Follada por mis mejores amigos

Fui follada por tres de mis mejores amigos, que se aprovecharon de mi borrachera para hacerme pasar una noche inolvidable.-

Comenzaré diciendo que esta historia es verídica. Sucedió, concretamente en el año 2003, durante un viaje que hice con algunos amigos.-

Mi nombre es Paula, y por ese entonces tenía 25 años. Hoy soy una mujer felizmente casada. Nuestra vida sexual es plena, para nada monótona, aunque sí es cierto que en más de una oportunidad, he necesitado recurrir a mi imaginación para poder excitarme con mi marido. Muchas veces recurro simplemente a fantasías, pero la mayoría de las ocasiones recuerdo la historia que voy a contarles, la cual ha sido, sin duda, una de las que mas morbo me provoca.-

De mi físico, no hay mucho que decir. Soy una mujer normal, y aunque no tengo un cuerpo asombroso, aún despierto miradas lascivas en la calle. Mis pechos no son demasiado grandes, aunque sí pero firmes, con pezones oscuros y pequeños. Mi trasero es lo que mas admiración provoca, ya que es algo más amplio que lo común, redondo y bien marcado.-

Conocí a Ignacio hace algunos años en la universidad, cuando éramos estudiantes. Habíamos congeniado casi de inmediato, y con el tiempo llegamos a ser muy buenos amigos.-

Nunca había sucedido nada entre nosotros, ya que Ignacio tenía novia, Eva, y por ese motivo yo había apartado de mi mente la idea de cualquier clase de acercamiento con él, y solo lo veía con ojos de amiga.-

El es un hombre robusto, de anchas espaldas y formadas piernas. Su cuerpo esta bien trabajado en el gym, aunque no exageradamente. Siempre huele bien, y es sereno en su modo de hablar. Una persona pensante, pero no distante. Afectuoso, ocurrente, seductor.-

Durante la época en la que estudiamos, habíamos logrado construir un lindo grupo de amigos, aunque de todos, yo tenía un afecto especial solo por tres: Matías, Carlos y Juan, y por su puesto Ignacio, quien era destinatario especial de mi amistad. Había también bastantes muchachas agradables en el trato, pero yo siempre fui de llevarme mejor con los hombres.-

Al graduarnos, decidimos hacer un pequeño viaje de una semana, para festejar el final de nuestros estudios. La familia de Ignacio poseía una casa en un pueblo cercano a la ciudad de Córdoba, no muy lejos de Buenos Aires. Si bien nuestra idea era conocer algún lugar algo mas inquieto que un pueblo de provincia, no contábamos con demasiado dinero para la travesía, así que decidimos alojarnos allí para abaratar los costos; de todas formas, la idea era estar unos días con amigos y divertirse.-

Viajamos en total 7 personas en la camioneta de Ignacio: Matías, Carlos, Juan, Eva, Ignacio, Daniela y yo. La casa era pequeña, pero muy linda. Tenía 3 habitaciones en la planta alta, y un gran comedor escaleras abajo, con una mesa para cerca de 10 personas en el centro, y gran sofá en una de sus extremos. Lo más hermoso de la casa era el amplio jardín. No tenía piscina, pero sí una asador al cual le sacamos mucho provecho.-

Eva e Ignacio ocuparon la habitación matrimonial, Daniela y yo optamos por una más pequeña. Carlos y Matías ocuparon la otra habitación, también con dos camas, y a Juan le tocó dormir en el sofá de la sala.

Los primeros días transcurrieron tranquilos, sin mucho para hacer. Pasábamos gran parte del tiempo en el jardín, bronceándonos y jugando a los naipes, mientras que cuando caía la tarde, salíamos a recorrer el pueblo y conocer alguna de las montañas que lo rodeaban.-

Se notaba que Eva y Daniela estaban algo disconformes. Deseaban ir hasta la ciudad de Córdoba, con un poco más de vida social que aquel pueblo, y hacía varios días que reclamaban que Ignacio les condujese la camioneta, a lo cual él se negaba.-

Por mi parte, prefería el pueblo. Estaba muy lindo, tal vez un poco aburrido, pero pintoresco. Además, no quería incomodar a Ignacio que varias veces había manifestado sus pocas ganas de hacer de chofer mientras las chicas paseaban por las tiendas de la ciudad.-

Una noche, mientras cenábamos el "asadito" en el jardín, Eva e Ignacio habían tenido una discusión sobre el asunto.-

– Que no quiero Eva – dijo Ignacio –Me voy a aburrir mientras tu y las chicas miran vidrieras. Me quedo acá con los chicos y vayan solo las mujeres

– Sabes que ninguna conduce! Haznos el favor, es solo un día. Salimos temprano y de noche estamos devuelta – no dejaba de repetir Eva.

