Follamigo

Aventura sexual entre jovencitos

Miré la hora que señalaba mi móvil, y crucé el último paso de cebra que me dirigía a mi destino, un lugar al que ya había ido un par de veces antes, el piso en el que vivía un joven chico latino de 19 años de edad y que meses antes había conocido por el chat. Nunca creí que por chat se podría conocer a alguien con el que tendría tantas cosas en común. El día anterior al que narro habíamos hablado por WhatsApp y me envió un par de fotos desnudo. El chico lo llamaré Jorge, aunque su nombre no sea ese. Es de piel morena, es alto, no menos de 1’78m y 70kg, acostumbraba ir al gimnasio, por lo que estaba fuerte. Yo mido lo mismo aunque estoy un poco más delgado, soy dos años mayor que él, algo que le ponía muchísimo, bueno en realidad, con modestia diré, que está enamorado de mí, al principio creía que era simple cariño, pero luego me di cuenta que había en sus susurros y en su mirada un reflejo que me intimidaba completamente. No quería hacerle daño y desde que hablamos por primera vez intenté hacerle ver que sólo buscaba un chico de confianza, y sin duda él lo es.

Llegué al bloque de pisos donde vivía y me dispuse a llamarle al móvil, cuando me lo encuentro en la calle, abrigándose del fuerte frío viento que hacía esa mañana. Sí. Por la mañana. En efecto, quedamos para follar por la mañana porque era el único momento donde su casa estaba desierta. Sus padres se encontraban trabajando y sus hermanos y hermana en sus respectivos centros de estudio. Nuestro saludo al vernos fue algo frío, ambos estamos en el armario, por lo que fue un simple apretón de manos, lo bueno vendría luego.

Me condujo al ascensor, allí estábamos solos, no hablamos, sólo nos miramos. Cuando el ascensor se cerró y comenzó a subir, coloqué mis ojos en su paquete descaradamente mientras él me miraba de una forma tan ardiente que nunca lo había visto antes, ni en películas porno, ni en la vida real, eso me puso muy caliente, así que acaricié su culo. Cuando el ascensor subió y paró de golpe quité rápidamente mi mano de su culo por si algún vecino pudiera encontrarse tras la puerta.

Salimos y abrió la puerta de su casa con rapidez, eso me hizo pensar que estaba muy caliente, eso me dispuso a que tras cerrar la puerta diera rienda suelta a nuestras pasiones. El portazo no fue mayor al empujón que me dio contra la pared, confieso que me asusté bastante, pero luego reconocí que sus motivos eran otros que los de agredirme. Se lanzó hacia mí con pasión y comenzamos a besarnos como animales comiendo las sobras tras días de ayuno.

-Tenía ya ganas de verte joder, no hay mortal que sepa lo que te he echado de menos -dijo con ojos llorosos mientras me besaba el cuello y sus lágrimas humedecían mis mejillas.

Me intimidó un poco la acción. Pensé, ¿era un simple polvo o significaba algo más para él? Era muy poético lo que me decía y no sabía si reírme o qué hacer. Me encontraba apalancado a una pared, en la entrada de la casa de un chico con el que había quedado un par de veces y un poco triste ante los sentimientos que me abordaban, él sabía que si mis sentimientos no eran iguales a los suyos, era por algo que le había contado en anteriores ocasiones. Pensé que sería mi último polvo con él, por lo que en el tiempo que estuvimos besándonos, mi cabeza intentaba recordar todo lo que le gustaba hacer, quería que esa mañana se sintiera como ningún otro día en su todavía corta vida, necesitaba que toda fantasía se cumpliera en ese momento, que fuera un dios, un Apolo o un Dionisos, eso era lo que quería, sí. Sonreí mientras pensaba y el me respondió con una sonrisa sin saber lo que pasaba por mi cabeza. Nuestras narices jugaban, me besaba el cuello, pasaba su lengua por mi cara, hasta que me tomó de la mano y me dice:

-Ven, sígueme, vamos a mi habitación, que tengo muchas ganas de follar contigo tío.

-Pues anda que yo, mira, toca esto- mientras le llevo la mano a mi paquete y se mordía los labios con mucha delicadeza.

