de colocarle correctamente la cinta volvió a ponerse a los pies de mi mujer y apartándole las manos siguió jugando con el consolador dentro de ella. Al cabo de unos minutos sin retirarle el aparato la ayudó a darse la vuelta. La puso a cuatro patas apoyando las rodillas en la camilla y los brazos extendidos con lo que apoyaba solamente la cabeza en la camilla y le quedaban las tetitas colgando el culo levantado por lo que se veía claramente el mango del consolador saliendo del coño de mi mujer. Se veían como dos o tres centímetros por lo que dentro de mi mujer estaban los quince o veinte restantes. Todo el coño y los muslos le brillaban a causa de los flujos que había soltado y estaba soltando al sentir esa cosa en su interior.
Mi colega al ver semejante espectáculo no paraba de hacer cometarios como. Dios mío esa puta será pequeña pero ese coño se traga lo que le metas. Esta puta ya sabe lo que es tener dentro una buena poya. Los comentarios eran todos de ese estilo y a mi me ponían enfermo.
Una vez que la masajista había colocado a mi mujer en la postura arriba descrita. Se sentó nuevamente en el taburete y abriendo el cajoncito que tenía debajo sacó otro consolador. Este era mucho más pequeño que el que tenía mi mujer metido en su chochito. Debería tener como diez o quince centímetros de largo y era también mucho más delgado pues no pasaba de los dos centímetros. Empezó a pasárselo de arriba a bajo por su rajita con el fin de lubrificarlo bien. Cuando consideró que lo tenía suficientemente mojado con los flujos de mi mujer se lo colocó en el agujero del culo y empezó a moverlo en círculos en la entrada para intentar dilatarlo.
Estaba la masajista realizando ese trabajito en el ano de mi mujer cuando sin hacer ruido vimos como se abría la puerta de la salita de masajes y entraron dos jóvenes. Uno era de raza blanca pero estaba moreno como consecuencia del sol y el otro era nativo. Mulato. Estaba visto que me volvía a tocar el ver como otro mulato se follaba a mi mujer. Los que ya leísteis mis otros relatos sabéis de lo que estoy hablando. A lo que íbamos. Al verlos entrar los reconocí inmediatamente. Eran los dos chicos encargados en el turno de tarde de las toallas de la playa. Los habíamos conocido el día de nuestra llegada al hotel cuando por la tarde fuimos tomar el sol y a bañarnos en la playa privada.
El cretino de mi vecino al verlos casi le da un ataque nervioso. Me agarró del brazo. Y tirando de mi hacia el me gritaba preso de una excitación creo que desmedida. Se la van a follar los dos. Vamos a ver como se la meten los dos por todos los agujeros. Cuando esta pobre putilla salga de aquí ya lo verá. Saldrá chorreando semen por el coño, por el culo y Dios sabe por donde más. La pobre no va a poder ni caminar de la follada que le van a meter. Pobre marido. Espero que nunca se entere de lo que aquí va a suceder. No hace falta que os diga como me sentía. Ya os lo podéis imaginar.
Mientras mi vecino me machacaba el oído con sus comentarios la masajista empezaba a meter el vibrador por el culo de mi mujer. Ella notando la invasión de ese nuevo agujero levantó la cabeza, apretó los puños y empezó a dar como unos grititos o gemidos diciendo. Noo. Noooo. Nunca me dieron por el culo me dolerá. No quiero que me duela. Despacio por favor. Despacio. Mientras hablaba, la masajista se lo iba introduciendo en su culo y le decía. No le dolerá mi señora. Yo se como hacerlo para que la señora disfrute. Tendré mucho cuidado con su culito virgen y mientras le hablaba se lo iba metiendo despacio y sacándolo despacio hasta que del ojete del ano de mi mujer solo salía la empuñadura. Las vibraciones del consolador que tenía metido en el coño y las que producía el que tenía metido en el culo hacían que los labios vaginales vibraran como si tuviesen vida propia. Por los gemidos, los grititos, la respiración y los movimientos que hacía mi mujer nos dábamos cuenta que estaba en el 7º cielo. Estaba disfrutando de los vibradores en sus dos agujeros como una loca.
A todas estas mi mujer todavía no se había enterado de la presencia de los dos toalleros que al estar viendo a mi mujer de esa manera tenían sus poyas a punto de reventar. Uno de ellos el blanco se colocó delante de mi mujer que como sabéis estaba a cuatro patas, la cara apoyada en la camilla y los brazos extendidos hacia delante. Como digo se colocó delante y la agarró por los pelos levantándola hasta que extendió los brazos y quedo con las palmas apoyadas en la camilla. Al estar con los ojos tapados no sabía lo que estaba sucediendo por lo que movía la cabeza de un lado a otro. El toallero iba acercando la punta de su poya a la cara de mi mujer hasta que en uno de los movimientos que esta hacía con la cabeza se topo con la poya del chico. Al sentirla en su cara se quedó quieta y el chico empezó a restregársela por la cara. Mi mujer abría la boca e intentaba agarrarla con una mano pero el chico le decía. No señora. Con la mano no. La señora me la tiene que atrapar con la boca. Si quiere tenerla dentro me la tendrá que agarrar con la boca.