– Ok. Ya veo que no vas a dejarme en paz hasta que acceda. Las llevo mañana. Salimos temprano, pero ni bien comience a caer la tarde, pegamos el regreso, entendido?

Eva lo abrazó y le agradeció con un beso en los labios.-

Yo estaba bastante decepcionada, no quería moverme del pueblo, pero sabía que si me negaba a acompañarlas, despertaría rencores en las muchachas.

Llegamos a la ciudad de Córdoba cerca del mediodía. Hacía un terrible calor, pero las muchachas insistieron con comenzar la recorrida por las tiendas. Eva y Daniela estaban muy entusiasmadas de haber cambiado de ambiente, pero Ignacio y yo sólo las acompañábamos mirando cada tanto el reloj para darnos cuenta que el tiempo parecía que no transcurría. Estaba cansada y aburrida.

Después de mucho caminar, y estando agotada por el agobiante calor, pregunté si alguien quería sentarse en algún bar a tomar una cerveza. Ignacio accedió enseguida, no así las dos mujeres que decidieron seguir con su paseo. Nos sentamos en un café que tenía sillas en la acera y acordamos con las chicas que en dos horas nos encontraríamos allí para emprender el regreso.-

Ni bien se marcharon y nos hubimos acomodado en las mesitas del bar, Ignacio ordenó una cerveza para mí y una soda para el, ya que debía conducir. Fue reconfortante tomar algo fresco y podes descansar los pies después de semejante caminata. Charlamos por un buen rato, y perdí la noción del tiempo, pero cuando por fin miré el reloj me di cuenta que ni Eva ni Daniela habían regresado. Estaba dispuesta a decir algo cuando veo que ambas muchachas se acercan a la mesa sonrientes y exaltadas

– Sabes a quien hemos telefoneado amor? – preguntó Eva a Ignacio sonriéndole. El la miró sin el menor interés – Con los tíos de Daniela que viven aquí, y nos han invitado a cenar!

– ¿De que hablas Eva? No sabía que Daniela tenía tíos en Córdoba – preguntó Ignacio con desconcierto

– Pues sí, la hermana de mi madre – acotó Daniela

– Y nos han invitado a cenar! – volvió a exclamar Eva mirando a Ignacio a los ojos, esperando su reacción

– Imagino Eva que nos habrás excusado – dijo éste con gesto expectante

– Pues no he podido… parecían tan contentos de escuchar a su sobrina, que no me he animado a decepcionarlos. Con decirte que nos han invitado a los cuatro!

Yo no podía dar crédito a lo que escuchaba. La simple idea de quedarnos a cenar en la casa de los tíos de Daniela me había desmoralizado. Miraba como Eva buscaba persuadir a su novio y como éste iba transformando su cara a la furia. Por su puesto que Ignacio se negó a quedarse allí, pero su novia insistía permanentemente.

Discutieron durante algunos minutos, pero parecía que el problema no se resolvería jamás. Ninguno de los dos pensaba acceder a las exigencias del otro. Yo seguía callada rogando que Ignacio lograse imponerse. Pero fue Daniela la que dio la solución

–Mira, que Ignacio vuelva al pueblo, y nosotras nos quedamos a dormir en lo de mis tíos. Cenamos con ellos y mañana podemos disfrutar de otro día aquí, ellos nos llevarán de regreso al pueblo durante la tarde

Esa idea pareció satisfacer a todos, menos a mi, que debía quedarme con las muchachas y pasar otro día de paseos.

