Follado por mis amigos
Un día de resaca Salva y Miguel se desfogan conmigo
Salva se quedó prácticamente dormido encima de mi con la polla metida en mi culo. Yo estaba soñando despierto. No me podía creer lo que acababa de pasar. Mu culo palpitaba y disfrutaba de como se escurría fuera de mí cada centímetro de su polla. Mi espalda empapada resbalaba contra su pecho lampiño, y poco a poco él se fue escurriendo hasta acabar tumbado en la cama. Los dos nos quedamos dormidos profundamente, desnudos y uno junto al otro.
Cuando desperté noté la cama vacía. Salva ya no estaba. No sé si se habría ido arrepentido de lo que habíamos hecho, o si a lo mejor estaba en el baño o en la cocina. Me quedé 10 minutos en la cama esperando a ver si volvía, pero como no lo hacía decidí despertarme. Me puse unos calzoncillos y me fui al baño a mear y a limpiarme un poco, que aun llevaba restos del desfase de la noche anterior. Cuando bajé al salón ahí estaba, en calzoncillos y tomándose un café y algo de comer. Qué cuerpazo tenía el cabrón. Como se le marcaba el pedazo de polla que hacía que mi boca se hiciera agua.
- Por fin se despierta la princesa.
- Joder, que resaca tengo.
- No me extraña, yo estoy igual.
Yo estaba tensísimo. Es que íbamos a hacer como que no había pasado nada? Salva estaba tan normal como siempre. Desayunando tan tranquilo y mirándome como si tal cosa.
- Vaya pedo llevábamos anoche. - fue lo único que atiné a decir con todos mis nervios a flor de piel y mi corazón a 200. Estaba tan enamorado de Salva que si nuestra relación se podía ver resentida por el polvo de anoche, preferiría no haberlo hecho. Aunque es cierto que fue el mejor momento de mi vida.
- Ya ves... Poté a Sonia y todo.
- Jajajaja si... madre mía.
De repente Salva cambió la cara sonriente y adoptó su pose de seriedad.
- Oye, sobre lo que hicimos anoche, yo estaba muy cachondo y el roce y el alcohol al final hicieron que me calentase demasiado. Perdona si te molestó.
Si me molestó? Era lo puto mejor que me había pasado. Cómo me iba a molestar? Quería repetirlo ahí mismo. Ahora y todos los días. Pero en vez de decirle esto me recompuse, y con la voz lo más calmada que pude, le dije que no pasaba nada. Que yo también iba cieguísimo.
- Pero entonces eres gay?
- Bueno, no sé. Lo de ayer creo que lo disfruté, pero no sé. - Que si era gay?? Por supuesto que lo era. Me moría de ganas de comerle la polla ahí mismo. - Y tu eres gay?
- Yo no. Lo que pasa es que al final meterla en caliente siempre está bien.
- Ya, imagino...
- Y entonces, a ti te gustó que te la metiese?
- Bueno, si. - Yo me estaba muriendo de vergüenza con las preguntas de mi amigo.
En ese momento hubo un brillo en los ojos de Salva. El brillo de sus ojos y su cara más pilla me hicieron tranquilizarme bastante. No es que se hubiese tomado a mal que me gustase que me dieran por culo, es que creo que le estaba excitando.
La conversación se quedó ahí. Salva siguió desayunando y yo me fui a hacerme un café a la cocina. Cuando volví Salva había terminado de desayunar y estaba sentado en el sofá con el móvil totalmente espatarrado. La imagen de su paquete, dibujando sus huevos y su polla perfectamente, distinguiéndose ese glande que me volvía loco, hizo que me diese un espasmo que logré disimular malamente.
- Me está escribiendo Miguel. Que qué hacemos.
- Joder, pues morir lentamente con esta resaca.
- No quieres que le digamos de quedar?
- Yo no creo que salga. Si quiere venirse a fumar unos petas, por mi no hay problema.
- Hacemos noche de chicos, con play, pizza y porros? - Dijo Salva visiblemente emocionado.
- Venga, por mí perfecto.
