Follado en secreto

Me lo estoy follando en secreto mientras al otro lado de la puerta su madre ignora por completo lo que esta sucediendo en ese lugar. (Gracias por leerme y agradezco sus comentarios y valoraciones)

[Violación en el cuarto de baño]

Antes de que empezar  a follármelo, coloco mi mano sobre su boca.

(Intento evitar que un grito o un gemido más alto de lo normal nos acabe por delatar a ambos)

Ha intentado resistirse pero al final he conseguido reducirlo. Esta apoyado contra la puerta mirando con cierto temor como me aproximo hasta él. Esta temblando de miedo, sabe lo que pretendo, y puede que eso lo tenga más excitado de lo que aparenta estar. Yo por mi parte me estoy pajeando la polla un poco para endurecerla al máximo

Todo ha pasado muy rápido, ha entrado en el baño para dejarme una toalla seca, yo he salido de la bañera y él se ha quedado mirando mi rabo endurecido, estaba pajeándome mientras me bañaba, pues suelo hacerlo casi siempre cuando llego del trabajo. Le he sonreído mientras me la agarraba para seguir con la paja delante de sus ansiosos ojos de polla, se ha quedado paralizado, tal vez no esperara esta reacción por mi parte.

He seguido por aproximarme hasta él, dejar que cayera mi toalla al suelo y aprovechando su gesto de sorpresa, al ver mi cuerpo completamente desnudo,  he logrado colocar mi mano sobre la puerta.

Ha intentado salir, agarrando fuertemente la manivela de la puerta y en el forcejeo se ha quedado con ella en la mano. La ha partido el muy bestia y ahora tendremos que avisar para que nos abran desde fuera.

Lo haremos cuando acabemos. Yo de follármelo y el de poner ese culo sumiso a mi completa disposición. Definitivamente me he quedado encerrado con ese maricón ahí dentro.

-De aquí no sales sin que me folle este culito- Le susurro en la oreja.

Lo noto temblar y mueve ligeramente el culo. Mi polla dura a reventar se acopla en su raja. Mi grueso capullo hace algo de presión en su ojete, pero no se abre

Ahora mi cuerpo humedecido se roza con el suyo, el todavía sigue vestido, solo le he bajado algo los pantalones para dejar su culo expuesto ante mi duro rabo, su ropa me sirve de toalla, pues la mía yace arrugada en el suelo.

Con un tirón fuerte de mi mano consigo hacer que sus pantalones caigan al suelo.

Se estremece ligeramente, pues no esperaba ser asaltado de esa forma y en ese lugar.

-¡No llevas calzoncillos cochino!-Le susurro en la oreja.

Todo su cuerpo se retuerce, pretende escapar pero algo hace que se detenga. El contacto de mi duro y chorreante capullo con los alrededores de su ojete le hace flaquear, puede que empiece hasta por dejarse hacer.

-¡Nos van a oír!-Murmura algo alarmado

-Si no gritas, no tienen porque-Le digo yo mientras comienzo a empujar.

Mi polla dura a reventar comienza a deslizarse  dentro de su culo apretado. El joven sumiso tiene las manos apoyadas en el marco de la cerrada puerta del baño, noto con su actitud su gran temor a ser descubierto y eso me excita todavía más.

Todo su cuerpo se estremece, pero su cara de placer me lo sigue diciendo todo.

-“Sigue, métemela hasta los huevos”-parece decirme con esa suplicante mirada.

Sonriendo, acelero el movimiento de vaivén comprobando como el esfínter se abre dejándome entrar y salir con cierta soltura.

Gime lleno de placer mientras yo no dejo de moverme haciendo que mi polla se introduzca rítmicamente dentro de ese culo prieto.

Veo como se revuelve, llegando a pronunciar algo ininteligible, pero lo hago callar con mi mano apretada sobre su boca, el pobre mariconcete no esperaba ni una introducción tan rápida…

Ni una follada a ese ritmo...

Me encanta notar como intenta defenderse, al hacerlo su culo se mueve hacia atrás y se clava todavía más fácilmente en mi dura y gorda polla.

-Ahhhh, … me vas a romper- murmura

-Eso quiero-Le digo yo mientras acelero el ritmo.

Me mira alarmado e intenta salirse de mí, pero lo tengo retenido entre la puerta y mi polla. ¡No tiene escapatoria alguna!

Ese inútil intento por escapar, facilita la penetración más que impedirla

Muerde, uno de los dedos de mi mano con la que estoy impidiendo que grite en busca de ayuda, y le empujo mi polla con mucha más fuerza

-¡Te voy a follar aquí y ahora lo quieras o no, mariconazo!- Le susurro en la oreja.

El solo emite un leve gemido dándome su asentimiento. Le encanta que lo penetren no hay más que ver como aprieta el culo con fuerza sintiendo como mi polla es presionada hasta casi hacerla reventar.

-Mi madre puede llamarme en cualquier momento- Me dice para lograr escapar, pero desisto en el intento de sacársela.

-Por eso no debe saber que estas aquí -Le susurro. Estoy seguro  que el ruido del agua de la ducha, es capaz de amortiguar sus gemidos de placer.

-Date prisa y acaba- me susurra

-¡Acabaremos cuando yo decida, cacho maricón!

Sé que esa batalla la terminaré ganando yo y por eso sigo empujando.