– Tengo un terrible dolor de cabeza y no estoy para sociales. Será mejor que me marche con Ignacio – les mentí y todos quedamos conformes.-

Finalmente Ignacio y yo emprendimos el regreso al pueblo. Sin duda los dos nos sentíamos liberados y felices. Al llegar a la casa, y luego de contarles a los chicos lo sucedido, comenzamos a preparar la cena.-

Apenas toqué bocado, hacía demasiado calor y prefería tomar el vino blanco que estaba bien helado. Al rato comencé a sentir como la bebida estaba haciendo efecto… estaba un tanto mareada, pero no me importó demasiado, ya que los chicos también parecían estarlo y por su puesto estábamos en confianza.-

Juan fue el primero en acusar su borrachera, se acostó en el sofá que hacía a sus veces de cama, y cayó en un profundo sueño. Aprovechando que estaba absolutamente dormido, decidimos jugarle unas bromas.-

Usando mi maquillaje le pintamos los labios, y palabras en el rostro, mientras Ignacio lo fotografiaba con su cámara digital. Nos parecía graciosísimo, seguramente a causa del vino que no paraba de circular entre nosotros. Pero las cosas comenzaron a ir un poco más allá.-

Carlos, que siempre ha sido el más exaltado de todos y desprovisto de inhibiciones, desabrochó el pantalón de Juan y dejó asomar su verga, dormida tanto como su dueño, mientras entre carcajadas le indicaba a Ignacio que lo fotografiase dormido mostrando su sexo, sería muy gracioso que cuando despertase al otro día se diera cuenta de la broma que le gastamos. Tanto el resto de los chicos como yo posamos junto a su pene, acercándole la cara y sonriendo para la fotografía, lo cual, al igual que a mí, les pareció muy divertido a todos. Si bien nunca había visto a Juan desnudo, no me importaba lo que sucedía. Era casi un hermano que jamás me había despertado en mí deseos sexuales, y realmente ver su verga no me resultaba excitante.-

El juego de burlarnos de Juan siguió en marcha por un buen rato. Estaba muy dormido a causa del alcohol y nosotros nos aprovechamos de su situación.-

La velada se desarrollaba entre risas y propuestas cada vez mas subidas de tono

– Simula como se la estas mamando Paula! – pedía Matías entre risotadas – Mañana le mostraremos las fotografías y pensará que no se acuerda de nada por su borrachera!

Yo obedecía divertida e Ignacio sacaba fotografías de todos los ángulos posibles.

También comenzamos a posar entre nosotros, fingiendo poses sexuales para la cámara, lo cual nos resultaba muy gracioso.-

Esa situación había comenzado a excitarme, aunque trataba de reprimir mis deseos ya que los chicos seguían en un clima festivo sin ninguna connotación sexual, o por lo menos eso era lo que yo suponía.-

En una de las tomas, Ignacio propuso tanto Matías como Carlos tomaran mis pechos y los apretaran con fuerza. Se ubicaron los dos detrás de mí, asomando sus caras sonrientes sobre mis hombros y tomaron uno de mis pechos cada uno. En ese momento sentí como una de las vergas de no sé cual de los dos chicos se incrustaba en mi culo, sobre el ajustado short de jean que llevaba puesto, masajeándola suavemente sobre mi superficie. No dije nada, y disfruté el momento. Ignacio disparó su cámara.

– Sería mucho mejor la foto si no tuvieses la playera Paula – sugirió Ignacio, comentario que me despertó algo de miedo, pero a la vez mucho morbo

– Claro! – Gritó Carlos – Acércale tus pechos a la verga de Juan así cuando le mostremos la fotografía mañana pensará que ha pasado una noche de lujos y no podrá recordar nada!

Me pareció una buena idea, y despojándome de la playera, dejé asomar mis dos pechos, los cuales ubiqué sobre el sexo de Juan que seguía profundamente dormido. Los muchachos se reían a carcajadas imaginándose la reacción de su amigo al ver las fotos, y el entusiasmo era mutuo. Realmente la estaba pasando de maravillas.-

Después de esa toma, busqué mi playera pero no la encontré. Ahora entiendo que alguno debió de haberla escondido, pero yo responsabilicé a la borrachera por no hallarla. No me importó demasiado, se sentía muy bien estar semidesnuda posando para una cámara.-

