Follarme por fin la sandia

Al fin…, voy a contarles en relato pendiente…, uno que relata como una tarde de verano hice mía por fin, a una enorme sandia de casi seis kilos de peso y conseguí además refrescarme con su jugo nutritivo y alguna cosa más con la frutera

Quienes van leyendo todas mis historias, recordaran como una noche de verano dejé de lado una sandía presuntamente “sensual” que había comprado en una frutería donde aquella frutera…,  siempre me ponía cachondo…

Hacia un año que había comprado una sandía…, con una doble finalidad.

El propósito doble…,  que tenía este depravado aquella tarde del pasado con aquella preciosa sandia…

En primer lugar hacerle un agujero y adaptarlo a mi enorme polla.

Pensaba haber follado aquella sandia con todas mis ganas, incluso varias veces para echar mi leche anquilosada durante días en mi huevera y próstata…

En segundo lugar…, tenía como propósito, hacerme un refresco con todo aquello.

Aquel momento inicial en que pretendía hacerme una o dos pajas dentro de aquella enorme sandia, hube de posponerlo como todos saben por follarme a mi vecina Purifi.

Purifi, para quienes aún no la conocen fue una vecina que durante varios veranos me follé mientras mi exmujer estaba en la playa con los niños.

Fue una experiencia brutal y relaté hace unas semanas, como pude echarle la primera noche que follamos, hasta cinco polvos sin sacarla.

Si quieren recordar el relato, pueden leerlo en dos sitios diferentes.

El relato original…

Titulo: Cinco sin sacarla con mi nueva vecina…

Vínculo: https://www.todorelatos.com/relato/160502/

El relato integrado en la primera parte de mis memorias corregido y adaptado junto a doce relatos más en formato libro con introducción y agradecimiento…

Título: Memorias de un depravado (i)

Vínculo: https://www.todorelatos.com/relato/161357/

En este último extenso relato que tiene una lectura aproximada de casi cinco horas, pueden buscar el relato concreto si lo desean…, que está en el orden decimo…

10/13. Cinco sin sacarla con mi nueva vecina…

Si no pueden leerlos por alguna razón, búsquenlos en mi repertorio, es fácil localizarlos, por si quieren leer una apasionante historia de sexo con aquella cosita de ping y pong, granaína de nacimiento…, de nombre Purifi.

Hoy toca sandia…, y vamos a por ella.

Aquel primer verano con Purifi, al final no pudo ser lo de la sandía especial, aunque no la eché de menos…, eso sí…, pero me había quedado un comecome en mis adentros, desde entonces.

Al verano siguiente y el primer día que mi familia estaba ausente, fui corriendo a la frutería a por otra sandia.

Antes de darme el segundo atracón veraniego con Purifi, quería “saborear” mi doble cita con una sandía majestuosa…

Tenía una espinita clavada y quería sacármela.

Después de trabajar fui a la frutería…

Allí estaba la colosal frutera con sus enormes peras lujuriosas oscilantes mientras se meneaba arriba y abajo en aquel mostrador.

Le pregunté por su marido, por cortesía. Estaba en el campo recolectando.

La vi algo morbosilla y risueña… Intuí alguna posibilidad…

La tanteé, con un pequeño mal truco de cazador furtivo…

-       Si necesitas…,  que te ayude a algo…, me lo dices… estando aquí sola puedes necesitar…, ayuda…,  para algo. (Hice énfasis en lo de la ayuda).

-       Gracias José Miguel, si acaso ya te digo.

Resultado infructuoso, aparentemente, una vez más…

Elegí la sandía. Ella me ayudó. La más grande y hermosa. Una de casi seis kilos…

-       Como os vais a poner.

-       Será para mí solo, mi familia se fue ayer a la playa. (Acoté por si acaso…)

-       Ah…

-       Voy a hacerme un batido refrescante con su pulpa. Si quieres te dejó un poco para que lo pruebes… (Se lo dije con algo de retintín…)

-       Lo pensaré. (Algo seca).

Me parecía como un… podría ser…, quizás… (Ojala pensé)

Lo descubriría en un rato….

Por si acaso…, yo a por la follada de sandía.

Con mi enorme sandia llegué a casa.

Cuando la saqué, vi el tiket de la tienda, y me llamó la atención algo…, tenia además del nombre comercial, Frutería San Rafael, la dirección y el teléfono. El número de teléfono estaba resaltado con un círculo, como ha propósito.

No había visto a Cristina hacer nada raro.

Pero…, sin duda, Cristina, quería probar el refresco de sandía…

Me caía  muy bien su marido Rubén, pero un polvazo es un polvazo…

La llamé de inmediato.

-       Hola Cristina, soy José Miguel.

-       Hola cachondo. (Sin duda estaba sola en la tienda)

-       Mañana voy a correr por la mañana temprano… ¿te viene bien que pasé sobre las 8 de la mañana a probar el refresquito? (Resaltó lo del refresquito)

-       Claro. Calle del frasco carrasco, número 13, por si no lo sabias…. (Le di los detalles logísticos)

Estaba exultante y tremendamente excitado…

Como no hay que dar por sentado nada, y por si me pasaba lo del año anterior…, estaba decidido a dar prioridades.

