Follando con Matías (II: El kike)

Un macarra, Matías y yo en un bosque... puede pasar de todo.

Después de la fiesta no pensé que Matías volviera a liarse conmigo, lo consideré un rollo pasajero, nada más. Él necesitaba descargar y yo estaba a mano, sin más rollos, sólo sexo, aunque la verdad es que me gustó lo bestia fue conmigo, todo un animal. Varios días me estuve pajeando pensando en la brutal mamada que le había procurado y la paja salvaje que me había hecho él. Pensaba en su pecho macizo, en sus brazos poderoso, en su enorme cipote y no podía evitar ponerme cachondo y hacerme una de esas pajas que hacen afición.

Sin embargo, a las dos semanas, justo después de salir de currar me encontré con que Matías me esperaba delante de la puerta del trabajo apoyado en su moto, una scooter más trucada que una escopeta de feria.

-Venga, sube- dijo dándome un casco. Me agarré a él, juntándome un poco más de la cuenta, palpando su torax ancho y sólido, mi paquete incrustado contra su culo. Comenzamos a recorrer las calles de la ciudad hasta que llegamos a un lugar apartado lleno de pinos, un conocido picadero. Esperamos unos cinco minutos junto a la moto fumando una china mientras hablábamos de la fiesta del otro día, de lo bien que estuvo y tal. Yo no sabía muy bien a qué esperábamos, porque no estábamos ya metidos en el bosque comiéndonos los rabos y haciendo guarradas, pero mis dudas desaparecieron rápidamente cuando llegó otra moto. En ella iba montado un amigo de Matías, un auténtico macarra de la ciudad, con su chándal adidas, unas zapas Niké. Se veía que el tío estaba bastante bien formado, ni de lejos era tan corpulento como Matías, pero se le veía que estaba fuerte. Dejó la moto junto a nosotros y nos saludó con tono cansino, casi de desprecio.

-Este es Kike- me indicó Matías. Yo extendí la mano y el la estrechó con fuerza, mirándome con una sonrisa retorcida.

-Ya me ha contado este lo bien que lo pasasteis el otro día...

No había más que hablar, todo estaba muy claro. Nos metimos entre los árboles hasta encontrar un lugar en el que pasar a la acción. El macarra enseguida se despojó de la parte de arriba de su ropa. Tenía un cuerpo fibroso y marcado, la verdad es que estaba como un tren. La verdad es que el tema tenía muy buena pinta, yo con este par de sementales en el bosque... bueno, vamos, que me estaba poniendo a cien por momentos. No era yo el único. Matías se despojó de toda su ropa, mostrando su poderoso cuerpo y su enorme herramienta, que desafiaba a la gravedad orgullosa como el mástil de una bandera. Empezó a pajearse lenta y suavemente, muy distinto a la dureza con la que manejó mi polla la última vez. Kike también se despojó de sus pantalones de chándal, mostrando un pene de buenas proporciones, no tan largo como el de Matías pero definitivamente mucho más grueso, casi no podía cerrar su mano alrededor de él. Yo ya la tenía a mil, así que para no ser menos también me deshice de mi ropa y empecé a meneármela. Allí estábamos los tres desnudos, en medio del bosque magreándonos y bien calientes.

-Cago en la hostia, estoy caliente como un perro- dijo de pronto Kike. -Tú- añadió señalándome el Kike -Prueba esas tragaderas que tienes con el cipote de Matías.

Yo no necesitaba más órdenes, sin ningún reparo me puse de rodillas delante del mostrenco que Matías tenía entre las piernas y empecé a lamerlo mientras no paraba de pajearme.

-No te toques- restalló Matías golpeándome la cara con su vergón. Yo me dediqué con más ahínco a su tarugo, metiéndomelo en las profundidades de mi garganta, enterrando mi nariz en su rizado vello púbico. En mi campo di visión apareció el gordo aparato de Kike, la verdad es que era una polla preciosa, con un glande rosado y brillante, gorda de verdad y con una enorme vena que recorría todo el costado hasta su capullo. La verdad es que era muy apetitosa, así que retiré mi boca y abriendo al máximo las mandíbulas, casi hasta que me las desencajé, intenté que entrara en mi boca, cuando Kike se retiró y me soltó:

-¿Acaso te he pedido que me la chupes? Para eso está el Matías.