El juego seguía y las cosas comenzaban a calentarse. Tanto Carlos como Matías posaban acariciando mis pechos, luego lamiéndolos suavemente y finalmente mordiendo mis pezones. Yo los dejaba hacer, ya que no quería quedar como una aguafiestas, y además mi morbo iba aumentando a pasos gigantes. Podía notar las erecciones de los tres muchachos por sobre sus trajes de baño, sin perder ocasión ninguno de los tres para apoyar con fuerza sus paquetes sobre mi, lo cual me hacía prever lo que se avecinaba.-

En un momento, Matías se acercó a mi por la espalda, volviendo a arrimar su durísima polla a mi trasero, y con una de sus manos comenzó a despojarme del short. No fui conciente de lo que hacía mi amigo, pues yo seguía sonriendo para la cámara de Ignacio y estaba muy mareada a causa del vino. Al percibir que Matías intentaba desnudarme, y dado que esa tarea le valía un gran esfuerzo por lo ajustado de mi atuendo, comencé a mover mis caderas para ayudarlo en su labor. Así, quedé solo con una tanga blanca de encaje.-

Esta situación paralizó a los muchachos, menos a Ignacio que seguía fotografiándome. Los miré fijamente y noté como no sacaban sus ojos de mi figura. Me di cuenta que tal vez había sido un error desnudarme con mis amigos, lo cual me llenó de vergüenza, pero ya era tarde

Pensé rápidamente en una excusa para poder marcharme

–Creo que el vino no me ha hecho bien, será mejor que me acueste– dije tomándome la cabeza con las manos y caminando hacia la escalera que conducía a las habitaciones. Pero el alcohol me volvió a jugar una mala pasada, y caí al piso.-

Los tres chicos se acercaron a ayudarme a levantarme. Mi borrachera no era tan descomunal, pero era la excusa perfecta para justificar mi accionar, y decidí simular un poco más de embriaguez.-

Me sentaron en el suelo, apoyando parte de mi espalda y cabeza sobre el sofá en el cual dormía aún Juan. Matías se ofreció a traerme una taza de café, a lo cual asentí gustosa… y cerré mis ojos, fingiendo estar semidormida.-

Con Matías en la cocina, Carlos e Ignacio deliberaban qué hacer conmigo. Ignacio proponía llevarme a la habitación y acostarme. Carlos en cambio propuso dejarme ahí, en el piso, y abusar de mi estado para sacarme fotos, tal como lo habían hecho con Juan.-

Si bien Ignacio dudó, fue tanta la insistencia de Carlos que finalmente accedió. Al saber las intenciones de mis amigos, sentí de repente como mi corazón comenzaba a latir aceleradamente, y como se iniciaba un cosquilleo en mis pezones y en mi vagina. Mi mente corría a mil, pero no estaba segura de querer librarme de esa situación.-

Carlos se desnudó y se ubicó frente a mi, tomándome por la cabeza, mientras Ignacio seguía fotografiando. Acercó su pija a mi boca, y ejerciendo una fuerte presión la metió toda de un solo movimiento, mientras comenzó a marcar el ritmo haciendo mover mi cabeza con sus manos. Esto me excitó aún más, y comencé a mojarme como pocas veces lo logro hoy con mi marido.

Cuando volvió Matías de la cocina con la taza de café, se encontró con la escena.

–Guau! – exclamó – Parece que tenéis una buena idea para terminar la noche

Abrí los ojos lentamente, tratando de seguir simulando una terrible borrachera y miré la verga de Carlos. Era una pija gigante, la más grande que he visto, de unos de 22 cm, gruesa, cubierta de grandes venas, con un glande rosado y húmedo.-

Instintivamente busqué con mi mano mi clítoris corriendo los bordes de la tanga de mis labios vaginales, encontrando el botoncito hinchado y húmedo por la excitación del momento. Me masturbé con una mano mientras con la otra acariciaba la verga de Carlos sin dejar de mamarla.-

Carlos se dio cuenta de que yo comenzaba a participar en la mamada lo cual lo entusiasmó aún más y empezó a gemir fuertemente moviendo sus caderas con enérgicas embestidas hacia mi garganta, haciendo que me tragara su verga casi completa, y que sus testículos se bambolearan rozando mi barbilla. Acabó en mi boca llenándola de su espesa y tibia leche. Traté de tragarla, pero parte de ella se chorreó fuera de mi boca, mojando mis labios y parte de mi cara. Ignacio aprovechó para tomarme fotografías con la cara llena del esperma de Carlos, quien luego de correrse se tendió en el piso a mi lado, y abrazándome con uno de sus brazos me alcanzó mi playera para que limpiase mi rostro con restos de sus fluidos.-