De la emoción que tenía, Salva dio un salto y se me tiró encima a abrazarme. El simple roce de su cuerpo desnudo rodeándome y el restregón de su polla contra mi costado hizo que me empalmase en cuestión de segundos. Me puse rojo y me zafé de él como pude.
- Bueno, voy al baño a darme una ducha. - dijo él.
- Ok, pilla una toalla del armario.
Se levantó del sofá y pude ver su polla ligeramente morcillona. No es que estuviera dura, pero algo se había hinchado. Esa visión lo único que hizo fue ponerme aun más caliente.
Escuché como encendía el grifo de la ducha y ponía música en su móvil. Mientras seguía tomándome el café escuché un grito de Salva:
- Traeme la toallaaaaa
Joder, no me lo podía creer. Si le había dicho que cogiera una!! Cuando subí a dejarle la toalla, entré en el baño como si nada y ahí me encontré una visión maravillosa. Salva estaba esperándome para que le llevara la toalla totalmente desnudo, con la polla morcillona, chorreando agua y una expresión de pillo que no desaparecía de su cara. Salí corriendo del baño totalmente empalmado y bajé al salón de nuevo. Poco después él vino detrás de mí con la toalla anudada en la cintura y aún con algunas gotas de agua en el cuerpo.
- Oye, déjame unos calzoncillos y una camiseta limpia, anda.
- Ok, pero espera un segundo que termino una cosa en el móvil y te los doy.
Salva se sentó a mi lado solamente con la toalla y las piernas abiertas de par en par. Su rodilla desnuda llegaba a tocar la mía. En un momento dado dejé el móvil a un lado extrañado por el roce de Salva y le miré. Volvía a tener esa pose de cabrón que está maquinando algo.
- Qué? Estás a gusto?
- Jejeje bueno, no estoy mal. Aunque siempre podría estar mejor.
- Ah si? Que le falta al señorito? Porque ya me dirás...
- Hombre, puestos a pedir... - dijo esto y se recostó abriendo aun más las piernas y apoyando los brazos en el respaldo. Me estaba pidiendo que le chupase la polla? Se hizo un silencio que pareció eterno. Nos quedamos mirándonos a los ojos. Escuchaba como mi corazón se iba a salir de mi pecho. Y armándome de valor, le dije:
- Bueno, pues a ver. Pide.
Salva esbozando una sonrisita no se anduvo con rodeos.
- Hombre, que si eres gay y te gusta hacer esto, a mi siendo tu mejor amigo me podrías hacer un favor. Sería un win-win porque tu te comes una polla que te encantan y a mi me hacen una mamada, que estando de resaca siempre viene muy bien.
- Primero, no sé si soy gay y si me gusta comer pollas. En segundo lugar, que me guste comer pollas no quiere decir que me guste comerme cualquiera. Y tercero, a ver si vas a ser gay tu también...
- Jajajaja a ver, no soy gay, pero que me la chupen siempre me va a gustar lo haga quien lo haga. Y segundo, mi polla no es cualquier polla. Ya le gustaría a cualquiera disfrutarla. Grande, larga, gorda... y ayer parecía que te gustaba... - terminó la frase con una sorrisita cabrona.
Se volvió a hacer el silencio. Nos continuamos mirando a los ojos y de repente vi como se movía algo debajo de su toalla. Era su polla totalmente empalmada que golpeaba la toalla como un martillo. Cuando me di cuenta, mi expresión debió cambiar totalmente porque Salva soltó una carcajada que se escuchó en toda la casa. Al ver que no me animaba cogió mi mano y la llevo hacia su polla por encima de la toalla. Se la acaricié un poco y retiré la toalla con velocidad. Le masturbé un poco y me puse de rodillas entre sus piernas y me metí la polla en la boca provocando un fuerte gemido por parte de Salva.
- Así joder. Que rico. Ves como a ti también te gusta. A que sí?
- Si, calla coño.
- Venga cómemela un poco que te de la leche que no le has echado al café.
