Follando en vacaciones con mi maestro. (parte 2)

Al ser usada por su maestro la primera noche de vacaciones, Barbara decide vengarse de su maestro seduciéndolo para que al final la termine follando como debe ser.

Por la mañana unos golpes en la puerta me despertaron –Servicio a la habitación –gritaba una mujer desde afuera. –Hoy no, aún seguimos dormidos –le respondí. Mientras la mujer de limpieza seguía su camino, la luz diurna alcanzaba a entrar por los pliegues de la cortina iluminando un poco la habitación. Me dolía la cabeza signo de que había dormido bastante. Tomé mi celular de la mesa de dormir que estaba a un lado y mire la hora. Eran alrededor de las 10 am, seguí revisando mi celular e inmediatamente comenzaron a llegar notificaciones  y mensajes. Uno de ellos de Ernesto.

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Después de terminar de leer el mensaje caí en cuenta que estaba sola en la cama, de pronto volvieron a mi mente los recuerdos de lo sucedido anoche con Ernesto e inmediatamente me invadió un calor en todo mi cuerpo. –Me pregunto si realmente recordará o sabrá todo lo que me hizo anoche –me dije a mi misma.

Al salir de la cama lo primero que hice fue revisar mi maleta, la coloque encima de la cama y la abrí. Inmediatamente pude ver el presente de mi maestro, un bikini de dos piezas de color negro y debajo de este una nota que decía << Espero que sea de tu agrado>>.

Inmediatamente comencé a desnudarme, tomé el bikini y me lo puse. Mientras caminaba al espejo me iba acomodando el brasier, viéndome en el espejo vi que me quedaba de maravilla, mis piernas tonificadas por el ejercicio resaltaban mi figura y el brasier de apena y tapaba toda la circunferencia de mis pechos. Inmediatamente comencé a sacarme fotos y las que más me gustaron las publique en mi red social.

Antes de salir tome una ducha rápida para limpiar los restos de excitación que habían quedado en mi cuerpo, me puse el bikini y encima de este me puse una blusa Holgada semitransparente que dejaba ver un poco mi brasier del bikini, un short de mezclilla, tenis blancos y mis gafas de sol.

Al salir del cuarto me dirigí a buscar a mi maestro en la alberca, debo decir que estaba un poco nerviosa por lo que había pasado anoche y el no saber si sabía todo lo que me había hecho me ponía mal.

Cuando llegué había muy poca gente, en su mayoría eran meseros que iban y venían con bebidas. Al fondo pude localizar a mi maestro acostado en una pequeña estancia con un colchón y cojines. Al llegar, lo salude y me quite los zapatos para ponerme a su lado. –veo que te tomó más tiempo despertar Bárbara –me dijo con una sonrisa en su boca. –La verdad si, maestro, el día de ayer fue agotador. –Le contesté haciéndome la inocente. –¿Viste mi regalo? ¿Te ha gustado? –Claro es muy bonito –y abriendo un poco mi blusa le deje ver un poco mis pechos cubiertos por el top negro. –Ya veo, te ves hermosa esta mañana. Tu no lo sabes pero uno de mis pasatiempos es la fotografía, y aprovechando que te vez radiante hoy me gustaría pedirte que fuera mis modelo para unas fotografías. ¿Te gustaría? –a lo que le respondí que sí.

Inmediatamente saco su cámara y poniéndose de pie me pidió que así recostada en la cama posara para él. No lo hice esperar y conforme tomaba una pose el me lanzaba su disparo.

Debo admitir que me excitaba sentirme deseada por mi maestro y sin que él me lo pidiera me empecé a quitar la ropa para mostrarle como me quedaba el bikini. Cuando quede completamente semidesnuda pude notar como los meseros al otro lado de la alberca me veían y como uno le hacía señas a sus demás compañero para que vinieran a verme por otro lado mi maestro seguía tomándome fotos de todos los ángulos posibles. Lentamente fui caminando hacia el bode de la alberca y recostándome pose para que me tomara más fotos y que el hermoso paisaje detrás de mí resaltara mi figura.

