Follándome a mi cuñadita-1

Descubro la doble vida de mi cuñadita y me empiezo a aprovechar de ella

La relación con la hermana menor de mi ex siempre fue bastante abrupta. Era el típico grano en el culo, metomentodo, tocapelotas por excelencia, experta en tirar la piedra y esconder la mano. Sin embargo, mi cuñadita tenía una cualidad apreciable y es que estaba buena no, lo siguiente. La muy cabrona era consciente de ello y sabía sacar provecho del cuerpazo que tenía, aunque algunas veces se pasaba de calientapollas. Era visitadora médica y la tía obtenía tal cantidad de pedidos que en menos de dos años consiguió ser la responsable de ventas del laboratorio para el que trabajaba en varias ciudades importantes de España. Estaba convencido de que se tiraba a quien fuera para conseguir sus objetivos, pero una vez que se lo comenté a mi ex cogió tal rebote que estuvimos sin hablarnos más de dos semanas. Como podéis suponer por mi cabeza siempre rondaba el sueño de poder follármela y solo de imaginarlo me empalmaba a lo bestia. Y sí, más de una vez me follé a mi ex pensando que me tiraba a su hermanita, lo confieso.

Una vez puestos en contexto os cuento la historia. Puede parecer un tópico, pero todo se desencadenó por pura casualidad. Un jueves de agosto, al llegar al trabajo, mi jefe, tras comunicarme que la jefa de marketing se había puesto enferma, me preguntó si estaba dispuesto a sustituirla al día siguiente recibiendo un curso de gestión de ventas que ya había pagado la empresa en una ciudad próxima.

  • Es una buena oportunidad para ti, no la desaproveches, me dijo pasándome un pendrive con toda la información. Tienes reservada una habitación en el hotel Plaza, y pide factura de todo lo que gastes para luego reintegrártelo.

El curso, un auténtico tostón, terminó bien entrada la tarde. Tras tomar unas copas con algunos compañeros, llegué al hotel sobre las diez de la noche, me duché y me dirigí al restaurante para darme un buen homenaje a costa de la empresa…….pero antes de entrar vi a mi cuñadita cenando muy acaramelada con un tipo que podría ser su padre, más cerca de los setenta que de los sesenta. Me coloqué discretamente para hacer fotos con el móvil sin ser visto por ellos y pude sacar algunas que la comprometían hasta las trancas. El tío era un puto baboso y no se cortaba en absoluto, tocándole sin disimulo los muslos, alguna vez rozaba sus tetas e incluso no tenía reparo en levantarse y morrearla con lujuria delante de todo el mundo. Me quedé flipado viendo como mi cuñadita le seguía el juego, e incluso lo provocaba mordiéndose el labio inferior, o posando su mano en la pierna del tío, muy cerca de la polla. Seguí haciendo fotos hasta que el viejo pagó y se levantaron para dirigirse, según pude comprobar in situ, a una habitación del hotel. Los seguí con bastante discreción para evitar ser descubierto y pude sacar otra tanda de fotos con el tío sobándole el culo sin ningún reparo por los pasillos del hotel hasta llegar a su nidito de amor. La palmada que le dio en las nalgas antes de entrar debió resonar en toda la planta y sirvió de colofón al álbum que acababa de hacer.

Me fui directamente a la habitación para ordenar las fotos que había sacado y pensar qué iba a hacer con ellas. Pedí una buena cena al servicio de habitaciones y estuve hasta bien entrada la madrugada repasándolas y maquinando cómo iba a chantajear a mi preciosa cuñadita. Me quedé dormido con una sonrisa de oreja a oreja imaginando cómo me la follaba a lo bestia y la hacía pagar por tanto comentario inoportuno y tanto aire de superioridad. Tuve cuidado al salir del hotel la mañana siguiente y antes de mediodía ya estaba en casa disfrutando de la indiferencia de mi ex.