No paro de follármelo…el no deja de emitir gemidos, pero por suerte mi mano apoyada con fuerza sobre su boca los amortigua bastante

Sus manos recorren la madera hasta alcanzar un gancho donde se cuelgan las toallas mojadas después de la ducha. Las dejamos ahí, para que se oreen. Sé que piensa que si se agarra ahí podrá escapar. Ese punto de apoyo le permite hacerse hacía adelante, pero al moverse le vuelvo a embestir y su cara se da de bruces contra la puerta del baño.

Al otro lado de la cerrada puerta del baño han debido de oír el golpecito seco que se acaba de producir dentro del baño, pero eso, en estos instantes, no me preocupa.

-Ahhhh cabrónnnnn- murmura de nuevo

Lo he logrado, mi polla ha terminado metidita hasta los huevos en ese prieto, y estrecho, pero a la vez muy transitado culo.

Él gime lleno de placer

Yo le muerdo en la oreja dejándosela completamente enrojecida. ¡Al final he logrado que se calle!

Al otro lado de la puerta, oímos como su madre sigue charlando animadamente con algún nuevo huésped. Ninguno de los dos ha reconocido la voz del extraño, por eso sabemos que no se trata de un inquilino, sino de un aspirante a serlo. El enculado chico tiene miedo de que su todavía ignorante mama, quiera enseñarle el lugar al futuro huésped.

Acostumbra a hacerlo antes de que estos se decidan a hospedarse.

“Puede que empiece por el cuarto de baño”-Pensamos ambos

De ser así, tendemos que desistir en la clavada de polla que le estoy dando.

“No creo que sea conveniente que los nuevos huéspedes vean a lo que se dedica el hijo de la dueña”-Pienso.

-Tranquilo no pasara por aquí porque sabe que hay alguien duchándose-Le digo sin parar de follármelo.

Noto como se relaja, el sonido de las voces se aleja por el pasillo. Entonces empiezo a mover la polla sacándosela con una cuidada y calculada lentitud, quiero que sienta como poco a poco le va desgarrando sus entrañas cada centímetro de mi hombría. El tremendo grosor de mi polla le hace gemir de gusto.

-¡Podrías habérmelo pedido antes!- Me termina diciendo totalmente resignado.

-Hubiera buscado un lugar más discreto y seguro para hacerlo- matiza

Entonces le hablo a la oreja, y lleno de rabia le doy un nuevo mordisco para que vea lo placentero que me resulta follarme ese culete dispuesto.

-¿Y porque no podemos follar aquí?-Le pregunto  haciendo que la pregunta sea   más retórica que nunca, en esos momentos

-La puerta no tiene pestillo- suspira

(No le contesto, solo sigo follándomelo sin descanso, quiero que vea de lo que un buen macho, albañil de profesión, es capaz de hacer cuando se encuentra con un culo prieto y dispuesto)

-Puede entrar en cualquier momento alguien, y empeorar las cosas más de lo que ya están…

-Tranquilo te acabas de cargar la manivela,… de aquí no nos sacaran tan fácilmente.

-Ahhhh siii que polla tienes cabrón-Me dice sin dejar de pajearse.

-Estaba seguro de que te iba a gustar cuando la vieras.

-Llevo ya un tiempo viéndotela- me dice con cierto descaro mientras se gira.

-Cuéntame eso maricón- Le digo a la vez que acelero los movimientos de mi pelvis

-Por las noches te espío, mirando por el ojo de la cerradura de tu habitación.

(Hace una pausa antes de seguir hablando, mi dura polla realmente ha de estar haciendo estragos en su prieto trasero)

-Veo, a través de ella, como te pajeas.-Termina diciendo

Le como los morros sin parar de encularlo, no esperaba una revelación como esa. El tampoco se esperaba que pudiera acelerar el ritmo y acaba explotando.

Esta corriéndose, derramándose entre suspiros de placer manchando con ellos la impoluta puerta. Ha estado pajeándose mientras lo penetraba. El cochino no ha podido resistirse y se ha entregado buscando su propio placer.

Sé que está preocupado por los últimos acontecimientos ocurridos en la pensión, por eso intento calmarlo.

-Tranquilo, aunque Antonio, deje la pensión yo no pienso buscarme otro sitio.

Me mira, al oírme, lleno de júbilo y empuja el vicioso culete hacía atrás. Sé que llevaba varios días con ese temor en la mente y ahora, con mi follada, le estoy despejando todas las dudas.

[La mujer desgraciada]

Creo que he sido un poco brusco, tal vez debería haber empezado por el principio de esta historia.

(Al menos el que yo conozco…)

-¡Menuda desgracia la que tiene encima esta mujer!- Me había terminado por decir, mi compañero de habitación de nombre Antonio, mientras removía con el tenedor,  los escasos guisantes que quedaban en su plato.

-¿A qué te refieres?-Le pregunté yo, mientras alzaba la vista, sin saber muy bien qué diablos me iba a contar.

-¡Pues el que va a ser!...Cuando le digamos que dejamos la pensión, seguro que se muere del disgusto.

-¡Es que sigo sin saber porqué se te ha puesto esa perra de querer irte de aquí! La pensión está limpia, se come regular, pero ya hemos pasado por otras, en las que como no le hinques el diente a los muchos chinches que hay, …ni comes y para colmo te estás follando a la dueña. ¡No se qué más quieres!-Le reproché mientras le daba un codazo de complicidad.

