Follando en vacaciones con mi maestro. (parte 1)
Primera parte de mi experiencia con mi maestro de tesis, vacaciones pagadas, viaje en avión y un maestro maduro llevan a Bárbara a vivir una de las experiencias mas placenteras y morbosas de su vida universitaria.
Lunes 07:00 horas. Sonaba un verso de la canción “ god is a woman ” en mi despertador. Con mucho sueño aun y después de una jornada de trabajo de doce horas en el restaurante el día de ayer, traté de silenciar el despertador sacando mi mano de las sabanas que evitaban que la luz de la mañana me despertará aún más.
Por fin pude apagar el despertador y de mala gana salí de la cama, me mire al espejo que daba al costado de mi cama y el reflejo que me regresaba no era muy alentador, mi pelo largo y teñido estaba enmarañado y apenas y se me veía la mitad de mi rostro, me quedé mirándome fijamente pensando en si realmente valía la pena despertar tan temprano para realizar mis investigaciones de tesis.
A pesar de que soy de las mejores de mi clase y me pude graduar por promedio, tuve la loca idea de presentar mi tesis como cualquier otro universitario, sin embargo, de haber sabido que tendría que realizarla aun estando en vacaciones escolares la habría pensado dos veces.
Desde temprano el calor empezaba sentirse por lo que me puse en marcha y me metí a la bañera. El agua fría fue bien recibida por mi cuerpo ya que me agradaba e inmediatamente mis pezones comenzaron a endurecerse por el agua fría. Después de la ducha y envuelta en mi toalla me dirigí a la cocina a preparar un poco de café y el desayuno que llevaría a la universidad.
Mientras se preparaba todo me fui a cambiar. Para las clases y en este caso para las investigaciones no voy tan arreglada así que solo me metí unos jeans y una blusa, acompañada de ropa interior cómoda, unos zapatos y deje mi pelo suelto. Tome mi desayuno y bajé por las escaleras del edificio donde vivo directo a la universidad.
El trayecto a la universidad fue tranquilo, como queda cerca de donde vivo llego en 15 minutos si me voy en bicicleta, llegue al laboratorio de investigación y por suerte mi maestro de tesis aun no llegaba. Fui prendiendo equipos y limpiando las mesas que desde el viernes pasado había acumulado un poco de polvo. Después de terminar aproveche para desayunar y navegar un poco por mi IG.
Al cabo de una hora llego mi maestro, a pesar de que es un tipo serio y estricto esta vez lo parecía aún más. –Buenos días maestro –lo salude toda linda yo, sin embargo no me prestó atención y se fue directo a su oficina.
Había pasado media hora desde que llego y me estaba desesperando –“ De saber que me tendría aquí esperando habría dormido una hora más ” –pensé –“ pero ya verá” –así que me dirigí hasta su oficina y llamé a la puerta tres veces sin recibir respuesta por lo que decidí entrar.
Ya dentro pude verlo de espalda hablando por teléfono, por su tono de voz parece que estaba discutiendo con alguien – No puedes hacerme esto Karina, ya habíamos hecho planes… “silencio” – La reservación no se puede cancelar y cambiarla sería más caro de lo que gasté… “silencio” – Como que es primero tu trabajo y luego lo nuestro, no… ¡espera! ¡KARINA!
Después de escucharlo me quedé parada en la puerta sin decir nada, me sentía apenada por haber entrado sin permiso y haber presenciado todo eso. Desee que la tierra me tragara y me escupiera en otro lado.
–¡Bárbara! ¿Qué haces ahí parada?
–Hola profesor, venía a hablar con usted para ver qué haríamos hoy de la tesis
–¿Escuchaste todo esto?
–Si una disculpa, no sabía que…
–¡Debiste haber esperado afuera!
–Lo siento, no era mi intención molestarlo.
–Ya da igual. Por hoy no haremos nada, no estoy de humor para trabajar en tu tesis, regresa la próxima semana.
–Pero maestro, ya tenemos el tiempo...