Nos dirigimos a su habitación. Allí cerró la puerta y nos quedamos en penumbra. Acerqué mis labios a su oído y le susurré:

-Hoy cumplirás todas tus fantasías conmigo, sé que hay cosas que no has hecho, pero aquí me tienes, ¿entendido?

-Sí –me dijo cómo si nunca esperara que pudiera ser el juguete de sus deseos, y creedme, eso fui esa mañana.

Lo rodeé con mis brazos como si fuera una adolescente enamorada y le dije:

-Solo dime una cosa. ¿Quieres un polvo lento y romántico…o prefieres que follemos duro y salvaje?

-Ahmmm…me pido ambas, ahmmm… creo que sí-  me dijo en su tranquila y cadenciosa forma de hablar.

Nos encontrábamos de pie, besándonos. Con ambas manos, le toqué su culo y empecé a masajearlo por encima de sus vaqueros mientras seguíamos besándonos. Su respiración se volvió más rápida, en ese momento ya sabía todo lo que iba a hacer con él, toda la película la tenía en la cabeza, sabía lo que le volvería loco, las palabras que utilizaría, el tipo de caricias, las prácticas, todo.

Me arrodillé despacio ante él, mientras él se quitaba la camiseta y abrí la boca despacio mientras nos mirábamos, saqué la lengua y de forma lenta seguí el camino marcado por el enorme bulto que tenía. Estuve cierto tiempo pasando la lengua por su marcada polla tras los vaqueros. Me dije, no hagas nada, solo pasa la lengua. Se puso muy nervioso porque tenía muchas ganas de que se la chupara. Bajó su cremallera, y sin quitar el botón la sacó, no llevaba puesto calzoncillos. Tenía frente a mí su enorme pollón latino. Seguí la misma táctica. Pasé mi nariz por su enorme tronco, acariciándolo, luego le tocó el turno a la lengua, pero no me decidí a metérmela en la boca, sabía que le pondría más nervioso y más cachondo. Así estuve unos segundos, hasta que no aguantó más y me dice:

-Jooooodeer…abre la boca de una puta vez…ufff….estoy a cien…cómete mi rabo

Sabía que le gustaba mucho esta pseudoviolación de mi boca. Abrí la boca y me la metió hasta el final, mientras me cogía la cabeza con las manos para meterla hasta el fondo, hasta la garganta, así estuvo unos segundos hasta que no pude más. La sacó toda llena de saliva, y me la restregó por la cara. Se dio cuenta de que no me gustó demasiado que me la metiera tan adentro, y aunque lo vi entusiasmado no lo volvió a hacer. La metió en mi boca y empezó a follármela despacito, eso sí me gustaba y adivinó que disfrutaba y dio más rapidez a sus impulsos. Lo miraba y él me miraba, me miraba con una sonrisa malévola pero a la vez muy cariñosa, me repetía una y otra vez:

-¿Te gusta? ¿Eh? ¿Te gusta?¿Está rica?...cómela, joder, traga.

La cogí del tronco y comencé a comerme el glande de su polla como si de un chupa-chup se tratara, ufff…eso lo puso a cien, y empezaba a salirle alguna gota pre-seminal. Estaba salada. Me gustaba. Seguí así durante un buen rato, hasta que me puse en pie, lo tiré sobre la cama. Le indiqué que se colocara a cuatro patas, así hizo. Pasé mi cara sobre su culo, aún envuelto por los vaqueros ajustados que llevaba, le quité el botón de delante y le quité el pantalón con fuerza dejando el culo al descubierto.

Era la parte que más me gustaba de él. Su culo. Su ano. Adoraba su depilado y aseado culo, era hermoso, no había follado con ningún culo igual, era el típico culo perfecto de película porno. Humedecí mi dedo corazón, y masajeé su ano haciendo círculos a su alrededor, y ahora era yo quien no podía esperar, deseaba tremendamente comérmelo. Abrí con las manos su culo y pasé la lengua por su ano, una y otra vez, hasta que me detuve en su ano un rato intentando meter mi lengua dentro, era mi pequeño gran placer, comerle el culo a ese chico. No hallaba más placer en la vida, ni el cine, ni nada, su culo era mi debilidad. El jadeaba, no se creía que estuviera haciendo con él todo lo hacía. Quería inmortalizar ese momento y alargarlo por toda la eternidad, su culo y su ano, ya había tocado “el cielo”.