El tío se sonrió seguramente mientras se recordaba fornicando con esa mujer que de vez en cuando le lanzaba una miradita cómplice. Las caras de ambos se iluminaban durante unos instantes antes de que ella siguiera con sus quehaceres en ese cada vez más concurrido hostal.

Antonio volvía a conversar, de nuevo,  con su amigo y compañero de habitación sobre algún tema insustancial del trabajo, de algo relacionado con el fútbol, o algún asunto de la capital que requería de su comentario, pero este día en concreto la conversación de ambos se movía por unas zonas demasiado siniestras.

-Si definitivamente se va a morir por eso,… (Hizo una larga pausa antes de proseguir), … pero más cuando se entere de lo otro.

-Lo otro, ¿y qué es exactamente lo otro?-Le pregunté ya sin saber nada de nada.

[Verlo con mis propios ojos]

Seguro que en este preciso instante estaréis mas perdidos que yo mismo estaba cuando Antonio me contó lo que había presenciado al llegar una tarde, antes de lo previsto, a la pensión.

Me habló del portero del edificio y temí lo peor, esa mujer parecía decente, pero llevaba ya mucho tiempo viviendo sola.

-¿No estarían aquí?-Le pregunté intuyendo lo que ya sospechaba.

-No- me contesto él mientras me miraba intentando entender si sabía o no algo de lo que estaba a punto de contarme.

(Después de un silencio volvió a hablar)

-Esa tarde llegué al portal y no encontré al portero en su caseta. Tenía que verlo porque echamos la quiniela a medias y ya me debía el dinero de dos semanas,… por eso entré sin avisar en su casa.

Antonio escupió al suelo, lleno de asco y aprensión,  sin importarle que debería  de ser su amada querida la que terminaría por recoger semejante gargajo.

Me miró durante unos instantes dudando en si debía seguir hablando o no.

Yo afirmé con la cabeza animándole a continuar

-La puerta estaba abierta, siempre la tiene así por si algún vecino de la corrala necesita de algo…

Yo seguía mirándolo, fijamente, mientras veía como la ira iba cegando sus ojos.

-Al entrar, fue cuando los vi a los dos.

  • Lo siento.  No sabía que el portero y ella estuvieran liados- me anticipé a decir antes de que me descolocolara completamente con lo que me contó después

-¡Nooooo, a los que vi fue a esos dos maricones! Ni siquiera se habían molestado en evitar que alguien como yo, o cualquier otra persona de esta corrala, pudiera sorprenderles

-¿Maricones que maricones?-Le pregunté sin saber de qué iba todo aquello.

-¿Es que no me estabas escuchando? …¿no te estoy diciendo que su madre se va a morir cuando lo sepa?

Entonces fue cuando empecé a entenderlo todo.

Miré la cara llena de ira de mi compañero, un albañil, al que no le había conocido más mujer que la dueña de ese hostal.

No le importaba el hecho de que no pudieran casarse.

Todo el mundo allí sabía acerca de la triste historia que atesoraba la dueña de la pensión. A pesar de haber sido abandonada por su marido, y que todavía seguía casada con un hombre del que nadie sabía nada, había logrado reponerse. Sacar a su hijo adelante, buscar un oficio respetable para ambos y (esto ya solo lo sabían dos personas) casi estaba a punto de rehacer su vida con otro hombre.

Cuando el joven muchacho se acercó hasta nuestra mesa para preguntarnos si podía retinarnos el plato recibió por contestación un nuevo reproche.

-Puerco, asqueroso,…-Escupió ese hombre nada más ver a ese crio temblando cerca de él mientras recogía los cubiertos de Antonio para colocarlos dentro del plato.

Lo agarré con fuerza de la mano, ya que de no haberlo hecho estaba seguro de que le hubiera soltado una ostia allí mismo. Estaba cegado por la ira y la sinrazón pero por suerte lo contuve y el joven pudo escapar a tiempo, mientras intentaba que los platos que se balanceaban entre sus temblorosas manos no se cayeran al suelo.

Antonio agachó la cabeza completamente desolado. Aquella situación le estaba doliendo más que nada en el mundo.

-Yo pensaba que,… terminaría entendiendo que su madre y yo,… ya sabes. Estaba dispuesto a llevármelos a los dos a la casa que me estoy haciendo en el pueblo,… aunque no sea ni mi hijo.-sus lágrimas eran sinceras y sus palabras llenas de odio mas todavía.

-Deberías dejarlo pasar… a veces esas cosas pasan… Tu mismo me dijiste una vez que algunos hombres suelen hacer estas cosas- Le contesté, aun sabiendo, que no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer.

-¿Pretendes que adopte como un hijo mío a un maricón?

-No, tú mismo lo has dicho hace un rato. ¡No es tu hijo! Lo que haga o deje de hacer no es de tu incumbencia.

-¿Y qué tendría  que hacer entonces? …¿Comprarle una cama de matrimonio para que retoce a gusto cada vez que ese portero asqueroso vaya a visitarlo al pueblo?

-Creo que lo estas exagerando todo un poco- Le empecé a decir antes de que me interrumpiera de nuevo.

-¿Exagerando?-Me preguntó totalmente ciego por la ira.

-No, creo que fuera para tanto-Le dije yo intentando calmarlo. Algunos de los otros huéspedes llevaban ya un tiempo viéndonos discutir y aunque no sabían cuál era el motivo todo esto ya empezaba a incomodarme.