Matías e Ignacio seguían vestidos, y no dejaban de frotarse sus vergas por sobre los trajes de baños, pero se habían quedado casi inmóviles tal vez sorprendidos por lo que acababa de suceder. Al verlos así, pensé que todo había terminado, pero estaba equivocada.-

Ignacio se acercó a mi, y me dijo al oído, susurrando

– Vamos a la habitación de mis padres, allí tendremos mas comodidad

Lo miré y asentí con la cabeza. Me incorporé al igual que Carlos y me dirigí a la escalera seguida por los tres muchachos, no sin antes dirigirle una mirada a Juan que aún dormía plácidamente.-

Al entrar en la habitación, me tendí en la cama, y lo mismo hizo Carlos que se acostó a mi lado. Observé con detenimiento como Matías e Ignacio comenzaban a desnudarse. No quise perderme ni un solo detalle de ambos cuerpos.-

Matías era un poco delgado, aunque tenía unos hombros anchos y generosa espalda. Su verga era muy gorda y rosada, aunque no demasiado grande.-

La pija de Ignacio era un poco más grande que la de Matías, pero no mucho más. Pienso yo que ninguna de las dos superaba los 18 cm. Pero no era tan gorda. Sin embargo, ambas mostraban un grado de rigidez absoluto, marcándosele las venas que las rodeaban, ajustándolas.-

Ya los dos desnudos se acercaron a la cama. Matías me despojó de mi tanga y comenzó a acariciarme con suavidad mi mojado coño, mientras Carlos lamía uno de mis pezones e Ignacio se había ubicado entre mis piernas fotografiando la masturbación que su amigo me estaba haciendo.-

Yo cerré los ojos y me dejé hacer. Esa noche permitiría que hiciesen lo que deseasen conmigo, sería su puta dispuesta a todo.-

Sentí que una pija rozaba mis labios… era Matías que se había incorporado y arrodillándose a mi lado, me ofrecía su verga para que la probase. Abrí mi boca introduciéndola toda, haciendo que Matías comenzara a suspirar fuertemente. Carlos seguía ocupado con mis pezones, e Ignacio se aventuró entre mis piernas, lamiendo con suavidad mi clítoris, e introduciendo sus dedos en mi vagina, haciéndome estremecer de placer.-

Yo abría las piernas todo lo que podía, dándole a Ignacio la mayor comodidad para que me lamiese, mientras seguía con la verga de Matías en mi boca, y con mi mano masturbaba la pija de Carlos que comenzaba a ponerse dura otra vez.-

Los dedos de Ignacio se introducían en mi vagina y mi ano, mientras su lengua se había detenido en el clítoris haciendo pequeños círuculos en su superficie. Yo levantaba mis caderas con cada caricia, obligando a mi amigo que introdujera mas sus dedos en mi interior. Mi excitación era terrible, creo que nunca había estado tan deseosa de ser poseída.

Mis movimientos se hicieron mas fuertes e Ignacio se dio cuenta que estaba por tener un orgasmo, e instantáneamente dejó de lamerme

– Todavía no putita – Dijo – Vas a tener que ganarte el orgasmo

Sus palabras me decepcionaron. Lo miré desconcertada entre las carcajadas de Carlos y Matías, y le rogué que me dejara acabar, a lo que él se negó.-

Tomó nuevamente su cámara, y comenzó a fotografiarme. Carlos y Matías se arrodillaron uno a cada lado de mi cabeza y acercaron sus vergas a mi cara. Las tomé a ambas y comencé a mamarlas con devoción. Nunca había tenido dos pijas para mí, y estaba empeñada a disfrutarlas como si fuera lo último que hiciese. Quería tragarme todo su semen, sentirme bañada por la leche de mis amigos. Ignacio volvió a ubicarse entre mis piernas, pero no para volver a lamerme, sino para tener nuevos ángulos para sus fotos. De vez en cuando volvía a introducir sus dedos en mi ano mientras me alentaba con frases como "Muy bien putitia" "De veras la estas gozando eh?"