–Por favor Bárbara, no estoy de humor déjame solo. – Y sin más salí de su oficina, tomé mis cosas y me dirigí hacia mi departamento.
Mientras viajaba en mi bicicleta no podía sacarme de la cabeza lo que había pasado en la oficina, el profesor siempre ha sido serio muy querido por todos sus alumnos, a mí siempre me ha ayudado en su materia y ahora lo hace con mi tesis, sin embargo, esta vez después de terminar esa llamada pude verlo triste y molesto por primera vez.
El resto del día lo gaste limpiando mi departamento y preparando postres que veía en un viejo libro de recetas. Por la tarde dormí unas cuantas horas para poder aguantar el turno nocturno en el bar.
Por ser lunes, había poca afluencia de personas consumiendo, parecía que sería una noche tranquila y eso significaba poder salir temprano. Alrededor de la media noche se sentó un hombre de mediana edad en la barra, pidió una botella de tequila y pidió que se la dejaran. No le tome mucha importancia, a esa hora es muy común ver ese tipo de personas en el bar.
Siendo ya media noche, ya quedaban dos personas en una de las mesas y el tipo de la botella de tequila seguía sentado en la barra del bar, apenas y le había bajado de su contenido a la botella, de pronto voltea hacia donde me encuentro y pude ver que se trataba de mi profesor de tesis.
–Maestro, buenas noches. No había notado que era usted .
–Bárbara, ¿eres tú? Vaya, no sabía que trabajabas aquí –me decía mientras me miraba de arriba abajo.
–Nadie de la universidad sabe que trabajo aquí, hasta ahora.
–Ya veo… que pena que me veas en esta situación… me tengo que ir, con permiso. –Al ver que se levantaba lo detuve.
–Maestro, no se ve bien, espéreme cinco minutos en lo que termino mi turno y lo acompaño a su auto.
Mientras caminábamos juntos pude notar que me veía de reojo, el ambiente de los dos era algo tenso y para evitar eso le pregunte si se encontraba mejor a como estaba en la mañana. Se detuvo un momento antes de llegar a su auto y me miró a los ojos.
–Me siento bien, solo que estoy algo triste y molesto. Tenía planes con alguien para viajar de vacaciones este viernes y me canceló por otros planes que tenía ella . –me decía algo molesto aun. –Siento haberte despachado así esta mañana, no era mi intención. –No se preocupe maestro, entiendo . –Sentí un poco de lastima por su situación y por mi mente cruzó la loca idea de pedirle que yo lo podía acompañar.
–Barbará sé que esto te sonará extraño y más viniendo de mí que soy tu maestro pero estaba pensando si ¿te gustaría ser mi acompañante estas vacaciones? –Me le quedé viendo sorprendía, parecía como si me acabara de leer el pensamiento.
- Esto es raro, lo sé, se podría malinterpretar la relación que tenemos de maestro-alumna pero…
–Esta bien acepto ir con usted –Le contesté.
–Muchas gracias Bárbara.
–No se preocupe, por ahora no somos más que dos conocidos.
–Tienes razón, esa relación es en la universidad, aquí afuera es otra cosa. Nunca me equivoque contigo, tienes una capacidad de razonamiento mejor que muchos en tu clase, por eso eres mi mejor alumna.
–Jajaja, está inventándolo ¿verdad? –Reímos los dos y cuando ya estaba despidiéndome me dijo que me subiera a su auto, que él me llevaría a mi casa.
En el camino seguimos platicando de cosas de la universidad y otras cosas sin sentido. Al llegar mi departamento nos despedimos –Bárbara el vuelo sale el viernes de esta semana a la 13 horas, ¿te parece que nos veamos haya? –Me decía ya algo mareado –Claro, ahí nos vemos maestro. –Cerré la puerta de su auto y subí hasta mi departamento.
Los días siguiente los aproveche para pedir mis días de vacaciones en el restaurante y dejar lista mi casa, nos iríamos unos cuantos días, sin embargo, me gusta dejar todo listo para evitar problemas futuros.