El chico hacía lo posible para que mi mujer no se la metiese en la boca. Se la iba acercando y cuando parecía que mi mujer se la iba a atrapar la retiraba y vuelta a empezar. Mi mujer estaba al borde de la locura intentando meterse aquella poya en la boca y no lograr atraparla. Entonces empezó a llorar y a gemir diciendo. Por favor no me la quite. Quiero tenerla en mi boca. Necesito sentir por primera vez en mi vida que es tener mis tres agujeros llenos. Métamela por la boca. Por favor. Métamela. Le daré lo que me pida. Haré lo que quiera. Pero por favor quiero tenerla en mi boca.
En ese momento era yo el que estaba al borde de un ataque. Ver a mi mujer a cuatro patas. Con un consolador vibrando dentro de su chocho. Otro consolador vibrando en su culo y suplicándole al toallero que le dejase chuparle la poya era algo superior a mis fuerzas. No entendía como pude haberme casado con una puta como ella. Y lo peor era oír al cretino de alado diciendo. Esta usted oyendo lo mismo que yo. La muy puta esta pidiéndole que le deje chuparle la poya. Ya le dejaría yo la mía. Dios mío es para ver y no creer. La calentura que tiene esta mujer es acajonante.
El toallero al oír a mi mujer pidiéndole su poya le dijo. ¿ De verdad que hará lo que le pida si le dejo chuparme la poya ?. Mi mujer le contestó. Si. Lo que me pida. Pero quiero chupar su poya. Entonces el agarrándole la cabeza con sus dos manos le dijo. Abra la boca. Mi mujer la abrió. La colocó la punta en los labios y empezó a metérsela. Le sujetaba la cabeza para que ella no pudiese moverse y era el el que empezó a bombear su poya dentro de la boca de mi mujer. Se estaba follando la boca de mi mujer. Entraba y salía. Cuando la metía casi le chocaban los huevos en los labios y al sacarla solo dejaba dentro la cabeza. Cada vez que la poya entraba en la boca de mi mujer a ella le daba una arcada pues le debía llegar hasta la garganta. De vez en cuando no la sacaba y dejaba a mi mujer con toda su poya dentro hasta el punto que una vez mi mujer vomitó de lo profundo que se la metía. Por la comisura de los labios y por toda la barbilla le caían chorretes de saliva y vómito que goteaban encima de la camilla y empapaban la poya y los huevos del muchacho.
Mi compañero de espectáculo al ver la mamada que estaba haciendo mi mujer empezó a gritar diciendo. Eso e tragar una poya. Se la esta comiendo entera. Como siga así acabará comiéndose hasta los huevos del pobre chico. Ni las putas más putas la chupan como ella.
A la vez que a mi mujer le follaban la boca el otro toallero se colocó detrás de ella. Le quitó el consolador del coño y el que tenía en el culo y agarrándola por las caderas le metió su poya en el coño de un solo golpe. Mi mujer sintió perfectamente como era taladrada por una poya nueva. Al tener su boca llena con la poya del otro no podía gritar, ni ver, ni decir nada solamente dio como un salto y se tensó todo su cuerpo. El mulato le bombeaba el coño con una violencia y una fuerza tremenda. Cada vez que la poya le llegaba al fondo de su coñito mi mujer daba como un mugido se le oía. Huuumm. Huuummm y cada vez que se la sacaba mi mujer respiraba. Era lo único que podía decir y hacer.
Estuvieron follándose a mi mujer como quince minutos. Cada vez que el mulato la metía la poya hasta el fondo, con su pelvis golpeaba la nalgas de mi mujer y la empujaba hacía delante haciendo que la poya del otro chico le entrara en su boca hasta los huevos. Cada vez que la poya del mulato le llegaba al fondo de su coño se oían las arcadas de mi mujer. Hooooggggrrr. Hooooggggrrr. Hoooogggrrr. Al tener la otra poya entera dentro de su boca. Quince minutos. Ese fue el tiempo que tardó mi mujer en llegar al orgasmo. Fue impresionante. Los brazos se le aflojaron y no podía aguantarse a cuatro patas por lo que el que le estaba follando la boca tuvo que sostenerla agarrándola de los pelos. Las piernas también se la aflojaban y el que se la estaba follando por el coño la sujetaba por las caderas para que no se cayese sobre la camilla. Durante todo el rato que le duró el orgasmo al no poder gritar pues seguía mamando poya no se oía otra cosa que. Huuuuuuummmm. Huuuummmmm.