Por la tarde le mandé a mi cuñada un WhatsApp con varias fotos bastantes comprometedoras, un mensaje citándola a la mañana siguiente en una cafetería céntrica y una advertencia “no me llames a mí ni a tu hermana, y no faltes”. Estuve toda la noche nervioso, pensando qué iba a decirle y sopesando todas las posibilidades que se me planteaban. Intenté follarme a mi ex, pero lo único que conseguí fue una discusión de cojones y dormir en otra habitación tras hablar por primera vez de divorcio. Tras hacerme una buena paja a la salud de mi cuñadita me dormí imaginando cómo la ponía a cuatro patas y la empotraba con todas mis fuerzas. Me desperté temprano, me duché y, con la excusa de salir a comprar el periódico y dar una vuelta, me dirigí a mi cita, llegando con diez minutos de antelación. Pedí un café solo y me senté al fondo del local, en una mesa algo apartada.

  • ¿Qué coño te crees que estás haciendo, imbécil? ¿De dónde carajo has sacado las fotos?, me dijo con una cara de cabreo impresionante en cuanto me vio.

  • Sssshhhh, te van a oír, preciosa, baja la voz y siéntate, le dije con mi mejor sonrisa y manteniéndole la mirada. A ver, por partes. Las fotos las hice la noche del viernes. Por cierto, un poco mayor para ti, ¿quién es?......

  • Eres un puto gilipollas, no te importa con quien……

  • Si vuelves a insultarme tu maridito y tus padres van a recibir un regalito para que os divirtáis en familia, así que déjame terminar, ¿vale?, le dije en tono autoritario. A mí me da igual a quien te folles. Ya me imaginaba que subir tan rápido en tu ámbito profesional tenía que estar ligado a esto y ahora que tengo la prueba lo voy a aprovechar.

  • No entiendo dónde quieres llegar, ¿qué pretendes con todo esto? yo…..

  • Tú vas a ser mi putita hasta que me harte de ti. Por calientapollas, por tocarme tanto tiempo las pelotas y porque te tengo ganas desde el primer día que te vi. Y antes de que digas nada, me importa un carajo que se lo cuentes a tu hermana. Lo nuestro lleva roto desde hace mucho tiempo y ya anoche hablamos de divorcio. Tienes hasta las cinco de la tarde para decidir. Quiero solo un sí o un no en mi móvil, ¿te ha quedado claro?

Me fui dejándola con la palabra en la boca y tal cara de humillación que salí de la cafetería riéndome y con una erección imponente. Llegué a casa, tuve una breve conversación con mi ex en la que dejamos claro que la única salida era el divorcio, recogí algo de ropa y efectos personales y me instalé en el apartamento de un amigo que normalmente alquilaba a estudiantes. A las cinco menos diez me envió un escueto “SÍ” en un mensaje de texto, al que respondí ordenándole que mirara su e-mail para que leyera el correo que le iba a mandar “Igual que tú no has tenido escrúpulos en follarte a quien haya sido para trepar en tu puesto de trabajo, yo tampoco los voy a tener cuando te folle cómo, cuándo y dónde me venga en gana. Espero que te quede claro que vas a ser mi putita hasta que me canse de follarte y de humillarte. No quiero llantos, ni súplicas ni nada parecido. De ti sólo espero que obedezcas sin rechistar. Mañana a las diez de la mañana recibirás otro correo con instrucciones”. Esa noche me tuve que pajear dos veces para poder dormir y cuando lo hice ya tenía planeado cómo iba a empezar a follármela.

A las diez en punto le estaba enviando desde el trabajo el correo con las instrucciones que debía cumplir “Te espero esta tarde a las ocho en la dirección que te mandaré al móvil más tarde. No quiero ningún tipo de numeritos, ya sabes lo que hay”. Estuve bastante nervioso en el trabajo, descentrado y con una erección de caballo sólo de pensar en cómo me la iba a follar. Cuando salí de trabajar hice una buena compra en el supermercado y me dirigí a mi nuevo hogar para prepararlo todo. Tras una siesta reparadora de tres horas me duché, puse algo de música, me serví una copa y me tumbé en el sofá del salón esperando que llegara mi cuñadita. A las ocho menos cinco sonó el timbre.

  • Mira, esto no puede ser, no voy a dejar que me toques un pelo. ¿Cuánto quieres para olvidarte del tema?, me dijo sin mirarme a la cara y sacando una chequera del bolso.

