Follando con mi suegra.

Viendo la tele con mi suegra. Una cosa lleva a la otra... y la otra a la una.

Esta historia ocurrió de verdad. Algunos nombres están inventados, pero esencialmente es verídica al 98%

Mi nombre es Dani. Soy del norte de España y tengo 25 años. Por suerte, tengo una buena relación con los padres de mi novia, por lo que paso bastante tiempo en su casa como si fuera uno más.

Físicamente estoy bastante bien. No bebo alcohol ni fumo y me gusta ir al gimnasio y cuidarme. Mi novia, Laura, de 22 años, es todo lo contrario a mí. Es buena chica pero es muy dejada. Sin embargo, no necesita sacrificios, ya que Dios le ha bendecido con una buena genética: pechos grandes y bien puestos y un culo en su sitio. Con curvas pero sin excesos. Su madre es parecida a ella pero a lo grande: más tetas, más culo y más donde agarrar.

Antes de seguir, debéis saber que mi familia política, y especialmente mi suegra, son bastante liberales y abiertos de pensamiento. Ella es la típica mujer en los 40, tetona y extrovertida, guapa de cara, que cuando menos te lo espera te salta con una gracia o insinuación sexual.

Esto que os cuento pasó una noche que, por el trabajo del marido y una amiga pesada de mi novia, me tuve que quedar con mi suegra en su casa un par de horas. Como no había nada que hacer y estaba un poco feo eso de andar cada uno a su bola estando solos en la misma casa, nos pusimos a ver la tele en el sofá del salón mientras hablábamos de cosas sin importancia. Como no había nada que valiera la pena en la tele, empezamos a hacer zapping sin prestarle tampoco demasiada atención.

Tal vez recordéis un canal que había hace un par de años, Localia, donde ponían pornografía a partir de las 12 de la noche. Pues debían de ser las 12 y poco porque al llegar a él, salió una rubia bastante recauchutada jugando a subirse una camiseta bastante ajustada, de forma que no llegaba a enseñar los pezones. Mi suegra, que era la encargada de pasar canal, lo dejó puesto, haciendo un comentario gracioso sobre los morros de la actriz. A mí, claro, que no soy tan liberal ni extrovertido como ellos, se me hizo un poco incómoda la situación, pero por no crear tensión intenté seguirle el rollo y empezamos a hablar de operaciones estéticas y tipos de pecho.

Cuando llevábamos un rato hablando de la nariz de Elsa ** o las tetas de esta jugadora de tenis que se hizo una reducción para estar más cómoda, en la pantalla ya estaba la rubia desnuda junto a una especie de culturista venido a menos con el rabo tieso.

Tengo que reconocer que el porno profesional y sobreactuado no es lo que más me gusta, pero, joder, que soy un hombre y unas tetas son unas tetas y un coño es un coño. Llegados a este punto, decir que llevaba unos pantalones cortos de tela para dormir, que si ya en reposo se marca algo, empalmado es como si no llevara nada.

Y eso pasó. En cuestión de un par de minutos me encontraba con la polla dura (es grande y gordita) marcándose de lado en el pantalón, viéndose el contorno perfectamente. Y, como es obvio, fue cuestión de tiempo que mi suegra se diera cuenta, porque el espectáculo era considerable.

-Parece que mi hija no mentía cuando dijo que estás bien dotado.

-¿Como? Ah... esto... sí.

-No te preocupes, hombre. Si es normal. Es culpa mía por hacerte ver estas cosas en la tele. Soy mala, ¿eeh? (risita)

-Ya, sí... es... normal.

-¿Cuánto te mide? Cuando le pregunté a mi hija no quiso decírmelo.

-Pues... 21 centímetros... creo, más o menos

-Venga ya, eso tengo que verlo yo. Sácatela anda, Solo quiero verla.

Os podéis imaginar que a estas alturas tenía el miembro lo que es a tope. Con vergüenza y morbo, sentado, tiré para abajo del pantalón y boxer, sin dificultad ya que eran prendas finas y elásticas, y salió como un resorte. Mi polla, con la punta bien mojada de líquido preseminal, apuntando al techo del salón, y mis huevos al alcance de la vista de mi suegra.

-Vaya sorpresa que escondía el nene. Estás cachondo por lo que veo. Antes de llover chispea (risas)

-¿Te gusta? -fue lo que se me ocurrió decir, pasando más vergüenza que otra cosa.

-Está muy bien. Es grande y gorda, y menudo venote que tienes ahí. La de mi marido es pequeña, y cada vez le cuesta más mantenerla dura. Por cierto, ese capullo morado parece que va a estallar (risas)

No sabía como hacer que la cosa fuera a más, y se me ocurrió preguntarle si yo no veía nada a cambio.

-Las tetas no te las voy a enseñar, hijo, que una no tiene ya 20 años y están bastante caídas. Si quieres te enseño el chichi y en paz

-Vale.

Se bajó los pantalones del pijama y vi unas braguitas blancas que transparentaban un poco. Se las hizo a un lado y me enseñó un chochazo negro con unos labios vaginales internos que sobresalían un poco.