El que le estaba follando la boca no pudo aguantar más y se corrió en la boca de mi mujer. Mientras se estaba corriendo no le metía toda la poya dentro. Solo le dejaba la punta y un poco más. Mi mujer a la vez que el soltaba su leche le succionaba la poya como para dejar al pobre chico seco. Mientras se estaba corriendo le decía. No se la trague señora. No se la trague. Deje mi leche en su boca. No se la trague.
Cuando acabó de correrse no le quitó su poya de la boca a mi mujer. Seguía con ella dentro. Se notaba que cada vez era más pequeña hasta que despacio se la fue sacando. Cuando la tuvo fuera siguió diciéndole a mi mujer. Cierre la boca señora y mantenga mi leche dentro. Ya le diré cuando quiero que se la trague. Mi mujer tenía la boca cerrada y no se había tragado la leche del toallero pues se veía como un hilo fino de semen le corría por la comisura de sus labios. A todas estas el que se la estaba follando por el coño seguía metiendo y sacando su aparato de dentro de mi mujer. La seguía bombeando unas veces rápido y otras despacio pero siempre cuando se la metía era hasta los huevos golpeando con ellos la raja de mi mujer. Al cabo de unos diez minutos mi mujer se volvió a correr. Era tal el cansancio que tenía la pobre que prácticamente no podía moverse solamente se agarraba con fuerza a la sabanita de la camilla. Al final del orgasmo no pudiendo más empezó a gritar. Al hacerlo a medida que gritaba escupía y babeaba el semen que tenía dentro de su boca. Le caía por toda la barbilla mojándolo todo. El espectáculo era de un erotismo increíble. Ver a mi mujer corriéndose de gusto y a la vez que gritaba, babeando semen por la boca era increíble.
El cretino de mi colega al ver a mi mujer babeando y escupiendo semen por la boca mientras se corría no pudo reprimirse y volviendo a agarrarme del brazo empezó a decirme. Que asco le esta saliendo todo el semen por la boca. Si la viese el carnudo de su marido en este momento la mata. Seguro que la mata. No comento como me sentía.
Mientras mi mujer se estaba corriendo el que se la estaba follando tampoco pudo aguantar más y empezó a soltar su leche dentro de mi mujer la bombeó como cinco o seis veces por lo que la cantidad de leche que recibió dentro mi mujer debió ser considerable. Después de vaciarse aún siguió dándole a mi mujer hasta que finalmente despacio se la fue sacando.
La masajista viendo el estado de agotamiento en el que se encontraba mi mujer la ayudó a darse la vuelta y la puso de espaldas. Mi mujer era como una muñeca de trapo. No le quedaban fuerzas ni para darse la vuelta. Se estiró en la camilla y como en un susurro dijo. Por favor no puedo más. No me folléis más. No podría aguantar correrme otra vez.
El que había follado la boca de mi mujer estaba otra vez con la poya tiesa y acercándose a ella le dijo. Señora ya se que esta cansada. Ya se que no podría aguantar otro orgasmo. Pero usted mi señora no se va de esta cabina sin que le folle su culo. Desde que entré y la vi no he parado de pensar y de desear correrme dentro de su culo y voy a darle por el culo quiera o no.
Diciendo esto se colocó a los pies de mi mujer. Le levantó las piernas y se las echo hacia atrás con las rodillas en sus tetitas. La masajista le agarró una pierna y el otro toallero la otra. Se las abrieron todo lo que podían y abriéndole el culo empezó a meterle la poya dentro. Al mismo tiempo el que la enculaba, con sus manos agarraba y manoseaba las tetillas de mi mujer. Le apretaba y tiraba de sus pezones haciendo que mi mujer arquease la espalda. Tiraba de ellos con tal fuerza que mi mujer empezó a llorar de dolor pero también de placer pues se que lo que el mulato le estaba haciendo le encanta. La volvía loca. Mi mujer al notar la cabeza de la poya del mulato ya dentro de su culo empezó a gritar diciendo. Por favor por el culo no. Por el culo no. Nunca me follaron el culo. Ni a mi marido le dejé nunca follarme el culo. El toallero al oírla le decía. Pues señora a partir de hoy ya no podrá decir que nunca le dieron por el culo. Ahora va a saber lo que es tener una poya dentro de su culo. Diciendo esto continuó metiéndosela.
