Follando a una dependienta madura del supermercado

Una amable y dispuesta dependienta madura me brinda una tarde de sexo inolvidable

Hola a tod@s,

Espero que las cosas vayan bien...

Me llamo Fran, 47 años, con pareja, atlético, metro setenta y poco, buena tranca de más de 20 cm y siempre dispuesto a aprovechar las oportunidades que puedan surgir para follar. Vivo en Barcelona.

Hago la compra de supermercado cada 2 semanas. En esta ocasión, decidí hacer un pedido online y recogerlo en tienda. Recuerdo que era martes, sobre las 4 de la tarde y el parking estaba bastante vacío. Aparqué y me fui a recoger mi pedido. Había dos mujeres sentadas al otro lado del mostrador charlando de forma distendida ante la falta de clientes. Les dije mi nombre y me sacaron dos carros con todo lo que había pedido. Una de ellas, la que parecía tener unos cincuenta y cinco, se ofreció a ayudarme a llevar uno de los carros hasta el coche.

Había aparcado detrás del punto de recogida, justo en una zona donde no había ni un coche más.

Al ir hacia el coche me fijé en la mujer y para mi deleite llevaba como uniforme, bambas negras,  pantalones azules oscuros bien ajustados y una blusa de color beige metida por dentro de los pantalones. Resaltaban tres aspectos físicos, un culo muy bien puesto, grande, redondo, bien marcado, que tensionaba las costuras del pantalón, la raja del coño muy apretada por la propia tela del pantalón y unas tetas que se intuían enormes y firmes, quizá por efecto del sujetador. Parecía tener una talla 105 ó 110.  Su pelo era rizado, entre castaña y rojiza, hasta los hombros. La mujer tenía los pómulos llenos de pequitas que le daban un aspecto más joven.

Al llegar al coche, esperaba que allí acabase su ayuda y justo cuando iba a agradecérselo me dijo que me ayudaba a cargar la bolsas en el maletero. Me comentó que el turno estaba siendo muy tranquilo y que necesitaba hacer algo de ejercicio. Le di las gracias de nuevo y entre los dos comenzamos a cargar las bolsas. En esas estábamos cuando no pude evitar volver a fijarme en el culazo de la mujer cuando se agachaba para introducir una de las bolsas. Debí de quedarme embobado más tiempo del necesario porque justo ella se giró y echó hacía atrás para sacar el cuerpo del maletero y me pilló con los ojos clavados en su trasero. Lejos de sentirse molesta, sonrió y mientras cogía otra bolsa me dijo si me había gustado lo que había visto. Me quedé un poco cortado y atiné a decir que me disculpara. De nuevo, me sorprendió su reacción y dijo que no había motivo para disculparse ya que se sentía halagada.

Terminamos de meter todas las bolsas en el coche y, ahora sí, ya no había más excusas, había que agradecerle de nuevo su ayuda y, eso iba a hacer cuando nos miramos fijamente y, no sé cómo, pero el hecho es que comencé a besarla. Ella correspondió al beso con bastante pasión entrelazando sus manos en mi nuca. Ambos miramos a nuestro alrededor para cerciorarnos de que nadie nos había visto y nos volvimos a besar, esta vez, comiéndonos la boca con una pasión desmedida. Así estuvimos unos minutos cuando nos separamos y me dijo, soy María, por cierto. Tengo que volver a mi puesto. Le dije que claro y me disculpé con ella de nuevo.

Antes de irse le pedí su número de teléfono y me lo dio. Me pidió hacerle una llamada perdida y así ya estábamos los dos conectados.

Cuando salí del parking, paré el coche un momento y whatsappeé a María dándole “las gracias” por su ayuda, terminando mi mensaje con el emoticono que guiña un ojo. Me contestó que estaría encantada de ayudarme siempre que lo necesitase. Le pregunté cuándo acababa su turno y me contestó que a las 6pm. Me dijo que podíamos vernos e ir a un sitio con menos gente conocida. Así que llevé la compra a casa, y como no tenía previsto hacer nada esa tarde y mi pareja estaba trabajando, me dispuse a volver al centro comercial para encontrarme de nuevo con María. Mi mente estaba pensando en lo que había sucedido y en fantasear con lo que podría pasar después.

Finalmente a las seis y poco recogí a María con mi coche, dos calles más abajo del centro comercial y al subir me dio un  morreo de impresión. Me preguntó dónde íbamos y le dije que pronto lo vería. Conduje hasta un parking público cercano y aparqué en la última planta justo en una esquina donde no había más coches.

Bajé un poco su ventanilla y la de atrás para evitar que se empañasen los cristales y comenzamos a comernos la boca con mucha pasión. Para ese momento, mi pollón ya estaba deseando salir y me oprimía el pantalón sobremanera. María, empezó a tocarme el paquete y a desabrocharme los botones mientras no parábamos de besarnos.  Le propuse pasarnos a los asientos traseros para tener más espacio y así lo hicimos sin salir del coche. Aprovechamos para desnudarnos y dejar la ropa delante. Nos quedamos un par de segundos mirándonos y María empezó a morderse los labios. Me acerqué a ella, la besé y comencé a magrearle las tetas. Eran grandes como un balón de balonmano, llenas, duras y con unos pezones de color rosáceos super tiesos. Me afané en chuparlos mientras le palpaba el coño ya chorreante y comenzaba a gemir. Me preguntó si tenía una toalla a mano y le dije que había una de playa en el maletero. Me la pidió y accedí al maletero a través de uno de los asientos. Se la puso debajo del culo, se tumbó y separó totalmente las piernas apoyándolas en los reposacabezas.