Subía y bajaba por todo ese mástil, disfrutando de cada centímetro, chupando sus huevos y sintiendo su vello púbico cosquillear en mi nariz. Poco a poco fui intensificando la velocidad y mientras me metía la polla hasta la mitad, con la mano masturbaba la otra mitad. Salva gemía y respiraba como un caballo. Su pecho se hinchaba y su polla cada vez se ponía más dura. Llevó sus manos a mi cabeza y agarrándome del pelo me comenzó a marcar el ritmo de succión.
- Venga, así. Chupame la polla zorrita, que te encanta. Que te voy a dar de desayunar.
Me estaban poniendo cachondísimo todos esos comentarios. El ritmo fue intensificándose y noté como su capullo su hinchaba dentro de mi boca. Con todas sus fuerzas apretó mi cabeza contra su polla y se corrió en mi garganta. No sé cuantos chorros de leche salieron de su polla pero los saboreé uno tras otro con gran placer. Qué buena estaba. Salva se retorcía de placer en el sofá mientras me acariciaba el pelo.
- Buah, joder... seguro que esta no es la primera que te comes.
- Pues sí, es la primera.
- Pues tendrías tantas ganas que lo has hecho de lujo.
Me puso bastante rojo y me senté visiblemente avergonzado.
- A ver, que no te rayes. A mi me ha encantado y me parece que siendo amigos como somos, tenemos la confianza para hacer esto y disfrutarlo sin problema. No?
- A ver, si.
- Pues eso. Cuando a ti te apetezca me lo dices y si me apetece a mi también, pues me lo dices y viceversa. Pues no nos hacemos pajas juntos? Pues esto igual.
Lo decía totalmente convencido. Por mi parte, por supuesto. Cada vez que me quisiera follar ahí estaría yo, pero me parecía tan extraño que lo normalizase que no lo terminaba de entender.
- A ver, que es el win-win que te decía. Si te gusta hacerlo y lo disfrutas y yo igual, cual es el problema. Si es que tendríamos que ser más libres. - de repente Salva se había vuelto un luchador por la libertad sexual o qué?
- Que si Salva, que si. Que estoy de acuerdo. - dije yo un poco abrumado por la situación.
- Entonces hoy lo mismo me la vuelves a comer? Jajajajaja - dijo él recostándose en el sofa y sintiéndose triunfador por haberme “convencido” con su discurso.
- Bueno, será si nos apetece.
Dije esto y me lancé hacia él para tratar de inmobilizarlo y así ser el dominante. Tontamente aun necesitaba hacerme el hombre fuerte delante de él, en vez de una putita sumisa que era lo que realmente me apetecía.
- Oye, y se la chuparías a otro?
- Como que si se la chuparía a otro? Pues hombre, espero que mi vida sexual no haya acabado contigo esta mañana...
- Jajajaja no... me refiero a otro amigo... A ver, lo digo porque viene Miguel, y fijo que se apunta.
- Pero a ver, que no voy a ser ahora el come pollas del grupo, Salva.
- A ver, no es eso. Pero si a ti te gusta, a él también y a mi también, no entiendo el problema.
Miguel era un compañero de clase muy moreno, alto y fuerte. Tenía una polla literalmente gigante. Solo se la había visto en las duchas del gimnasio, pero era algo que comentaba todo el mundo. Siempre me había puesto muy cachondo y por supuesto que me gustaría comérsela, pero no lo tenía yo todo tan claro.
- Pero qué dices tío? No va a venir Miguel y le voy a comer la polla según entre. - ya me gustaría a mi.
- Noooo joder... pero vamos, que cuando nos repongamos un poco...jajajajaja
No sé si Salva estaba de broma o no pero la conversación quedó ahí. Me levanté y le di los calzoncillos y la camiseta que me había pedido. Según me metía en la ducha escuché como llamaban al timbre. Era Miguel que acababa de llegar.