Al llegar el día viernes desperté más temprano de lo habitual, estaba emocionada pero a la vez sentía algo de nervosismo. Era la primera vez en muchos años que viajaba de vacaciones y esta vez no lo haría con la familia de mi tía si no con mi maestro.
Después de todas las experiencias que he vivido con hombres de su edad, presentía que algo pasaría entre los dos y ese presentimiento se resumía en que posiblemente tendríamos sexo. No era mi intención tener que proponerlo pero se cómo son los hombres así que mejor irse preparada.
Tomé mi maleta vacía y fui depositando en ella diferentes autitos para cada ocasión, jeans, blusas, shorts y un vestido por si acaso, las prendas íntimas fue un reto, quería llevar prendas que fueran sexys pero que no dieran el mensaje de que tenía pensado tener sexo. Al final opte por dos pares de cacheteros negros y un par de brasier del mismo color. También eché mi bikini rosa por si decidíamos ir a la alberca. El resto de la mañana lo utilicé para terminar algunos pendientes y para las 13 horas ya estaba en el aeropuerto.
Mientras esperaba a que llegara mi maestro fui al baño a maquillarme un poco, por suerte el espejo del retocador era amplio así que aproveche para sacarme unas selfies, para viajar use un outfit clásico de mí, jeans negro acompañados de una blusa a cuadros de color negro, mis botas clásicas de color negro y mi pelo suelto. No era normal en mí arreglarme y tratar de verme bien para alguien, pero esta ocasión si quería dar una buena impresión.
Al volver a la sala de espera pude ver que mi maestro ya se encontraba ahí por lo que me acerque hasta donde se encontraba y lo salude. –Hola maestro, por fin ha llegado. –Le dije mientras le jalaba su camisa por detrás. –Hola, Bárbara … –me miró completamente antes de terminar su saludo. –vaya, que hermosa te vez –decía mientras yo me sentía algo tímida acomodaba un mechón de mi cabello –Gracias maestro. –Vamos no me sigas diciendo maestro, llámame por mi nombre. –Está bien Ernesto.
La declaración de equipaje fue rápida y el vuelo en el avión fue muy amena, mi maestro y yo platicamos poco ya que el viaje llevaría unas horas por lo que aprovechamos para dormir. Eran las 18 horas cuando el avión aterrizó y me despertó al momento de tocar la pista. Como Ernesto ya había hecho reservaciones inmediatamente llegamos al hotel donde nos hospedaríamos.
Mientras bajaban nuestro equipaje Ernesto fue a la recepción por la llave de la habitación, ahí es donde caí en cuenta que no había pensado si me quedaría en el mismo cuarto que él o si rentaría otro para mí. –Bárbara –Me gritó desde el otro lado del lobby haciéndome señas de que lo siguiera.
Ya en el elevador y aprovechado que solo estábamos los dos le pregunte –Ma… digo, Ernesto… ¿Dónde me voy a quedar yo? –Ernesto me miró con cara de incrédulo –Conmigo Bárbara, recuerda que ya tenía reservada la habitación . –era de esperarse pero tenía que preguntarlo. –Sé que te puede resultar incómodo pero de igual manera pregunte si había cuartos disponibles pero en la recepción me dijeron que están todos ocupados.
Al salir del elevador nos dirigimos hasta la habitación y al entrar pude ver que había reservado de las mejores. –Vaya, que enorme es –decía con tono de asombro –Claro que lo es Bárbara, no por nada invertí mis ahorros en estas vacaciones.
La habitación, si se podía llamar así, era del tamaño de mi departamento tenía su baño, cocina y una cama King size, tenía televisor, refrigerador, entre otras cosas más. Pero lo que más me gustó fue la vista directa al mar, como era verano el sol apenas se estaba ocultando dándonos una vista del atardecer hermosa.