Yo me quedé alucinado y la verdad es que sentí cierta envidia hacia Matías porque iba a poder devorar ese delicioso trozo de carne, así que resignado me volví a dedicar al trabajo oral que le estaba haciendo al cabrón. Gemía sin parar echando la cabeza hacia atrás y mostrando su cuello, del grosor de una columna. Me agarré a sus fuertes piernas para poder sentirlo mejor, para que me entrara más adentro. Él se empezó a morrear con Kike, dándose unos muerdos de película, la verdad es que la escena era la mar de caliente. De pronto, todo el cuerpo de Matías se tensó como un arco y sacando un buen trozo de la polla que tenía enterrada en mi garganta, me inundó la boca de su caliente lefa. Sus gemidos estaban amortiguados por la boca de Kike, el cual le tenía agarrado con fuerza de la nuca. Una vez se hubo corrido restregó su polla por mi cara llenándola con los restos de su leche.

-Joder, era verdad eso de la boca de succionadora que tiene este cabrón- dijo Kike rompiendo el beso. -Menudas tragaderas que tiene el colega, mucha gente no puede ni con la mitad del tarugo que se gasta este semental...- De pronto, en un ataque de ferocidad le lanzó contra el suelo con todas sus fuerzas. -Ponte a cuatro patas- ladró sin ningún tipo de conmiseración. Matías obedeció sin decir ni media palabra. Yo alucinaba, ver a un semental del tamaño de Matías dominado por un pavo como el Kike la verdad es que era todo un espectáculo. El macarra se posicionó de rodillas detrás del semental y empezó a acariciar la ancha espalda, los pronunciados trapecios, el musculoso trasero, abriéndolo bien y exponiendo su coño de macho, rosado y libre de todo vello, se veía que estaba recién afeitado para ser bien utilizado. El cabrón empezaba a culear esperando ser bien retacado de polla.

-¿Estas ansioso so puta? ¿Quieres mi pollón en tu culo? ¿No?

-¿A qué esperas? ¡Párteme el culo cabrón!- Matías más que hablar gemía entrecortadamente. Estaba completamente cegado por la lujuria. Los músculos de su espalda se marcaban, mientras Kike los acariciaba una vez más. En eso le cogió fuertemente del pelo y de un solo golpe le incrusto u tarugo bien dentro. De una sola clavada, la gorda polla de aquel machote estaba ensartando a un tío que más bien parecía un armario empotrado con una polla que pondría a muchos heterosexuales en vergüenza, todo un semental vamos, pero que gozaba de que le rompieran el culo como la mayor de las putas. Kike saco toda su polla del ano de Matías y, sin soltarle el pelo, la volvió a meter de una sola embolada.

Matías gemía a medio camino entre el dolor y el éxtasis. Yo tenía una erección más que dolorosa, estaba deseando correrme ante esa escena tan caliente. Me puse delante del semental al que le estaba rompiendo el culo y le obligué a meterse mi polla en la boca. Le estaban follando salvajamente el culo, ás que sexo aquello parecía una violación. Kike empezaba a arañarle la espalda mientras yo empezaba a follármele por la boca. El tío estaba gozando como nunca, completamente relleno de polla, una a punto de reventarle el culo y la otra jodiéndole la cara. El tío estaba también muy caliente y se empezó a pajear mientras nos le follábamos como si fuera a acabar el mundo. Así estuvimos unos cinco minutos en eso gritó Kike:

-¡¡¡Me corro!!!- rápidamente desmontó del culo de Matías y le cubrió la espalda de lefa bien calentita y espesa. Yo también estaba a punto, pero me apetecía hacer otra cosa. Saqué la verga de la boca de succionadora de aquel machote y me dirigí hacia el macarra que me miraba extrañado. Sus músculos estaban tensos del esfuerzo de haberse follado a aquél pavo. Seguía de rodillas por lo que le obligué a que se quedara en esa posición mientras me la meneé un poco más y toda mi leche fue a parar a su cara. El tío flipaba un poco, pero inmediatamente reaccionó y empezó a relamerse comiendo mi semen. Matías, con la espalda también mancha de la leche de Kike se dio la vuelta y empezó a lamerle la cara con lujuria.

Una vez repuestos de la batalla nos volvimos a vestir y salimos del bosque. Kike se dirigió a su moto mientras Matías y yo nos íbamos a por la suya.

-Bueno tíos- dijo Kike,- espero que otro rato nos lo pasemos tan bien como hoy ¿eh?

-Desde luego,- le respondí y agarrándole el paquete añadí- un día quiero probar esto.