Después de la sesión fuimos a comer para después ir de paseo por el lago de la ciudad. Recorrimos varios senderos para llegar a la cima de un acantilado del cual se podía ver todo el lago y el rio que lo conectaba. Al igual que en la alberca Ernesto saco su cámara y me pidió que posara para él, sin embargo, después de unas cuantas fotografías me pidió que descubriera un poco mi hombro esto para dejar ver un poco mis pechos.

Después bajamos el acantilado para llegar a un pequeño muelle donde nos esperaba un bote. Al subirlo continuamos el recorrido y seguimos disfrutando de la naturaleza. Mientras el bote seguía su recorrido yo me dispuse a seguir observando el paisaje pero Ernesto seguía empecinado conmigo y de vez en cuando escuchaba el sonido de su cámara.

Al llegar a una de las cascadas del lugar voltee a ver a mi maestro y al quererlo invitar a bajar del boto pude notar que estaba sumergido viendo las fotos en su cámara, se le notaba un poco nervioso y miraba como se remojaba los labios constantemente por lo que inmediatamente supe que le gustaba verme.

Así que aprovechándome del momento me saque el pantalón y la blusa y quedando únicamente en el bikini que me regalo baje del bote y me dirigí hacia la cascada.

El suelo al ser de piedra estaba frio y resbaloso por lo que tenía cuidado de donde pisaba, la brisa del agua al caer y chocar con la piedra levantaba una pequeña bruma que poco a poco iba remojando mi cuerpo. Cuando llegue al punto donde el agua caía me metí sin pensarla dos veces, el agua estaba fría pero deliciosa al voltear al bote pude ver como Ernesto y el barquero me observan atónitos, al saber del deseo que producía en mi maestro levante un poco mi pierna para resaltar mi culito, lleve mis manos a la cabeza y volteándolo a ver le regale una mirada sexy. Al ver que empezaba a tomar fotografías me voltee y en un rato más regrese hasta el bote para seguir con el recorrido. El resto de la tarde la seguimos pasando bien, esta vez ya no sacó su cámara para nada y platicamos de muchas cosas, sin embargo, podía notar como de repente se me acercaba un poco o de vez en cuando su mano buscaba la mía mientras caminábamos cosa que no me molestaba pero sabía que lo tenía hechizado.

Era ya de noche cuando volvimos al hotel, aun traía el bikini de esta mañana pero con los paseos del día se me seco solo, sin embargo, me sentía incomoda por el agua de la cascada así que mientras mi maestro se dirigía al bar a beber algo yo subí hasta nuestra habitación para tomar una ducha.

Al entrar a la habitación todo estaba ordenado y limpio, incluso las sabanas. De camino al baño fui dejando mi ropa tirada en el piso e inmediatamente abrí el agua caliente de la regadera y me dispuse a tomar un buen baño. Mientras limpiaba mi cuerpo no podía dejar de pensar en lo que Ernesto había hecho en mí mientras dormía y a su vez en la cara que puso cuando me vio debajo de la cascada.

Poco a poco fui llevando mis dedos a mi conchita pero en el instante en que toque mi clítoris paré –No puedo hacerlo, no ahora –me dije a mi misma. Por lo pronto llene de nuevo la tina con agua caliente y me relaje un rato.

Cuando salí de la ducha me envolví en mi toalla, sequé mi cabello y me puse una mascarilla para el rostro, mientras esperaba a que hiciera efecto me puse a escuchar música y a revisar mis redes sociales. Al cabo de media hora enjuagué mi rostro y me disponía a cambiarme, sin embargo, al salir por mi ropa me encentré con mi maestro parado en la puerta viéndome envuelta en mi toalla.

–Maestro, lo siento que pena –le grite mientras me regresaba al baño –No lo escuché entrar.

–No… no te preocupes Bárbara, debí avisar –Su voz se escuchaba algo lenta y parecía que estaba ebrio. De pronto escuché un golpe fuerte y sin pensarla salí de mi escondite.