De vez en cuando, miraba por los cristales para asegurarme de que nadie nos estaba observando.

Comencé a comerle el coño. Desprendía un olor muy intenso después de un largo día. Le lamí el clítoris y metí la lengua en el coño y el culo alternativamente. Lo mismo hice con todos mis dedos. Al poco tiempo comenzó a gemir de forma más intensa y de repente... un chorro salió proyectado de su coño y a éste le siguieron varios más de menor duración. Ahora entendí para qué quería la toalla. Se incorporó y seco con la toalla los restos de su corrida.

Ahora me dijo que me tocaba a mi y empujándome suavemente con la mano en mi pecho me hizo recostarme en el asiento de tal forma que mi polla se puso perpendicular al techo. Estaba muy tiesa y me la estaba descapullando mientras María se relamía y acariciaba los pezones. Se agachó hasta que sus labios encontraron mi polla y acto seguido se la metió entera en la boca mientras la sujetaba con la mano. Comenzó una mamada espectacular y muy bien lubricada ya que no paraba de escupir sobre mi glande, totalmente liliáceo y muy sensible a las caricias de su carnosa lengua. Estuvo chupándome el pollón y masturbándome un buen rato hasta que cogiéndola de los brazos le dije que se pusiera encima. Quería follármela. Ya no podía aguantar más.

Se puso a horcajadas sobre mi y cual amazona empezó a cabalgarme mientras su enormes tetas se movían al ritmo de su galopada. Se apoyaba con los brazos en el techo del coche, apretaba sus muslos contra mis caderas y variaba su posición recostándose sobre mi, momento en el aprovechaba para chuparle las tetas y cuando su cara estaba sobre mi hombro, sobarle el culo y meterle un par dedos por su dilatado ano. Todavía estaba muy mojado de la corrida.

Me dijo que, por favor, me corriese dentro y le dije que haría todo lo posible. Estuvimos follando como animales en celo durante casi una hora, parando en un par de ocasiones para no hacer excesivo ruido con nuestros jadeos y no llamar la  atención.

Cuando estaba listo para correrme le pedí que se se bajase y comenzó a pajearme de tal forma que mi pene a los pocos minutos de sube y baja comenzó a regar su bonita cara. La corrida fue tan espesa y abundante que tuvo que quitarse mi lefa de parte del pelo y de uno de los ojos.  Cuando la fuente terminó de brotar, me la descapulló hasta abajo y se la metió entera en la boca limpiándomela con una sensación de calor indescriptible.

Descansamos unos minutos, comentando el placer que habíamos sentido y llegó un momento en el que ambos nos miramos de nuevo y nos volvimos a morrear. Esta vez le sobé con mis dos manos el culo y  le metí hasta tres dedos en su lindo orificio. Le pregunté si le gustaría que me la follase por detrás y me dijo que nunca lo había hecho, pero que hace tiempo que quería probarlo.  Le hice ponerse  a cuatro patas apoyando sus brazos en el marco de venta que estaba parcialmente bajada. Durante un buen rato le estuve chupando, escupiendo y dilatando con los dedos ese pedazo de culo hasta que me dijo que no aguantaba más y que le metiese la polla de una puta vez por el culo. Sus palabras me pusieron, si cabe, todavía más excitado y apoyando mis dos manos sobre sus caderas apunté mi capullo a su rosado agujero y se la fui metiendo poco a poco. Fui aumentando el ritmo a medida que ella misma iba pidiendo más. No paraba de decir que sentía mucho placer que se iba a correr y que cogiese la toalla. No me dio tiempo y se volvió a correr como si de una riada se tratase. Me empapó por completo con una mezcla de flujo y meada.

Cuando se recuperó comencé a tocarle el coño que se había quedado bien lubricado y sin pensármelo dos veces le clavé todo el rabo hasta el fondo haciéndola gemir quizás con algo de dolor, quedando apoyada contra el asiento por la fuerza de mi embestida. Estuve bombeándola varios minutos hasta que el ritmo de mis embestidas fue tan frenético que la corrida estaba muy cercana. Necesitaba volver a correrme y le dije que no se moviese. A los pocos segundos le llené el recto con un corridón que enseguida empezó a escurrirle por los mulos.

Nos recompusimos y secamos el sudor después de la alucinante sesión de sexo que habíamos tenido. Nos dimos unos besos, esta vez, mucho más románticos y comenzamos a vestirnos. La dejé cerca de su casa y quedamos en volver a vernos pronto.

Podéis mandarme vuestros comentarios a fnirel@yahoo.com