Matías se vino primero en mi boca, llenándola de su semen, y casi instantáneamente Carlos eyaculó sobre mi cara. Tragué toda la tibia leche de Matías, y recorrí mis labios con la lengua tratando de saborear los restos del espeso fluido de Carlos.-

Ignacio volvía a disparar su cámara mientras me decía

–Esta será la mejor foto…llena de leche, deleitándote con los líquidos de tus amigos

Yo trataba de acariciarme, estaba desesperada por el orgasmo que se avecinaba, pero los muchachos me retiraban las manos de mi entrepierna obligándome a esperar…Esa situación me angustiaba, pero también me excitaba. Estaba forzada a tener que reprimirlo, y entregada a los caprichos de mis amigos, que dispondrían cuando sería mi momento de éxtasis.-

– Ahora es mi turno puta – Dijo Ignacio acercándome a mi y entregándole la cámara a Carlos – Vas a mamarla, y vas a probar mi leche también. Quiero ver como la disfrutas, al igual que con los muchachos. Y tú Carlos, fotografía cada momento

Tomé su verga con las dos manos y comencé a lamer suavemente sus huevos que se estremecían con cada contacto con mi lengua, mientras acariciaba cada tramo de su instrumento. Recorrí lentamente todo su tronco hasta toparme con la cabeza que parecía estallar. La besé y la exploré con la punta de la lengua, haciendo que Ignacio comenzara a suspirar lentamente. Luego la metí toda en mi boca de una sola embestida, tragándola casi por completo.

Comencé a mamarla con la mayor de las pasiones. Los suspiros de mi amigo se fueron transformando en fuertes gruñidos y gemidos haciéndome saber que estaba haciéndolo bien. Sus manos buscaban mis pezones, los pellizcaban, apretaban…Matías acariciaba mi entrepierna bruscamente, introduciendo sus dedos fuertemente, como con odio, por momentos lastimándome, pero no me importaba, solo quería darle a Ignacio la mamada de su vida.-

Sentí pequeñas contracciones en el vientre de mi amigo, mientras que sus gemidos comenzaban a acelerarse. Comprendí que se correría y aceleré el ritmo de mi mamada preparándome para recibir todo su esperma. Tomé sus testículos con mi mano, mientras apoyé uno de mis dedos en su ano ejerciendo una leve presión. Esto fue suficiente para que se viniese en mi boca llenándomela de la más rica leche. Tragué hasta la última gota, agradecida de haberme permitido degustarla en su totalidad.-

–Que bien lo has hecho putita – exclamó exhausto Ignacio tendiéndose en la cama a mi lado

–Deberíamos recobrar fuerzas para darle a esta puta lo que se merece– Propuso Carlos, a lo que aceptaron enseguida. Yo volví a desilusionarme, quería ser follada por esas hermosas vergas, pero eso no estaba en los planes de mis amigos todavía.-

Bajamos los cuatro, ellos prepararon café y me sirvieron una taza. Se sentaron a la pequeña mesa redonda que había en la cocina, dejándome parada, desnuda, frente a ellos. Me miraban y sonreían. Comentaban entre ellos lo sucedido, sin dirigirme la palabra. Me sentía como una niña a la que le muestran un dulce pero no se lo permiten tocar, desesperada por terminar el café y volver a transitar semejante experiencia. Ellos sabían como me sentía, y sin duda lo disfrutaban.-

Cuando entendieron que ya era suficiente con mi ansiedad, levantaron las tazas de la mesa y me hicieron tenderme boca arriba sobre ella. Se ubicaron a mi alrededor y comenzaron a masturbarse sobre mi. Veía como sus pijas comenzaban a crecer lentamente y eso me llenó de emoción: por fin podría sentirlas dentro mío.-

Volví a intentar masturbarme, pero nuevamente me prohibieron hacerlo entre risas.-

Fue Matías el que tomó la iniciativa. Con su verga bien erecta se ubicó entre mis piernas y abriéndolas bruscamente la introdujo en mi cavidad de una sola embestida. Comenzó a follarme duramente, tomando mis piernas con sus manos, mientras Carlos comenzaba a fotografiarnos e Ignacio se masturbaba lentamente viendo la escena unos pasos atrás.-

Luego fue Ignacio el que tomó la posición de Matías y levantando mis piernas hasta sus hombros, metió su verga en mí de una suave manera, cosa que agradecí luego de la rudeza de su antecesor.-

Ambos fueron turnándose para poseerme, hasta que Carlos reclamó su porción. Hizo que me levantara y fue él quien se tendió sobre la mesa. Su gran polla apuntaba hacia arriba, intimidante, pero a la vez me producía un terrible deseo de sentirla.