Cuando mire a donde había estado mi maestro este ya no se encontraba ahí pero pude ver como sus pies sobresalían por un lado de la barra de la cocina, estaba en el piso, por lo que inmediatamente corrí para ayudarlo.

Al llegar hasta donde estaba me agache para ver como estaba, afortunadamente estaba consiente pero se había golpeado la cabeza y estaba sangrando. Como pude lo levanté y con un poco de ayuda de él lo senté en el borde de la cama.

–lo siento Bárbara, tropecé con la barra queriendo alcanzar mi cámara –me decía mientras le limpiaba la herida con un poco de algodón con alcohol.

y para que quería alcanzar la cámara –le pregunte sabiendo lo que me respondería.

Quería tomarte una foto más, así como estas –me decía mientras me miraba a los ojos. –Te vez tan hermosa aun después de ducharte -Decía mientras ponía sus manos en mi cadera.

–Le agradezco que me considere hermosa, pero esta ebrio, debió de recostarse antes de andar… –Sin esperarlo, Ernesto tiro de mi toalla dejándome completamente desnuda frente a él.

–¡ma…estro! ¿qué hace? –dando un paso hacia atrás tapé mis pechos y mi conchita con mis manos. Sin embargo, Ernesto reaccionó rápido y poniendo su mano en mi parte baja de la espalda me empujó hacia él.

–Cielos, eres una diosa Barbarita, que sexy te miras tapándote –Tomándome de mis muñecas trató de evitar que siguiera cubriéndome pero al no poder se incorporó de la cama y con un movimiento rápido me tiró sobre ella. Inmediatamente trate de patearlo pero Ernesto fue más hábil y esquivo mis dos intentos de golpearlo, rápidamente inmovilizo mi piernas tomándome de los tobillos y usando su fuerza me abrió completamente de piernas dejando expuesto mi coño ante él, sin poder hacer nada, Ernesto comenzó a devorarlo sin tregua alguna.

Su lengua comenzó a recorrer y humedecer cada parte de mi conchita por lo que inmediatamente comencé a sentir los espasmos en mi espalda. Conforme Ernesto colonizaba cada parte de mi coño con su lengua poco a poco iba perdiendo fuerzas en mis piernas por lo que deje de intentar de golpearlo.

Su lengua entraba y salía de mi interior y podía sentir como trataba de encontrar mi clítoris al hacer presión con la punta de su lengua en cada parte de mi panocha.

Mi excitación no se hizo esperar y a los pocos minutos de haber comenzado a devorar mi coño este ya estaba húmedo y yo bastante excitada.

Podía escuchar la respiración agitada de mi maestro al tratar de tomar un poco de aire mientras disfrutaba de mi intimidad, dejando de poner resistencia lo ayude un poco levantando un poco mi pelvis para que pudiera disfrutar más, sus manos dejaron de sujetar mis tobillos para pasar a acariciar mi vientre y mis nalgas.

–ahh… ahh… umm…umm… –pronto comencé a gemir ante el placer que la lengua de Ernesto generaba en mí.

Por mi parte comencé a jugar con mis pechos y tocar mis pezones con mi mano mientras que con la otra presionaba la cabeza de mi maestro sobre mi conchita para sentir mucho más placer.

Inmediatamente Ernesto comenzó a rosar mi clítoris con su lengua haciendo que unos ligeros espasmos le indicaran la zona que debía estimular. Una vez que la ubicó, sin dar tregua, comenzó a estimular el pequeño frijol que era mi clítoris, poco a poco fue poniéndose más y más duro y por lo mismo el placer fue más delicioso.

¡espera! No tan rápido… ummm… ummm… ¡coño! Ummm… -podía sentir como mis juguitos comenzaban a emanar de mi coño y estos bajaban y humedecían la entrada de mi culito. Estaba a punto de alcanzar un orgasmo cuando de pronto tomé la cabeza de Ernesto y la separé de mi coño.

–¡espere maestro! Aun no quiero terminar. –Abierta de piernas quede recostada sobre la cama, con la respiración agitada y tratando de aguantar un orgasmo que estaba a punto de salir.

