Follando con Matías (I: La fiesta)
Una fiesta. Un striptease. Un muchacho dispuesto a calentar la velada... el principio de una historia.
Las fiestas en casa de mis amigos son geniales, mogollón de gente, mucha bebida, buena música y algo para comer. Lo que nunca me había parado a pensar es que también pudieran ser muy calientes como ocurrió en la última fiesta que se organizó para despedir el año.
Como siempre, la gente fue llegando en grupos, yo estaba allí desde el principio porque había ayudado a preparar la comida, organizar la casa, conectar el equipo de música y demás cosas necesarias para el guateque. Ya estaba todo preparado, la gente fue llegando, sirviéndose la copa. Se montaron distintos grupos cada uno a lo suyo. Tabaco, alcohol, risas... bueno lo típico de una fiesta. Ya bastante avanzada la noche empezó a sonar la de "You can leave your hat on", la de Nueve semanas y media, que parece el pistoletazo de salida para que alguien se despelote y, en este caso, no fue distinto, ya que uno de mis amigos, un tanto exhibicionista, se quedó en pelotas mostrando a todo aquél que quisiera verlo un cuerpo bastante bien formado, junto a una polla de un grosor bastante considerable.
Tal vez a otras personas eso les ponía a tono, a mi también, no puedo negarlo, pero la verdad es que ya estaba bastante acostumbrado a verle tal y como le trajo dios al mundo y no me suponía ninguna sorpresa. Yo estaba sentado en el sofá viendo el espectáculo y junto a mi lado estaba Matías. No paraba de moverse, incómodo, como si no encontrara postura para sentarse.
La verdad es que Matías promete ser un cañón. Tiene 18 años y es como un armario empotrado, no es excesivamente musculoso, es grande y sólido y tiene un morbo increíble derivado de su pose de macarrilla. Después del espectáculo de mi amigo se levantó como una exhalación camino del baño lo cual me permitió ver de refilón que estaba bastante excitado, vamos que marcaba un pedazo de paquete estratosférico. Cuando volvió, ya más relajado se lió un porro y estuvimos fumándolo juntos. La verdad es que yo me pegaba un poco más de la cuenta al chaval, a ver cuál era su reacción, a ver si el tío entraba a saco o no. Pero él súper tranquilo, de buen rollo y nada más.
La fiesta siguió y la verdad es que yo andaba bastante perjudicado a cuenta del alcohol y los porros, como casi todo el mundo que estaba en la fiesta. Matías no había dado señales en ningún sentido respecto a mi ataque, de tal forma que yo pensé que sólo había tenido un calentón momentáneo y lo dejé pasar. Aburrido, borracho y un poco decepcionado salí al jardín a que me diera un poco el aire por ver si así me despejaba un poco. La verdad es que hacía una noche espectacular, no demasiado calurosa, con un poco de viento, luna llena... una pasada, vamos. Me senté un rato a fumarme un cigarro cuando escuché que alguien se acercaba.
-Hace una noche cojonuda ¿eh?- preguntó la voz a mi espalda. Era Matías.
-Ya te digo, parece mentira que sea diciembre- le respondí mientras le ofrecía un cigarro.
-Y tanto, en la casa hace un calor que no hay quien pare. Mira que sudada tengo- la verdad es que tenía la camisa empapada, pegada al cuerpo, marcándole sus pectorales grandes y sólidos y sus brazos vigorosos.
-Tío, parece que te has duchado con la ropa puesta- reí.
-Mejor me la quito- anunció empezando a desabrocharse los botones. En la penumbra pude apreciar un pecho amplio y suave, sin un solo pelo.
-Que la hora del striptease fue hace un buen rato.
-Bueno, pues ahora te voy a hacer un espectáculo solo para ti- le miré fijamente, un tanto sorprendido y muy excitado ¿Estaría de broma? -La verdad es que el otro me ha puesto a mil- afirmó, enfatizándolo mientras agarraba su generoso paquete. -Y tu no has colaborado precisamente en calmarme.