Mientras Ernesto bajaba al restaurant del hotel yo me quede para acomodar mis maletas y tomar una ducha. Al entrar al baño pude ver una tina blanca lo cual me encantó ya que tenía muchas ganas de relajarme después del viaje.
Tomé mi pijama, mi toalla y me metí a la bañera, mientras esperaba que se llenará me fui desvistiendo, el baño contaba con un espejo anatómico completo por lo que dure parte del tiempo del llenado de la tina viendo mi cuerpo.
Cuando al fin estuvo llena me metí y comencé a relajarme. Tenía mucho tiempo que no me acostaba en una tina como esta así que cerré mis ojos y comencé a divagar, de pronto mi mente me llevo a un vago recuerdo, la vez en que mi maestro de deporte me folló en los baños de la universidad, a pesar de no ser un lindo recuerdo comencé a pensar en el momento en que comencé a masturbarme debido a que había quedado súper prendida.
Instintivamente metí mi mano al agua y lentamente fui llevándola hasta mi entre pierna, en el momento en que mis dedos tocaron los pliegues de mis labios, sentí una excitación deliciosa. Tenía varias semanas sin tener sexo, el trabajo, la escuela y la tesis acaparaban gran parte de mi tiempo. –No puede ser que haya dejado tanto tiempo sin poder darme algo de placer –Pensé.
Con mis dos dedos fui tocando ligeramente el interior de mi vulva, los pequeños toques ocasionaban que mi cuerpo se fuera excitando poco a poco haciendo que mi respiración fuera más rápida. En mi mente fui recordando momentos que viví con varios hombres con los que había estado cuando de pronto la imagen de mi maestro Ernesto apareció en ella. Justo en ese momento mis dedos tocaron mi clítoris e inmediatamente comencé a torturarlo.
La excitación fue haciéndose más aguda con forme imaginaba a mi maestro tomándome en esa bañera, el movimiento en círculos sobre el pequeño botón que ya estaba más duro reafirmo el momento de lujuria que estaba viviendo. Comencé a gemir para tratar de aliviar la excitación que se desbordaba en mí y –umm… ahh… umm… -lo estaba disfrutando.
Fui aumentando la tortura sobre mi clítoris y con los dedos de mi otra mano comencé a penetrarme. Tuve que sacar mis piernas del interior de la bañera para quedar abierta de piernas. El agua me llegaba hasta el cuello y los espasmos que salían de mi entre pierna recorrían todo mi cuerpo húmedo haciendo que mi espalda se arqueara y dejara escapar varios gemidos intensos.
Mi mano no daba tregua a mi pequeño clítoris que ya estaba más duro que mis pezones, mi excitación estaba a tope y en cualquier momento terminaría en un intenso orgasmo. En mi mente imaginaba a mi maestro fallándome, no es que lo deseará pero sentía algo de morbo pensar que pasaríamos estos días los dos juntos.
Estaba lista, podía sentir como el orgasmo comenzaba a invadir todo mi cuerpo cuando de pronto tocaron a la puerta –Bárbara ¿estás ahí? –Inmediatamente abrí los ojos y salí de la fantasía en la que me encontraba sumergida, sin embargo, comencé a sentir un intenso orgasmo y llevándome mi mano a la boca evité dejar escapar un gemido – ¿Bárbara? ¿Está todo bien? Contéstame. –Me decía del otro lado de la puerta. No podía contestarle ya que si lo hacía escucharía mis gemidos. – ¡Bárbara! Me estas preocupando voy a entrar –estaba a punto de contestarle cuando un segundo orgasmo llego de repente – Genial, lo que faltaba –alcancé a pensar.
Pude ver como la perilla de la puerta giraba lentamente, aguante lo más que pude el segundo orgasmo y grité – ¡NOOO! ¡ESTOY…BIEN!… EN UN… MMM… MOMENTO SALGO. –Alcancé a contestarle –Esta bien, traje cena, no tardes que se enfría. –escuchaba mientras escuchaba que se alejaba de la puerta.