-Los vi ahí,… ¿entiendes? …En el suelo de su casa, con el crio en pelota picada mientras ese sucio portero le metía la polla hasta los cojones.

-¿En serio?-Le pregunté mientras miraba al joven crio que nos miraba de reojo y lleno de miedo.

-Si no me crees, podrás verlo tu mismo, cualquier día de estos, con tus propios ojos. Por las cosas que decían y en cómo se comportaban al hacerlo supe  en seguida que no era la primera vez que lo hacían.

-¡Tienes razón su madre se va a morir cuando se entere!-Le contesté mientras me recolocaba bajo la mesa mi mas que endurecida polla. Esta se había despertado del letargo y pedía ser liberada cuanto antes del sucio y manchado mono de albañil que la retenía.

[Noches de insomnio]

Intenté consolar a la mujer pero no hubo forma. Pensaba que había hecho algo malo, que ese hombre del que se había enamorado perdidamente iba a abandonarla por algo que había pasado entre ellos,…pero le conté que no era así.

Antonio no fue capaz ni de dirigirle mas la palabra desde que esa noche con lágrimas de rabia en los ojos, le contaba que no podía seguir con ella porque tenía un hijo,…

La mujer le dio una sonora bofetada en la cara mientras le escupía casi a la vez.

-¡Cuando te metías en mi cama no te importaba que lo tuviera!

-El hombre sin esperar el golpe, y avergonzado por una situación en la que los dos o tres clientes del hostal los miraban discutir extrañados, intentó explicárselo. El solo quería contarle que no la dejaba por tener un hijo,...  sino porque este era  un puto maricón. Pero no le dio tiempo a terminar la frase ya que la mujer se encerró llorando en su cuarto del que no salió en dos o tres días.

Me abordó a mí una mañana pidiéndome que le dijera a mi colega que debíamos abandonar la pensión, y que debíamos hacerlo cuanto antes mejor.

-La convencí para que nos diera unos días más y nos los pasamos recorriendo la ciudad mientras deambulábamos de hostal en hostal buscando habitaciones libres.

No hallamos nada que nos convenciera y cada vez me preguntaba con  más insistencia si no sería mejor el contárselo todo a esa sufrida mujer.

“No merecía más mentiras. Había pasado ya bastante,… ¿pero cómo encajaría el golpe de todo lo que estaba pasando en su casa?”

Seguí a ese muchacho durante esos días en los que me buscaba otro hostal, en el que poder alojarme, pero aparte de su constante trabajo y amabilidad hacia los clientes no encontré nada anormal en él.

No había rastro ni actitud, ni comportamiento alguno que lo delatara, que me dijera que efectivamente… era maricón.

“Aunque visto en perspectiva tampoco había rastro alguno en mi comportamiento que me delatara a mí mismo y yo si sabía de mi que era un maricón”

“¡Vaya que sí lo era!...”

Lo seguí en numerosas ocasiones hasta la casa donde residía el portero. Esperé paciente a que entrara y comprobé como siempre dejaban la puerta abierta como insinuó Antonio en su relato.

Decidí entrar súbitamente en el lugar del que manaban sus voces y los encontré conversando, pero no desnudos completamente y con ese juvenil culo tragándose la madura y venosa polla del portero.

Le estaba pidiendo al portero que le arreglara los tendederos de la ropa pues al parecer había en ellos uno que se atascaba y no corría muy bien.

Aparentemente en esa pensión y en el resto del edificio todo era normal, salvo mis pensamientos que no podían quitarse esas escenas de la cabeza.

Me la cascaba más que un mono por las noches pensando en ese crio, en ese portero, y en las cosas que se suponía que hacían ambos.

Antonio, mi compañero de trabajo roncaba sonoramente en la cama de al lado, dándome plena libertad en el desarrollo de mis depravados instintos.

Aquellas pajas eran premeditadas, me las hacía como venganza personal ante ese crio. Quería lefarle las recién cambiadas sábanas y toda mi ropa de trabajo para obligarle a limpiarla. Quería que viera los restos de mis abundantes corridas depositadas sobre ellas.

Hasta que Antonio me había hablado de ese muchacho. Ese crio había permanecido casi invisible a mis ojos.  Puede que le hubiera mirado de reojo ese culo respingón que tenía pues para mí era casi inevitable el hacerlo con todos los hombres con los que tenía un cierto contacto, pero nada más. Ese sufrido, y abandonado por su padre, muchacho era para mí algo intocable.

Ahora, tiempo después de haberme lamentado por lo triste que debía de ser su vida, me enteraba que ese culo no solo no era virgen sino que era profanado con cierta asiduidad, por la polla del portero.

Mientras pensaba en ello, me derramé una vez más sobre mi velludo cuerpo y comencé a extender toda esa espesa y caliente lefa con mis callosas manos de albañil. Las primeras luces del alba iluminaban mi cuerpo desnudo. Otra noche más me la había pasado cascándome una paja detrás de otra como si fuera un puto  quinceañero salido.

Antonio seguía roncando en la cama de al lado. De haberse despertado en esos momentos no se hubiera sorprendido con mis palabras, más de lo que lo hubiera hecho al verme desnudo y restregándome el espeso semen por mi manchado cuerpo.

Le habría pedido que me follara allí mismo, como ya hizo una “única” vez hace mucho tiempo en la obra después de que todos los demás se fueran.

