Follado por el albañil
Me colocaron un aparato de aire acondicionado y algo más.
Soy adicto al sexo y me gusta probar de todo, hoy voy a relatar lo que me ocurrió cierto día en que necesité un albañil que me instalara un equipo de aire acondicionado en el dormitorio, yo soy constructor, esto me permitió pedirle a mi contratista que me enviara algun trabajador prolijo que se encargara de la tarea.
Al día siguiente, a la mañana, muy temprano, estaba Roberto, así se llamaba el enviado, con sus herramientas de trabajo, la mejor de ellas entre las piernas, esperando en la puerta de mi casa, lo hice pasar y lo llevé directamente al dormitorio donde debía realizar la instalación.
Hacía calor por lo que Roberto me pidió permiso para quitarse los pantalones largos y ponerse unos jeans cortados más arriba de las rodillas, que le permitirían estar más fresco, por supuesto que el permiso fue concedido y luego de cambiarse se puso manos a la obra.
Primeramente debió hacer el hueco en la mampostería, lo que inmediatamente me atrajo de él fueron la fuerza y la violencia con que arremetía contra la pared con el marrón, se notaba en él su energía puesta en perforar esa pared pero, a la vez, se evidenciaba cierta violencia contenida que descargaba en la tarea que tenía encomendada, estaba tan enfrascado haciéndolo que creí que no notó mi insistente mirada.
Observándolo miestras trabajaba pude notar sus enormes ojos claros, de un color verde agrisado, rodeados de grandes pestañas negras muy arqueadas que me hicieron pensar cómo luciría este hombre bien vestido en una fiesta, seguramente hubiera sido un bocado muy apetecible para más de una o uno.
El color de sus cabellos era castaño oscuro y brillante, su tez blanca, velludo, pero no en exceso, lo más lindo que tenía, si es que una parte en él era más linda que otra, eran sus piernas, fuertes, de músculos muy marcados, muslos gruesos y pantorrillas prominentes y como ya lo he mencionado cubiertas de unos sensuales vellos oscuros.
En el momento de colocar el armazón que contendría el aparato, precisó de ayuda y yo gustoso me decidí a prestársela; me acerqué desde atrás pidiéndole permiso y estiré los brazos, soy más alto, para tomar la parte superior de la carcaza mientras él manipulaba con la inferior, en esos menesteres estábamos cuando, en un movimiento muy natural, propio del trabajo que estaba realizando, echó sus glúteos hacia atrás para afirmar más el armazón del aparato de aire, con ellos me rozó el paquete que a esa altura de los acontecimientos y dada la proximidad manifestaba cierta presencia.
Ninguno de los dos dijo nada, una vez que estuvo la carcaza en el sitio correspondiente, comenzó a amurarla con una delicadeza llamativa que contrastaba con la violencia que dejó entrever momentos antes, sus movimientos eran lentos, pausados, la maestría con que manejaba la cuchara de albañil era realmente asombrosa.
Habían transcurrido ya una horas desde que había empezado, llegaba la hora del almuerzo y además la mezcla debía fraguar un poco para que pudiera terminar el trabajo con la prolijidad que le era requerida, yo no había podido dejar de observarlo, aunque en silencio, para que ni él ni mi esposa se dieran cuenta de la atracción que me causaba.
Mi mujer preparó la mesa y sirvió un plato para él, lo depositó en una bandeja con un vaso de un refresco bien helado, me pidió que se lo llevara a un rincón del jardín donde había un poco de sombra para que almorzara, lo hice muy gustoso, comenzaba e entablarse entre Roberto y yo una relación silenciosa, muy erotizante, en la que las miradas directamente a los ojos, las medias sonrisas y la respiración por momentos agitada de cada uno hacía evidente., al acercarme me causó cierta sorpresa la frase con que recibió su bandeja:
¿No almorzaría conmigo?
Sorprendido, al principio no supe qué responder, pero luego de repuesto contesté:
Sí como no, será un gusto
Me traje una bandeja igual a la suya para compartir con él el almuerzo, mientras mi esposa lo hacía en el comedor con los chicos.