Los espasmos por los orgasmos comenzaron a disminuir y poco a poco fui volviendo a estar tranquila. Por la posición en la que estaba hace unos momentos mis piernas se entumieron por lo que me tomó un poco de tiempo en poder ponerme de pie, finalice mi baño y me puse mi pijama para salir a cenar con Ernesto.
En la cocina Ernesto preparaba la mesa para cenar ambos, puso dos copas de vino y nos pusimos a cenar, hablábamos de lo que haríamos el día de mañana, al parecer iríamos a visitar la ciudad y para pasado mañana tenía pensado llevarme a una de las cascadas que hay en la región. Al terminar de cenar limpiamos un poco y nos fuimos a la cama.
Debo decir que me sentía algo nerviosa mentiendome a la cama con mi maestro de tesis, nunca me había pasado con otro hombre. –Supongo que se debe a que nos conocemos un poco más –pensé. Ernesto apago la luz y se acostó del lado derecho de la cama mientras que yo ocupaba el otro extremo.
Me quedé dormida a los pocos minutos de lo cansada que me sentía, sin embargo, alrededor de las 3:00 am mi maestro me despertó y no porque quisiera decirme algo, sus ronquidos rompieron el liviano sueño que tengo por las noches. Durante 15 minutos estuve esperando a que se callará pero no aminoraba su ronques.
Salí de debajo de mis sabanas y volteé a verlo, gracias a la poca luz que entraba por la ventana pude ver que se encontraba dormido boca arriba. Recordé que mi abuelo tenía el mismo problema y su esposa lo ponía de lado para que dejara de roncar. Así que me dispuse a hacer lo mismo, solo que al ser más grande que yo (187 cm) y tener una anatomía algo robusta se me dificultaba moverlo y más porque no quería despertarlo.
Después de tratar varias veces término acomodándose el solo inconscientemente, sin embargo, quede atrapada entre sus brazos. – lo que faltaba, ahora como se zafo de esta. –pensé.
Por más que lo intenté no pude quitármelo de encima – Karina… ven Karina … -Escuche que murmuraba en sueños y de pronto puso su mano en mi pierna y comenzó a acaríciame. Yo por mi parte seguía tratando de quitarme de ahí pero entre más me movía más me apretujaba hacia él.
De pronto su mano paso de acariciar mi pierna a acariciar uno de mis pechos. Por encima de mi pijama mi maestro Ernesto comenzó a acariciar y apretujar mi pecho, lo hacía de una manera delicada y lenta como cuidando de no lastimarme. Mi asombro ante tal acción fue inminente y lo primero que pensé fue que se quería pasar de listo (típico de nosotras las mujeres cuando alguien se le va la mano). Sin embargo, mi Ernesto seguía profundamente dormido y entre suspiro escuchaba que nombraba a Karina. – De seguro está soñando con ella –Pensé – y por eso me está agarrando los pechos. –Sin poder salir de su abrazo no me quedo de otra más que esperar a que me soltara en un momento u otro.
Por otro lado, con el tiempo, sus caricias hacia mi zona blanda fueron siendo más agresivas y comenzaba a apretar mi pecho más fuerte haciendo que me lastimara. Como respuesta a ese cambio de caricia mi cuerpo comenzó a sentirse un poco excitado, a pesar de todo, mis pechos son muy sensibles y cuando me masturbo siempre me los acaricio para poder excitarme más rápido.
De pronto Ernesto comenzó a acomodarse quedando pegado a mí, podía sentir su pecho desnudo junto a mi espalda y al estar un poco descubierta mi pijama de atrás pude sentir sus vellos rizados, sin embargo no fue lo único que pude llegar a sentir. Su entre pierna había quedado justamente a nivel de mi culito y pude sentir lo abultado de su pene. –Oh por… cerré mis ojos imaginado el tamaño que debía de tener al sentirlo.
Poco a poco mi situación se fue tornando más comprometida, sentía un calor acogedor y no sabía si se debía al calor de nuestros cuerpos o que poco a poco me fui excitando por las caricias en mi pecho.