[Enculado por mi Amigo]

Si amigos, aunque Antonio odiara de forma tan vil a los maricones, cierto es que una vez hizo algo, con uno de ellos.

Habíamos estado hablando durante todo el día de pollas y de coños. Tan cachondos nos pusimos que terminamos pajeándonos entre los sacos de cemento, no era la primera vez que yo lo sorprendía a el meneándosela ni la primera vez que el me sorprendía a mí.

Pero esta vez era completamente distinto ya que la paja la habíamos iniciado a la vez con apenas un palmo de distancia entre uno y otro.

Mientras se la machacaba, me hablaba de lo bueno y placentero, que era cuando la única novia que había tenido hasta la fecha se la cascaba en el cine.

Cuando se la agarré, para empezar a pajearlo con mi ensalivada mano, aunque reticente en un primer momento se dejo llevar.

-Quería follar y no podía aguantarse ni esperar-Me dijo entre suspiros

Premeditadamente o no le dije que allí no podría hacer nada de eso y que tendría que esperar unos días más.

Ese macho salido, aprovechaba para ir cuando cobrábamos el mes a un hostal donde las mujeres se dejaban “hacer de todo” a cambio de un dinero que cubriera su estancia en la sucia pensión en la que supuestamente se hospedaban.

(Así era como los prostíbulos de la ciudad, eran vistos como “legales” en aquellos sombríos tiempos)

-¡No puedo esperar tanto! …¿No ves que me va a reventar la polla, si no la meto en caliente?- Bramó mientras yo no dejaba de pajearlo.

Por eso cuando me propuso el metérmela un poco a mi primero hasta correrse, y justo después dejarse él que le dieran un mismo trato, no pude negarme.

Completamente desnudos, manchados de cemento y cegados por las ganas; nos entregamos el uno al otro en un mundo del que apenas sabíamos nada.

Antonio me folló con rotundidad, yo grité y me retorcí como un poseso.

Le entregué mi culo virgen, con mis manos apoyadas sobre esos sacos de cemento.

De vez en cuando, posiblemente alarmado por los gemidos que salían de mi boca, Antonio dejaba de embestir y me preguntaba:

-¿Estás bien?

-Sí, sí,… Ve un poco más despacio-Le decía yo mientras me mordía el labio

Pedirle a un  tío cuando esta cachondo perdido que folle con más delicadeza es una tarea inútil… (Y más cuando tiene una profesión  que es ruda de por sí)

Antonio lo intentó, pero por momentos pensé que su polla me terminaría saliendo por la boca.

-Lo siento tío, pero tengo que acabar. Si no me dolerán los huevos un montonazo.

-Sí, tranquilo, termina,… y…córrete. -Le dije yo mientras seguía rogando por que acabara cuanto antes.

Ninguno de los dos teníamos experiencia y sufrí las consecuencias en los días posteriores.

Después de que me terminara llenando el culo de lefa, yo no estaba ni mucho menos para correrme en el interior del suyo.

Con cierto alivio y ayudado por la oscuridad que nos rodeaba en la obra hubo de aceptar el hecho de que por lo menos esperara a que yo también me pajeara, para correrme, antes de volver a la pensión.

Una persona agradecida me hubiera correspondido haciéndome a mí la paja, pero Antonio nunca fue a la escuela ni lo educaron para ser amable.

Me preguntó por cortesía si me había gustado y lógicamente le mentí.

-¡Ya me lo dirás tu a mi cuando te toque ponerte a ti culo en pompa!

Le aseguré, mientras seguía cascándomela, que iba a terminar cobrándome el favor de la misma forma y él se encendió un cigarro nervioso.

-¡Esto ha sido una gilipollez!. A ti no te ha gustado y a mi tampoco mucho, la verdad.

(Guardó silencio mientras le daba una profunda calada al pitillo)

-¡No teníamos que haberlo intentado!-Terminó sentenciando

-Pues, para no haberte gustado, bien que me has llenado el culo de leche-Le reproché mientras me terminaba de correr en dos violentos espasmos.

Apagó el cigarro con el pie quedándonos por completo a oscuras.

-Deberíamos irnos-dijo al fin

-¡Tú que puedes andar!-Le reproché mientras me acariciaba mi dolorido ano del que no paraban de salir una especie de mocos.

Se rió sonoramente mientras me daba un azote en mi desnudo y mancillado culo.

-¡Venga campeón, seguro que no es para tanto! …Que esto que ha pasado aquí lleva haciéndose toda la vida, lo único es que nunca se cuenta

[Los días que vendrán…]

Nunca cumplió con su palabra ya que el destino quiso que encontrara en las piernas de la mujer que regentaba la pensión un rápido y placentero desahogo.

Aquello paso solo dos días después de que me hubiera follado a mí. No le quedó otra opción que admitir la evidencia cuando esa noche lo vi regresar a la habitación completamente desnudo y con los calzoncillos en la mano.

Venía sudando como un cerdo y según me dijo había estado follando con la dueña.

-¡Como gemía la muy perra!... ¡Ha gritado casi tanto como lo hiciste tú!

Con el tiempo nos terminamos olvidando del asunto y cierto día Antonio me confesó que estaba dispuesto a irse a vivir con esa mujer y con su hijo al campo.

No era como yo un manirroto que intentaba ahogar en el alcohol lo mucho que me había gustado que me dieran por el culo.

En esas copas de licor lapidaba todo el dinero que ganaba en la obra.