La comida transcurrió hablando de vanalidades propias de personas que recién se conocen la composición de nuestras respectivas familias, etc, pero lentamente su voz fue cambiando, se hizo casi un susurro, se volvió más ronca, eso me causaba mucha exitación, sobre todo cuando me preguntaba cosas como el desempeño de los chicos en la escuela cuando en realidad quería decir otra cosa.
Luego retomó su trabajo hasta terminarlo de una manera perfecta, limpió sus herramientas, me pidió permiso para bañarse, lo hizo en el baño de servicio, pude espiarlo a través de una pequeña abertura que tiene la pared que une el baño con el lavadero y pude verlo enjabonarse y producir mucha espuma con el jabón por la cantidad de pelos en el cuerpo.
Comenzó lavándose la verga, a la cual enjabonó mucho y la lavó a conciencia, mientras lo hacía ese herramienta tan apetecible aumentó un poco su tamaño y con ella lo hizo mi exitación, luego se lavó la cabeza, aproveché para mirarlo con más descaro ya que mantenía los ojos cerrados, pude verle el culo con unos glúteos bien macizos y cubiertos de un fino vello que se hacía más abundante a medida que se acercaba a la raja, se enjuagó a conciencia y alcanzó la tohalla, se secó con parsimonia, vistió sus ropas de calle, unos jeans ajustados que para mi sorpresa se los puso sin ningún lienzo debajo, salió del baño luego de peinarse, para ese momento yo estaba sentado tranquilamente en una reposera del jardín y se despidió amablemente para partir a su casa, fue entonces que me ofrecí a llevarlo y él rápidamente aceptó.
Una vez en en auto no sabía, o hizo que no sabía, colocarse el cinturón de seguridad, por lo que me ví obligado a cruzar con el torso por delante suyo para buscar la hebilla del lado de la puerta, fue ese el primer momento en que sentí muy cerca la respiración de ese macho, su abdomen duro como una roca, se lo abroché sin dejar de rozar mi cuerpo con el suyo las veces que me fue posible, Roberto se dejó hacer.
Llegamos a su casa prácticamente en silencio, solamentre oyendo la música del aparato de radio, yo estaba totalmente cachondo aunque trataba de disimular, pero de reojo veía su paquete que había aumentado su tamaño y solamente pensar que debajo de esos jeans no había ninguna otra tela que me separara de ese manjar me dejaba bastante estúpido, al llegar me sorprendió nuevamente al invitarme a tomar una cerveza, por supuesto accedí rápidamente pensando que podría proponerle una salida esa misma noche u otra cualquiera, pero la casa estaba vacía por lo que mis planes comenzaron a experimentar una variante inesperada.
Era una casa muy sencilla con un estar, un pequeño dormitorio con una cama más o menos grande, y dependencias de servicio, nos sentamos en la cama con una botella de cerveza cada uno ya que tanto la mesa como las sillas del pequeño comedor estaban siendo utilizadas con ropas y otros enseres domésticos que, a decir verdad, daban al lugar un aspecto bastante desordenado, comenzamos a conversar nuevamente de cosas intrascendentes mientras nuestras piernas lentamente se iban arrimando más y más.
Miré su paquete, había crecido lo suficiente como para que su verga pudiera adivinarse en todo su tamaño y posición, no me aguanté y con la mano derecha toqué su entrepierna, la respuesta fue un hondo suspiro con los sus bellos ojos cerrados y ya no me quedaron dudas de que los dos queríamos la misma cosa.
Nos miramos profundamente y acercamos nuestras bocas en un beso apasionado en el que nuestras lenguas retozaron alegremente buscando la del otro, me gustaba mucho su aroma a tabaco, yo no fumo, me parecía un olor muy veronil, su barba me hacía un poco de daño en las mejillas, besé su cuello, él repondió echando la cabeza para atrás y suspirando aún más intensamente.
Con mis manos recorrí sus espaldas y podía notar, a través de la tela de su camiseta, los músculos desarrollados a fuerza de trabajo, no de gimnasio, volví a tomar conciencia del olor a tabaco que emanaba de ese cuerpo recién bañado y nuestra temperatura fue subiendo cada vez más, lentamente fui desabrochando la cremallera, la mata de vellos comenzó a asomar, se su pija ya dura y me la metí en la boca para la primer mamada.