  • Buenas tardes, putita. Creo que te dejé bastante claro lo que hay. La puerta está abierta por si te quieres marchar, le dije dirigiéndome a la entrada del apartamento. Yo no quiero tu dinero, quiero follarte, someterte, humillarte. De ti depende la forma en que lo haga y cuánta gente se entere de ello. Así que decide. Tienes treinta segundos para elegir…..

  • Yo, yo, yooooo…….eres un cerdo, joder no me hagas esto, me dijo llorando arrodillada aceptando la derrota. No puedes difundir esas fotos, él……..

  • Me importa un carajo quién sea el tío, si te has follado a más cómo el o si en un futuro lo sigues haciendo. Y ya no quiero perder más tiempo, ¿te quedas o te vas?, le grité de un modo autoritario.

Por un momento creí que se iba porque se acercó a la puerta, justo donde yo estaba. Pero lo que hizo fue mirarme con cara de odio y dar un portazo mientras sollozaba que podía hacer con ella lo que quisiera. Me senté en el sofá, me serví otra copa y le dije que se pusiera en el centro del salón y diera un par de vueltas sobre sí misma para poder observarla con detenimiento. Llevaba un vestido estampado de tirantes, el pelo recogido en un moño y unas cuñas con poca plataforma. Cuando lo hizo le ordené que se desnudara. Agachó la cabeza, empezó a gimotear con más fuerza y soltó los tirantes del vestido quedando ante mí en ropa interior, un sujetador negro de encaje y un minúsculo tanguita a juego. La había visto muchas veces en biquini, pero esto lo sobrepasaba con creces, hasta el punto de que ya me empezaba a doler la polla de la presión que ejercía sobre el bóxer y el pantalón, pugnando por salir de su prisión. Con un gesto le indiqué que se desabrochara el sujetador y, tras una leve queja que interrumpí señalando con la mirada la puerta del apartamento, aparecieron ante mí las tetas de mi cuñadita, perfectas, de tamaño considerable, firmes, discutiendo la ley de la gravedad y con dos pezones pequeños y rosados como dos pitones desafiantes. Los rayos UVA hacían que no hubiera variación en el color de la piel, toda uniformemente tostada, sin llegar a un grado excesivo de moreno claramente artificial. Me levanté y me quedé en bolas delante de ella, con la polla tiesa completamente y soltando líquido pre-seminal. La miró con algo de asombro y le ordené que se acercara a mí. La cogí fuertemente del moño, pegué su cara a la mía y le adelanté lo que venía.

  • Muy bien putita, ahora vas a pagar por todas tus impertinencias, tu aire de superioridad y lo calientapollas que has sido tanto tiempo.

Empecé a devorarle la boca con lascivia y lujuria, pasando la lengua por toda su cara de forma sucia, para que se sintiera usada por mí. Con la otra mano me dediqué a magrear ambas tetas alternativamente, hasta que sin previo aviso empecé a retorcer el pezón derecho, provocándole un grito de dolor que callé con el dedo índice en sus labios “ssshhh, te dije que voy a usarte y a humillarte, así que no te quejes”. Manteniéndola sujeta por el moño cambié las tetas por sus muslos ascendiendo hasta llegar al tanguita que arranqué de un tirón. Me separé un poco para verle el coño y me pareció perfecto, de labios finos y marcados, sin un solo pelo y con un pequeño tatuaje en forma de corazón en el lado izquierdo del monte de Venus. Pasé mi mano por la raja, jugando con sus labios, y la noté bastante caliente y algo húmeda. Empecé a frotar poco a poco, recorriendo el coño en toda su extensión hasta llegar al clítoris, que apareció como un garbanzo enorme coronando su cueva. Notando que la humedad de mi cuñadita iba aumentando metí dos dedos en su raja, en forma de gancho, buscando su punto G y follándomela cada vez a más ritmo con ellos. Tras un par de minutos así hizo algo que me dejó alucinado. Empezó a jadear cada vez más fuerte, puso su mano derecha sobre el clítoris y empezó a pajearse mientras yo me la follaba con los dedos. A los pocos segundos empezó a gritar que se corría mientras le temblaban las piernas y se agarraba a mí para no caerse.