Lo primero era lo primero y me puse con lo de la sandía…

Me preparé los detalles.

Ducha. Iba empalmado desde la llamada…

Fui a la cocina desnudo.

Cogí un cuchillo adecuado. Seguía empalmado… (Pensaba en intentar no tener un accidente por caída involuntaria del cuchillo, dado como estaba mi polla)

Perforación. Estaba cada vez más empalmado…

Estaba excitado. Mi polla dura tanteaba el agujero. Era aún pequeño.

Lo agrandé.

Probé.

Seguía siendo pequeño.

Volví a agrandarlo.

Quedaba que ni pintado.

Preparé el escenario.

Toalla en el sofá. Dudé. Otra toalla por si acaso. No vaya a ser que esta sandia chorreé demasiado y me ponga el sofá como un San Luis…

Colocación idónea de la sandía, en el ángulo correcto de trayectoria de mi polla.

Metí la polla…

Joder que gusto. Estaba fresquita…

No había llegado a meterla en la nevera, porque aquel monstruo de sandía no podía entrar entera, sin partir, y era evidente que para este proyecto previo, no podía partirla de momento…

Empecé a follar aquella sandia majestuosa.

Pum, Pum, Pum…

Toma sandia…, digo Cristina. (Estaba pensando en la frutera morena y tetona…)

Me corrí como un loco, además de estar excitado por la situación. Era mi primera vez con una sandía. Por cierto, también la última.

Con algunas experiencias, una sola vez es suficiente…

Eché un montón de leche.

Seguía excitado, especialmente por recordar a Cristina, la frutera. Aquellas tetas me volvían loco.

Follé nuevamente la sandía pensando en que era el supercoño de la frutera, que me imaginaba enorme y abultado…, además de sabroso, caliente y con ganas de recibir mi enorme polla.

Pum, Pum, Pum…

Toma sandia…, aunque pensando en la frutera…

No tarde en volver a correrme gracias a mi imaginación. Me había imaginado follarme a la frutera en posición de perrito asiéndome a sus hombros y pegándole unos brutales empujones…

Había echado dos buenos latigazos de leche, seguro que el refresco que me iba a hacer de inmediato era especialmente nutritivo.

Me duché de nuevo con un agua fría y rápida para refrescarme pues había sudado con el ejercicio y además tenía mi polla con un cierto color rosadito.

Me llevé a mi “amada” de aquel momento hortelano, a la cocina para partirla en dos y hacerme mi ansiado refresco de pulpa rosada y leche blanquita.

Con cuidado para no desbaratar el manjar, corte con cuidado. En dos mitades más o menos iguales…

La leche corría a su antojo, dado que la diferencia de texturas y espesor las hacia incompatibles...

Rápidamente hice dos incisiones en los dos núcleos de pulpa centrales y los pasé a una fuente de cristal.

En la licuadora, metí los trozos de sandía que previamente había cortado en más pedazos accesibles…, y con una cuchara toda la leche que pude recuperar.

Saqué una bandeja entera de cubitos. Le eché un poco de canela de Ceylán, un poco de azúcar de caña natural…,  y lo batí triturándolo todo.

Me eché un buen vaso grande de zumo, que estaba refrescante y muy sabroso.

Dejé el resto para el día siguiente en la nevera, dentro de una jarrita de vidrio, donde suelo hacer el vino con  melocotón todos los veranos…

Al día siguiente solo tenía que volver a echarlo al vaso de la licuadora con un par de hielos y quedaría como nuevo…

Seguro que le encantaría a Cristina…, tenía cara de gustarle la leche, aun cuando por si acaso, no le diría nada… Como mucho le diría que era mi ingrediente secreto…, el cariño.

Aquella misma noche tuve sesión con Purifi, era la primera sesión nocturna de aquel segundo verano y los dos la deseábamos…

No conseguí echarle cinco polvazos como el año anterior pero lo pasamos de miedo como siempre… con ese genio andaluz y con su calentura natural, nada puede fallar.

Todo aquel invierno habíamos follado casi todas las mañanas en su casa en polvos rápidos pero eficientes… Un orgasmo cada uno. También en ocasiones nos habíamos escapado a pasear por el campo y de paso follar. Le encantaba follar en la naturaleza.

Si habíamos quedado y llovía, íbamos al chalet de mi hermana y allí delante de un fuego improvisado le echaba un buen par de polvos…

Con Purifi, pasé momentos mágicos durante años… Solo se terminó la dicha, cuando su marido lo volvieron a trasladar de ciudad por trabajo…

Echo de menos tus polvos… Purifi.