Ernesto de pronto decidió ir mas haya en su sueño con Karina y aprovechando su control sobre mí pudo meter su mano por debajo de la remera de mi pijama y acariciar mis ambos pechos de manera directa. Cuando quise reaccionar y detenerlo él ya estaba acariciando mis pezones con sus dedos. La delicadeza con la que los acariciaba y aprovechándose de su sensibilidad hicieron que inmediatamente me quedara inmóvil y cerrando mis ojos me entregué ante las sensaciones que ocasionaban en mí. –tiene una mano bastante grande como para poder estar jugando con mis pezones –pensé. Poco a poco mis pezones pasaron de estar completamente lisos a estar completamente erectos. –No puede ser, si continua con esto terminare excitada de nuevo –Pensé. Y esta vez sería mucho más rápido ya que en la ducha no pude sacarme toda la excitación que tenía acumulada debido a que mi maestro me interrumpió.
Ernesto comenzó a pellizcar y a jalar mis pezones de manera más agresiva haciendo que me doliera un poco, pero era más la excitación que liberaba que el dolor en sí. Poco a poco me fui excitando y como muestra de ello era que mi conchita comenzaba a mojarse. Ahora si sabía que el calor se debía a lo caliente que me estaba poniendo mi maestro y cuando pensé que no se podía poner peor pude sentir como el bulto de su entrepierna comenzaba a levantarse. –No puede ser –Pensé.
Sentía como lentamente su pene se ponía erecto y presionaba la parte media de mi culito. –Que situación tan embarazosa me tenía que pasar esta noche –pensé. Ernesto comenzaba a moverse más y de vez en cuando me empujaba con su pelvis – De seguro ya se está follando a esa tal Karina en su sueño –nuestras excitaciones eran notables y a pesar de que era mi maestro, un hombre de alrededor de 50 años, no dejaba de pensar en que podría terminar follándome en estas vacaciones.
Al sentir su pene completamente excitado no me quede con las ganas y con mi mano pude tocarlo por encima del bóxer – ¡Que firme está! –Estaba tocando la punta de semejante lanza – si esta cosa me llegara a penetrar quien sabe cómo terminaría –obviamente si lo sabía, no sería la primera vez que un maduro mete su verga en mi sapito y hace estragos en ella.
Sentía como emanaba la calentura de su pene a través del bóxer y eso me gustaba (muy en el fondo de mí). Por lo general quienes me conocen piensan que soy algo tímida por mi forma de ser y presentarme a los demás, incluso he llegado a escuchar lo que piensan algunos de mis compañero de clase de mí.
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Si supieran la cantidad de hombres que me han cogido y vieran como tengo al maestro Ernesto en estos momentos empezarían a hacer fila para salir conmigo. –De pronto Ernesto saco su mano de debajo de mi remera para meterla debajo del pantalón de mi pijama. Tal movimiento me sacó de golpe de mis pensamientos y para cuando quise reaccionar los dedos de Ernesto ya estaban abriéndose paso por el interior de mi conchita.
Sus dedos se deslizaban fácilmente dentro debido a la humedad que había producido sus caricias en mis pezones. Podía sentir como mi vagina se abría al ser penetrada por esos dedos gruesos. –ummm… aahhh… -mis gemidos no se hicieron esperar, me estaba excitando mucho más rápido que hace unos momentos.
La situación era de lo más morbosa y eso me excitaba más, estaba siendo estimulada por la mano de mi mentor. Sentía la dureza de su pene en mí colita y su mano me penetraba por enfrente.
Rápidamente mi conchita se inundó por la constante penetración, sin embargo, en un súbito cambio sus dedos dejaron de penetrar mi intimidad para torturar mi clítoris que a estas alturas estaba más que expuesto.
Con movimientos circulares en sentido de las agujas del reloj, mi maestro comenzó a estimularme y rápidamente los espasmos producto de aquel movimiento comenzaron a invadir todo mi cuerpo. –ummm… ummm,,,, ahh… mmm… inútilmente trataba de sacar la mano de Ernesto pero los espasmos eran demasiado intensos y hacia que perdiera mis fuerzas.