  • ¡YYYYYY…….YYYYAAAAAAAAAAA!!!!!!! ¡ME CORROOOOOOOOOOOO!!!!¡SÍÍÍÍÍ, JODER QUÉ GUSTOOOOOOOOOO!!!!!!

Me quedé sorprendido con la diferencia entre ella y su hermana. Los orgasmos de mi ex eran muy suaves, casi ni se notaban, y mi cuñadita se había corrido de un modo bestial, temblando y dejándome la mano empapada de un líquido blanquecino y espeso que goteaba hasta el suelo formando un pequeño charco.

  • Bueno, parece que te gusta que te den caña. Ahora vamos a ver qué sabes hacer, le dije sentándome en el sofá. ¡De rodillas!, le grité, apuntando con el dedo delante de mí. Obedeció sin rechistar y mi polla, completamente tiesa, quedó a escasos centímetros de su cara. La volvió a mirar con cara de asombro y agarró la base con la mano derecha, pajeándome lentamente y calibrando lo que iba a tragarse. La descapulló con cuidado, soltó un “uff, vaya tranca” y empezó a dar lametones de abajo arriba, lubricándola bien y recorriéndola por completo con su lengüita. A los pocos segundos se metió todo el capullo en la boca, tragándose la mitad de mi estaca  y empezó a alternar subidas y bajadas hasta media polla con tener el glande en la boca y chuparlo golosamente mientras me pajeaba muy despacio. Dejé que jugara un rato de esa forma y cuando me cansé le puse la mano en la cabeza, apretando para que se la tragara entera. Era una estupenda mamona y se notaba que estaba disfrutando porque con un par de intentos noté cómo relajaba la garganta y la engulló hasta que su nariz topó con mi vello púbico. A ratos se la tragaba hasta el fondo y a ratos se la sacaba para respirar, completamente llena de babas que me resbalaban por las pelotas hasta la raja del culo. En una de las veces que estaba respirando saqué un poco el culo del sofá y le puse los pies en los hombros ordenándole que me comiera también los huevos y el culo. Para mi sorpresa, lo hizo sin protestar e incluso creo que disfrutando del tratamiento que estaba recibiendo. Se metió los huevos en la boca y los chupó como dos caramelos enormes a la vez que aumentaba el ritmo de la paja que me estaba haciendo. Cuando se cansó de mis pelotas me abrió con suavidad las nalgas y metió la lengua en la raja del culo recorriéndola y ensalivándola bien, haciendo paradas en el ojete, estimulándomelo con la punta de su lengua juguetona.

  • ¡Joder, qué rico! Sigue chupando zorrita, le dije poniéndome de pie y metiéndole la tranca hasta el fondo de la garganta.

La tía la engulló con ansia, con ganas de polla, poniendo las manos en mis nalgas y moviendo la cabeza adelante y atrás cada vez a más ritmo. Notaba cómo le llegaba hasta la garganta, taladrándola, y veía cómo sus ojos se llenaban de lágrimas y cómo las babas caían al suelo tras resbalarme por las pelotas y los muslos. Tras unos minutos así noté que me iba a correr y le puse la mano en la nuca para que no pudiera apartarse cuando lo hiciera. Me tensé por completo, noté un escalofrío de placer desde los pies hasta la cabeza y apretándola todo lo que pude contra mí empecé a soltar chorros de leche caliente en la boquita de mi cuñada mientras gritaba como un loco que me corría.

  • ¡SSSSÍÍÍÍ, ME CORROOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!! ¡TRAGA PUTA, TRAGA, TRAGA, TRAGAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Se la saqué de la boca, exhausto y empapado en sudor, y le pedí que me enseñara lo que le había dejado. Lo hizo con maestría, sin que se le cayera nada por la comisura de los labios, y pude observar una corrida copiosa, caliente y espesa, mezclada con las babas que le resbalaban por la barbilla. Sin decirle nada cerró la boca y se la tragó de una vez, abriéndola de nuevo para que pudiera verla limpia y vacía de mi descarga.

  • Buena chica, le dije acariciándole la mejilla. Llama al cornudo de tu maridito y dile que hoy no irás a dormir. Tenemos mucho que hacer esta noche.

  • Sí, señor, me respondió agachando la cabeza.