Cuando tenía dentro más o menos la mitad de un golpe de cadera se la metió entera. Mi mujer dio como un saltito y arqueó su espalda. Se mordió los labios y volviendo a abrir la boca empezó a gemir y a llorar diciendo. Basta por favor basta. Me duele. Me duele mucho. El toallero sin hacer caso de las súplicas de mi mujer empezó a bombearle el culo. Dentro. Fuera. Dentro. Fuera. Estuvo follándoselo como diez minutos. De vez en cuando escupía en su poya para lubricar el agujero de mi mujer permitiendo que en cada envestida la poya entrara entera hasta los huevos. A veces la sacaba fuera del culo de mi mujer y podíamos ver que lo tenía totalmente dilatado hasta tal punto que cuando le volvía a clavar la poya entraba sin esfuerzo ninguno hasta los huevos.
Quiero decir que así como al principio mi mujer protestaba con la enculada que le estaban dando al cabo de unos minutos empezó a mover las caderas de arriba abajo acompasando el ritmo con el del chico. Y empezó a decir. Dios mío. Me gusta. Me esta gustando. Me esta gustando. Sigue enculándome. No pares. Y se corrió. No lo creeréis pero tuvo otro orgasmo. Su primer orgasmo anal. El chico también se vino y llenó el culo de mi mujer de leche. Cuando termino con el culo de mi mujer le sacó la poya despacio y acercándose a ella le dijo. Ve señora como yo sabía que le iba a gustar. A todas al final les gusta que les metan por el culo una buena poya.
Mi vecino al ver todo esto empezó a decir. Mire. A la muy puta nunca le dieron por el culo pero a partir de hoy empezará a buscar poyas para que la enculen. Pero con el maridito seguro que se hará la estrecha y será único del pueblo que no pruebe ese agujero. Se lo aseguro. Todas las putas con los maridos son iguales. Se hacen las estrechas.
Los chicos una vez terminado el trabajito se marcharon. La masajista acostó a mi mujer en la camilla y colocándose detrás de su cabeza le quito la cinta de los ojos y como tenía la cara sucia de una mezcla de saliva, semen y vómito se la limpió usando una toallita húmeda. La tuvo tendida en la camilla como cinco minutos pasados los cuales la levantó y la puso otra vez de pie delante del espejo. Le dijo que se acercara y que se apoyase con las manos en el. Al estar de pie del coño y del culo de mi mujer empezó a salir el semen de los toalleros. Semen que empezó a gotear y a caer al suelo y también a escurrírsele por las piernas. Mi mujer al sentir y verlo salir empezó a llorar y repetía. Dios mío pero que he hecho. Dios mío que he hecho. Por favor límpieme todo lo que me esta saliendo. No quiero que mi marido lo vea. No quiero que mi marido vea como me corre el semen de esos chicos por las piernas. No quiero que se entere de nada de lo que aquí a pasado.
Mi compañero al verla apoyada en el espejo, pidiéndole llorando a la masajista que la limpiase me dijo. Mire a la muy puta. Ha dejado que esos dos se la follaran como han querido y ahora esta llorando y pidiéndole a la masajista que le limpie todo lo que le corre por las piernas para que no lo vea su maridito. Si llego a ser yo la dejo marchar así. Goteando leche por el coño y por el culo. Haber si así el cornudo del marido se entera de lo que tiene en casa.
La masajista se agachó y con otra toallita húmeda empezó a limpiarle a mi mujer todo lo que le corría por las piernas y mientras lo hacía le decía. No se preocupe mi señora que de lo que ha pasado aquí solo lo sabemos usted y yo. Mi mujer le contesto. Y los dos que estuvieron aquí. Esos también lo saben. La masajista le contestó. Mi señora para todo el mundo y personal de este hotel en esta cabina solo estuvimos usted y yo. Su marido por nosotros nunca sabrá lo que aquí ha pasado.
Yo me levanté y mi colega también. Salimos de la cabina nos dijimos adiós y no lo volví a ver. Me fui a la piscina y al cabo de diez minutos apareció mi mujer. Caminaba rara. Con las piernas un poco separadas y dando pasitos cortos, pero resplandeciente. Al llegar junto a mi me fijé que tenía mojado el bikini en la entrepierna pues seguro que seguía aún chorreando semen y le dije. Cariño tienes la entrepierna mojada. No lo notas. Ella toda seria me contestó. Ha. No me debí secar bien cuando salí de la ducha después del masaje. Vamos al agua tengo ganas de bañarme.
Terminamos nuestras vacaciones. Ella no volvió a que le diesen más masajes el resto de los días que estuvimos en el hotel. Hoy casi tres meses después mi mujer esta embarazada y desde que me lo dijo no tengo otro pensamiento. De quien será. Del chico de las toallas. Mío. O visto lo visto puede ser de cualquier otro que se la haya follado.
Como os podréis imaginar, no se que hacer en relación a mi mujer. No se si dejarla, hablar con ella y explicarle que no estoy dispuesto a continuar casado con una puta o sencillamente seguir como hasta ahora. Callando y aguantando sus infidelidades.
Fin de la historia.