En la ducha aproveché para limpiarme bien del todo. Me notaba el culo aun dilatado de la follada de ayer. Cogí un poco de jabón y me entretuve con mi agujero. Me metí dos dedos rápidamente y con facilidad. Estaba tan cachondo que la polla me iba a estallar. Continué acariciándome y metiéndome un tercer dedo. De repente Salva abrió la puerta y asomó la cabeza. Mirándome y poniendo su sonrrisita me dijo que se iban a hacer un porro, que me diese prisa y cerró la puerta como si nada. Yo me quedé pálido. Se me bajó la polla de golpe. Terminé de ducharme lo más rápido que pude, me vestí y bajé al salón. Allí me encontré a Salva, en calzoncillos y camiseta, y a Miguel fumándose un porro tirados en el sofá. Salva estaba con las piernas totalmente abiertas de par en par sin dejar nada a la imaginación.
- Hombre, ya creía que te ibas a liar arriba un rato. Qué rápido has bajado! - como disfrutaba el cabrón.
- Qué pasa Miguel? Cómo acabaste tu la noche?
- Buah tío, en casa muy ciego.
- Te fuiste solo al final?
- Si, si. Iba con un calentón que no veas...
Según decía eso, Salva me ponía cara de “mira que curioso”.
- Jajajaja que putada tío.
- Pues si, porque el dolor de huevos que tengo no se lo deseo a nadie...
Salva se descojonó con la situación. Es que le había dicho algo a Miguel cuando yo estaba en la ducha? Me estaba empezando a poner muy rojo de pensar que Miguel podía saber lo que había estado haciendo con Salva.
- A ver, ya le he contado a Miguel que hemos estado disfrutando ayer y hoy. Que veo que te estás poniendo muy nervioso.
- Qué dices tío? No sé de qué hablas. - Me estaba muriendo de vergüenza y no sabía por donde salir. La única opción que me quedó era negarlo todo.
- A ver, que acabo de subir y te estabas metiendo los dedos en el culo mientras te hacías una paja en la ducha. Sé que estás aun cachondo. Y bueno, Miguel también está cachondo. y yo es cuestión de tiempo.
Salva dijo eso mientras se sobaba el paquete. Estaba fardando tanto como cuando en un juego sabía de sobra que iba a ganar porque tenía controlados todos los movimientos. En ese momento sabía que no tenía nada que hacer. Miguel miraba hacia el suelo también con cierta vergüenza hacia los comentarios de Salva, pero sonreía con la esperanza de que aceptase.
- Bueno, a ver, y qué queréis hacer? - Yo había sucumbido, sabía que no tenía escapatoria y en el fondo deseaba que hicieran conmigo lo que quisieran.
- Hombre, puedes enseñar a Miguel un poco lo que hemos hecho esta mañana, y ya vamos viendo.
Miguel se recostó en el sofá con las piernas muy abiertas y un paquete gigante que formaba una tienda de campaña en toda regla en su pantalón de chándal. Tenía una sonrisa grande y perfecta. No se atrevía a hablar por la conmoción de la situación, pero sus movimientos solo indicaban que quería que se la chupase. Yo me acerqué, totalmente cachondo y le dije que se bajase los pantalones. Mi tono era un poco como de consulta de médico. Estaba deseando chupársela pero quería hacer como que no y entonces aparentaba no tener ningún interés. Miguel se bajó los pantalones y se dejó puesto el calzoncillo. Tenía una mancha del líquido preseminal a la altura del glande que me estaba llamando a gritos. Y eso hice, me tiré directo a chuparle la polla por encima del boxer. Mi falsa inapetencia me duró exactamente lo que tardé en verle los calzoncillos. Él gimió y se llevó las manos a la cabeza. Le bajé la goma y su polla salió disparada. Menuda maravilla. Era una polla gigante, morena, cabezona y con un tronco anchísimo. Sus dos huevos colgaban y emanaban un olor a macho que me volvía loco. Comencé a chupar y masturbarle arrancándole gemidos de placer.
- Joder, como la chupas. Dios! Qué bueno! Teníamos que haber hecho esto antes.