Me trepé a la mesa y me ubiqué sobre él. Ayudada por mi mano fui introduciéndola lentamente hasta que sentí que sus testículos hacían tope con mi cuerpo. Comencé a moverme lentamente, cabalgándolo, sintiendo cada centímetro de su humanidad dentro de mí. El placer que me producía era enorme.-

Matías estaba parado justo frente a mi cara, y mientras me fotografiaba seguía masturbándose. Yo buscaba su verga para volver a lamerla, pero la posición no favorecía ese contacto y tuve que conformarme con que mi amigo frotara su instrumento en mi rostro cuando mis movimientos lo permitían.-

Ignacio, en cambio, se había ubicado tras de mí. Mientras yo follaba a su amigo, el introducía sus dedos ensalivados en mi ano, para dilatarlo. Buscó algo sobre qué pararse y se colocó frente a mi trasero. Me tomó las nalgas con ambas manos e hizo paralizarme por un instante. Acercó la cabeza y la apoyó sobre mi orificio. Yo seguía con la verga de Carlos en mi vagina, sintiendo como palpitaba en mi interior. Ignacio hizo una pequeña presión y comenzó a meterla. Al principio creí morir del dolor, pero esto no pareció importarle a mi amigo, que de una fuerte embestida introdujo su pija en mi esfínter. Comenzó a moverse rítmicamente con Carlos. Cuando uno entraba, el otro salía…Lentamente el dolor se iba transformando en un enorme placer.

Tenía dos hermosas vergas dentro de mí, y una sobre mi cara. Jamás pensé que se podría disfrutar tanto. Los gemidos inundaron la cocina, y la mesa crujía al compás de las acometidas de Carlos e Ignacio.-

Fue Matías quien volvió a correrse primero, llenado mi cara nuevamente con su esperma. Traté de saborearlo nuevamente, hasta que sentí un fuerte grito de Carlos, comprendiendo que estaba llenando mi interior con su leche. Sentí cada uno de sus chorros colmando mi cavidad, haciendo que me excitara aún más.-

Pasados unos momentos sentí que estaba por venirme. Ignacio debió presentirlo porque apuró sus embestidas acelerando su orgasmo. Me corrí como nunca lo había hecho, con la pija de Carlos aún en mi vagina, y con Ignacio follándome por el culo. Mi vagina intentaba absorber cada tramo de esas dos vergas, dándome sensaciones que pocas veces volví a experimentar. Sentí como Ignacio daba pequeños espasmos y supe que también se estaba corriendo, colmando mi ano de su leche, pegando un grito de placer que todavía recuerdo nítidamente.-

La velada nos dejó agotados a los cuatro. Yo apenas podía mantenerme en pie. Entre los tres me ayudaron a subir la escalera, y me metieron en la ducha. Dulcemente me enjabonaron y luego me acostaron en la cama. Me besaron y esperaron a que me durmiese.-

Nos despertaron Eva y Daniela que volvían de la ciudad de Córdoba. Ese mismo día emprendimos el regreso a nuestra ciudad.-

Ninguno de los muchachos volvió a comentar algo sobre lo sucedido, y con el correr de los días, nuestra relación volvió a ser lo que era antes de tal evento. Muchas veces pensé en Juan, en lo que se perdió a causa de haberse dormido, y no pude dejar de sentir lástima por él. No sé si alguna vez se enteró de lo ocurrido.-

Ignacio se casó y se fue del país a vivir al exterior. Carlos y Matías tienen sus parejas pero ya casi no los veo. Yo estoy felizmente casada… Pero aún en alguna fiesta festiva, recibo un e-mail de Ignacio adjuntándome alguna de aquellas fotos, haciéndome revivir una de las mejores experiencias de mi vida.-

FIN