Antonio, por su parte, había logrado acumular suficiente dinero y se había comprado una casa donde pensaba retirarse para criar animales y hortalizas.

-Si no tenemos hijos, nadie nos pedirá el libro de familia, así que a los ojos de esas gentes del pueblo podremos estar casados.

Ese pobre infeliz pensaba que tendría éxito en esa absurda empresa. A lo que terminó alegando para terminar de convencerse.

-Ese muchacho, aunque no es mi hijo, es bueno y trabajador. Seguro que se adaptara bien a la vida en el campo.

Acepté con cierta tristeza y algo de frustración, cómo Antonio había planeado una vida feliz para los tres en todos esos días que habrían de venir, y cómo en ninguna de esas bucólicas escenas estaba yo involucrado.

Pero finalmente el crio de la pensión había venido a terminar jodiéndolo todo.

[Quiero una explicación]

El portero tenía una mujer y cuatro hijas que ya no vivían con ellos. En la corrala, una especie de patio interior que había en el edificio,  se rumoreaba que la esposa se había ido para atender durante el embarazo a una de sus hijas.

Pero lo cierto, es que ya habían pasado casi dos años y la esposa seguía sin volver.

-Demasiado tiempo para cuidar de una parturienta-murmuraban las cotillas vecinas por las escaleras.

Por eso cuando decidí que quería una respuesta, me dirigí directamente hacia la fuente en lugar de dejarme informar por los rumores.

Si quería saber la verdad en todo aquel mar de rumores, era el portero la persona que debería contármela.

Antonio me podría decir lo que había visto entre esos dos… pero… ¿y si no era cierto?

Las vecinas podrían rumorear que la mujer lo había dejado… pero… ¿y si no era cierto?

Lo llamé desde el rellano y el portero me invitó a entrar.

Insistí en que quería hablar con el de un asunto importante pero me negué a entrar en su casa. Quería por todos mis medios salir de aquel edificio en el que las paredes tenían oídos y las mirillas de las puertas parecían tener ojos.

Pero el portero salió a mi encuentro y me invitó cortésmente a pasar dentro de su casa.

Extrañado como estaba ante mi actitud acabó aceptando mis condiciones y logré que cerrara la puerta con llave y me condujera hasta algún lugar de la casa en el que poder hablar sin ser escuchados por nadie.

Hube entonces de aceptar sus propias condiciones y me apresure a beberme de un trago el chato de vino que había servido en la cocina. Como acompañamiento al mismo había abierto una lata de mejillones en escabeche. Esa era la forma en la que pretendía agasajarme durante la visita.

La portería era un lugar reducido con apenas dos estancias, por lo que acepté con algo de nerviosismo que el lugar elegido para nuestra conversación, fuera la pequeña cocina que daba al patio común del edificio.

Me acerqué hasta la ventana, después de cerrarla y lamentarme de que no tuviera persiana, me giré para hablar con algo más de seguridad.

-Quiero hablar contigo acerca del chico que limpia en la pensión. Me han llegado a mis oídos rumores acerca de él y me gustaría saber si son ciertos.

-¿Qué clase de rumores?-Me preguntó algo nervioso y dispuesto a encajar el golpe.

-Me han contado que a… veces …folla con hombres.

Su sonrisa maliciosa me turbó durante unos segundos. Parecía haber admitido con cierto agrado que en mis acusaciones no lo señalara directamente a él.

-Hay muy pocos en este lugar que saben algo acerca de eso. Me gustaría saber quién te ha hablado de ello.

-Ha sido Antonio.-Le contesté mientras me apuraba de nuevo el trago de vino.

El portero volvió a llenar mi vaso, seguía luciendo esa perversa sonrisa. Estaba preparando cada una de las palabras que soltaría a continuación.

-Entonces te habrá dado algún detalle más... Como que me pilló aquí con ese chico mientras le metía la polla hasta los cojones.

-Si … eso es lo que me ha dicho.

-¿Te ha contado algo más?

-Solo eso, que os pillo aquí a los dos follando como dos maricones.

Apuré de nuevo mi vaso de vino y lo miré de nuevo. El seguía dispuesto a dejar que fuera la vergüenza que me corroía por dentro, la que dirigiera mis reacciones y al parecer estaba logrando un éxito inesperado en su empresa.

-Esa palabra es un poco fea. Mas que maricones… somos supervivientes. A mí me gusta follar y ese crio se deja hacer… ¿hay algo malo en ello?

-No… bueno no se- Le contesté sin saber dónde terminaría toda esa conversación

-¿Has venido para saber cuánto tiempo llevo haciéndolo? o ¿Quieres que te de algún detalle más escabroso?

-Noooo…-Dudé durante unos segundos pero seguí hablando

-He venido porque como consecuencia de todo esto su madre nos va a echar de la pensión y la verdad es que no tenía la intención de mudarme a otro lugar.

-Ella no os va a echar de la pensión del mismo modo que ese crio no va a dejar de hacer las cosas que hace.

-¿Por qué estas tan seguro de eso?-Le pregunté algo confuso. Mi compañero está dispuesto a llevarse al chico y a su madre al pueblo. Solo quiero que me prometas que los dejaras marchar y que nunca volverás a contactar con ellos.

-He hablado ya con tu compañero…Se llama Antonio,… ¿verdad? También lo he hecho con la madre del crio y al parecer toda esta confusión se debía a un malentendido.

