Follándome a Laurita

Laurita es la hija de mi mujer y a partir de aquella tarde se convirtió en algo más que una hija para mi.

Mi hijastra a sus dieciséis años era una belleza. Desde hacía ya unos meses no podía dejar de pensar en ella. Me excitaba el hecho de poseerla, de tenerla en mis manos y sacarle los mismos gritos de placer con los que me deleitaba su madre.

Aquella tarde Marina salió, me dejo a solas con su pequeña Laurita, como ella le decía. Y supe que no podía dejar desaprovechar esa oportunidad. Encendí la televisión y me senté en el sofá a la espera de una buena oportunidad. La veía ir de un lado a otro, limpiando la cocina, colocando su habitación… Por aquel entonces mi pene ya estaba de lo más excitado sólo pensando en el momento de poder hacerla mía.

Puse una peli porno en el vídeo, una de esas que tanto gustaban a Marina y cuando en la televisión aparecía la imagen de una pareja jodiendo la llamé.

Vino rápidamente, con una sonrisa en los labios.

-Dime papá, quieres algo.

-Siéntame a mi lado- le dije- me apetece conversar contigo.

Laurita se sentó y cuando miró a la pantalla su cara cambió por completo. No dejó de observar aquellas escenas del vídeo y tragaba saliva.

-Te gusta lo que ves nenita-le pregunté acariciándole un mechón del cabello.

Yo… balbuceo…yo. Es normal, le dije. No me digas que tu nunca has visto a dos personas follando. Y recalqué esta última palabra.

No, me dijo e intentó levantarse. La sujeté fuerte por la muñeca y la hice arrodillarse delante de mi. Dirigí su cabecita hacia el televisor y le dije que observase bien lo que veía. Deslicé una mano por su pecho y agarré una de sus tetas. La acaricié lentamente. La muy jodida no decía nada.

-Ves como chilla de placer-le dije al oído- ves como le gusta que la follen.

Ella no decía nada, solo intentaba resistirse. No pude aguantar más. Hice que se girase y que apoyase su cabeza justo a la altura de mi pene. Quiero que me la chupes le dije. Ella se escandalizó e intentó levantarse, pero en un rápido movimiento la atraje de nuevo hacía mi. Ya verás como te gusta, te va a encantar comerte la pollita de tu papaito.

Me bajé los pantalones y acerqué su boca a mi pene. Laurita comenzó a lamerlo y poco a poco empezaba a metérselo en la boca. La muy puta me estaba dando más placer que su madre.

-Dios, sigue así nenita…eso es, trágatelo todo, todo. Así … así…um que placer. Cómele el pene a tu papaíto si mi niña, si….que bien lo haces.

Apreté uno de sus senos y ella chupó con más intensidad, parece que empezaba a gustarle aquello. Le quité como pude la blusa y la deje con las tetas al aire. Eran más grandes que las de Marina y mucho más apetitosas. La muy jodida me estaba haciendo una mamada de campeonato. No creía que podría aguantar mucho más, pero no podía dejar todo aquello en una simple corrida, tenía que follármela.

Hice que se sentase en el sofa y le subí la falda. Le quité las bragas y las arrojé al suelo.

-Ahora quiero que te abras de piernas para recibir un regalito.

-No, dijo ella, por favor… yo… soy virgen no… ya está bien. Si mamá llega

-Si mamá llega va a ver como me follo a su hijita del alma y como chilla de placer

-No…por favor te lo pido no

Le tapé la boca con la mano y de un empujón me hice hueco dentro de su apretado coño. Eso es, le dije, ábrete bien para que te folle, te gusta putita, te gusta. Empecé a envestirla y a follármela como un loco. Mi pene estaba a punto de estallar del placer que me estaba dando.

-ahhhhhhhhh, puta….que caliente lo tienes. Zorra, dime que no quieres más, dime ahora que pare. Dímelo.

Laurita se retorció de placer y empezó a gemir. Se abrazaba a mi y me clavaba las uñas en la espalda.

-Te gusta sentir la verga del cabrón de tu papaíto bien adentro. Eh puta, te gusta.

-Si, dijo ella al fin, si… me gusta. Quiero que me la claves bien adentro, más fuerte.

-Eso es puta, disfruta. Eres más puta que tu madre, follas mejor que ella.

-Sí, soy una puta, soy tu puta…aahhhhhhhhhhh, dios………….ahhhhhhhhh.

Se corrió y pude sentir como su coño envolvía de flujos mi pene. No pude aguantar más y desgargue todo en su interior.

-Toma nenita, toma la leche que papa te da. Eso es….ohhhhhh, que bueno….que bueno…..

Me quedé unos segundos encima de ella, sin moverme y pude contemplar la cara de mi niña. Tenía las pupilas muy dilatadas y no paraba de humederse los labios.

-Eres toda una puta.

Laurita sonrió y me dijo al oido.

-Soy tu puta.