Hubiera estado así, ya te digo, toda la vida, pero decidir avanzar la mañana. Me quité la ropa mientras él hacía lo mismo con los vaqueros que le habían quedado por las rodillas. Recuerdo que después de eso me comió la polla, no con tanta violencia como lo había hecho yo, y me devoró el culo con su lengua con tanta pasión como momentos antes se lo hiciera yo.

Los dos desnudos. En un arrebato de pasión, lo lancé sobre la cama para continuar lo que al inicio era un simple beso. Parecíamos dos adolescentes que acaban de descubrir el amor. De repente me dijo:

-Quiero romperte ese culito y darte fuerte -dijo con firmeza y sin titubear.

-Claro- dije algo sorprendido de que de una persona tan tímida saliera eso de su boca, pero me gustaba.

Mientras nos besábamos, tirados el uno sobre el otro (yo sobre él) encima de la cama, se mojó dos dedos y lo llevó lentamente a mi culo. Ahí empezó a masajear muy despacio el ano, formando círculos a su alrededor. No llegó a meter el dedo cuando de pronto llaman al timbre. Me asusté mucho, por mí, por él, por el hecho de que nos viera alguien desnudos, follando. Estaba muy nervioso, le dije:

-¿No me dijiste que estaríamos solos?-mientras buscaba mi ropa entre la penumbra

- Tranqui tío- me dijo con toda tranquilidad.

Me extrañaba que con lo tímido que él era, no se alterara ante la llegada de algún familiar o alguien a casa. Mi única calma fue pensar que hubiera sido peor que ese pariente suyo tuviera llaves. Aun así no estaba cómodo.

-Es un colega mío-me dijo sonriendo y dirigiéndose a abrir la puerta.

-Y…-exclamé sorprendido, pues sus amigos no tenían idea de sus preferencias sexuales.

Vale, lo confieso, me costó llegar a la conclusión correcta. Era un colega, como yo, un follamigo que había conocido de igual forma. Aun así, no estaba tranquilo, ¿y si me conocía?

De pronto, mientras yo pensaba todo esto, entró en la habitación, Jorge, el chico latino con el que estaba en la cama, se lanza ante mí y me besa apasionadamente:

-Un trío –me dice con la sonrisa en la cara.

-Claro, claro, ¿por qué no? –titubeaba mientras el chico entraba en la habitación.

Recuerdo que nos sentamos un par de minutos en el borde de la cama, los tres sentados al filo. No recuerdo el nombre del tercero, creo que era Aitor, no… era Héctor, no recuerdo muy bien, da igual, pero estaba bastante bien.

-Es bisexual y tiene problemas con su novia –dijo Jorge. Le gustaría probar con un tío, y yo he pensado que quizás con dos sería un mejor inicio.

-Bueno, seguro que le gusta –dije mucho más tranquilo mientras me acercaba a besarlo. No estés nervioso, muéstrame tu cuerpo desnudo –dije esto mientras me levantaba mientras ellos se quedaban sentados en la cama.

Imaginad esta imagen, a mí me gustó mucho y fue lo que verdaderamente pasó. Mi amigo y su colega sentados en la cama, yo totalmente desnudo me coloqué encima de mi amigo perpendicular a sus piernas, como un niño cuando es azotado por uno de sus padres cuando ha hecho algo digno de reprimenda. El lubricante estaba encima de la cama, lo abrió y soltó un buen chorro sobre mi culo. Estaba frío. Empezó a acariciarme el ano muy lentamente, mientras la polla del chico novato se hacía enorme. Me la metí toda en mi boca y la humedecí toda. Esa imagen del trio siempre la recordaré. Jorge introdujo un dedo, luego dos, y me fue follando el culo con sus dedos; el otro chico estaba aturdido por tantas experiencias sexuales en tan poco tiempo, le ponía muy cachondo que jadeara con su polla dentro de mi boca. Eran gritos sordos, que salían de mi boca cerrada. Mi amigo decía:

-Cómela cabrón, ¿está rica?, ¿te gusta? –como si no supiera otras cosas que decir, parecía que le gustaba violarme.

De pronto se levantó y le ofreció su enorme polla al chico novato. Luego me enteré que lo había conocido por chat y que no se decidía a quedar, y que el chico estaba tan sorprendido del trío como yo. Se la comió como la come un tío que espera probar algo nuevo. Bueno, se la comió y le folló la boca, porque mi amigo será todo lo tímido que parezca, pero a la hora del sexo es un chico sin prejuicios.

