Follando con el Hetero de clase (1)
Oscar es un chico musculoso y deportista que nunca pensé que me hablaría, sin embargo, todo pareció cambiar el día que hizo un trabajo de economía conmigo
Me llamó Marco y tengo 18 años, cuando empezó esta historia era un chico tímido y bueno, se podría decir que lo sigo siendo. Justo ese año me había cambiado de instituto por lo que me estaba costando bastante hacer amigos. En mi clase todos suponían que yo era gay, y salvo uno o dos comentarios suelto, nunca había sentido eso como algo que me impidiese relacionarme, aunque especialmente con los chicos, se notaba demasiado lo incómodos que se ponían cuando hablaban conmigo. La semana en la que terminamos los exámenes en mi instituto empezábamos a hacer algunas tareas a las que llamaban "proyectos finales", estos proyectos eran en parejas y yo me quedé solo como de costumbre. Yo pensé que me tocaría con cualquier pringado que estuviera tan solo como yo pero para mi sorpresa mi tutora me juntó con un chico que no cumplía para nada esa defunción.
Se llamaba Oscar, era alto y el cuerpo muy vibrado debido a su afición al deporte, en cada centimetro de su piel se marcaba un músculo diferente, su piel era muy pálida y blanca, casi como un mármol y sus ojos tenían ese perfecto tono de azul potente que te hacía perderte dentro de ellos. Era el típico tío popular que se ligaba a todas. Él se sentó a mi lado:
-Hey. Me dijo con cierta desgana
-Hola, que tal?. Yo intentaba contestar sereno y calmado, pero su voz me había acobardado.
-Oye tío, tú sabes que a mi estos proyectos me la sudan, ya se que he suspendido economía, así que por que no te limitas a hacer tu el trabajo y yo me voy a charlar con mis amigos, al fin y al cabo, yo tampoco te caigo bien a ti.
-Por qué dices eso, le pregunté, yo nunca había mostrado señales de desprecio hacia él ni nada parecido.
-Tío, bromeas? Llegaste nuevo en septiembre y nunca me has dirigido la palabra, de hecho, ni había oído tu voz jamás.
-No pero no es por lo que tu crees, de verdad que no me caes mal y me gustaría que hicieras el trabajo conmigo.
Él levantó su cara y me miro fijamente con esos ojos azules que me hechizaban. -En serio te gustaría eso?
Yo solo le asentí con la cabeza, aquello pareció romper un poco el hielo, ya que después el me sonrió y su tono fue otro, parecia que necesitase que alguien le hiciese sentir útil.
-Acepto hacer el trabajo contigo, pero con una condición, quiero que me dejes elegir a mi la temática de la empresa.
Al tratarse de un trabajo de economia, el proyecto consistía en crear una empresa de cero completamente.
Yo tenía pensado hacer una aplicación o algo así, le dije yo.
-De eso nada, yo quiero hacer un simulador de sexo en realidad virtual.
Mi cara estaba petrificada, no sabía si reír porque era una broma, o llorar porque era en serio, por un lado no me importaba. Yo ya tenía un sobresaliente en economia y sabia que esos proyectos eran una tontería, pero la idea de entregarle a mi profesor de 45 años un simulador de sexo me daba arcadas.
Oscar, tu crees que es una buena idea?- le dije yo, no creo que le encante al colegio.
Oscar hablo con el profesor y no le importó su propuesta, de hecho, hasta diría que le hizo gracia.
-Que cabron este, tiene pinta de matarse a pajas, seguro que usara nuestro simulador- dijo refiriéndose al profesor y riendose.
Yo me quedé callado, haciéndole sentir algo incomodo quizás.
-Oye tio, si te ha molestado lo de las pajas me lo puedes decir, que yo ya se lo tuyo.
-Lo mio? Obviamente yo ya sabia a que se referia
- Si, ya sabes, que te gustan las pollas, que eres marica vamos, a mi no me importa ni nada eh.
-Ya bueno me alegro de que no te importe.
En ese momento sonó el timbre y nos levantamos de las sillas para salir al recreo.
Bueno tío, te veo en la próxima hora