Follando con mi prima Tatiana
Después de flirteos esporádicos entre primos se consuma el acto carnal en una situación un poco incómoda.
Un sueño hecho realidad. Follando con mi prima Tatiana.
Esto sucedió hace 5 años aproximadamente; corría el mes de diciembre y una prima de mi madre junto con su familia, procedentes de la costa del país, estaría de visita por una semana en nuestra casa.
Fue una situación un tanto particular, ya que la familia de mi tía fue llegando por partes, primero mi querida prima Tatiana, la protagonista de esta historia, unos días después su madre y al final su padre y hermano mayor.
En ese entonces yo recién había cumplido los 24, siendo ella 5 años menor que yo.
Desde que mi prima comenzó su etapa púber me sentía atraído hacia ella, pero nunca hice ni insinué nada debido a que, en primera, nos veíamos poco al vivir tan lejos el uno del otro, en segunda, siempre las reuniones estaban atascadas de parientes de todos lados que se reunían en el rancho de los abuelos y había poca oportunidad de ligármela.
Ella es una linda morena costeña de aproximadamente 1.60 cm de estatura, con una cintura tallada a mano que une su torso con un culo paradito, así como unas piernas delgadas pero macizas, unas tetas pequeñas pero con un pezón que se adivinaba gordo y suculento a través de la ropa, y una boca de labios carnosos que apenas los ves te los quieres acabar a besos y mordidas.
He de decir que por medio de las redes sociales fui lanzando poco a poco indirectas para sondear el terreno, pero nunca recibía respuestas muy entusiastas que digamos, solo un “gracias primo” y hasta ahí.
Un día stalkeando su perfil de fb encontré unas fotos muy sensuales que se hizo para una agencia de modelaje de su ciudad, ya que participó en un casting y fue elegida para ser parte del catálogo de la empresa; se veía deliciosa, mostrando vestiditos, faldas y diversos atuendos que dejaban poco a la imaginación; aún recuerdo una foto en donde aparece usando unos leggins negros, con una blusa que claramente dejaba ver la ausencia de sujetador al mostrar sus pezones enhiestos, desafiantes, invitando a succionar.
Desde que vi esa foto y cuando me enteré que llegaría a mi casa con antelación a sus padres, supe que era mi oportunidad, no la podía dejar regresar a su hogar sin haberle tirado un buen polvo.
El día de su arribo yo me encontraba en la escuela, por lo que sólo me enteré por una llamada de mi madre al móvil, en donde me indicaba que se irían a una fiesta y se llevarían a mi hermosa Tatiana, por lo que en lugar de apresurarme a llegar a casa me fui de marcha con compañeros del cole, llegando algo pasado de copas a casa y a entablar más copas con mi hermano que bebía alegremente cerveza tras cerveza en su cuarto. O debería decir nuestro cuarto, ya que se encontraba en remodelación la casa y nuestros cuartos se encuentran juntos, pero la puerta que los divide estaba desmontada, por lo que era un solo cuarto con un marco de división.
Pasada la media noche escuche el sonido del garaje, mi musa estaba a unos pasos míos.
Mi madre y mi hermana estaban muertas, pero mi primita se alegró de ver a sus primos y la invitamos a por unos tragos en nuestro cuarto, a lo que ella muy amable aceptó.
Seguimos bebiendo y poniéndonos al tanto de lo pasado en el tiempo que no nos habíamos visto, todo muy ameno, mientras yo trataba de estar lo más cerca posible de ella y enviarle miradas coquetas que le hicieran ver que me atraía más allá de la emoción de verla nuevamente, y de vez en vez le lanzaba algún piropo como los que le decía por fb, a lo que ella esta vez no solo respondía con “gracias primo”, sino que se sonrojaba y hacía notar que le gustaba, diría yo que ya se iba poniendo a tono.
Mi hermano no aguantó más y se durmió, por lo que seguimos la fiesta en la parte de mi cuarto, y aquí es donde todos los sueños febriles y pajeros que algún día tuve para con mi prima se hicieron realidad.