- Eso le he dicho yo! Que mientras disfrutemos todos, estamos entre amigos! No hay nada de malo. De hecho es perfecto, porque tenemos mucha más confianza. - Salva seguía justificando toda la situación. - Ayer estuvimos follando borrachos y nos encantó a los dos, verdad?
Yo asentí, perplejo por los comentarios y sin quitar la vista de la polla de Miguel. Pasaba de mirar a Salva porque me estaba muriendo de vergüenza. Mientras seguía disfrutando de esa polla, Salva vino al sofá donde estaba Miguel y se sentó a su lado. Se había quitado toda la ropa y estaba totalmente empalmado esperando a que se la chupase.
- Tu también quieres o qué?
- Hombre, sería todo un detalle.
- Si te la acabo de chupar hace poco menos de una hora.
- Si, pero ya sabes que soy una bestia.
Dijo eso y se incorporó levemente para darme un azote mientras yo seguía comiéndosela a Miguel. Ambos rieron y yo me sentí humillado pero estaba tan cachondo que no me importó. De hecho di un leve gemido para ponerles aun más cachondos. Salva se chupó los dedos y comenzó a jugar con mi agujero.
- Qué te estabas haciendo arriba en la ducha? - El cabrón no iba a guardarse nada para él mismo??? - Te estabas metiendo los dedos? Cuantos? Así?
Salva metió dos dedos en mi ojete dilatado y yo comencé a gemir. Noté sus nudillos quedándose a la puerta de mi agujero. Joder qué placer. Miguel empezó a dar bufidos de gusto solo de pensar que también me la iba a meter. Salva se levantó del sofá y se puso detrás de mi. Sin mediar palabra y mirando a Miguel fijamente a los ojos puso la cabeza de su polla en mi ojete y escupió para lubricarlo. La cara de Miguel era un poema entre el placer de la mamada y la incredulidad de la situación. Mirando a Miguel fijamente Salva comenzó a meterme su pollón lentamente mientras yo dejaba de mamar para concentrarme en ese inmenso placer. Mis gemidos ya habían dejado de ser contenidos. Una corriente eléctrica de placer iba desde mi ojete hasta mi boca y con cada embestida salía un gemido que encendía aun más a mis dos amigos. Salva comenzó a coger ritmo en la follada, azotándome y cogiéndome del pelo para que le comiese la polla hasta el fondo a Miguel que estaba totalmente embriagado. Llegado el momento ambos se rieron y chocaron las manos.
- Joder tío, creo que es la mejor resaca de mi vida. Un porro con mis amigos y una buena mamada. Qué más se puede pedir?
- Una buena follada – respondió Salva.
Ambos rieron e intensificaron el ritmo. Notaba los huevos de Salva estrellándose contra mi culo y la polla palpitante de Miguel no paraba de soltar el liquido preseminal que estaba delicioso. Seguimos en esa posición un rato mientras Miguel movía la cadera y apretaba mi cabeza contra su polla para que entrase hasta el fondo. Pasado un tiempo Miguel se levantó:
- Chicos, estoy cachondísimo. Creo que me voy a correr.
- Correte en su boca, vas a ver que puto gusto. Y a él le encanta. Cuando está así se convierte en una auténtica zorrita hambrienta que disfruta con las mayores cerdadas.
Miguel se puso delante de mi y comenzó a masturbarse con su glande en mi boca. A las pocas sacudidas dio un bufido, su polla se tensó y comenzó a soltar chorros y chorros de lefa en mi lengua. Qué sabor! Qué puta maravilla! Estaba disfrutando tanto que comencé a correrme mientras Salva, también canchondísimo por la situación me reventó el culo lo más que pudo y acabó corriéndose dentro después de un fuerte grito. Poco a poco siguió metiendo y sacando su polla entera ayudada por la lubricación de su corrida. Tenía el culo totalmente abierto.
- Buah, como tragas tío. Que puta maravilla – dijo Miguel. - Yo también te quiero follar, eh?
- Tranquilo, si queda mucho fin de semana, o no?
Yo miré a Salva con cara de desconcierto pero con la sensación de que estaba a su merced. Y era algo que en el fondo me encantaba.