Me aprisionó contra una pared, su pecho desnudo contra mi, sus manos agarrándome el trasero y me plantó un morreo de los de película. Su lengua entrando hasta lo más profundo de mi boca. Aplastaba su paquete contra el mío, que ya por aquello momento estaba a mil.
-Cabrón- dijo incrustando su enorme paquete contra el mío -mira cómo me has puesto. Tienes que hacer algo para solucionarlo.
Sin decir nada más se soltó el cinturón y se abrió la bragueta, sacándose una polla de proporciones colosales. Yo me quedé alucinado. Debía medir por lo menos 23 cms, y la verdad es que era gordísima. Ese fue el momento en el que la cosa se empezó a poner bastante cañera. Me agarró del pelo y primero me plantó un buen beso en la boca, para después empujarme hacia abajo, haciéndome ponerme de rodillas. Me aplastó la cara contra su imponente trozo de carne, un tarugo de los que hacen época, digno del más dotado de los actores porno.
-Venga mamón, abre la boca.- No hacía falta que insistiera, la verdad es que lo habría hecho con gusto, pero ese punto de brutalidad me estaba poniendo a mil. Al abrir la boca me cruzó la cara con su enorme cacho de carne. Me seguía teniendo dominado, cogido por el pelo. Jugó un poco, pasando su pollón por mis labios y finalmente me lo insertó en la boca. De un solo golpe, la mitad de su polla llegó hasta mi campanilla. Pensé que iba a vomitar allí, pero conseguí aguantar las arcadas, ahuequé la boca y el resto de su pene entró hasta el fondo. Me vi con la nariz metida en su vello púbico. Denso, rizado, oloroso de orin, sudor y esperma, mezcla de su olor de macho. Comenzó a mover mi cabeza al mismo tiempo que sus caderas, suavemente al principio, pero cada vez con más fuerza. Me estaba follando la boca como un autentico animal. Gemía como un oso, como el animal que era.
-Oooooohhh!!! ¡Sí puta, chupa esta polla! ¡Toma, maricón de mierda, el pollón de un hombre de verdad! ¡Te lo has ganado chupapollas! ¡Joder, cómo la comes de bien!
Cada vez con más fuerza incrustaba su ariete más dentro de mí. Sin piedad. No paraba de follarme la cara. Finalmente la metió bien dentro y empezó a soltar leche hasta que me sentí ahíto de lefa.
-Menuda boca de ordeñadora que tienes mamonazo.
Después de sacarla me recorrió la cara con su polla que aún seguía a palo. Cogiéndome aún de los pelos me hizo levantarme. Una vez en pie me dirigió directamente hacia uno de los pezones que coronaban sus macizos pectorales. Se lo lamí un poco y mordí ligeramente haciéndole gemir en cada una de mis acometidas. Su pene seguía a pleno mástil, el tío, pese a la borrachera y a la fumada tenia una aguante realmente envidiable, parecía que se había metido un cóctel de viagra porque todavía seguía como una moto a pesar de haberse corrido ya una vez. Yo seguía trabajando sus pezones siguiendo el impulso de su mano. Al poco me levantó la cara y me dio un beso, duro y seco, con su lengua inmiscuyéndose dentro de mi boca, casi hasta atrás.
-Joder puta, aún estoy caliente- dijo rompiendo el beso de pronto. Mi polla estaba a punto de reventar, yo aún no me había corrido y estaba más salido que otra cosa. Me la saqué y empecé a masturbarme.- Quita esa mano de ahí- me ordenó dándome una ostia en la mano. Me cogió la polla y si ningún tipo de delicadeza empezó a hacerme una paja brutal, pensé que me la iba a arrancar de cuajo. Noté cómo los cojones estaban a punto de hervir la leche, no podía parar de gemir, hasta que finalmente me corrí por encima de su puño.- Bueno, estamos empatados- dijo sorbiendo mi semen.
-Será mejor que volvamos a la fiesta, la peña debe andar preguntando donde coño estamos.
-De acuerdo- respondió volviéndose a vestir.- Vete tú primero que yo voy dentro de un rato ¿vale?