Cuando ya estuve más tranquila lleve mis dedos hasta mi coñito y sentí la calidez de mis fluidos aun saliendo de mi interior. Ernesto por otro lado me miraba fijamente, su mirada reflejaba su lujuria y las ganas de seguir disfrutando de mí. Cuando nuestras miradas se cruzaron no pude más que regresarle una sonrisa atrevida como la que le di cuando estaba debajo de la cascada. Sabía que este momento pasaría y estaba lista para ser tomada por mi maestro.

–Maestro, ¿Qué le pareció mi conchita?

–Esta deliciosa… así como tu Barbarita. –Inmediatamente comenzó a sacarse la ropa hasta quedar únicamente en la playera. Físicamente mi maestro no era muy atractivo, era alto eso sí, llegando a medir los 185 cm, comparado con mis 160 cm, para mí era bastante alto.

Sus piernas así como su abdomen estaban cubiertos por una ligera mata gruesa de vellos de color negro, sus brazos son fuertes y se marcaban cuando hacia fuerza para tenerme abierta de piernas, pero mi impresión fue más al ver el tamaño de su verga. Era un pene circuncidado de más o menos 15 cm de largo y algo grueso dejando ver una cabeza húmeda rosada y su más evidente excitación por tenerme a su merced.

–Eres increíble Bárbara… nunca pensé que fuera a conocerte de esta manera. Y pensar que creí que eras una santa. Nunca creí que tuvieras un cuerpecito tan hermoso y rico. –me decía mientras se agarraba la verga y se masturbaba para tenerla erecta.

–Hay ciertas cosas que no sabe de mí maestro .

–Eso lo entiendo amor, pero ¡por Dios! Tienes un cuerpecito increíble, tus piernas se ven tan deliciosas, tus pechos… mmm… ¡son perfectos! Me encanta la coloración rosada de tus pezones amor. Y ni que decir de tu carita, es una carita inocente que cuando te pones caliente produce mucho morbo.

Debo decir que me sentí alagada después de escucharlo decir eso de mí. Al verlo parado frente a mí y con su verga excitada rápidamente baje de la cama y tomando una de las almohadas me dirigí hacia él, tiré la almohada a sus pies y me puse de rodillas frente él.

Su verga quedaba al mismo nivel de mi cara, con mi mano la tome desde su base y comencé a masturbarlo lentamente. Su piel se sentía caliente y áspera por las venas que se saltaban por lo erecta que estaba. Mirándolo hacia arriba le regale una sonrisa y de un solo bocado comencé a devorar su pedazo.

Comencé mamando la verga de mi maestro lentamente, mientras lo hacia lo miraba fijamente a los ojos, su verga salía y entraba lentamente de mi boca y cada vez que lo hacía pequeñas gotas de saliva salpicaban la almohada sobre la que me encontraba de rodillas. Rápidamente Ernesto cerró sus ojos y comenzó a gemir de placer, por mi parte al saber lo que le estaba provocando a mi maestro de vez en cuando introducía todo su pene en mi boca hasta sentir su punta en mi garganta. Eso le agradaba y mientras él jugaba con mi cabello yo seguía mamando su fierro caliente.

Mientras más rápido se la mamaba a Ernesto más fuertes y profundos eran sus gemidos, sin embargo, al sentirse demasiado excitado por el ritmo en que lo estaba llevando, decidió tomar cartas en el asunto.

Con su mano derecha tomo mi cabello y poniendo un poco de fuerza rompió el ritmo que tenía sobre su verga para el llevar su propio ritmo por lo que me puso a mamar verga más rápido, su fierro entraba y salía de mi boca cubierto por la saliva que empezaba a producir y de vez en cuando este me ensartaba al fondo su pene dejándolo un momento en mi garganta.

Obviamente al atragantarme y no poder respirar trataba de sacármela lo más pronto posible pero Ernesto me tenía con tal fuerza que me era imposible liberarme de su tortura. Cuando por fin me sacaba su verga esta brillaba por la saliva que sacaba de mí y pequeños hilos de saliva quedaban uniendo mis labios con la punta de su verga.