Me tomó de los glúteos y me volteó encima suyo, seguí chupándole el cuello, los pelos de su barba me mostraron nuevamente lo duros e irritantes que podían llegar a ser, pero todos sabemos lo deliciosa que es la sensación de esos pelos de barba cuando parece que te taladran la piel.
Nos desvestimos con habilidad, sin demasiados apuros, en realidad ambos tenemos alrededor de veintinueve años y por lo tanto sabemos disfrutar de los prolegómenos, ya no lo hacemos con la urgencia de los dieciseis.
Una vez desnudos pude apreciar su cuerpo fibroso, sin ningún kilo demás, los vellos de su pecho que se interrumpían antes de llegar al ombligo, pero de allí comenzaban un camino que se ensanchaba hasta su gran herramienta, digo gran herramienta porque mediría unos 20 centímetros se veía suficientemente gruesa y venosa como para envidia de cualquiera.
Me agaché y nuevamente comencé a darle algunos lenguetazos mientras la sostenía con la mano y la sentía crecer con cada palpitación, luego se la mamé con toda la pasíon que podía poner en juego en esta circunstancia, Roberto solamente gemía, me costó un poco hacerla pasar por la garganta, pero finalmente pude tenerla toda dentro de mi boca al punto de poder tener su mata de pelos haciéndome cosquillas en la nariz.
Me encantaba el olor que emanaba de su sexo recién bañado, puse sus testículos en la boca, primero uno, luego el otro, volví a la verga seguí mamando mientras observaba detenidamente sus características, luego baje por sus piernas, no se porqué dirigí la boca a su hueco poplíteo y me encontré con que era la zona más erógena en Roberto, suspiraba y gemía en una mezcla de cosquillas y placer mientras yo mamaba con muchas ganas esa zona de su cuerpo.
Me encanta que me den placer, pero creo que disfruto mucho más cuando soy yo quién da placer a otro y en este momento ese era el caso, volví a la verga, los líquidos preseminales emergían con profusión, los saboreé y los tragué sientiendo ese sabor un ppocoo ácido que tanto me gusta.
Me levantó con ciera violencia, volvimos al juego con las bocas pero ahora con un aditamiento extra, nuestras herramientas habían empezado su propia danza entre ellas y nuestras pelvis hacían lo posible para que esa danza fuera lo suficientemente potente para dejarnos más cachondos todavía .
Me tiró sobre la cama, nos revolcamos en ella hasta ubicarnos para un sesenta y nueve y comenzamos a mamarnos de una manera maravillosa, el glande de su pene era rosado y parecía un hongo, el tronco oscuro y con él me entretuve largo rato mientras sentía sus succiones en el mío, Roberto tenía también la garganta lo suficientemente profunda como para tragarla toda, la sensación era maravillosa, quizás más porque yo no sabía si su esposa podría volver pronto y el nerviosismo que me causaba esa posibilidad me exitaba todavía más.
Le olí el culo, olía a limpio, me estiré un poco más hasta alcanzarlo, me aventuré con la lengua en él, Roberto lanzó un gemido muy fuerte y yo apoyé la boca en toda su extensión en el ojete y se lo comí, Roberto flexionó las piernas y se colocó en cuclillas sobre mi cara, gemía y sus gemidos deben haberse escuchado hasta en la casa de sus vecinos, se retorcía de placer como si hubiera sido un reptil, cuando ya no dio más tomó la iniciativa.
Me colocó de espaldas en la cama, buscó un poco de aceite de comer ya que no tenía otro lubricante, me embadurnó el culo con él, poco faltó para que me sintiera una ensalada, solamente faltaba la sal pensé, me metió sin miramientos uno de sus ásperos dedos, me retorcí de placer, lancé un gemido que me salió del alma, estaba en la gloria, jugaba con ese dedo en mis intestinos, lo llevaba hasta el fondo, mientras me chupeteaba la oreja, lugar extremadamente sensible para mí, perdí noción de la realidad.