Estaba muy caliente, sentía que en cualquier momento tendría un orgasmo. Ernesto alternaba sus movimientos después de estimular mi clítoris un rato cambiaba a penetrarme con sus dedos y después a estimular mi clítoris de nuevo. –Que jugada tan sucia –Pensé mientras dejaba escapar un leve gemido. –De seguro mi maestro la debe estar gozándola… no creo que siga dormido –Traté de girarme para ver si lo podía ver pero no pude. De pronto sus dedos pararon de estimularme y su pelvis dejo de presionar mis nalgas. –¡Se está despertando! –pensé. Pero siguió completamente inmóvil. Comencé a sentir su respiración mi cuello y los pequeños bellos de su barba tocando la piel de mi espalda. Eso me puso más caliente y enseguida siguió torturándome.
Me tenía ya así desde hace 15 minutos (aunque a mí me parecían más). Pude haber tenido un orgasmo hace un tiempo atrás pero me contuve, lo estaba aguantando. Estaba disfrutándolo, tenía ya tiempo sin estar con alguien y el morbo de que fuera mi maestro quien me tenía tan caliente era un plus.
Esperando poder sentir más adentro sus dedos abrí mis piernas para poderle dar más facilidad de estimularme, inmediatamente comenzó a penetrarme más rápido –ahhh… aahhh… ahhh… -gemía sin importarme si los despertaba. Con mi mano libre comencé a apretarme los pechos y a pellizcarme los pezones –oh si… eso es… que delicioso. –Ernesto siguió frotando mi clítoris frenéticamente y de pronto –¡No puedo más! –Tomé una de las almohadas que estaba cerca y la mordí con todas mis ganas a la vez que un orgasmo intenso hacia estallar mi conchita. Los espasmos hacían que me retorciera de placer pero como pude trate de no hacerlo, sentía como me venía a chorros –aaahhh… ¡no puede ser! –Mientras mi maestro seguía estimulando mi clítoris un segundo orgasmo llego de golpe –aahh… ahhh… ahhhh… -gemia mientras presionaba la almohada sobre mi rostro.
Sentía como mi vagina estaba inundada por mis juguitos, Ernesto por otro lado había parado de torturarme pero sus dedos seguían dentro de mi vagina. Conforme las sensaciones iban desapareciendo mi cuerpo volvía a la normalidad, mi respiración seguía algo agitada pero poco a poco fui recobrando mis fuerzas. Como pude saque la mano de mi maestro de debajo de mi pijama y el roce de sus dedos al hacerlo ocasiono que un ligero espasmo me atravesara la espalda. –Quedé muy sensible –pensé.
Ya una vez libre del abrazo de Ernesto salí de la cama y me dirigí hacia el baño, podía sentir como la humedad de hace algunos momentos escurría por mis piernas dejando unas pequeñas gotas en el piso del cuarto.
Al llegar al baño lo primero que hice fue sacarme el pantalón y mi panty, cuando la revise esta estaba completamente empapada y mi pantalón apenas y se sentía húmedo.
Inmediatamente revise mi conchita y pude notar que aún seguía muy sensible debido a que cuando separé mis labios con mis dedos un pequeño espasmo me hizo temblar.
Mi vagina estaba enrojecida por fuerte penetración de los dedos de Ernesto, mis labios aún continuaban hinchados y ligeros residuos de mis juguitos seguían saliendo de ella. Cuando toque mi clítoris aún se sentía hinchado y sensible por lo que mejor decidí lavarme y regresar a la cama.
Me puse mi pantalón y dejé mi panty en el uno de los cestos de ropa, cuando salí a la habitación Ernesto seguía dormido y roncando como minutos antes de que me follara con sus dedos. Me metí debajo de las sabanas y ya más relajada conseguí dormir para empezar con las vacaciones que Ernesto y yo tendríamos.