-¿Llamas a eso malentendido?-Le pregunté molesto

-No a lo que hago con el crio lo llamo follar.

(Ambos guardábamos silencio mientras nos escrutábamos con la mirada)

-¿Tu no follas con nadie, albañil?

-Ese no es el tema ahora. Lo único que quiero es que esos tres logren ser felices ya que creo que se lo merecen. Tu intromisión en el asunto no haría más que empeorar las cosas. Le dije mientras dejaba el apurado chato de vino en la mesa

Con la mano cogió uno de los mejillones de la lata y lo llevo a su boca para masticarlo, mirándome con cierta soberbia.

-Te equivocas en todo, albañil, no solo no he empeorado nada sino que creo que he logrado hacer que se reconcilien; así que si no pasa nada, pronto Antonio y la madre que parió al chico, terminaran largándose hasta ese pueblo del que tanto hablan y dejaran este lugar para siempre.

-¿Y el chico?-Le pregunté confundido.

Volvió a coger un nuevo mejillón antes de contestarme:

-Al chico seguiré follándomelo. ¡Le encantan las pollas y la mía es bien grande!

Mientras me decía semejante grosería se agarró obscenamente el paquete y lo agitó sin importarle que con ello estuviera manchando los pantalones con el aceite de los mejillones.

-¡Eres un cerdo!- Le reproché a ese hombre

-Pues parece que su madre no opina igual. ¡Ambos quieren que cuide al chico mientras ellos se van unos días al pueblo!

Puede que fuera por el efecto del vino… o porque ese hombre me atraía físicamente …o simplemente porque con toda esa conversación sobre sexo había terminado con la polla más dura que una piedra, pero el caso es que fui incapaz de controlarme.

-Estoy deseando que ese crio se entere de las buenas nuevas porque bajara a contármelas y yo aprovechare para meterle la polla hasta las pelotas.

(Hizó una pausa para coger un nuevo mejillón que llevo hasta su boca antes de seguir hablando)

-¿Te gustaría esconderte aquí para ver cómo se lo hago, albañil?

Cuando ese portero se levanto y se acercó hasta mí para rellenar de nuevo el vaso de vino mi mano se colocó directamente sobre el bulto que había bajo su pantalón.

Lo presioné con fuerza pero no lograba que esa enorme masa de carne, se aplanara. Su pene estaba tieso y mis ganas de rabo completamente desatadas

-Desnúdate, albañil-me ordenó mientras dejaba la botella sobre la mesa.

-¿Para qué?-Le pregunté confuso pero sin dejar de apretar el tremendo bulto que había bajo su pantalón.

-¡Porque voy a follarte a ti también!

Mis ropas se derramaron por el interior de la estancia del mismo modo que lo hacía el recién rellenado vaso de vino sobre la mesa. Me había levantado con cierta torpeza golpeando con la rodilla en la mesa y el vaso rodó por ella hasta estrellarse contra el suelo.

Los pedazos de cristal se esparcieron en todas las direcciones posibles, pero ninguno de los dos se preocupó por recogerlos. Teníamos en ese momento en mente el dedicarnos a otras cosas.

-Ten cuidado con los vidrios. Me dijo mientras le daba la vuelta a mi desnudo cuerpo para apretarme y empezar a sobarme con fuerza uno de los cachetes de mi peludo culo.

-Yaaaaaa- Murmuré yo mientras abría las piernas y apoyaba las manos en la mesa, para dejar mi culo bien expuesto.

Se chupó uno de los dedos y lo introdujo dentro de mi ano. Comenzó a agitarlo mientras yo gemía ligeramente.

-¿Sabes cómo va esto verdad?-Me preguntó al ver cómo me agarraba uno de los cachetes de mi culo para dejar que ese dedo se fuera introduciendo con más facilidad.

El gesto afirmativo de mi cabeza, le confirmó que podría incrustar esa polla dura a reventar sin muchos más miramientos, pero tal vez debería haberle dicho en lugar de mover solo la cabeza que solo me habían penetrado una vez.

Por eso terminé pegando un chillido cuando ese rabo de veintitrés centímetros comenzó a deslizarse hacia el interior de mi recto.

Colocó la mano sobre mi boca para que las vecinas no oyeran más de lo que debieran y siguió empujando con fuerza.

-¿No te habrás cortado?-Me preguntó triunfante cuando notó como todo el capullo y media polla se había clavado con éxito dentro de mi estrecho culo.

-Nooooo -Le contesté al ver mi boca liberada- Es tu polla cabrón…es tu pollaaaaaa

-¡Qué le voy a hacer!... ¡No tengo otra!

El nuevo empujón hizó que esa dura polla se siguiera adentrando. Las fuerzas me abandonaron y mi cuerpo cayó sobre la mesa de la cocina. El culo me ardía pero mi rabo estaba duro como nunca lo había estado y con unas ganas increíbles de ser atendido.

Intenté pajearme pero no me dejó. En lugar de  eso colocó mis dos manos sobre mi abierto culo mientras me decía.

-Ábretelo bien para mí. Este culo esta más cerrado de lo que creía.

Fue toda una suerte que ese portero tuviera una casa en la que alojarse. Si la dueña de pensión me terminaba echando ya tenía algún lugar al que acudir aunque para ello hubiera de pagar un peaje como ese.

-¡Esto no está bien!

-¿El qué?-Me preguntó el sin dejar de follarme.