No sé en qué momento pasamos a hablar de sexo, y una cosa desencadenó la otra. Me dijo que le gustaba, que le gustaban mis labios, que ya sabía que yo me la quería ligar, y así en unos cuantos segundos ya estaba a horcajadas sobre mí. Joder, ¡qué puto sueño hecho realidad!
Le estaba pegando un morreo a mi primita, a “la modelo”, como le decían en la familia, a esos labios hinchados, aferrándome a ese culito; era el paraíso.
No me preocupó el ruido ni que tuviéramos casa llena, mi hermano a un lado, mi hermana a un par de habitaciones, mi madre en el dormitorio justo dejado del mío, ¡qué carajo!, tenía a mi prima cachondísima y respondiendo a lo que siempre había querido y no iba a dar marcha atrás.
Como un demente recorría todo su cuerpo, le subí su blusa, baje el sujetador, muy juvenil, con bolitas de colores, y me dedique a homenajear ese par de pechitos, a saborear cada parte, recorriendo sus areolas, mamando, mordiendo, llenándome de ese par.
Ella gemía y pegaba tremendo baile sobre mi pelvis, se tallaba como en trance, enloquecida.
Me dijo: cógeme, fóllame, ¡dame polla!
Así, de un modo autoritario, sólo quedaba obedecer. Aunque primero quise preparar el terreno, esto tenía que ser algo inolvidable.
Le quité su ajustado pantalón y me encontré con un calzoncito rosado, muy de niña, inocente y a la vez provocador, como de felpa, una tela gruesa, que aun así dejaba ver la mancha de fluidos que ya emanaban de su conchita.
Lentamente fui desprendiéndola de su última prenda, la última barrera para hacer esto realidad y consumar el coito anhelado, quería admirar como se despegaba; como ese hilo de jugos se hacía más y más delgado conforme jalaba su calzón hacia abajo.
Comencé a comerle el coño, con furia, todas las ganas contenidas por tanto tiempo de desearla se concentraron en mi lengua, me dieron fuerza y velocidad, movimientos precisos que hacían que mi prima me tomara del cabello como una posesa, como si quisiera arrancar cada cabello, dejarme calvo. Le di la lengüeteada de su vida, a lo que ella me regaló con una linda venida en mi boca, ¡qué sabor!, ¡qué olor!, ¡qué delicia!
Subí a besarla; ambos estábamos sudorosos, pegajosos, expectantes a lo que seguía: la follada.
Así, mientras la besaba, en posición casi misionero, se la metí, fue cosa de nada, de golpe, fácil y rápido, un movimiento síncrono, perfecto, nunca ningún péndulo funciono mejor, un vaivén de goce y lujuria.
Ella aferrada a mis nalgas, yo aferrado a su coño con mi polla, a su boca y tetas con mi boca, un tiempo que se me hizo eterno hasta que me empujó con furia y de su coño brotó el néctar sagrado, más y más corrida llenando mis sabanas de placer.
La puse al borde de la cama, en cuatro, y nuevamente comencé el bombeo, ya no había nada que hacer, cuando llegara mi tía, mi tío y su hermano, no sé si podría verlos a los ojos, pero el acto estaba consumado, tenía a su hija con su coño lleno de mi polla y con su culo siendo penetrado por mi dedo índice, ¡qué imagen señores!, para enmarcarla.
Una corrida más de ella y yo ya estaba que no podía, a gritos le avisé de mi descarga, saliéndome de ella y derramándome sobre su culo, mi semen se mezcló con sus fluidos dejando aún más empapada mi cama, jure que no lavaría nunca más esa evidencia, el glorioso día en que le di polla a mi Tatiana.
Nos acostamos boca arriba, la abracé y le pregunté que sentía, me dijo que desde que sabía que vendrían lo tenía todo planeado, esperaba lo mismo que yo; música para mis oídos.
Estuvimos aún un rato más acariciándonos y besándonos cuando nos percatamos que era casi de día, rápidamente se vistió y se fue al cuarto de mi hermana el cual era el asignado para ella durante su estancia, no sin antes darle otra comida de boca y una sobada de tetas. Nos despedimos esperando poder repetirlo en los días por venir.
Me dormí al comenzar un nuevo día, agotado pero feliz, Tatiana había convertido uno de mis más preciados sueños en realidad.