–Quien lo diría que con esa carita de princesa eres una excelente mamadora pequeña Bárbara. –Me decía.

–Se ve que tienes practica mamando o ¿es natural en ti preciosa? –Yo solo sonreí ante lo que decía, pero la verdad mi experiencia mamando verga es muy poca, supongo que fue de herencia.

Ernesto tomo su verga con su otra mano y dándome unos golpes con ella en la cara me apremio para que siguiera chupándola.

Al poco rato de seguir con mis mamadas Ernesto decidió que era tiempo de dar el segundo paso. Así que tirándome del pelo me hizo incorporarme seguidamente comenzó a tocar todo mi cuerpo con sus manos y sin esperarlo me dio un beso largo en mi boca. Pude sentir el sabor a alcohol de su boca cuando su lengua entraba en la mía buscando rosar mi lengua. El sabor era horrible y me sentí mareada por un instante, por lo cual caí recostada sobre la cama y no supe si Ernesto me empujo o yo tropecé por el mareo.

Al estar completamente desnuda, mi maestro me tomó nuevamente de las piernas solamente que esta vez no me opuse y hasta yo misma las abrí para él. Tomando su verga erecta y circuncidada la coloco en la entrada de mi conchita para lentamente empujarla dentro de mí.

El placer que sentí fue inmediato y al estar húmeda aun su verga se deslizó sin tener ningún obstáculo rosando las paredes de mi vagina –“Donde me la meta toda me va a partir” –pensé. Al sentir que su pelvis chocaba con la mía me di cuenta que me la había metido toda –No puedo creer que mi concha aguante tanto –me dije sorprendida. Aunque no era ninguna novedad, después de haber sido follada por vergas del mismo tamaño o más gordas mi vagina se ha adaptado para aguantar semejantes falos.

–Ahaahh… aahh… mmmm… -lentamente Ernesto comenzó a follarme y mis gemidos no se hicieron esperar, sentía delicioso al sentir como mi maestro me follaba en la cama donde habíamos dormido hace una noche.

Por su parte él me tenía bien agarrada de mi cintura para que con cada embestida su verga entrara hasta el fondo de mí provocándome unos espasmos que recorrían toda mi espalda.

De pronto al verme disfrutando el momento puso su mano en uno de mis pechos y aparentándolo con fuerza comenzó a embestirme más rápido –Aahh… ummm… -el placer que sentí fue delicioso y con mis manos libres trate de agarrarme de algo mientras mi cuerpo se retorcía por el placer fugas que Ernesto generaba en mí.

Inmediatamente Ernesto soltó mi pecho para ver cómo estos se movían con el vaivén de sus embestidas ocasionando que su verga se tensara más y su penetración fuera más firme.

Al escucharme gemir cada vez más fuerte bajó su velocidad para evitar que me llegara el orgasmo y en esa ocasión sus estocadas fueron lentas, sin embargo, sacaba su verga completamente de mí para después metérmela de golpe cosa que me lastimaba y a la vez me daba un placer explosivo.

–Que deliciosa estas Bárbara, te encanta mi verga ¿verdad? Preciosa. –Inmediatamente levantó un poco mi pelvis para comenzar a follarme más rápido. –Aaahh…. Aaaahh… aaahhhh –el ruido de nuestras pelvis al chocar era opacado por los gemidos de placer de ambos, mis piernas al estar completamente abiertas permitían que mi conchita pudiera tragarse completamente la verga de Ernesto y por consiguiente esta se estaba empapando más y más por los juguitos que producía. Mis pechos por otra parte se movían libremente por las embestidas que recibía por lo que con mis manos las apretaba y pellizcaba mis pezones.

-umm… aahh… aaaagg…. Aahaa… u..uumm ahh…De pronto su mano enorme se cerró sobre mi cuello y apretando mi garganta comenzó a penetrarme con más fuerza y velocidad.

Inmediatamente lleve mi mano hasta su mano para tratar de quitármela pero me tenía bien sujeta y entre el placer que generaban sus embestidas profundas poco pude hacer.