Solo sabía que tenía un macho encima mío y que jugaba con cada parte de mi cuerpo, me comió las axilas, me metió un segundo dedo, que me produjo algo de dolor, pero siempre el goce fue más y lo dejé hacer.
Comenzó a decirme al oído " esto es lo que te gusta perra ", " me estuviste mirando desde que llegué " y otras tantas cosas irreproducibles que solo me ponían más cachondo, finalmente sacó sus dedos y me apoyó en la puerta del culo su tremenda pija que parecía tener vida propia porque encontró su lugar en el momento, jugó unos segundos en la puerta de mi culo, me metió la cabeza, eso hizo que me arqueara de dolor, se mantuvo quieto unos instantes, los suficientes para que me acostumbrara, el dolor me hizo lagrimear.
Luego de meterme la abeza, haciéndome ver las estrellas y sujetándome firmemente de los tobillos por encima de los hombros, sin miramientos me la enterró de un golpe, creí que me partiría en dos, el dolor era insoportable, intenté safarme pero me tenía firmemente aprisionado y todo su robusto cuerpo se apoyaba totalmente encima mío, quedó quieto un rato hasta que el dolor fue cediendo y dando paso a un placer indescriptible, me sentía empalado.
Comenzó luego un rítmico mete y saca que me enloquecía, por momentos me la sacaba y me la dejaba en la puerta del culo y yo intentaba por todos los medios que me la metiera nuevamente y le suplicaba diciéndole " papito por favor dame más ", " la quiero toda para mí " y cosas por el estilo.
La violencia comenzó a hacerse presente las embestidas eran cada vez más fuertes, me hizo recordar al modo en que realizó el hueco en la pared en la mañana, decidí plegarme a su violencia para ver hasta dónde llegaba, lo tomé de los glúteos y cada vez que Roberto se acercaba yo tiraba hacia mí de ellos y las veces que podía le metía un dedo en el culo, esto lo enfervorizó aún más, parecía un animal en celo, me daba nalgadas, retorcía mis tetillas yo me movía a veces a su ritmo, otras haciendo círculos con el culo, le decía " enterrámela mi macho "solo era conciente de mi culo rodeando su hermosa pija, bufaba, gemía y me decía " ese culo desde hoy será solo mío " sus movimientos eran infernales, violentos, totalmente erotizantes yo parecía un muñeco totalmente abandonado a su voluntad pero cada vez más cachondo.
Primero comprendí que lo que más lo calentaba era enterrármela mientras le ponía un dedo en el culo, pensé que sería un gran candidato para una orgía, lo pensaría y se lo propondría en otro momento, el crecimiento de su pija me volvió a la realidad, creció hasta lo lo indecible dentro de mi culo y supe que se vendría, pero quería su leche dentro mío, perdí la prudencia y me dejé llevar, con un bramido y una estocada hasta lo más profundo de mí, Roberto me llenó los intestinos con leche, a la vez que yo sin tocarle apenas lo salpiqué con la mía hasta en la cara en una acabada sensacional.
Me la sacó del culo dejando un agujero que sería dificil de llenar con algo tan sabroso, me puso su pija en la boca para que se la limpiara y así lo hice con mucho gusto, supuse que no le habría gustado tener la cara manchada de semen, pero me equivoqué, lo disfrutó, me besó y compartimos nuestro semen, aunque más del mío que del suyo ya que era tanto el que me depositó en el culo que poco me quedó para la boca, además comencé a sentir que el excedente empezó a aflorar lentamente y a deslizarse por mis nalgas.
Quedamos un rato quietos, relajados, Roberto se fumó un cigarro, yo apoyé mi cabeza en su peludo pecho, todos estos últimos actos los realizó con la misma delicadeza que empleó para teminar su trabajo en casa, me vestí, quería algo suyo, le pedí los boxer que llevó puestos a la mañana y que al salir de casa ya no se los había vuelto a poner, con una sonrisa pícara los buscó en su mochila y me los alcanzó, me vestí lentamente, subí a mi coche y volví totalmente satisfecho.
Tenía un ardor en el culo pero estaba relajado y esa noche dormiría apaciblemente con el aire acondicionado encendido y, tomando las precauciones del caso, con sus boxer debajo de mi almohada..