Llegaba la hora del fuego, mi amigo se salió del trío, abrió el armario donde tenía escondidos los preservativos, sacó un par. El novato se puso de pie encima de la cama, mientras con voz maliciosa me ordenaba que siguiera comiéndole la polla.

-Abre esas piernas cabrón –me dijo mi amigo me propinaba un azote en el trasero. ¿Te gusta ehh?

Para mis adentros pensaba, ¿y yo pensaba que este estaba enamorado de mí? ¿Trataría yo de esta forma a alguien por la que sintiera amor? Bueno, eso solo lo pensé, no lo dije. Me gustaba esa especie de humillación.

-Pa’dentro –dijo mientras comenzaba a penetrarme el culo.

-Así, despacio, despacio… Aaaaahhh… espera.. Despacio –me gustaba lo que me hacía pero prefería que comenzara despacio.

-Tranqui nene, seré bueno por ahora –me dijo mientras me la metía lentamente hasta el final. Joder que culo –me decía con voz sádica.

-UFFFF…que flipe, despacio, así, despacio, ya está dentro –si comerle el culo a este tío era un placer de la vida, que me diera él, no era menos.

Comenzó a meterla y a sacarla despacio, mi culo se iba haciendo la idea de lo que le esperaba, se fue dilatando, y cada vez iba más rápido.

-Así, dame más, ahhh…joder que gustazo –decía mientras el novato golpeaba su polla contra mi cara repetidas veces y sin afán de hacerme daño, si no solo para que se mantuviera erguida su polla.

El novato estaba muy duro, cachondo como nunca vi a otro tío delante de mí, se dio la vuelta y me ofreció su culo para que se lo comiera. Se lo comía mientras jadeaba de placer.

Mi amigo me daba cada vez más caña, yo no podía más, era demasiado el estado en el que estaba, tenía el vello de punta. Sólo quería gritar de placer, y así lo hice.

Le tocó el turno al novatillo, él prefirió follarme contra la pared. Se puso el condón, y procedió a metérmela con lubricante, entro sin problemas. No creí en ese que pudiera meterla por el ano tan fácil, pero lo hizo. Él estaba acostumbrado a meterla por otro agujero más grande y más húmedo, el de su novia.

Así estuvo durante un rato, mientras mi amigo le acariciaba el culo con una mano, mientras se masturbaba con la otra. Ya llega al final mi relato, faltaba la apoteosis de la mañana, me arrodillaron, y me la metieron sin condón ya, por la boca. Las dos pollas, apenas entraban, pero les gustaba. Comenzaron a masturbarse con violencia, los dos a la vez. Los dos se miraban la polla del contrario, hasta que parecía que iban a correrse, en ese momento el objetivo de sus ojos era yo, mi cara, mi boca.

-Abre la boca Sergio –me gritó mi amigo.

Abrí la boca con algo de miedo, porque nunca había echado a la boca semen. La abrí tanto como pude y se corrieron en mi cara gritando, primero uno, y luego el otro. Ambos me dejaron la boca y las mejillas perdidas de leche caliente. Mi amigo se arrodilló y ahora, como si hubiera desaparecido el demonio que lo poseía anteriormente, me besó la boca apasionadamente, mezclándose la cara con el semen que tenía en la cara. No le importó. Es más, le gustó.

Nos dirigimos los tres a la ducha. Allí fue donde me corrí y con la ayuda de mi amigo, porque el otro no quería entrar más en el juego. No creo que no le gustara lo que hicimos los tres, creo que se sentía mal por su novia, o tal vez eran prejuicios. Bueno, en fin, lo dejo aquí, espero que les haya gustado, con solo satisfacer aunque solo sea la mínima parte de vuestra curiosidad en esta lectura, me doy por satisfecho. Mis agradecimientos más sinceros por ser testigos de una experiencia verdadera y vuestro rato de lectura. Deseo que puedas experimentar lo que yo experimenté, si hay un momento en tu vida sexual que recuerdes y sea parte de tus recuerdos más gratos, sepa el lector que así es para mí esta experiencia relatada. De nuevo, mil y una gracias por su tiempo. Un abrazo.