-Joder.

En esos momentos yo estaba en modo ñu en celo. Hubiera hecho cualquier cosa por follarla. Le dije:

-¿Y si lo hacemos?

-¿El qué? (sonrisa)

-Ya sabes, follar.

-No, hijo, no. ¿Acaso quieres ponerle los cuernos a mi hija?

-No, yo... esto... no.

-Pero mira, toca. Toca aquí como estoy-

Me llevó la mano a la entrada de su coño. Estaba resbaladizo y caliente. Tuve una idea.

-Y... si solo me dejas frotarla ahi? Sin ningún otro contacto, ni boca, ni manos ni nada.

-Está bien, anda, pero no te pases.

Me levanté, se recostó de lado en el sofá y me puse encima de ella, ya sin nada de abajo y ella con las braguitas apartadas. Puse mi polla encima de su pubis y empece a bajar hasta el agujerito y volver a subir, mientras mi líquido preseminal se juntaba con sus flujos vaginales.

En una de éstas intenté meterla un poco, a ver si sonaba la flauta, pero rápidamente me dijo:

-Eh, ¿Qué te he dicho?

-Vale, vale, perdona.

Seguí frotándola un par de minutos, notando como mi suegra había empezado a jadear, y pensé que ésta era la mía. Volví a intentarlo, y, como ya estaba más dilatado, la cabeza de mi polla entró en su coño sin ninguna dificultad. La miré esperando que protestara o que me echara una bronca.

-No te pares ahora.

Sonó a música celestial. Empujé hasta el fondo y noté cómo mi polla entraba hasta los huevos en ese agujero caliente, resbaladizo y apretado, aunque he de decir que algo menos que el de la hija. Me recosté encima de ella para estar más cómodo.

Sin comerlo ni beberlo se nos fue la situación de las manos y me estaba follando a mi suegra a pelo en el sofá de su casa.

Seguí el mete saca alternando velocidades, haciéndolo a propósito porque cuando le daba caña, más que gemir, gritaba. El placer de estar metiéndosela hasta los huevos, sin condón, una y otra vez, mientras me venía el olor de su cuerpo y sus flujos eran indescriptible. Intenté sacarle las tetas pero siguió empeñada en que no, y, desgraciadamente, me acabé quedando con las ganas.

Sólo hicimos el misionero. No hubo declaraciones de amores reprimidos ni insultos a lo peli porno barata. Hubo muchos gemidos, olor a sexo y algún que otro -Joder-, -Qué placer- y -buf-.

-Oye, como no sabemos a qué hora va a volver Laura, tócate el clítoris mientras lo hacemos, así acabas antes.

Dicho y hecho. Mi suegra bajó una mano y empezó a masturbarse rápidamente hasta que, en unos pocos minutos, sus gemidos empezaron a hacerse mas agudos, más frecuentes y más animales.

-Más rápido, que me corro ya.

La follé lo más fuerte, rápido y profundo que pude, con el sonido de mis huevos chocando contra su culo, sin atreverme a meterle morro pero sobándole el cuerpo a placer, hasta que se tensó, empezó a mover su cadera arriba y abajo y noté cómo su coño se contraía: se estaba corriendo entre auténticos alaridos de placer.

-Vamos, que es verdad, ahora córrete tu. Dentro.

-Pero lo estamos haciendo a pelo...

-No pasa nada, tomo la píldora.

Cuando las cosas están de salir bien, salen bien. Me centré en disfrutar yo, follándola de la forma que sentía más su coño apretando mi polla, hasta que noté que me iba a venir. La descarga de semen en el coño de mi suegra fue la cosa más placentera que había experimentado hasta el momento. Me quedé rendido unos segundos, con la polla aún dentro de ella pero ya vacío y ella llena de mi semen.

Apurados por la situación, abrimos el salón para ventilar y nos fuimos a lavar cada uno lo suyo.

Desde el otro baño oí:

-(risas) Me has llenado, no para de salir. Pero que no se vuelva a repetir, ¿eh? Y aquí no ha pasado nada.

-Claro... claro.

Mientras me limpiaba la polla de los flujos de mi suegra seguía tan cachondo que no tuve más remedio que hacerme una paja.

Por si no fuera poco, noté que la puerta del baño se abría. Era ella de nuevo.

-Bendita juventud. Anda, que te ayudo.

Se bajó las bragas de nuevo, se sentó en la encimera del lavamanos y me dijo: acaba aquí, que luego me ducho.

No me faltó tiempo para meneármelarla a toda velocidad y eyacular otra carga de semen sobre sus pelos y labios vaginales, llenándola con unos chorros blancos, dándome una imagen que nunca se me va a olvidar.

-Límpiate bien, que esto huele. Yo voy a ducharme.

-Vale...

Afortunadamente, mi novia aún tardó un buen rato en venir y me dio tiempo a serenarme y actuar como que nada había pasado. Nunca volvimos a hablar del tema.

Saludos.