Follar con mi jefe
Mi sorpresa fue cuando conocí a mi nuevo jefe: te escuchaba y además me ponía a mil cuando le veía en la oficina. ¿Quién no ha fantaseado con follar con su jefe? Y pensar que tenía 20 años más que yo, todavía me ponía más. Por aquel entonces, Juan había cumplido los 50 años.
Hola! Mi nombre es Ana, tengo 35 años y quiero contaros la relación que tengo con Juan, mi jefe, de como pasó de fantasía a realidad.
En mi antiguo trabajo, tenía un jefe cero atractivo, descuidado y además no te escuchaba. Hace cinco años, cuando tenía 30, me cambié de curro. Mi sorpresa fue cuando conocí a mi nuevo jefe: te escuchaba y además me ponía a mil cuando le veía en la oficina. ¿Quién no ha fantaseado con follar con su jefe? Y pensar que tenía 20 años más que yo, todavía me ponía más. Por aquel entonces, Juan había cumplido los 50 años.
Juan estaba casado, así que yo seguía con mi fantasía sin pensar que se podía hacer realidad. ¿Cómo él se iba a fijar en mi? Me masturbaba pensando en él, y me arreglaba para ir a la oficina para que me viera muy pibón.
Nosotros trabajamos en Madrid, sólo llevaba 2 meses en la oficina, cuando nos dijeron que ibamos todos a pasar dos días a un congreso en Barcelona y que estaríamos alojados en el mismo hotel.
Fuimos a Barcelona, estuvimos en el congreso, y después de la cena, barra libre y entrada en una discoteca. Yo iba vestida con un vestidito veraniego negro, cortito y con unos tirantes finitos, y me puso unos tacones altos para impresionar más. Allí estuvimos bailando como si nadie más nos estuviera viendo. Tener a todos los compis de curro allí parecía no importarle, en ese momento a mi se me olvidó por completo. Así estuvimos hasta que decidimos volver al hotel.
Cogimos un taxi, y nada más entrar en el coche, ya nos empezamos a besar. Nos besábamos con desesperación, se notaba que había tensión que resolver. Aprovechando que llevaba el vestido, empezo primero a rozarme el clítoris a traves del tanguita cosa que me ponía a mil, el viaje en taxi seguía, me apartó el tanguita para poder tocarme mejor y ponerme todavía más. No nos importaba que estuviera el taxista con nosotros.
Llegamos al hotel y fuimos directamente a su habitación. Solo entrar me quitó el vestido y mientras se quitaba la camisa, le desabroché los pantalones para poder liberar su verga. Directamente empecé a lamerla mirándole fíjamente a los ojos y me la metí en la boca para mamársela bien. ¡Qué placer!
Cambiamos de postura y empezó a lamerme el clítoris, hizo que me corriera de placer. Estaba a mil cuando finalmente me penetró, estuvimos follando increíble, llenos de pasión.
Terminé mamándosela, se corrió en mi boca y dejó caer una gran cantidad de esperma sobre mi boca y mi cara...
Nos quedamos dormidos, exhaustos de la noche que acabébamos de pasar.
Al día siguiente, nos duchamos juntos, volvimos a follar y bajamos a desayunar como si nada hubiera pasado.
Antes de volver a Madrid, hablamos que esto había pasado una vez y no se iba a repetir. Él está casado, y yo no quería enamorarme de él. Después de este viaje, ir a la oficina sabiendo que él me desesaba, todavía me ponía más.
Ahora han pasado 5 años, y lejos de no volver a repetir, hemos follado más que nunca. Por trabajo, viajamos mucho, hay viajes que solo vamos los dos a visitar el cliente, y era ineviable estar solos en un hotel y no follarnos... Ahora, que por la pandemia no viajamos, viene a mi casa siempre que puede. Me sigue poniendo mil follarme a mi jefe y vernos en la oficina sin que nadie más sepa qué está pasando.