-¡Esto lo hacen los maricones!-Le dije entre gemidos pero sin dejar de estar cargado de razón.

-Todos los hombres hacen esto alguna vez,… ¡Solo que casi nunca lo cuentan!-me dijo el sin dejar de embestirme.

[La herida]

El portero me esperaba tumbado sobre la mesa, con los pies colgando de esta y con los pantalones bajados hasta los tobillos. La espalada reposaba sobre los restos del derramado vaso de vino pero no pareció importarle en absoluto.

-Vamos prueba así, saltando sobre esta no te clavaras mas vidrios.

Desnudo como estaba y después de limpiar un poco la sangre que brotaba con fuerza bajo mi talón coloqué el pie en la silla y de un salto me subí en la mesa.

La agarré la durísima polla y apunté hacía mi abierto ojete, cuando empecé a descender. Noté como suspiraba

Yo hice lo mismo pero solo cuando sentí como mi culo se abría para tragarse ese pollón duro y chorreante hasta los huevos.

-¡Menudo mariconazo estas hecho, albañil!-Me decía él mientras veía como me apoyaba sobre su pecho lleno de vello para tomar impulso.

Las dos manos de ese hombre se me clavaban con fuerza en los cachetes del culo guiándome en cada penetración, haciendo que mi culo remolineara un poco al notar como los gordos y peludos huevos del portero hacían tope en exterior de mi abierto ojete.

-Fóllame tú, que yo no puedo ni moverme con esto dentro- Le dije

Apoyo los pies en el suelo y se incorporo dejándome completamente ensartado en su enorme pollón.

Al portero no parecía importarle mucho si se pudiera clavar un vidrio o no en sus pies desnudos y comenzó a embestirme con fuerza mientras dejaba que mi espalda desnuda cayera sobre el fregadero.

Me incorporé un poco para besarlo con ganas mientras notaba como esa dura polla seguía entrando y saliendo dentro de mi recto.

El beso aunque placentero me impedía el poder tragarme por completo ese duro y largo nabo, por lo que no tarde en desistir en la empresa.

Me deje caer sobre el fregadero y con las manos me abrí bien el culo para dejar que su pollón me entrara bien adentro

-¡Que polla tienes cabronnnn!-Grité completamente fuera de mis cabales.

-¡Calla que te van a oír esas arpías y la querrán probar también!-me reprochó mientras me daba un sonoro azote en mi desnudo culo.

Los golpes de mi culo desnudo contra sus caderas resonaban en la habitación pero no creo que fueran mucho más allá de esas cuatro paredes.

Complacido por el mucho gusto que le estaba dando me agarró mi grueso cipote y comenzó a pajearme.

-¡Vamos machote, quiero ver como se corre un albañil!... ¡Sentir, cómo me exprimes la polla con tu ojete mientras te corres!

Volví a besarlo y él me correspondió con un lapo que lleno nuestras bocas de saliva antes de pasar a compartirla.

No me preguntó dónde quería la leche, simplemente comenzó a derramarla dentro de mí. Mientras seguía besándolo notaba como ese rabo se retorcía dentro de las paredes interiores de mi culo y las iba pintando con esa caliente y espesa leche.

Me vestí como pude y subí hacia la pensión donde la mujer me habló de las buenas nuevas. Hube de escuchar en su boca y en los gestos de felicidad que irradiaba su rostro que se había reconciliado con Antonio y que pensaba irse para pasar unos días a solas con él.

Lo hizo ruborizada como esperando un oscuro reproche por mi parte.

La bese cariñosamente en la mejilla y le dije:

-No te preocupes, hace ya tiempo que sabía que vosotros os veíais a escondidas. Antonio es un buen hombre y se merece una oportunidad… ¡Tú te mereces más que nadie una oportunidad!

Era la primera vez que una mujer me abrazaba y aun con el culo dolorido encontré un gran confort en ese apretón.

-Solo van a ser unos días, …pero me preocupa la reacción de mi hijo. El todavía es demasiado inocente como para entenderlo.

Decidí limpiar las dos o tres lágrimas que corrían por sus mejillas y la anime de forma un poco egoísta a lanzarse al vacío.

-No te preocupes más por él. Sabe de sobra cuidarse solo. En este lugar es el que más trabaja de todos, nunca le faltan los detalles y atenciones hacía los clientes, y eso que no somos de su familia, pero nos atiende como si lo fuéramos.

-¿Cuidarás de él?-Me pregunto mientras me abrazaba de nuevo.

-Tranquila mujer, cuando te vayas todo el mundo cuidara del chico. ¡De eso puedes estar segura!

FIN

Estimado lector, si has llegado hasta aqui lo celebro ya que eso quiere decir que te habra gustado la historia o por lo menos has decidio darme la oportunidad de leerme hasta el final (en este caso siento haberte decepcionado)

Si eres de los incondicionales que me leen siempre supongo que habras decubierto que este relato es continuación de otros dos denominados "Pensión Completa"

Espero que te haya gustado esta especie de continuación de la historia pero vista desde otro angulo

Si no me has leido nunca no te preocupes porque intento que mis historias sean individuales y que no sea necesario hacer un master en el autor para entender de que diablos esta hablando cuando escribe.

Tambien os agradeceria que me dijerais si os ha gustado o no ya que los comentarios y mails nos ayudan mucho a mejorar. (Tambien los malos)

Ante todo gracias por vuestro tiempo y paciencia y hasta el proximo.