Mis gemidos se fueron ahogando lentamente por la falta de aire y cuando ya sentía que me desmayaba mi maestro me liberó y pude tomar una gran bocanada de aire. Inmediatamente sus embestidas fueron más lentas por lo que sonreí al ver cómo me trataba.

–No puedo creer lo deliciosa que estas Barby… -Me decía mientras se reponía de la follada que me estaba dando.

–Pensar que pude haberte tenido muchas veces así y apenas hasta ahora me doy cuenta de tu potencial. –Yo solo lo veía y le sonreía mientras que con mis manos recorría mis pechos para mantener mis pezones erectos.

–Tus gemidos me tienen la verga completamente erecta, tenía mucho tiempo que no gozaba de una erección así… sin tener que recurrir a la pastilla. –Estaba a punto de decirle algo cuando sus estocadas me silenciaron y lo único que salió de mi boca eran gemidos de nuevo.

–Eres toda una putita y lo sabes . –Lentamente sus penetraciones fueron aumentando de velocidad

–Esta mañana te veías bien sexy mi amor…. Ummm que deliciosa te veías con el bikini que te regalé –Al terminar su frase me embistió con fuerza haciendo que del dolor cerrara los ojos para poder aguantarlo.

–Bien que te encanta que te vean… eres una zorra a la que le encanta que la vean ¿verdad? –El dolor rápidamente desapareció y en su lugar un placer delicioso empezó a inundar todo mi cuerpo.

–Y esa foto que te tomé debajo de la cascada… uff… hasta el barquero me pidió que se la pasara . –Eso último que me dijo me excitó más, saber que había logrado mi objetivo me puso más caliente.

Inmediatamente después de decirme eso último comenzó a remeter contra mí. La velocidad con la que me estaba dando me volvió a excitar de golpe, sus estocadas eran profundas y pude ver como su polla era devorada completamente por mí conchita, que además estaba completamente roja por el trato que recibía.

–Aaahhh… Bárbara… que putita eres…. Uufff… uummm… -Bufaba mi maestro mientras me tenía con las piernas abiertas.

De pronto sentí como su verga se ponía más dura y chocaba con mi cervix, lo que ocasionó que varios espasmos subieran por mis piernas y las adormecieran.

–aaaghhh…. Aahhh… ma..es..tro… me esta… lasti.. aahhh . –Puse mi mano sobre su abdomen para tratar de detenerlo, pero estaba decidido a penetrar la entrada de mi cérvix.

-aahh… Barbarita… creo que me voy a corr... –Aun no terminaba su frase cuando pude sentir el semen caliente de mi maestro golpeando la entrada de mi útero y llenando el interior de mi vagina.

Los gemidos de mi maestro resonaron por toda la habitación a la vez que se corría dentro de mí, su verga lentamente se fue poniendo flácida dentro de mí pero en ningún momento me dejaba de sujetar las piernas.

–Que deliciosa corrida me diste pequeña alumna, ¿te gustó complacer a tu maestro verdad? –me decía al mismo tiempo que sacaba su verga.

–Tenía una semana sin correrme, tenía las bolas llenas. –mientras yo aún recostada y reponiéndome de la cogida que me había dado me lleve mis dedos a mi vagina.

Al introducir mis dedos pude sentir lo caliente e inundada que estaba por el semen de mi maestro y como el mismo empezaba a brotar de mi interior para pasar por mi colita y mojar las sabanas de la cama.

Al sacar mis dedos estaban cubiertos completamente de la semilla de Ernesto y mientras él me veía lleve mis dedos hasta mi boca y probé el sabor de su leche tibia.

A pesar de que su sabor era amargo me los tragué para después incorporarme y limpiar los restos de semen que habían quedado en la verga de mi maestro.

Al sentir mis labios y mi lengua recorriendo su ahora flácido miembro, sintió leves espasmos debido a su cabeza había quedado sensible.

–Eres una alumna fantástica Barby, nunca pensé de lo que eras capaz de realizar al tener sexo, bien dicen que las niñas serias son las más calientes . –yo solo le sonreí mientras me dirigía al baño a tomar una segunda ducha.