Aquella noche de viernes, había estado follando con Purifi hasta las cinco de la mañana por lo menos…

A la mañana siguiente temprano a las 8 en punto, el timbre de la puerta sonó…

Seguía en la cama medio dormido pero al recordar que sería Cristina, salté de la cama como un resorte.

Estaba esplendida, fresca como una lechuga de su frutería, con sus deportivas, mayas ajustadas para hacer ejercicio, aunque no el usual y además con cara de vicio…

Creo que había pensado que cambiaría el ejercicio de correr durante una hora aproximada, por otro ejercicio similar…,  el de “correrse” durante una hora aproximada conmigo.

-       Tengo que estar en la tienda arreglada y duchada a las diez. Así que ponte en marcha muchachón. (Una mujer con personalidad)

-       Como tú digas mi “arma”, le dije en tono andaluz…

Sonrío, pero en movimiento.

Con la mirada indagaba por donde debíamos de ir, hacia el dormitorio.

A los cuatro segundos estábamos follando como locos en la cama…

La jodía frutera tenía un olfato de primera.

-       Aquí se ha follado mucho y muy recientemente…

-       Tengo una vecina granaína muy cachonda que me visita todas las noches.

-       Todos los hombres sois unos cabrones. Me dijo.

-       Gracias a vosotras las mujeres, que nos ponéis como locos. Le dije.

-       ¿Pero habrás dejado fuerzas para mí?

-       Para ti, tendré fuerzas siempre.

-       ¡Exagerao!

Sonrío sin dejar de manosear mi polla que ya estaba preparada para darle el debido asalto a su enorme coño…

-       ¿Cómo te va con Rubén? (Le pregunté)

-       Muy bien. Pero con esta polla me va a ir mejor, todos los sábados si tú quieres…

-       Cuenta con nosotros… hasta que venga mi mujer, te espero todos los sábados y después ya veremos…

-       Pues sí…, si todo va como me imagino, después ya veremos… (Anda la chula, como se puso…)

Echamos dos polvos maravillosos. Como había supuesto su coño era una brutalidad de carne caliente, esplendorosa…

¿Qué decir de Cristina?

Un “diez” en la cama y “once” en morbosidad. Le encantaba todo y además descubriría muy pronto que le encantaba comer mi culo y mis huevos…

Tenía ya tres hijos mayores, pues se había casado muy joven con Rubén el amor de toda su vida. En el último parto le habían hecho la ligadura de trompas y follábamos a pelo con la tranquilidad de que era una mujer prudente.

Jamás he deseado un coño tanto. Le gustaba ir siempre con pantalones y leggings y aquel coño se le notaba un montón…

Menudo coño… Me ponía su abultamiento extraordinario.

Sus tetas además eran sublimes, preciosas y excitantes. Era Cristina muy blanca, y aquellos hermosos pechos blancos destacaban en la cama con su melena rizada de pelo negro.

Una morena de armas tomar y de boca lujuriosa. Sin lugar a dudas aquella boca estaba hecha para mi polla y su coño también. Lástima que no pudimos disfrutar muchos años juntos de buen sexo…

En todo caso, lo pasaríamos genial varios sábados más hasta que mi esposa regresó lamentablemente  su vida diaria.

Luego nos buscamos la vida entre hoteles, campo al aire libre, su huerta y en casa de su madre mientras iba al mercadillo de los sábados…

Apenas duró lo nuestro poco más de un año. Una enfermedad intestinal de su madre, nos hizo ralentizar nuestra relación, pero sin duda fue la conexión para conocer a Paquita…

Con su madre Paquita, a pesar de su edad, tuve una experiencia brutal que ya les había anunciado en el relato de Purifi, que habré de dejar por si sola para un próximo momento. Esa próxima historia que sin duda les relataré en la tercera parte de mis memorias, la he de titular: “Los masajes a Paquita”…

Ya verán como la disfrutaran, sin duda…

Sigamos con su hija, que se me va el santo al cielo.

Los polvos con Cristina eran excepcionales, lujuriosos y muy satisfactorios para ambos.

Habré de relatarles alguno que otro, pero no se molesten conmigo…, ya que hoy el tema era el de la sandía…

Cristina se bebió después del “ejercicio” un enorme vaso fresquito de batido de sandía, con canela y mi ingrediente especial.

-       ¿Qué le echas?

-       Sandia, canela y mucho cariño…

-       Esta riquísimo…

-       El sábado que viene te haré uno de fresas…

Los siguientes batidos de frutas no contendrían leche…, se la dejaba para ella, que resultó que era al igual que yo, una extraordinaria amante del sabor de la  leche calentita…

Ambos nos peleábamos por disfrutar de toda la leche que siempre terminaba…, en su boca…

Joer con Cristina la frutera….

Discúlpenme que no les hablé mucho hoy de Cristina, la sandía tenía el  número cogido previamente.

Si desean detalles adicionales en particular de mi primera follada con Cristina la frutera, ya saben que pueden preguntarme todo lo que quieran sin tabúes a través de mi correo electrónico…

Hasta el siguiente relato…